sábado, 26 de octubre de 2024

Confía en Dios y abandónate en Él

Me esfuerzo y él me dice: perdona.
Tengo miedo y él me dice: ánimo.
Dudo y él me dice: confía.
Me siento angustiado y él me dice: tranquilo.
Prefiero estar solo y él me dice: despréndete.
Quiero seguridad y él me dice: cuenta conmigo.
Quiero vivir y él me dice: da tu vida.
Quiero ser bueno y él me dice: sigue, sigue y llegarás.
Quiero vivir y él me dice: no es suficiente.
Quiero ser jefe y él me dice: sirve.
Quiero mandar y él me dice: obedece.
Quiero comprender y él me dice: cree.
Quiero claridad y él me habla en parábolas.
Quiero poesía y él me habla de realidades.
Quiero tranquilidad y él quiere que esté inquieto.
Quiero violencia y él me habla de paz.
Saco la espada y él me dice: guárdala.
Pienso en venganza y él me dice: presenta la otra mejilla.
Hablo de paz y él me dice: sígueme.
Intento ser conciliador y él me dice: he venido a traer fuego a la tierra.
Quiero ser más grande que él y me dice: sé como un niño.
Quiero esconderme y él me dice: muestra tu luz.

El árbol mágico

Hace mucho, mucho tiempo, un niño paseaba por un prado que tenía en el centro un árbol con un cartel que decía: soy un árbol encantado, si dices las palabras mágicas, lo verás.
El niño trató de acertar el hechizo, probó con abracadabra, tan-ta-tachán, supercalifragilisticoespialidoso y muchas otras, pero nada.
Rendido, se tiró suplicante, diciendo: “¡¡por favor, arbolito!!”, y entonces, se abrió una gran puerta en el árbol.
Todo estaba oscuro, menos un cartel que decía: “sigue haciendo magia”. Entonces el niño dijo
- “¡¡Gracias, arbolito!!”, y se encendió dentro del árbol una luz que alumbraba un camino hacia una gran montaña de juguetes y chocolate.
El niño pudo llevar a todos sus amigos a aquel árbol y tener la mejor fiesta del mundo, y por eso se dice siempre que “por favor” y “gracias”, son las palabras mágicas


viernes, 25 de octubre de 2024

¡Señor, sálvame!

        Salmo 118,145-152

Te invoco de todo corazón:
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame, y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.
Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.

La prisión del odio

Dos hombres habían compartido injusta prisión durante largo tiempo en donde recibieron todo tipo de maltratos y humillaciones.
Una vez libres, volvieron a verse años después. Uno de ellos preguntó al otro.
- ¿Alguna vez te acuerdas de los carceleros?
- No, gracias a Dios ya lo olvidé todo -contestó-. ¿Y tú?
- Yo continúo odiándolos con todas mis fuerzas -respondió el otro.
Su amigo lo miró unos instantes, luego dijo.
- Lo siento por ti. Si eso es así, significa que aún te tienen preso.

domingo, 20 de octubre de 2024

Evangelio del domingo

Este domingo es el 29 del Tiempo ordinario Ciclo "B".

Estas viñetas son de Agustín de la Torre.



Oración del DOMUND 2024

Señor, ¿a quiénes nos falta por invitar a tu fiesta?
Guía nuestros pasos hacia ellos
e inspíranos el gesto y la palabra oportuna,
para que puedan descubrirte a través de nuestra cercanía,
nuestra ternura, nuestra compasión 
y nuestro anuncio de esperanza.
Te pedimos por todos los misioneros y misioneras
que te anuncian entre los más pobres.
Haz que juntos, ellos y nosotros,
apoyados en la oración, pegados a Ti,
llevemos incansablemente al mundo
tu invitación al Banquete de la fraternidad,
al que nos congrega cada domingo
y al que no tendrá fin, en el cielo.
Santa María de la fiesta de bodas,
ruega por nosotros. Amén.

El mensaje de la espada

En tiempos de guerras entre reyes moros, corrió de boca en boca la leyenda de que quien se apoderara de la espada Asharaf, sería el vencedor y ejercería un dominio absoluto sobre todas las tierras del Islam.
Apoderarse de la espada no era empresa fácil. Había que descubrir primero dónde estaba, llegar hasta el lugar y hacerse con ella en lucha a muerte, ya que todos anhelaban poseerla. Nadie escatimaba fuerza ni ingenio para llegar a poseer la espada triunfadora.
Tras muchas peripecias, uno de los reyes logró hacerse con ella. Se aseguró de que era la auténtica espada Asharaf e inmediatamente se lanzó al campo de batalla para someter a los demás reyes. Se sabía invencible, y estaba impaciente por ejercitar el poder que le concedía la espada.
Sin embargo, no le salieron las cosas como esperaba. En la primera y apresurada batalla a que se lanzó en cuanto tuvo la espada, fue derrotado, y él mismo murió en la lucha, atravesado por la propia espada que él estaba seguro le daría la victoria. Murió con la mueca de sorpresa en los labios, cual si preguntase cómo podía haber sucedido aquello. Si esa era la única espada Asharaf, ¿cómo le había traicionado en su primer encuentro?
La misma sorpresa se dibujaba en el rostro de los vencedores, que sacaron con cuidado la ensangrentada espada y la examinaron con precaución. No fue difícil explicar el enigma. Una vez limpia de sangre, la espada reveló que en su hoja, de arriba a abajo, en filigrana vertical, estaba grabada una inscripción clara que cualquier árabe podía leer al instante. La inscripción decía: "No luches nunca con la espada. En paz y concordia se unirán tus hermanos a ti".
Ese era el mensaje de la espada Asharaf. Su nuevo dueño lo entendió, renunció a la lucha, emprendió el camino de la paz y los demás reinos se unieron a él en unidad hermana.