jueves, 29 de marzo de 2018

Gracias, Señor, por amarme

Gracias, Señor, por amarme.
No sé que ves en mí, pero gracias por tenerme en cuenta.
Por verter a raudales tu amor y hacer que mi aljibe rebose.
No entiendo a que se debe tanto derroche de cariño,
está claro que tú eres Dios, y yo sólo soy mujer.
Aún así, sin entender los motivos que te mueven a quererme,
me estremezco al comprobar la ternura que manifiestas para conmigo.
Alcanzo a comprender que tu misericordia es tan grande
que gracias a ella se beneficia la humanidad,
pero sigo sin entender que has visto en mí.
Cierro los ojos y te invoco.
Entono una oración pausada
en la que sin miedo expreso cuanto por ti siento.
Elevo una acompasada melodía de adoración
en la que cada nota aporta el ungüento oleoso
que deseo derramar a tus pies.
Gracias por amarme.
Gracias por aguantar mi terquedad,
la impaciencia de un ser que acostumbra a correr
cuando le pides que esté en quietud,
que alza la voz cuando demandas silencio.

Entrevista con Dios

 Los más amados por Dios

Cierto día un célebre periodista consiguió una entrevista con Dios Padre.
Lo primero que le llamó la atención es lo joven que era el Creador. De viejecito con barbas como este periodista lo imaginó, Dios no tenía nada. Nada de nada. Era la plenitud de la juventud.
Durante la conversación el periodista preguntó.
-"Señor ¿A qué seres humanos quieres más?"
Dios sonrió y le guiñó un ojo a su Hijo Jesús que estaba sentado justo a su derecha. Padre e Hijo se veían iguales. Miró al periodista y le dijo al periodista.
- "A ver si adivinas".
El periodista le contestó:
- "Pues... Imagino que a las personas que entregan su vida al servicio de los demás, como la Madre Teresa de Calcuta o el Santo Maximiliano Kolbe.
- "Sí, sí los quiero mucho. Pero no son a quien quiero más".
El periodista fue nombrando todas las personas que se dedican al servicio de Dios en sus hermanos. Y empezó con los que buscan a Dios en la oración.
- "Ya sé, Señor: las monjas y los sacerdotes".
- "También, también los quiero pero no son a quien quiero más".
- "Ya sé, los niños inocentes, los humildes que creen en Ti".
- "Sí los quiero, pero no son los que quiero más".
- "Pues ya no queda nadie, Señor".
- "Sí quedan." respondió Dios. "Los que dicen que yo no existo... ¡pobres hijos míos! Creo que les gustaría que fuese cierto... Los que me insultan, blasfemando contra Mí; los que quebrantan mis leyes y dicen que tienen el poder de cambiarlas; los pecadores empedernidos. Definitivamente, esos son los hijos a los que quiero más".
- "¡Ateos! ¡No puede ser! Señor, me estás tomando el pelo ¿Cómo vas a amar tu negación?"
- "No. No amo su ateísmo. Los amo a ellos porque están ciegos y no me ven. Yo los cuido sin que se den cuenta y me alegra mucho cuando alguno de ellos me descubre a su lado. Si tuvieses un hijo ciego. ¿No lo amarías igual? Ellos son mis hijos aunque estén ciegos".
- "Sin embargo, Señor", prosiguió el periodista, "a mí me enseñaron que los ateos se iban todos al infierno. Serán tus hijos más queridos pero Tú los mandas al infierno".
Dios, sonriente, le contestó
- "Yo no mando a nadie al infierno. Eso no es cierto. Al infierno va quien lo escoge con su vida. Yo os hice libres".
El periodista lo miraba medio incrédulo todavía y le dijo:
- "Ya, ya ¿pero los ateos van o no van al cielo?
- "Bueno. Tengo mis trucos. A veces les doy unos fogonazos de gracia tan fuertes que no les queda más remedio que ceder ante mi gracia. Otras veces mi Hijo es el que interviene. Como ha hecho unos arreglos en sus 'papeles' y como Él ha comprado un pedazo de cielo para cada ser humano pues todo queda arreglado".
- "¿Qué papeles, Señor?"
- "Pues cuando es un hombre bueno pero no reconoce mi existencia... Para Mi lo importante es la Verdad. Si un hombre se consagra a su búsqueda, yo lo premio. Como si me buscase a mi. Porque Yo soy la Verdad. Lo mismo con el que busca la belleza".
En esto, Jesús sonrió a su Padre y le dijo
- "Abbá, la Verdad soy Yo, Tú y Yo, Tu Hijo". De la Nube que cubría el Trono celestial salió una Voz que era la misma voz del Hijo y del Padre que dijo "Y Yo". Los Tres somos lo mismo, Dios.
- "Has visto a mi familia", dijo el Padre y prosiguió "si un hombre busca la Verdad, me está buscando a Mí, lo mismo si busca la Justicia".
- "¿Y que pasa, Señor, si cree en Ti, pero maltrata a los demás y no cumple tus leyes?
- "Resulta casi imposible, si cree de verdad en mí, no puede maltratar a nadie porque yo soy Amor. Además quien no ama a su hermano, no me ama a Mi".
El periodista pidió la bendición de Dios y abandonó el Cielo, mejor dicho, despertó de su sueño.

miércoles, 28 de marzo de 2018

Miércoles Santo

Todo el odio del mundo cae encima de Jesús. Contra Él van los gritos de los manifestantes y los intereses de los poderosos.
Pero Jesús está sereno, firme y confiado en su Padre.
La tentación de abandonar y de tirar la toalla es grande, pero lafuerza del Espíritu es aún más fuerte.

Espíritu consolador, dame fuerza
para caminar con Jesús en fidelidad,
también cuando las dificultades aumentan
o cuando el mensaje de la cruz
parece una locura.

Flexibilidad

       Bruno Ferrero
El discípulo fue a visitar al maestro en el lecho de muerte.
- Déjame en herencia un poco de tu sabiduría -le pidió.
El sabio abrió la boca y pidió al joven que se la mirara por dentro y dijo:
- ¿Tengo lengua?
- Seguro -respondió el discípulo.
- ¿Y los dientes, tengo aún dientes?
- No -replicó el discípulo-. No veo los dientes.
- ¿Y sabes por qué la lengua dura más que los dientes? Porque es flexible. Los dientes, en cambio, se caen antes porque son duros e inflexibles. Así que acabas de aprender lo único que vale la pena aprender.

lunes, 26 de marzo de 2018

Yo pecador

     Ignacio Iglesias, sj

¡Señor! Cuando me encierro en mí,
no existe nada: ni tu cielo y tus montes, tus vientos y tus mares;
ni tu sol, ni la lluvia de estrellas.
Ni existen los demás ni existes Tu, ni existo yo.
A fuerza de pensarme, me destruyo.
Y una oscura soledad me envuelve,
y no veo nada y no oigo nada.
Cúrame, Señor, cúrame por dentro,
como a los ciegos, mudos y leprosos, que te presentaban.
Yo me presento. Cúrame el corazón, de donde sale,
lo que otros padecen y donde llevo mudo y reprimido
El amor tuyo, que les debo.
Despiértame, Señor, de este coma profundo,
que es amarme por encima de todo.
Que yo vuelva a ver a verte, a verles, a ver tus cosas
a ver tu vida, a ver tus hijos....
Y que empiece a hablar,  como los niños, -balbuceando-,
las dos palabras más redondas de la vida: ¡PADRE NUESTRO!

La chimenea

Un joven que había estudiado lógica, acudió a un rabino y solicitó ser instruido en Talmud (libro sagrado judío).
- "¿Lógica? -preguntó el rabino- dudo que eso sea suficiente para estudiar Talmud, pero te haré una prueba. Supongamos que dos hombres bajan por una chimenea, uno sale con la cara limpia y el otro con la cara sucia ¿Cuál de los dos se lava la cara?
- Eso es fácil, el de la cara sucia -respondió el estudiante.
- Incorrecto -dijo el rabino- el de la cara limpia. Veamos: el de la cara sucia mira al de la limpia y piensa que su cara también está limpia. El de la cara limpia mira al de la sucia y piensa que su cara está sucia, así que él se lava la cara.
- No pensé en eso -admitió el joven- deme otra oportunidad.
- Volvamos a empezar. Dos hombres bajan por una chimenea, uno sale con la cara limpia y el otro con la cara sucia ¿Cuál se lava la cara? -planteó el rabino.
- Acabamos de responder que aquel con la cara limpia -contestó el estudiante.
- No. Ambos se lavan la cara -dijo el rabino- aquel con la cara sucia mira al de la limpia y piensa que su cara está limpia también. Pero el de la cara limpia mira al de la sucia, y piensa que su cara también lo está, entonces se lava. Cuando el de la cara sucia ve que el de la limpia lava su cara, él también se lava. Por lo tanto ambos lavan su cara.
- No me di cuenta de esa alternativa -expresó el joven- pero deme otra oportunidad.
- Está bien. Dos hombres bajan por una chimenea, uno sale con la cara limpia y el otro con la cara sucia ¿Cuál se lava la cara? -preguntó el rabino.
- Ambos lavan su cara -respondió con énfasis el estudiante.
- No. Ninguno de los dos -dijo el rabino- aquel con la cara sucia mira al de la limpia y piensa que la suya también lo está. El de la cara limpia mira al de la sucia, y piensa que su cara también está sucia. Pero cuando él ve que el hombre de la cara sucia no se lava, él tampoco se lava. Por lo tanto ninguno se lava.
- Una última oportunidad y le demostraré que puedo estudiar Talmud -pidió el joven.
- Dos hombres bajan por una chimenea, uno sale con la cara limpia y el otro con la cara sucia ¿Cuál se lava la cara? -volvió a plantear el rabino.
- Ninguno -exclamó triunfalmente el estudiante.
- ¿Ves ahora por qué la lógica no es suficiente para estudiar Talmud? ¿Cómo es posible que dos hombres que bajan por la misma chimenea, uno salga con la cara sucia y otra con la cara limpia? ¿No ves que la pregunta es tonta? Y si intentas contestar a preguntas tontas, tu respuesta será tonta. Así que aprende algo más de lógica antes de que intentes estudiar el Talmud -sugirió el rabino.

domingo, 25 de marzo de 2018

Con ramos de olivo te aclamamos

 Mª Patxi Ayerra

Te aclamamos queriendo unirnos a todos los que sufren.
A tantos enfermos que no pueden con el dolor,
a tantas familias deshechas por la droga,
a todas las parejas rotas por el desamor y la soledad,
a tantos niños llenos de cosas y necesitados de amor.
Te aclamamos pidiéndote nos ayudes acompañar la vida
de tantos inmigrantes llenos de nostalgia e inseguridad,
de todos los deprimidos, desanimados y sin ganas de vivir,
de los que no tienen valores que merezca la pena,
de los que tienen penas que nadie consuela,
de los que cumplen penas en cárceles deshumanizadas.
Te aclamamos contentos porque nos llenas de esperanza.
Por eso creemos que este mundo tiene remedio,
que se puede dar la vida como Tú, para crear vida,
que juntos contigo y con los otros, somos una familia,
que poco a poco vamos haciendo tu reino
y que nos juntaremos en tu abrazo final de los días.
Te aclamamos, te felicitamos y te admiramos,
por lo bien que nos explicaste la mejor manera de vivir,
por cómo nos contaste quién es nuestro Dios padre y madre,
porque nos abriste caminos nuevos y nos llenaste de ilusión,
porque, aunque las cosas te fueron difíciles, llegaste hasta el fin,
porque nos invitas a vivir a tu manera y a contar con tu presencia.
Y porque sentimos, que caminas a nuestro lado…
GRACIAS, JESÚS… TU PASIÓN MERECIÓ LA PENA

Una hermosa historia de amor para una madre

Un niño, próximo a nacer, le dijo a Dios:
- Me vas a enviar a la tierra pero, ¿cómo viviré allá, siendo tan pequeño y tan débil?
- Entre los muchos ángeles escogí a uno que te espera -le contestó Dios-.
Pero aquí en el cielo no hago más que cantar y sonreír y eso basta para mi felicidad. ¿Podré hacerlo allá?
- Ese ángel te cantará y sonreirá todos los días y te sentirás muy feliz con sus canciones y sus sonrisas.
- ¿Y cómo entenderé cuando me hablen, si no conozco el extraño idioma de los hombres?
- Ese ángel te hablará y te enseñará las palabras más dulces y más tiernas que escuchan los humanos.
- ¿Qué haré cuando quiera hablar contigo?
- Ese ángel juntará sus pequeñas manos y te enseñará a orar.
- He oído que en la Tierra hay hombres malos. ¿Quién me defenderá?
- Ese ángel te defenderá, aunque le cueste la vida.
- Pero estaré siempre triste porque no te veré más, Señor. Sin verte me sentiré muy solo.
- Ese ángel te hablará de mí y te mostrará el camino para volver a mi presencia.
En ese instante, una paz inmensa reinaba en el Cielo. No se escuchaba ninguna voz. El niño dijo suavemente a Dios:
- Dime su nombre, Señor.
Dios le contestó:
- Ese ángel se llama "MAMÁ".