sábado, 10 de julio de 2021

Oración para conducir (En la fiesta de san Cristóbal)

Dame, Señor, mano firme y mirada vigilante,
para que mientras conduzco no cause daño a nadie.
A ti, Señor, que das la vida y la conservas,
te suplico humildemente que guardes hoy la mía.
Libra, Señor, a quienes me acompañan
de todo mal, enfermedad, incendio o accidente.
Enséñame a hacer uso de mi coche
para remedio de las necesidades ajenas.
Haz, Señor, que no me arrastre el vértigo de la velocidad,
y que, admirando la belleza de este mundo,
logre seguir y terminar felizmente mi camino.
Te lo pido, Señor, por los méritos
de tu santísima Madre, la Virgen del Camino,
y por la intercesión de san Cristóbal,
especial protector de los conductores. Amén.

El miedo

Cuando los Vikingos Invadieron Francia en el 845, derrotaron con facilidad a todas las tropas que les envió el Rey Luis.
Sin embargo el ejército del Rey tenía una ventaja de 10 a 1, pero entre los Francos corrió el mito que los Vikingos no conocían el miedo.
- Claro que conocemos el miedo, dijo Ragnar, solo que no lo fomentamos.
Nosotros no adoramos a un jefe, es uno más, elegido momentáneamente, discutimos todo en asambleas, y nuestras mujeres son libres.
Hace 6000 años los manipuladores descubrieron que el miedo servía para esclavizar a las personas, y comenzaron a fomentarlo.
El miedo hizo que 150.000 egipcios agotaran sus vidas arrastrando piedras de 12 toneladas por el Sahara, para construir la Gran Pirámide.
¿Quién se lo ordenaba? Un Faraón, sus ministros y dos arquitectos. NO más de 14 personas.
A veces hubo gente que no se sometió, en el año 1000 un grupo de jóvenes de la Isla de Bora Bora se cansó de los sacrificios humanos que habían convertido el paraíso en un infierno.
- Si no os gusta, marchaos, desadaptados, les dijeron riendo.
¿A donde iban a ir? Pues cargaron un barco con comida y animales y se hicieron a la mar.
- Os van a matar las tormentas, los tiburones, la sed, les gritaron.
Navegaron 22 días sin saber adonde iban, hasta encontrar unas islas deshabitadas a las que llamaron Hawaii.
Antes de bajar se prometieron que nunca más habría sacrificios, que si alguien quería honrar un dios, que lo haga con flores.
¡NO TENGAS MIEDO!

miércoles, 7 de julio de 2021

Oración a san Fermín

Alegrémonos todos en el Señor al celebrar
este día de fiesta en honor de san Fermín, obispo y mártir;
los ángeles se alegran con nosotros
y alaban a una al Hijo de Dios.
Señor, Dios nuestro, que coronaste
de inmortalidad al Obispo san Fermín,
porque anunció tu palabra
y sostuvo el combate de la fe hasta el martirio:
concédenos, que, pues celebramos su triunfo,
alcancemos también su mismo premio.

Los clavos en la puerta

Ésta es la historia de un niño que tenía muy mal genio.
Una tarde, su padre le entregó un paquete. El niño muy curioso lo desenvolvió rápidamente y se sorprendió muchísimo al ver ese extraño regalo: era una caja de clavos.
El padre lo miró fijamente y le dijo:
- Hijo mío, te voy a dar un consejo: cada vez que pierdas el control, cada vez que contestes mal a alguien y discutas, clava un clavo en la puerta de tu habitación.
El primer día, el niño clavó 37 clavos en la puerta.
Con el paso del tiempo, el niño fue aprendiendo a controlar su mal genio, por tanto, la cantidad de clavos comenzó a disminuir. Descubrió que era más fácil controlar su temperamento que clavar los clavos en la puerta.
Finalmente llegó el día en que el niño no perdió los estribos.
Su padre, orgulloso, le sugirió que por cada día que se pudiera controlar sacase un clavo. Los días transcurrieron y el niño logró quitarlos todos.
Conmovido por ello, el padre tomó a su hijo de la mano y lo llevó hasta la puerta, y con suma tranquilidad le dijo:
- Has hecho bien, hijo mío, pero mira los agujeros… la puerta nunca volverá a ser la misma. Cuando dices cosas con rabia, dejan una cicatriz igual que ésta. Le puedes clavar un cuchillo a un hombre y luego sacárselo. No importa cuántas veces le pidas perdón, la herida siempre seguirá ahí. Una herida verbal es tan dañina como una física. Recuerda que los amigos son joyas muy escasas, consérvalos, cuídalos, ámalos, pero no los lastimes, hay daños que son irreversibles y no hay nada que los sane.
El niño comprendió la enseñanza de su padre y la agradeció profundamente; se dio cuenta de que al enojarse no sólo causaba daño a los demás, sino que también se dañaba a sí mismo. A partir de ese momento jamás volvió a tener que controlar su ira, porque decidió actuar siempre guiado por el amor.

martes, 6 de julio de 2021

Nada que pedirte

           Benjamín González

Hoy no tengo nada que pedirte, ni traigo ninguna queja.
Yo sólo busco un encuentro desde lo infinito que late en mí.
¡Pobre de mí si atase tu respuesta a tu pregunta tan medida,
o a mi lamento tan herido!
¡Pobre de mí si ya supiese la respuesta!
Tal vez solo encontraría para mi sed mi propia agua reciclada,
el eco de mi monótono decirme,
mi pasado humedecido por el sudor o por el llanto.
Te necesito más de lo que sé o de lo que digo de mí mismo.
¡Hoy descubro ya presente, en el amor con que me atraes,
la pasión con qué me buscas.

Los tres monjes y el demonio

El demonio se apareció a tres monjes y les dijo:
- Si os diera potestad para cambiar algo del pasado, ¿qué cambiaríais?
El primero de ellos, con un gran fervor apostólico respondió:
- Impediría que hicieras caer a Adán y Eva en el pecado para que la humanidad no pudiera apartarse de Dios.
El segundo, un hombre lleno de misericordia, le dijo:
- Impediría que tú mismo te apartases de Dios y te condenaras eternamente.
El tercero de ellos era el más sencillo y, en vez de responder al tentador, se puso de rodillas, hizo la señal de la cruz y oró diciendo:
- Señor, libérame de la tentación de lo que pudo ser y no fue.
El diablo, dando un grito estentóreo y estremeciéndose de dolor se esfumó.
Los otros dos, sorprendidos, le dijeron:
- Hermano, ¿por qué has reaccionado así?
- Primero: NUNCA debemos dialogar con el enemigo -les respondió él-. Segundo: NADIE en el mundo tiene poder para cambiar el pasado. Tercero: el INTERÉS de Satanás no era probar nuestra virtud, sino atraparnos en el pasado, para que descuidemos el presente, el único tiempo en el que Dios nos da su gracia y podemos cooperar con ella para cumplir su voluntad.
De todos los demonios, el que más atrapa a los hombres y les impide ser felices es el de "lo que pudo ser y no fue". El pasado queda a la Misericordia de Dios y el futuro a su Providencia. Solo en el presente está el amor de Dios en nuestras manos.

lunes, 5 de julio de 2021

Intercambio con el Señor

Hoy, Señor, intercambio:
Mis preocupaciones por tu fortaleza.
Mis debilidades por tus soluciones.
Mis cargas por tu libertad
Mis frustraciones por tu paz.
Mi confusión por tu calma.
Mis esperanzas por tus promesas.
Mis aflicciones por tu consuelo.
Mis preguntas por tus respuestas.
Mi duda por tu afirmación.
Lo temporal por lo eterno.
Li imposible por lo posible.
A ti, mi Dios, te entrego mi voluntad.
¡Te amo, Señor Dios!

El laúd

Hace mucho, mucho tiempo, en la antigua China, había un gran valle.
Y en medio de ese valle, a la vera de un río, había un gran árbol, el más hermoso que nunca haya existido.
Un día, un poderoso mago que pasaba por allí se quedó impresionado al ver el majestuoso árbol.
Le pareció una pena que ese árbol tuviera que morir y desaparecer algún día. Así que, con la fuerza de su magia, lo convirtió en un maravilloso laúd.
Y allí permaneció el laúd durante mucho tiempo, hasta que un pastor que pasaba por allí lo vio y pensó que era un instrumento digno del Emperador.
Y dicho y hecho, se dirigió a palacio y se lo ofreció con toda humildad.
El Emperador nunca había visto un objeto tan bello, y pensó: “Si es tan bello, su sonido tiene que ser insuperable”.
Intentó hacerlo sonar, pero no consiguió arrancarle ni una sola nota.
Llamó a los mejores músicos del Imperio, pero ninguno consiguió una sola nota.
El consejero principal, al ver al Emperador abatido, le contó que había un sabio que vivía en medio de las montañas, y que tenía fama de poder hacer milagros.
El Emperador mandó mensajeros para pedir ayuda al sabio, y éste se presentó en la corte.
Sin decir palabra, vio el laúd, se sentó a su lado y comenzó a hablarle en voz baja.
En ese momento, se empezó a oír en palacio la música más maravillosa que se pueda imaginar. Las notas fluían entre las cuerdas del laúd.
Una vez que la música paró, el Emperador preguntó al sabio:
- ¿Cómo es que tú has sido capaz de tener éxito donde los mejores músicos han fracasado? ¿Qué le has dicho?
A lo que el sabio contestó:
- Le hablé del gran valle, del río que besaba sus raíces, de los pájaros que cantaban en sus ramas y de la luna que le ama.
Sobran las explicaciones, pero si crees que no tienes talentos o capacidades, es que no has mirado bien.

domingo, 4 de julio de 2021

Quédate, Señor

                          Florentino Ulibarri

Señor:
Que quienes te buscan a tientas, te encuentren;
que quienes dudan una y mil veces, no desistan;
que quienes se extravían en su camino, vuelvan;
que quienes creen conocerte y poseerte, sigan buscándote.
Que quienes caminan a tientas y solos, no se pierdan;
que quienes tienen miedo al futuro, se abran a la confianza;
que quienes no logran triunfar, perseveren;
que quienes tienen hambre y sed, sean saciados.
Que los grandes y poderosos se sientan vulnerables;
que los amargados de la vida disfruten de tu presencia y gracia;
que los olvidados de todos dejen oír su canción;
que tus hijos e hijas nunca nos saciemos de tus dones.
Que quienes desean y buscan milagros sepan acogerlos;
que quienes gustan presumir de profetas acepten a los de su tierra;
que quienes se descubren leprosos bajen a lavarse a un humilde río;
que quienes tienen pensares ocultos no se enfurezcan contigo.
Y si tú nos provocas nuevamente como provocaste
a tus paisanos de Nazaret entonces,
danos la gracia de entenderte y tolerarte ahora,
y descubrir quién eres, a pesar de las apariencias y de tus pobres orígenes.
¡Señor, ábrete paso entre nosotros
y sigue tu camino aunque nos escandalicemos!

Los ojos son el espejo del alma

Cuentan que en una tribu primitiva apareció un hombre civilizado que llamó la atención de sus habitantes: gallardo, apuesto, hábil cazador, fuerte guerrero, inteligente estratega, amable conversador.
Vivía en la tienda del jefe de la tribu, siempre acompañado de un cofre que contenía un misterioso objeto de cristal, ante el cual el extranjero, todas las noches, pasaba grandes ratos.
Después de muchas lunas, el extranjero desapareció inesperadamente. Y olvidó su cofre, su misterioso amuleto.
El jefe lo encontró casualmente y lo escondió, para poder contemplarlo, también él, largamente al anochecer, cosa que su mujer dedujo, pues lo notaba cada vez más parecido al admirado extranjero: prudente, hábil, fuerte, ilusionado… Se convirtió en un jefe magnánimo, en un esposo delicado y un padre cariñoso.
Esto le hizo sospechar que el cofre poseía la imagen de una bella mujer, de la que, enamorado, sacaba fuerzas e ilusiones, escondidas antes. Un día logró arrebatárselo sin ser vista y, ella también, pasaba horas por la noche, adorando la prodigiosa estatua: fue cambiando su carácter y trato, y sus maneras fueron cada vez más femeninas, amables, solidarias y comprensivas.
También el hechicero sospechó y temió que el extranjero hubiera dejado un amuleto o un ungüento mágico, de fuerzas superiores a las por él conocidas. No le costó hacerse con el cofre, con cuya contemplación reiterada consiguió mejorar sus artes sanatorias y sus proféticas intuiciones…
A los pocos meses, apareció de improviso el desaparecido dueño del milagroso cofre y dijo sencillamente:
- «Por favor, ¿alguien podría decirme si ha visto un cofre con un espejo dentro? Porque, si no logro ver, cada poco, el fondo de mi mismo, nunca lograré saber dónde ir, ni qué hacer de mí».