sábado, 26 de agosto de 2023

Que las palabras se hagan vida

        José María Rodríguez Olaizola sj

Que no se queden clavadas, las palabras,
en un muro, como anhelo de verdades imposibles.
Que no se conformen con ser verso, o estribillo
para un canto predecible.
Que provoquen cambios.
Que traigan el eco de la Palabra que abandonó la eternidad
y entró en nuestra historia removiendo certidumbres.
Que acaricien al inquieto, e inquieten al distraído.
Que se impongan al ruido y despierten el anhelo de plenitud.
Que sean herramienta para forjar comunidades sin clase preferente.
Palabras de amor puesto por obra.
Palabras de justicia hecha proyecto.
Palabras de fe, aterrizada en los días.
Es hora de vivir lo que cantamos.

La tienda del cielo

Hace tiempo, caminando por el sendero de la viña, me encontré un letrero que decía "La Tienda del Cielo". Me acerqué y la puerta se abrió lentamente, cuando me di cuenta ya estaba adentro.
Vi por todas partes ángeles parados, uno de ellos me entregó una cesta y me dijo:
- Compra lo que quieras, todo lo que un ser humano necesita lo hay en esta tienda. Si no puedes comprar todo hoy, puedes regresar otro día.
Lo primero que compré fue PACIENCIA, luego AMOR... estaban en la misma fila; más adelante vi COMPRENSION, también la compré, iba a necesitarla donde quiera que fuera; adquirí además dos cajas de SABIDURIA y dos bolsas de FE. Me detuve un poco para comprar FUERZA y CORAJE, eso me ayudaría mucho en esta carrera de la vida. Cuando ya tenía casi llena la cesta, recordé que me faltaba GRACIA y no debía olvidar la SALVACION. Esta la ofrecían gratis, entonces tomé una buena porción de cada una, suficiente para salvarme.
Caminé hacia el cajero para pagar la cuenta, pensé que tenía todo para hacer la voluntad del Señor, pero cuando iba a llegar, vi la ORACION y la agregué a mi cesta ya repleta, sabía que cuando saliera la usaría. La PAZ y la FELICIDAD estaban en unos estantes pequeños, aproveché para cargarlos. La ALEGRIA colgaba del techo, agarré un paquete para mí, ya al final estaba el CANTO y la ALABANZA, así que tomé un poco también. Llegué al cajero y pregunté:
- ¿Cuánto le debo?
Él sonrió y me contestó:
- Llévate la cesta a donde quiera que vayas
- Si, pero ¿Cuánto tengo que pagar?
Otra vez me sonrió y me dijo:
- No te preocupes, Dios pagó la deuda hace mucho, mucho tiempo, por ti.

jueves, 24 de agosto de 2023

Salmo 23

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
Él la fundó sobre los mares,
Él la afianzó sobre los ríos.
- ¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
- El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
- Este es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

La hierba mate

Hubo un tiempo en que Dios bajó al mundo y lo recorrió en compañía de san Juan y san Pedro.
Un día, mientras viajaban por un bosque muy espeso, llegaron cansados a la casa de un anciano. Este se había retirado a aquellas soledades junto con su mujer y su hija para proteger y conservar la inocencia de esta última. Era un bosque de acceso difícil y rarísima vez pasa alguien por allí.
El hombre vivía tranquilo y feliz; pero con ser tan grande su felicidad, era muchísimo mayor su pobreza. A pesar de esto, acogió a los viajeros lo mejor que pudo, dándoles de comer de aquello que tenía.
Al ver Dios esto, preguntó a san Juan y a san Pedro qué debía hacer. Ellos respondieron que debía premiar su atención. Entonces Dios dijo al anciano:
- Aunque eres pobre de bienes de fortuna, has demostrado ser muy rico de corazón; y voy a premiarte. Tienes una hija a quien quieres mucho; pues bien, voy a hacerla inmortal y no desaparecerá nunca de la tierra.
Y Dios la convirtió entonces en la hierba mate. Y desde aquel momento la bierva existe, y, por mucho que se corte, vuelve siempre a brotar.

domingo, 20 de agosto de 2023

Necesito

        Benjamín González Buelta sj

Necesito tu presencia, un tú inagotable y encarnado
que llena toda mi existencia,
y tu ausencia, que purifica mis encuentros
de toda fibra posesiva.
Necesito el saber de ti
que da consistencia a mi persona y mis proyectos,
y el no saber que abre mi vida
a tu novedad y a toda diferencia.
Necesito el día claro en el que brillan los colores
y se definen los linderos del camino,
y la noche oscura en la que se afinan
mis sentimientos y mis sentidos.
Necesito la palabra en la que te dices y me digo
sin acabar nunca de decirnos,
y el silencio en el que descansa
mi misterio en tu misterio.
Necesito el gozo que participa de tu alegría,
última verdad tuya y del mundo,
y el dolor, comunión con tu dolor universal,
origen de la compasión y la ternura.

“Nomeolvides”


Cuentan que después de que hayan crecido todas las flores, el Hada de las Flores les puso nombre, pero se olvidó de una de ellas.
Las flores se pusieron muy contentas al recibir su nombre, solo una se quedó triste en un valle de un río. Lloraba sin comprender por qué era menos querida que las demás y sus lágrimas se mezclaban con el agua del río.
Un día, saliendo a pasear por el campo verde y lleno de flores, la Hada de las Flores se llenó de alegría al ver que todas las flores le sonreían.
Bajando la cuesta de la aldea hacia el río se encontró con la triste florecilla que no podía contener su lloro. Al verla le preguntó:
- Y tú, hermosa flor, ¿por qué lloras mientras todas tus hermanas se alegran?
- ¿Cómo no voy a llorar? Todas las flores recibieron un bonito nombre y te olvidaste de mi.
Al oír su respuesta, la Hada se sorprendió por haberse olvidado de darle un nombre justo a esa flor tan especial.
- Mi querida flor, deja de estar triste… Al atardecer tendrás tu nombre…
Dicho eso la Hada desapareció. Volvió al palacio y pidió consejo a las demás hadas y, llamando a la flor olvidada, le dijo:
- No olvidaste que no te di un nombre como hice con las demás flores, así que a partir de hoy te llamaré “Nomeolvides”.
Y así es que desde entonces esta bonita flor lleva el nombre de “Nomeolvides”

La flor “Nomeolvides” simboliza el amor eterno y desesperado de un amante. Así mismo representa, la lealtad hacia un amor no correspondido.
Regalar Nomeolvides azules es una muestra de fidelidad y amor eterno, es prometer amor en la eternidad. Es amor de verdad, honesto, único y especial.