miércoles, 4 de septiembre de 2024

Ayúdame a hablar y a vivir como Tú

Señor, Tú hablas con autoridad,
porque has sido enviado por Dios Padre;
porque hablas de lo que sabes, no hablas de oídas;
porque hablas con sencillez, para que te entiendan,
no para demostrar lo mucho que sabes;
porque hablas con respeto, nunca con violencia;
porque haces lo que dices, vives lo que hablas;
porque tus palabras buscan mi bien,
aunque a veces no quiera escuchar lo que me dices;
porque tus palabras reflejan la verdad, sin esconder la luz ni las sombras;
porque tus palabras descubren nuestros fallos
para que los superemos, nunca para humillarnos;
porque tus palabras nos recuerdan quiénes somos
y lo mucho que valemos para ti;
porque tus palabras, tu mirada, tus gestos y tu vida
nos anuncian un mismo mensaje: que nos amas con todo el corazón
y que tu amor nos acompañará siempre.
Señor, ayúdame a hablar como Tú, a vivir como Tú, a ser como Tú.

El secreto

              Didac Lee

Los Ying eran una joven y humilde pareja. Abandonaron su tierra con una maleta repleta de ilusiones en busca de fortuna. Poco después abrieron una cantina en una aldea. Los comienzos fueron difíciles. Muchas noches la cantina estaba vacía. Lejos de rendirse, los Ying trabajaron hasta ser conocidos. Tal era su amabilidad, humildad y excelente servicio, que no existía en la comarca una cantina similar. Quien la visitaba la recomendaba a sus amigos.
Tiempo después unos nuevos inmigrantes llegaron a la aldea, los Yang. Con el pretexto de abrir un negocio textil entablaron amistad con los Ying. Preguntaban aquellos aspectos relevantes del negocio y aprendieron en pocos días lo que los Ying tardaron años en aprender. Pero la familia Yang era un lobo con piel de cordero y tenía otros planes. Su verdadera idea era abrir otra cantina aprovechando los conocimientos y la experiencia de los Ying.
Los Yang tenían dinero. Construyeron una lujosa cantina y contrataron a los cocineros que antes trabajaban con los Ying. También intentaron llevarse al 'maitre', aunque este decidió quedarse con la que consideraba su familia.
La prepotencia de los Yang les hizo pensar que los Ying deberían cerrar su negocio al abrir ellos el suyo.
Los Ying, lejos de sucumbir ante esta adversidad, reflexionaron sobre cómo competir con Goliat, y sobre cuál era el verdadero motivo por el que los clientes iban a su cantina. Y sorprendieron a todos cerrando su negocio 15 días.
Al cerrar la cantina de los Ying, el pueblo acudió al nuevo local, que se colapsó. Los clientes sufrieron largas esperas. La inexperiencia y arrogancia de los Yang les impedía ver la esencia del negocio. Pronto corrió la voz sobre el pésimo servicio ofrecido.
Cuando los Ying reabrieron las puertas de su negocio los aldeanos volvieron a su cantina de confianza, mientras que los Yang se vieron obligados a despedir parte de su personal.
Los Ying ampliaron su negocio hasta convertirse en una de las cantinas más importantes del lugar. Su hijo mayor regenta ahora el lugar con la misma ilusión y dedicación que sus padres. Los otros 2 hijos se dedican a las nuevas tecnologías

martes, 3 de septiembre de 2024

Los talentos, mis talentos

Señor, tú nos has confiado muchos talentos, muchas capacidades,
muchas posibilidades de crecer y servir.
Hay talentos muy vistosos: la simpatía, la facilidad de palabra, la fuerza física...
Otros talentos están más ocultos: la capacidad de amar, de escuchar, de rezar...
Señor, gracias por todos los talentos que he recibido a lo largo de mi vida.
Dame sabiduría para reconocer hasta los talentos más ocultos
y aquellos que crecen en mí cuando acerco a ti a los hermanos.
Señor, gracias por todas las personas,
por todas las situaciones complicadas
que me ayudan a descubrir y desarrollar talentos nuevos, desconocidos.
Gracias por ayudarme a poner mis capacidades
al servicio del prójimo y del necesitado, de un mundo más hermoso,
de una iglesia más evangélica y evangelizadora.
Te pido perdón porque no he trabajado todos los talentos,
porque muchos han acabado escondidos bajo tierra.
Señor, ayúdame a conocer, valorar, agradecer y trabajar los talentos recibidos.
Así crecerá la alegría en mis hermanos y en mi corazón y en el tuyo. Amén.

El arquero y la luna

              Ángel María

Hace muchos años, un joven intrépido y valiente tenía un sueño: convertirse en el mejor arquero del mundo.
Para alcanzar su sueño se marcó un importante reto, cazar la luna. Si conseguía atravesar la luna con una de sus flechas, sería la mejor forma de demostrar que era el mejor arquero del mundo, ya que nunca antes nadie lo había logrado.
Decidido y motivado empezó a practicar. Él mismo se construyó el mejor arco, con la madera de mayor calidad, con la forma más cómoda para lanzar y el diseño más aerodinámico. También fabricó sus propias flechas, que serían capaces de atravesar la luna sin ninguna dificultad. Tenía muy claro lo que quería, y no dudó en poner todos los medios necesarios para conseguir su objetivo.
Así que todas las noches, cogía su arco, subía a su terraza y cargado de optimismo empezaba a lanzar sus flechas. Noche tras noche, sin descanso, conservando la misma ilusión, con la misma energía y el mismo entusiasmo.
Algunos vecinos empezaron a burlarse de él, criticaban su comportamiento, otros pensaban que estaba loco, pero al arquero le daba igual. Tenía muy claro su objetivo, se había preparado para conseguirlo y ni el viento, la lluvia o las burlas de sus vecinos iban a impedir que siguiera adelante. Él, inmutable, seguía lanzando sus flechas.
Nunca consiguió cazar la luna, pero sin duda, se convirtió en el mejor arquero del mundo.