viernes, 15 de febrero de 2019

Oración del que busca

                          San Agustín, De Trinitate, 15,28,51

«Señor, Dios mío, mi única esperanza,
haz que, cansado, nunca deje de buscarte,
sino que busque tu rostro siempre con ardor.
Dame la fuerza de buscar, tú que te has dejado encontrar,
y me has dado la esperanza de encontrarte siempre nuevo.
Ante Ti están mi fuerza y mi debilidad: conserva aquélla, ésta sánala.
Ante Ti están mi ciencia y mi ignorancia;
allí donde me has abierto, acógeme al cruzar el umbral;
allí donde me has cerrado, ábreme cuando llamo.
Haz que me acuerde de Ti, que te entienda, que te ame. Amén».

La enfermera


Un caluroso día de verano, un joven matrimonio y su pequeña hija de cuatro años, Susana, iban de vacaciones a las montañas durante unas semanas cuando de pronto un inmenso camión que venía en sentido contrario chocó violentamente contra el pequeño auto en que viajaban. Los padres de la niña quedaron gravemente heridos y ella se rompió algunos huesos. Fueron llevados al hospital más próximo y separados en distintos sectores: los padres fueron a la unidad de cuidados intensivos, y Susanita fue llevada a la unidad infantil. La niña no sólo se encontraba con grandes dolores físicos, sino que además estaba muy asustada porque sus padres no estaban con ella para confortarla. 
Gloria, la enfermera que fue asignada a Susana, era soltera y tenía unos cuarenta años. Ella entendió el temor y la inseguridad de la niña y procuró darle todo lo que sus padres no podían darle. Cuando Gloria terminaba su turno de trabajo, en lugar de irse a su casa se ofrecía como voluntaria para acompañar a Susana por las noches. Por supuesto que la relación especial que estaba naciendo entre la niña y su enfermera produjo un acercamiento afectivo muy grande entre las dos. Gloria le traía galletas, libros de dibujos y juguetes; le cantaba canciones y le contaba un sin fin de cuentos.
Cuando Susanita pudo moverse, Gloria la colocaba en una silla de ruedas y la llevaba a visitar a sus padres todos los días. Después de varios meses de hospitalización la familia fue dada de alta. Antes de dejar el hospital los padres agradecieron a Gloria su interés y tierno cuidado, y la invitaron a que los visitara. Susana no quería que Gloria se quedara e insistía en que ella se fuera a vivir con ellos. Gloria tampoco quería que su Susanita se fuera sin ella, pero su vida estaba en el hospital para niños y ella no podía dejar su "hogar". Durante meses mantuvieron contacto por teléfono debido a la distancia que los separaba, hasta que la familia se fue a vivir a otro país.
Después de pasar más de treinta años, Gloria ahora en sus setenta, enfermó de pulmonía y fue hospitalizada en la unidad geriátrica del hospital cerca de su casa. Una enfermera que estaba de turno notó que Gloria recibía muy pocas visitas, así que trató de darle un cuidado especial.
Una noche cuando la enfermera estaba sentada cerca de su anciana paciente y conversaban amigablemente, le contó a Gloria la razón por la cual ella había estudiado enfermería. Comenzó diciendo que cuando ella tenía cuatro años, con sus padres había tenido un accidente automovilístico, y que al ser llevada al hospital conoció a una enfermera maravillosa que le había ayudado a recuperarse con mucha entrega y amor. Después, continuó diciendo, había ido a vivir al extranjero y al crecer había decidido seguir el ejemplo de su amada y recordada enfermera, estudiando enfermería, para poder ayudar a los enfermos
Al volver a su país y contraer matrimonio, encontraron trabajo en esta ciudad. Y por eso que ella estaba en ese lugar.
Gloria no pudo seguir escuchando, y con sus ojos llenos de lágrimas se acercó a su enfermera y le dijo: 
- "Susanita, estamos nuevamente juntas, pero esta vez tú me estás cuidando".
Susana al fijar sus ojos en Gloria pudo reconocerla.
- ¿Eres realmente tú?, exclamó, cuantas veces he pensado en ti y he rezado para que algún día pudiéramos estar juntas de nuevo.
Cuando Gloria se recuperó, Susana sin decir nada tomó las pertenencias de Gloria y la llevó a vivir con su familia, donde llegó a ser una abuelita muy especial.

jueves, 14 de febrero de 2019

Himno al amor

                 San Pablo, 1ª Carta a los Corintios

Os voy a mostrar un camino más excelente.
Si hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor,
no sería más que un metal que resuena o un címbalo que aturde.
Si tuviera el don de profecía y conociera todos los secretos y todo el saber;
si tuviera fe como para mover montañas,
pero no tengo amor, no sería nada.
Si repartiera todos mis bienes entre los necesitados;
si entregara mi cuerpo a las llamas, pero no tengo amor, de nada me serviría.
El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia,
no presume, no se engríe; no es indecoroso ni egoísta;
no se irrita; no lleva cuentas del mal;
no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.
Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor no pasa nunca.
Las profecías, por el contrario, se acabarán; las lenguas cesarán;
el conocimiento se acabará.
Porque conocemos imperfectamente e imperfectamente profetizamos;
mas, cuando venga lo perfecto, lo imperfecto se acabará.
Cuando yo era niño, hablaba como un niño,
sentía como un niño, razonaba como un niño.
Cuando me hice un hombre, acabé con las cosas de niño.
Ahora vemos como en un espejo, confusamente;
entonces veremos cara a cara. Mi conocer es ahora limitado;
entonces conoceré como he sido conocido por Dios.
En una palabra, quedan estas tres: la fe, la esperanza y el amor.
La más grande es el amor

¿Qué es amor?... Comer pan quemado

Después de un largo y duro día en el trabajo, mi mamá puso un plato de salchichas y pan tostado muy quemado frente a mi papá. Recuerdo estar esperando ver si alguien lo notaba… Sin embargo, aunque mi padre lo notó, alcanzó un pan tostado, sonrió a mi madre y me preguntó cómo me había ido en la escuela. No recuerdo que le contesté, pero sí recuerdo verlo untándole mantequilla y mermelada al pan tostado y comérselo todo.
Cuando me levanté de la mesa esa noche, recuerdo haber oído a mi madre pedir disculpas a mi padre por los panes tostados muy quemados. Nunca voy a olvidar lo que le dijo:
- "Cariño no te preocupes, a veces me gustan los panes tostados bien quemados."
Más tarde esa noche, fui a dar el beso de las buenas noches a mi padre y le pregunté si a él le gustaban los panes tostados bien quemados. Él me contestó:
- "Mamá tuvo un día muy duro en el trabajo, está muy cansada y, además, un pan tostado un poco quemado no le hace daño a nadie”

La vida está llena de cosas imperfectas y gente imperfecta. Aprender a aceptar los defectos y decidir celebrar cada una de las diferencias de los demás, es una de las cosas más importantes para crear una relación sana y duradera. La comprensión y la tolerancia es la base de cualquier buena relación.
Sé más amable de lo que tú creas necesario, porque todas las personas, en éste momento, están librando algún tipo de batalla.
Todos tenemos problemas, todos estamos aprendiendo a vivir y lo más probable es que no nos alcance la vida para aprender lo necesario.
El camino a la felicidad no es recto. Existen curvas llamadas EQUIVOCACIONES, existen semáforos llamados AMIGOS, luces de precaución llamadas FAMILIA y todo se logra si tienes: una rueda de repuesto llamada DECISION, un potente motor llamado COMPRENSION, un buen seguro llamado FE, abundante combustible llamado PACIENCIA, pero sobre todo un experto conductor llamado AMOR.
“Hay dos maneras de difundir la luz, ser la lámpara que la emite, o el espejo que la refleja".
Lin Yutang

miércoles, 13 de febrero de 2019

Una comunidad es...

            San Agustín

Una comunidad es un grupo de personas que rezan juntas,
pero que también hablan juntas;
que ríen en común e intercambian favores;
están bromeando juntos y juntos están serios;
están a veces en desacuerdo, pero sin animosidad,
como se está a veces con uno mismo,
utilizando ese raro desacuerdo
para reforzar siempre el acuerdo habitual.
Aprenden algo unos de otros o lo enseñan unos a otros.
Echan de menos, con pena, a los ausentes.
Acogen con alegría a los que llegan.
Hacen manifestaciones de este u otro tipo,
chispas del corazón de los que se aman,
expresadas en el rostro, en la lengua,
en los ojos, en mil gestos de ternura.
Y cocinan juntos los alimentos del hogar,
en donde las almas se unen en conjunto
y donde varios, al fin, no son más que uno.

Los niños

En una tarde nublada y fría, dos niños patinaban sin preocupación sobre una laguna congelada. De repente el hielo se rompió, y uno de se hundió en el agua. El otro agarró una piedra y comenzó a golpear el hielo con todas sus fuerzas, hasta que logró romperlo y así sacar a su amigo.
Cuando llegaron los bomberos y vieron lo que había sucedido, se preguntaron: “¿Cómo lo hizo? El hielo está muy grueso, es imposible que haya podido romperlo con esa piedra y sus manos tan pequeñas...”
En ese instante apareció un abuelo y, con una sonrisa, dijo:
- Yo sé cómo lo hizo.
- ¿Cómo? -le preguntaron.
- No había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo.

"Si lo puedes imaginar, lo puedes lograr". Einstein

martes, 12 de febrero de 2019

Te doy gracias, Señor

Te doy gracias, Señor, porque eres bueno,
porque es constante y eterno tu amor conmigo.
Te doy gracias, Señor, Dios de todo,
porque en todo lo mío Tú intervienes,
porque es constante y eterno tu amor conmigo.
Tú haces grandes maravillas: la potencia del Universo,
el misterio de la Vida, la fuerza del Amor, mi propio ser...
porque es constante y eterno tu amor con todo y también conmigo.
Me sacaste de aquello que un tiempo me hizo esclavo,
con mano tensa y fuerte brazo, tú que eres buen amigo...
porque es constante y eterno tu amor conmigo.
Cuando no tenía fuerzas, me abriste el camino:
y fui salvado por Ti del antiguo Egipto, sentí en mi vida una vez más
que es constante y eterno tu amor conmigo.
Me llevas al desierto, pero vienes conmigo,
me sacas... y me guías a tu estilo haciendo brotar fuera
aquello que en mí, tú pusiste escondido,
rompiste mis cadenas y viniste conmigo;
porque es constante y eterno tu amor conmigo.
Tú me das, Señor, el pan que necesito,
el pan que me da vida y aunque me canso.... ¡Vivo!
Si recuerdo mi historia... has puesto en cada instante el pan que necesito.
No me dejes, ahora que estoy cansado, hazme experimentar
que es constante y eterno tu amor conmigo.
Lee en tu propia historia la salvación que Él hizo,
la salvación que Él realiza hoy con cada uno de vosotros y conmigo...
A todos nos regala el don de pronunciar:
"te doy gracias, Señor, porque es constante y eterno tu amor conmigo".

Parábola de la sal


El viejo maestro pidió a su joven discípulo, que estaba muy triste, que se llenase la mano de sal, colocase la sal en un vaso de agua y bebiese.
- ¿Como sabe? –le preguntó el maestro.
- Fuerte y desagradable –respondió el joven aprendiz.
El maestro sonrió y le pidió que se llenase la mano de sal nuevamente. Después, lo condujo silenciosamente hasta un lindo lago, donde pidió al joven que derramase la sal.
El viejo Sabio le ordenó entonces:
- Bebe un poco de esta agua.
Mientras el agua se escurría por la barbilla del joven, el maestro le preguntó:
- ¿Cómo sabe?
-Agradable –contestó el joven.
- ¿Sientes el sabor a sal? –le preguntó el maestro.
- No –le respondió el joven.
El maestro y el discípulo se sentaron y contemplaron el bonito paisaje.
Después de algunos minutos, el Sabio le dijo al joven:
- El dolor existe. Pero el dolor depende de donde lo colocamos.
Cuando sientas dolor en tu alma, debes aumentar el sentido de todo lo que está a tu alrededor.
Tenemos que dejar de ser del tamaño de un vaso y convertirnos en un lago grande, amplio y sereno.

domingo, 10 de febrero de 2019

Echa las redes

                 José Luis Martín Descalzo

Desde que Tú te fuiste no hemos pescado nada.
Llevamos veinte siglos echando inútilmente las redes de la vida,
y entre sus mallas sólo pescamos el vacío.
Vamos quemando horas y el alma sigue seca.
Nos hemos vuelto estériles lo mismo que una tierra cubierta de cemento.
¿Estaremos ya muertos?
¿Desde hace cuántos años no nos hemos reído?
¿Quién recuerda la última vez que amamos?
Y una tarde Tú vuelves y nos dices:
«Echa la red a tu derecha, atrévete de nuevo a confiar,
abre tu alma, saca del viejo cofre las nuevas ilusiones,
dale cuerda al corazón, levántate y camina».
Y lo hacemos sólo por darte gusto.
Y, de repente, nuestras redes rebosan alegría, nos resucita el gozo
y es tanto el peso de amor que recogemos
que la red se nos rompe cargada de ciento cincuenta esperanzas.
¡Ah, Tú, fecundador de almas: llégate a nuestra orilla,
camina sobre el agua de nuestra indiferencia,
devuélvenos, Señor, a tu alegría.

Un hombre, una caña, un río...


Carta del 21 de enero:
"Hoy he encontrado, junto al muelle, a un hombre que pasa hambre..."
Carta del 8 de febrero:
"¿Recuerdas a aquel hombre del que te hablé? Raquel y yo hemos decidido acercarnos al muelle una vez y darle algo de pescado que comer."
Carta del 15 de febrero:
"...Continuamos visitándole... con la comida diaria. Tememos, al mismo tiempo, que llegue el día en que no podamos acercarnos hasta allí y el hombre del muelle se quede sin su pez. Él nos lo agradece. Sus mejillas empiezan a recuperar color. Le vemos algo más fuerte. Alguna noche le hemos invitado a casa a cenar con la familia. Es bastante tímido..."
Carta del 10 de marzo:
"Raquel y yo hemos decidido comprarle una caña de pescar. Le pensamos regalar un manual, comprensivo y a todo detalle, sobre aparejos y técnicas de pesca. Raquel era una aficionada hace algunos años y se ha comprometido a pasar unos días a la semana para enseñar al hombre del muelle a pescar. Dicen que el río está lleno de peces. Nosotros creemos que en poco tiempo sabrá autoabastecerse de pescado. Podrá conseguir comida por su cuenta y quizá algún dinerillo con la venta de la pesca sobrante."
Carta del 23 de marzo:
"Surgen los problemas. Al hombre del muelle de nada le ha servido aprender a pescar para prescindir de nosotros. Necesita una licencia y no sé qué otros papeles para poder coger peces del río. Los permisos cuestan un buen dinero y no tiene con qué pagar. Hemos sabido que la explotación del río es exclusiva del municipio y no se puede pescar allí sin los dichosos papeles en regla."
Carta del 25 de marzo:
"Más problemas: la policía local pilló al hombre del muelle pescando sin licencia y ahora se encuentra retenido. La fianza (o la multa, que no me he enterado muy bien de qué va la cosa) no es muy barata que se diga. Vamos a intentar costeársela. La gente del pueblo va diciendo de él que ha intentado aprovecharse de la comunidad, que es un ladrón y que le está bien merecido."
Carta del 29 de abril:
"Otra complicación, y esta parece grave. ¿Te conté que el hombre del muelle salió de prisión y se hizo con los permisos de pesca necesarios? Pues de nada le sirven: la fábrica de plásticos del pueblo, río arriba, ha contaminado las aguas y todos los peces del río se han muerto. No queda ni uno y la visión resulta desoladora. Dicen que no volverá a haber pesca hasta dentro de diez años o así. La industria pagará una multa astronómica (de sobra se lo podrá permitir), adquirirá no sé qué filtros para residuos y seguirá produciendo..." .
Carta del 30 de abril:
"... El hombre del muelle vuelve a pasar hambre."