sábado, 20 de junio de 2020

Oración al sagrado corazón de Jesús y María

Te saludamos, Corazón santo, te saludamos, Corazón manso,
Te saludamos, Corazón humilde, te saludamos, Corazón puro,
Te saludamos, Corazón sacerdotal, te saludamos, Corazón sabio,
Te saludamos, Corazón paciente, te saludamos, Corazón obediente,
Te saludamos, Corazón atento a la voluntad del Padre,
Te saludamos, Corazón fuente de felicidad, te saludamos, Corazón fiel,
Te saludamos, Corazón misericordioso, te saludamos, Corazón amante,
Te adoramos, te alabamos, te glorificamos, te damos gracias,
Te amamos con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con todas nuestras fuerzas,
Te ofrecemos nuestro corazón,
Te lo damos, te lo consagramos, te lo ofrecemos,
Recíbelo y poséelo totalmente, purifícalo, ilumínalo, santifícalo,
Y vive y reina en él, ahora y por siempre jamás.
Yo te saludo, María, Hija de Dios Padre,
Yo te saludo, María, Madre de Dios Hijo,
Yo te saludo, María, Esposa del Espíritu Santo,
Yo te saludo, María, Templo de la Divinidad,
Yo te saludo, María, Virgen de las vírgenes, de quién el Rey de los
Cielos ha querido nacer,
Yo te saludo, María, Reina de los mártires,
Yo te saludo, María, Reina del mundo,
Yo te saludo, María, Reina de mi Corazón,
Yo te saludo, María, llena de gracia.

Dios es azúcar


Un día la profesora preguntó a los niños, si alguien de la clase sabía explicar quién era Dios.
Uno de los niños levantó la mano y dijo:
- "Dios es nuestro Padre, Él hizo la tierra, el mar y todo lo que está en ella. Nos hizo como hijos de Él.
La profesora, buscando más respuestas, fue más lejos:
- “¿Cómo sabéis que Dios existe, si nunca lo habéis visto?”...
Todo el salón quedó en silencio... Pedro, un niño muy tímido, levantó sus manos y dijo:
- “Mi mama dice que Dios es como el azúcar en la leche que me hace todas las mañanas; yo no veo el azúcar que está dentro de la taza mezclada con la leche, pero, si no la tuviera no tendría sabor... Dios existe, Él está siempre en medio de nosotros, sólo que no lo vemos, pero si se fuera, nuestra vida quedaría sin sabor.”
- Muy bien Pedro, dijo la profesora sonriendo, yo os enseño muchas cosas a vosotros, hoy tú me has enseñado algo más profundo que todo lo que yo sabía. Ahora sé que ¡Dios es nuestro azúcar y que está todos los días endulzando nuestra vida!
Le dio un beso en la frente y salió sorprendida por la respuesta de aquel niño.

La sabiduría no está en el conocimiento, sino en la vivencia de Dios en nuestras vidas.
Teorías existen muchas, pero dulzura como la de Dios, no existe ni en los mejores azúcares.
No olvides colocar azúcar en tu vida. De este azúcar NO hay límites. NO engorda más que el Alma y el espíritu, y te endulza el momento más amargo de tu vida. Tenla siempre a mano, y que nunca te falte esa buena azúcar que es Dios.

miércoles, 17 de junio de 2020

¡Quédate con nosotros, Señor!

Cuando nos lavamos las manos y seguimos a lo nuestro,
dejando en el suelo al hermano caído… ¡Quédate, Señor!
Cuando el descanso y el ocio -claro, tan merecido- invaden todo,
y no dejan tiempo ni para ti ni para los otros… ¡Quédate, Señor!
Cuando nuestras entretenidas y sabias televisiones
convierten por su morbo en aburrida y repetitiva tu palabra… ¡Quédate, Señor!
Cuando nuestras mesas son más sabrosas que la Mesa de la Eucaristía…
¡Quédate con nosotros, Señor!
En el enfermo, en los mayores prisioneros en su piso sin ascensor…
¡Quédate, Señor!
En el hogar estable, en los esposos fieles, en los hijos que crecen con esperanza…
¡Quédate, Señor!
En los niños con mil horas para estar solos, sin la palabra cariñosa de sus papás…
¡Quédate, Señor!
En la escuela que no educa, en la iglesia que no canta,
en los locales “religiosos” que no acogen… ¡Quédate, Señor!
Quédate con nosotros, Señor. Que no sabemos a dónde vamos.
Ven y sé tú nuestro camino. Ven y acompáñanos.
Ven, que también nosotros necesitamos escuchar la Buena Noticia: YO ESTOY CON VOSOTROS.

Mamá, ¿puedo dormir en la casa de la abuela hoy...?


Escuché en el bus esta mañana, cuando miré hacia un lado vi al niño que me hizo volver al pasado solo con esa frase...
- Cuando me doy cuenta del tiempo que ha pasado y nos hemos hecho adultos llenos de prioridades aburridas… Luchamos todos los días por algo que no sabemos, si es lo que realmente queremos, cuando en realidad: "casa de la abuela" es lo que todo el mundo necesitaría para ser feliz.
Casa de la abuela es donde las manecillas del reloj se toman vacaciones junto a nosotros y pasan los minutos sin prisa. Casa de la abuela es donde una simple pasta y un pan casero tienen sabores diferentes, deliciosos. Es donde una tarde puede durar una eternidad de bromas, fantasías y juegos.
Casa de la abuela es donde los armarios esconden prendas antiguas y utillajes misteriosos. Es donde las cajas cerradas se convierten en cofres de tesoros secretos, listos para ser descubiertos. Es donde los juguetes rara vez surgen ya hechos, se inventan en el momento. Casa de la abuela, todo es misteriosamente posible de pasar, mágico y sin preocupaciones. Es donde la gente encuentra los restos de la infancia de nuestros padres y el inicio de nuestras vidas. Casa de la abuela, es solo dentro de uno, en la dirección de nuestro afecto más profundo, allí todo está permitido.
Este lujo ya no me pertenece más -lamentablemente- vivirá conmigo sólo en recuerdos. Aun así, si pudiera hacer una petición, de todas las solicitudes del mundo, yo pediría lo mismo: "Puedo dormir en la casa de la abuela hoy…?"

martes, 16 de junio de 2020

Menú diario agradable a Dios

           Mauricio Jazo, MSpS

1. TENER A LA MANO:
Abrelatas, para abrir el corazón endurecido.
Cuchillo bien afilado🔪, para cortar vicios y malas costumbres.
Destapador, para destapar lo atrancado en las relaciones familiares.
Colador, para pasar por alto las ofensas y purificar intenciones.
Mandil, para servir al prójimo.
2. ABSTENERSE:
De comer prójimo (chismes, murmuraciones y calumnias).
Evitar condimentar el día con venganzas🍶.
Evitar consumir dosis de egoísmo🔎.
No beber rencor, que pone de mal genio.
No comer postres helados🍰, que congelen el afecto.
Lavar bien el corazón, para que no se infecte de la cólera.
3. MENÚ RECOMENDADO:
Exquisita caridad para con el prójimo.
Caldo🍯 de atención a los desamparados y enfermos.
Ensalada de detalles de afecto para los tuyos.
Tortillas para compartir con el hambriento.
Refresco🍷 de alegría para convidar a los tristes y desanimados.
Sopa de letras🍲 para escribir más a menudo a familiares y amigos.
Puré de zanahoria🍠 para ver con buenos ojos a los demás.
Pan bendito🍪 para los afligidos, ya que “las penas con pan son menos”.
De postre se recomienda:
Perita en dulce🍐, para ser buena persona y caerle bien a todos.
Torrijas con miel🍵, para endulzar los defectos de los otros.
Yogur de fresa🍨 para repartir… gestos de perdón.
Plátanos para abrazar a los seres queridos, y darles besitos, de verdad, no de compromiso o fingidos).
Y no olvides: “Donde come uno, comen dos” y “échale siempre más agua a los garbanzos”, o sea: ¡comparte tu vida con los otros!
Finalmente, el Chef Celestial recomienda su especialidad en alimento espiritual: la Eucaristía, porque “el que come mi Carne y bebe mi Sangre, tiene Vida Eterna”.

La gratitud


Al final de una tarde fría, recibí la visita inesperada de mis dos hijos. Uno es médico, el otro ingeniero. Ambos con mucho éxito en sus profesiones.
Tengo que decir que hace menos de una semana sufrí la muerte de mi amada esposa. Todavía me siento abatido por la pérdida que cambió el rumbo y el sentido de la vida para mí.
Sentados en la mesa de la sala de una casa sencilla y simple, donde vivo ahora solo, empezamos a hablar. El tema era sobre mi futuro. Un frío me recorre la espalda. Pronto ellos tratan de convencerme de que lo mejor para mí es vivir en una Residencia para ancianos.
Reacciono... Argumento que la sombra de la soledad no me asusta y la vejez, mucho menos. Pero mis hijos insisten "preocupados" (?) Lamentan, mientras tanto, que las habitaciones de sus amplios apartamentos junto al mar estén ocupadas y por lo tanto yo no pueda estar ni con uno, ni con otro... así dicen ellos. Además, mis hijos y mis nueras viven muy ocupados. Así que no tendrían como atenderme. Eso sin contar con mis nietos, estudian casi todo el día, es imposible.
En mi favor, argumento ya sin mucha convicción que, en ese caso, ellos bien podrían ayudarme a pagar una cuidadora. Frente a mí, el médico y el ingeniero dicen que serían necesarias, en realidad, "tres cuidadoras en tres turnos y todas con su sueldo". Lo que sería, en tiempos de crisis, una pequeña fortuna al final de cada mes.
Me niego a aceptar la propuesta de vivir en un refugio. Y aquí viene otra sugerencia: me piden que debo vender la casa. El dinero servirá para pagar los gastos de la Residencia a donde iré por un buen tiempo, para que nadie se preocupe. Ni ellos, ni yo.
Me rindo a los argumentos por no tener más fuerzas para enfrentar tanta ingratitud y frialdad. Cerré mis labios y no quise hablar del sacrificio que hice durante toda mi vida para pagar los estudios de ambos. No les digo que dejé de ir de vacaciones con la familia, de frecuentar buenos restaurantes, de ir a un teatro o cambiar de coche para que nada les faltara a ellos. No vale la pena alegar tales hechos a esa altura de la conversación. Por eso, sin decir una sola palabra, decidí juntar mis pertenencias. En poco tiempo, veo toda una vida resumida en dos maletas. Con ellas, me embarco hacia otra realidad, mucho más dura. Un hogar para ancianos, lejos de los hijos y los nietos.
Hoy, en los brazos de la soledad, reconozco que pude enseñar valores morales a mis hijos. Pero no pude transmitir a ninguno de los dos una virtud llamada gratitud.
Siempre les estamos dando lo que quieren o piden, cuando debemos enseñarles que deben "ganárselo". ¿Cómo?, trabajando con esfuerzo, ayudando a limpiar la casa, cocinar, lavar platos, etc., para que cuando lleguen a adultos sepan que las cosas se consiguen con esfuerzo y sean responsables y agradecidos, quieran más a sus padres por haberles enseñado a ser buenos hijos.
La juventud actual te busca cuando quiere algo, cuando te necesita, pero también hay sus excepciones.
La gratitud hay que forjarla, no viene incluida en el corazón de los humanos, a no ser que se le haya inculcado amor y temor a Dios primeramente.
He dicho lo que pienso, pero debes saber que cuando llegues a ser "viejo" querrás ser bien tratado por tus hijos y nietos y eso no se consigue con dinero sino con la bondad sembrada en sus corazones.