sábado, 1 de febrero de 2025

Espero en ti, Señor

  Adaptación de un texto de Paramahansa Yogananda

Señor, tanto si me respondes como si no,
quiero seguir invocándote, invocándote sin cesar,
bajo las bóvedas de la asidua oración.
Tanto si vienes como si no vienes,
quiero seguir confiando en Ti:
sabiendo que entras en mi interior
a poco que abra el corazón a ti y al hermano.
Tanto si me hablas como si no,
no permitas que me canse de invocarte.
Aunque no me des la respuesta que espero,
que no dude de que, de un modo u otro,
discretamente, te dirigirás a mí..
En la oscuridad de mis oraciones más profundas,
sé que estás cerca, aunque no te sienta.
En medio de la danza de la vida,
de la enfermedad y de la muerte,
ayúdame a invocarte sin descanso,
sin caer en la desconfianza por tu aparente silencio,
Dame una fe recia para esperar
tu palabra, tu presencia, tu paz.

Cita a ciegas

John Blanchard acudía a la biblioteca para echar un vistazo a los libros de diferentes temas. Era un hombre muy culto. En cierta ocasión encontró uno que le llamó la atención. No por su contenido, sino por las notas que tenía escritas a lápiz... que dejaban entrever, un gran corazón y un alma sensible en quien las escribió. En la contratapa estaba el nombre de la anterior dueña del libro, "Holliz Meiner"
Llevado por la curiosidad, y con mucho tiempo y esfuerzo, se puso manos a la obra para localizarla...
Parecía imposible, pero después de un buen tiempo... encontró su dirección en Nueva York y le envió una carta en la que se presentaba invitándola a responder a su carta.
Pero al siguiente día, John fue enviado a servir al otro lado del océano. Esto fue, en tiempo de la segunda guerra mundial. Durante 13 meses se enviaron mucha correspondencia, y así se fueron conociendo. ¡Esas cartas eran semillas que caían en corazones fértiles!... Y empezó a florecer un precioso romance.
En varias ocasiones, él le pidió que le enviara una foto... a lo cual ella contestaba una y otra vez que si estaba interesado de verdad, no tenía que importarle su apariencia... Recalcando "a mí me interesa que conozcas mi corazón, mi alma, lo demás es secundario. Después de ese año John regresó a casa. El preparó su primer encuentro entre ellos... Sería a las 7 de la tarde, en la estación de Nueva York.
Y ella le respondió: “me reconocerás por una orquídea que llevaré en la solapa de mi vestido”.
Ese día John a las 7 salió en busca del corazón que amaba, pero que todavía no conocía. ¡Era una cita a ciegas! Y así contó John este encuentro:
Llegué a la estación... vi que una mujer se acercaba a mi... Era mucho más bella de lo que me había imaginado... delgada, con una figura armoniosa, tez blanca, ojos bien grandes y expresivos, una sonrisa que enamoraba, cabello dorado recogido impecablemente debajo de un sombrero adornado con flores, y unos labios muy sensuales... Estaba enfundada en un maravilloso vestido verde. Me acerqué a ella lentamente olvidando el detalle de la orquídea que no llevaba así que cuando estaba cara a cara la dama lanzó una sonrisa provocativa...y me dijo: - Mira por dónde caminas marinero... Y acto seguido siguió su camino. Entonces tras ella venía una dama... con un vestido viejo, con una orquídea en la solapa... Se diría que no pasaba por sus mejores años... Su pelo estaba revuelto y llevaba un viejo sombrero. Los pies y tobillos gruesos... Tenia unos zapatos de tacón bajo, maltratados por el tiempo...
Mientras miraba este cuadro, la hermosa dama de vestido verde se alejaba cada vez más.
En ese momento estuve tentado de escapar, salir corriendo y perderme entre los marineros...
Ella jamás sabría si fui a la cita o no... Pero a la vez, me sentí un canalla, porque a pesar de todo esta mujer me había levantado el espíritu durante la guerra y tenía un alma muy sensible y un buen corazón.
La desilusión fue tremenda... no era lo que yo esperaba. Pero soy un caballero, así que respiré profundamente y me acerqué a ella… Me presenté: - soy John Blanchard ¿Me permite invitarla a cenar?... ¡Me alegró que por fin nos hemos conocido personalmente!
La mujer me sonrió tiernamente y me dijo:
- Mire, no sé de qué se trata... pero la mujer que acaba de pasar, la del vestido verde, me dijo que llevara esta orquídea en mi abrigo. Y me dijo que si un señor me invitaba a cenar, yo le debía decir que ella lo estaría esperando en el restaurante que está al otro lado de la calle.
Me dijo que esto era una prueba muy importante para ella... porque necesitaba que usted amara lo que nadie más puede hacer... su esencia.

jueves, 30 de enero de 2025

La hora de la decisión

        M. Gandhi

Señor, ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes
y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.
Si me das fortuna, no me quites la razón,
si me das el éxito, no me quites la humildad,
si me das humildad, no me quites la dignidad.
Ayúdame siempre a ver la otra cara de la medalla,
no me dejes inculpar de traición a los demás
por no pensar igual que yo.
Enséñame a querer a la gente como a mí mismo
y a no juzgarme como a los demás.
No me dejes caer en el orgullo si triunfo,
ni en la desesperación si fracaso,
más bien recuérdame que el fracaso
es la experiencia que precede al triunfo.
Enséñame que perdonar es un signo de grandeza
y que la venganza es una señal de bajeza.
Si me quitas el éxito, déjame fuerzas para aprender del fracaso.
Si yo ofendiera a la gente, dame valor para disculparme
y si la gente me ofende, dame valor para perdonar.
¡Señor… si yo me olvido de ti, nunca te olvides de mí!

Sawabona, Shikoba

        Jouls

Existe una tribu en el sur de África con una costumbre verdaderamente hermosa que se identifica con una palabra: Sawabona.
Cuando alguien se comporta de forma inadecuada lo llevan al centro de su aldea y entre todos lo rodean; durante dos días le recuerdan a esa persona todas las cosas buenas que hizo.
Esta tribu cree que cada uno de nosotros venimos al mundo siendo buenos y deseando seguridad, amor, paz y felicidad. Ocurre que, en la búsqueda de nuestro sitio, en el devenir de nuestra vida, podemos cometer errores. Estos deslices son para ellos gritos impacientes de auxilio.
Este pueblo cree que el anhelo de sentirse seres especiales y buenos a veces les lleva a fallar en su comportamiento. Entonces, se reúnen para enderezarlo y reconectarlo con su verdadera naturaleza, recordándole quién es en realidad y que puede darle la mano de nuevo a su verdad.
Cuando esto ocurre, todos le repiten “Sawabona” que significa “yo te respeto, te valoro y eres importante para mí” y esa persona responde “Shikoba”, que quiere decir “entonces, yo soy bueno y existo para ti”.
Este acto de reconocimiento reconstruye el interior malherido de la persona que agravió sabiéndose querido y valorado.
De esta forma, utilizando el lenguaje con amor, en esta tribu se recuerdan diariamente a través de las expresiones Sawabona y Shikova, que todos son especiales y que su interior es bueno, aunque a veces no actúen de forma correcta.

lunes, 27 de enero de 2025

Oración por mi parroquia

Jesús, ésta es hoy mi oración:
Gracias por mi comunidad de fe.
Aunque no sea perfecta,
¡estoy recibiendo tanto de ella!
¡Tengo tanto que agradecerle!
En ella te estoy descubriendo,
en ella estoy aprendiendo a amarte y a seguirte.
Desde ella escucho tu Buena Noticia,
desde ella recibo el pan necesario para el camino.
Cuando me canso, me deja su palabra de ánimo,
cuando me caigo, me entrega tu perdón.
Cuando me siento débil, ella me fortalece,
cuando me duermo, ella me despierta.
Que seamos un rincón cálido,
un lugar donde nos queramos y respetemos,
un espacio donde vivamos como hermanos,
donde, unidos, nos esforcemos por tu Reino.
Y te ruego algo más, con la fuerza de que soy capaz.
Que mi comunidad no luche por sí y por su causa.
Se empeñe, más bien, en Ti y en tu causa.
Que no destaquemos por hacer muchas cosas,
por ser muchos e importantes.
Que nos conozcan, Señor, por vibrar y soñar
con lo que tú vibraste y soñaste.
Jesús, te doy gracias y te pido por mi Comunidad.
Ella es el camino, Tú, la meta y el horizonte. Amén.

Levántate, amor mío

           Padre Ángel

- Ya despierta, mi amor, hoy tenemos que llevar a los niños a la escuela.
No, mi viejito, no quiero levantarme hoy.
¿Cómo que no, mi linda nena? Hoy es un día especial, nuestros nietos nos necesitan...
No, mi viejito, será como los últimos días, levantándonos temprano, preparándoles el desayuno, llevándolos a la escuela y esperando a que nuestros hijos lleguen tarde del trabajo.
No te preocupes, mi amor. Siempre fuimos dos, tú y yo. Nuestros hijos están construyendo su futuro. Ya les dimos todo el amor que pudimos, ahora es momento de apoyarles.
Lo sé, mi viejito, pero no deja de doler verlos tan ocupados, este vacío que nos dejan en el alma, este dolor de verlos tan lejos aunque estén cerca.
Ya no llores, mi viejita. Piénsalo: cuando nuestros hijos eran pequeños, también corríamos de un lado a otro. Les dimos lo que pudimos. Ahora ellos son mayores y tienen sus propias responsabilidades. Debemos estar felices por ellos y por tener la oportunidad de estar con nuestros nietos, aunque no tengamos mucho tiempo para nosotros.
Pobres de nuestros hijos, tan ocupados con su trabajo, un día más sin poder estar todos juntos. Olvidaron lo que es el tiempo en familia.
Levántate, mi amor. Vamos a dar gracias a Dios por los años bonitos que vivimos con nuestros hijos y por poder estar presentes en la vida de nuestros nietos. No debemos estar tristes ni llorar por lo que no podemos cambiar. Levántate, mi viejita. Hoy es día de cuidar y amar.
Sí, mi viejito, me voy a levantar, porque no te quiero dejar solito.

Reflexión: "Ni todo el éxito del mundo puede igualar el amor y el tiempo dedicado a la familia. Disfruta cada momento con ellos, porque el día que ya no estén, esos recuerdos serán tu mayor tesoro."