sábado, 3 de febrero de 2018

Celebra la vida

canción interpretada por Axel

No se si soñaba, no se si dormía
y la voz de un ángel dijo que te diga: celebra la vida.
Piensa libremente, ayuda a la gente
y, por lo que quieras, lucha y sé paciente,
lleva poca carga, a nada te aferres,
porque en este mundo nada es para siempre.
Búscate una estrella que sea tu guía,
no hieras a nadie, reparte alegría.
Celebra la vida, celebra la vida,
que nada se guarda, que todo te brinda.
Celebra la vida, celebra la vida,
segundo a segundo y todos los días.
Y si alguien te engaña al decir 'te quiero',
pon mas leña al fuego y empieza de nuevo,
no dejes que caigan tus sueños al suelo,
que mientras más amas, más cerca esta el cielo.
Grita contra el odio, contra la mentira,
que la guerra es muerte y la paz es vida.
Celebra la vida, celebra la vida,
que nada se guarda, que todo te brinda.
Celebra la vida, celebra la vida,
segundo a segundo y todos los días.
No sé si soñaba no sé si dormía,
y la voz de un ángel dijo que te diga...
Celebra la vida, celebra la vida,
y deja en la tierra tu mejor semilla;
celebra la vida, celebra la vida,
que es mucho más bella cuando tú me miras.
Celebra la vida, celebra la vida...

Los tres leones

En una selva vivían tres leones. Un día el mono, el representante electo por los animales, convocó a una reunión para pedirles una toma de decisión.
- Todos nosotros -dijo el mono- sabemos que el león es el rey de los animales, pero tenemos una gran confusión: En la selva hay tres leones y los tres son muy fuertes. ¿A cuál de ellos debemos rendir obediencia? ¿Cuál de ellos deberá ser nuestro Rey?
Los leones supieron de la reunión y comentaron entre sí:
- Es verdad, la preocupación de los animales tiene mucho sentido. Una selva no puede tener tres reyes. Luchar entre nosotros no queremos ya que somos muy amigos... Necesitamos saber cual será el elegido, pero, ¿cómo descubrirlo?
Otra vez los animales se reunieron y después de mucho deliberar, les comunicaron a los tres leones la decisión tomada:
- Encontramos una solución muy simple para el problema, y decidimos que vosotros tres vais a escalar la Montaña Difícil. El que llegue primero a la cima será consagrado nuestro Rey.
La Montaña Difícil era la más alta de toda la selva. El desafío fue aceptado y todos los animales se reunieron para asistir a la gran escalada.
El primer león intentó escalar y no pudo llegar. El segundo empezó con todas las ganas, pero, también fue derrotado. El tercer león tampoco lo pudo conseguir y bajó derrotado. Los animales estaban impacientes y curiosos; si los tres fueron derrotados, ¿Cómo elegirían un rey?
En este momento, un águila, grande en edad y en sabiduría, pidió la palabra:
- ¡Yo sé quien debe ser el rey! Todos los animales hicieron silencio y la miraron con gran expectativa.
- ¿Cómo?, preguntaron todos.
-Es simple... dijo el águila. Yo estaba volando bien cerca de ellos y cuando volvían derrotados en su escalada por la Montaña Difícil escuché lo que cada uno dijo a la Montaña.
El primer león dijo:
- ¡Montaña, me has vencido!
El segundo león dijo:
- ¡Montaña, me has vencido!
El tercer león dijo:
- ¡Montaña, me has vencido, por ahora! Pero ya llegaste a tu tamaño final y yo todavía estoy creciendo.
- La diferencia, completó el águila, es que el tercer león tuvo una actitud de vencedor cuando sintió la derrota en aquel momento.
Los animales aplaudieron entusiasmadamente al tercer león que fue coronado Rey de los Animales.

No tiene mucha importancia el tamaño de las dificultades o situaciones que tengas. Tus problemas, por lo menos la mayor parte de las veces, ya han llegado al nivel máximo, pero tú no. Todavía estás creciendo y el Señor en ti es más grande que todos tus problemas juntos. Todavía no has llegado al límite de tu potencial y de tu excelencia.
La Montaña de las Dificultades tiene un tamaño fijo, limitado. ¡Tú todavía estás creciendo!

viernes, 2 de febrero de 2018

Presentación del Niño Jesús

Iglesia santa, esposa bella, sal al encuentro del Señor,
adorna y limpia tu morada y recibe a tu Salvador.
Abre tus brazos a María, Virgen Madre del Redentor,
puerta del cielo siempre abierta por la que vino al mundo Dios.
¿A quién sostienes en tus manos, dinos, anciano Simeón,
por qué te sientes tan alegre?
«Porque ya he visto al Salvador.
Este Niño será bandera y signo de contradicción,
con su muerte, traerá la vida, por la cruz, la resurrección.»
Jesús, el hijo de María, es el Hijo eterno de Dios,
la luz que alumbra a las naciones los caminos de salvación.
La Virgen Madre ofrece al Niño como una hostia para Dios;
la espada de la profecía atraviesa su corazón.
Honor y gloria al Padre eterno, y al Hijo eterno que engendró,
y que, por obra del Espíritu, de la Virgen Madre nació. Amén.

La anciana y las semillas

Un hombre cogía cada día el autobús para ir al trabajo. En la siguiente parada, una anciana subía al autobús y se sentaba al lado de la ventana. La anciana abría una bolsa y durante todo el trayecto, iba tirando algo por la ventana.
Siempre hacía lo mismo y un día, intrigado, el hombre le preguntó que era lo que tiraba por la ventana.
- ¡Son semillas! -le dijo la anciana.
- ¿Semillas? ¿Semillas de qué?
- De flores. Es que miro afuera y lo veo todo tan vacío... Me gustaría poder viajar viendo flores durante todo el camino. ¿Verdad que sería bonito?
- Pero las semillas caen encima del asfalto, las aplastan los coches, se las comen los pájaros... ¿Cree que sus semillas germinarán al lado del camino? -le volvió a preguntar.
- Seguro que sí. Aunque algunas se pierdan, otras acabarán en la cuneta y, con el tiempo, brotarán.
- Pero... tardarán en crecer. Necesitan agua...
- Yo hago lo que puedo hacer. ¡Ya vendrán los días de lluvia!
La anciana siguió con su trabajo... Y el hombre bajó del autobús para ir a trabajar, pensando que la anciana había perdido un poco la cabeza.
Unos meses después... Yendo al trabajo, delante del hombre estaban sentados una mamá con su hija pequeña que iba hablando sin parar. De pronto, la niña dijo a su madre:
- Mira, mama, mira cuántas flores y qué bonitas.
El hombre, al mirar por la ventana, vio todo el camino lleno de flores... ¡Todo lo que veía era un colorido y florido paisaje! Se acordó de la anciana, pero hacía dias que no la había visto. Se acercó al conductor y le preguntó:
- ¿La anciana de las semillas?
- Pues hace un mes que murió, respondió el conductor.
El hombre volvió a su asiento y siguió mirando el paisaje.
Las flores han brotado, se dijo, pero... ¿de que le ha servido su trabajo? No ha podido ver su obra.
De repente, volvió a oir la risa de la niña pequeña que señalaba entusiasmada las flores...
- ¡Mira mamá! ¡Mira cuantas flores!...

¿Verdad que no hace falta explicar el sentido de esta historia?
La anciana había hecho su trabajo y dejó su herencia a todos los que la pudieran recibir, a todos los que pudieran contemplarla y ser más felices.
Dicen que aquel hombre, desde aquel día, hace el viaje de casa al trabajo con una bolsa de semillas qué...
Esta historieta está dedicado a todos aquellos catequistas, educadores,  que, hoy, más que nunca, no pueden ver como crecen las semillas plantadas, las esperanzas sembradas en el corazón de los niños y adolescentes que llenan sus clases.
Y como los padres y madres son, o deberían ser, los grandes educadores, también está dedicado a ellos. Porque... "EDUCAR ES ENSEÑAR CAMINO"

jueves, 1 de febrero de 2018

Me has llamado, Señor

Señor, escucho tu llamada de nuevo.
Una y otra vez me llamas, aunque me haga el sordo.
Eres tozudo, Señor. Me llamas y me envías.
Nos envías, de dos en dos. No quieres que vaya solo.
Mi fe se apoya en Ti y en mi compañero de misión.
Mi compañero se apoya en Ti y en mi.
No quieres que lleve muchas cosas. Un bastón y nada más.
Ni pan, ni alforja, ni dinero...
Para cumplir tu misión no necesito casi nada.
Para transmitir tu amor sólo es preciso que me deje amar por Ti
y que ame, sirva y me entregue como Tú.
Para transmitir tu perdón
sólo es necesario que yo me deje perdonar por Ti
y que perdone como Tú me perdonas.
Para transmitir tu Palabra
sólo es menester que abra mis oídos para escucharte
para que mis palabras y mi vida hablen de Ti.
Para transmitir tu alegría
sólo es preciso que mi corazón se acerque al tuyo,
para que ni la peor noticia arrugue mi sonrisa.
Para transmitir tu consuelo
sólo es necesario que ponga en tus manos mis agobios
y contagie mi esperanza a los que sufren.
Me has llamado, Jesús. Tú sabes lo que haces.
Aquí estoy. Envíame.

La historia de Hachiko

Hachiko es un perro de raza Akita. No es una leyenda urbana, es un hecho real. La historia de este chucho ha vuelto a popularizarse después que hace unos pocos años (2009) saliera una película dedicada a él titulada “Siempre a tu lado, Hachiko”, protagonizada por Richard Gere. No es el primer film, antes, en 1987 hubo Hachiko monogatari.
Hachiko fue un perro nacido en 1923 en Odate (Japón). En 1924 fue trasladado a Tokio por su amo, un profesor de agricultura de la Universidad de Tokio, llamado Eisaburo. Cada mañana el profesor iba a pie desde su casa hasta la estación de Shibuya para coger el tren que le trasladaba a la universidad. Durante este trayecto, desde el hogar hasta la estación, le acompañaba siempre su inestimable perro. Cuando Eisaburo cogía el tren, Hachiko se quedaba el resto del día sentado en la pequeña plaza de la estación para esperarle. El profesor no regresaba hasta última hora de la tarde. Esto ocurría todos los días, invierno, verano…
El 21 de mayo de 1925 Eisaburo falleció en la universidad a causa de un ataque cardíaco. Hachiko lo esperó en la plaza de la estación. Lo hizo aquel día, el siguiente, la semana siguiente, el mes siguiente… Hachiko, que ya era conocido antes que el profesor falleciera, pasó a ser un personaje famoso conocido por todos. Permaneció en la plaza esperando incansablemente a pesar de las condiciones climatológicas: lluvia, viento, sol, nieve… En abril de 1934 los “fans” del perro levantaron una escultura a su semejanza en la propia plaza de la estación. El 7 de marzo de 1935 fallecía al lado de ella después de diez años esperando cada día a su amo. A causa de la Segunda Guerra mundial, la estatua fue reutilizada para material de guerra. La actual es de agosto de 1947. Cada 8 de abril se hace un acto conmemorativo en la plaza.
Buen ejemplo de fidelidad y perseverancia, de amor fiel para aprender.

martes, 30 de enero de 2018

Oración por la Justicia y la Paz

 Señor, tú dijiste que cuantos trabajan por la paz
serían llamados hijos e hijas de Dios;
Concédenos entregarnos sin descanso a instaurar en el mundo
la única justicia que puede garantizar la verdadera paz.
Señor, que con tu amor paternal gobiernas el mundo,
te rogamos que todos los hombres
constituyan una sola familia en la paz
y vivan siempre unidos por el amor fraterno.
Señor, creador del mundo, bajo cuyo gobierno
se desarrolla la marcha de la historia;
atiende nuestras súplicas y concede la paz a nuestros tiempos difíciles.
Señor de la Paz, tú eres la misma justicia:
haz que los buenos perseveren en el bien
y los que están enfrentados recuperen la paz con el olvido del odio. Amén

Esfuerzo correcto

Un hombre decidió cavar un pozo en un terreno que poseía. Eligió un lugar y profundizó hasta los cinco metros, pero no encontró agua.
Pensando que aquel no era el sitio idóneo, buscó otro lugar y se esforzó más llegando hasta los siete metros, pero tampoco esta vez halló agua. Decidió probar una vez más en distinto lugar, y cavar aún mucho más, pero cuando llegó a los diez metros, concluyó que en su terreno no había agua y que lo mejor era venderlo.
Pasó el tiempo y un día fue a visitar al hombre al que había vendido el terreno, y se encontró con un hermoso pozo.
- Amigo, mucho has tenido que cavar para encontrar agua, recuerdo que yo piqué más de veinte metros y no encontré ni rastro -dijo el recién llegado.
- Te equivocas -contestó el aludido-. La verdad es que yo sólo cavé doce metros, pero a diferencia de ti, siempre lo hice en el mismo sitio.

lunes, 29 de enero de 2018

Quiero seguir confiando en Ti, Señor

Adaptación de un texto de Paramahansa Yogananda 

Señor, tanto si me respondes como si no,
quiero seguir invocándote, invocándote sin cesar,
bajo las bóvedas de la asidua oración.
Tanto si vienes como si no vienes,
quiero seguir confiando en Ti:
sabiendo que entras en mi interior
a poco que abra el corazón a ti y al hermano.
Tanto si me hablas como si no,
no permitas que me canse de invocarte.
Aunque no me des la respuesta que espero,
que no dude de que, de un modo u otro,
discretamente, te dirigirás a mí..
En la oscuridad de mis oraciones más profundas,
sé que estás cerca, aunque no te sienta.
En medio de la danza de la vida,
de la enfermedad y de la muerte,
ayúdame a invocarte sin descanso,
sin caer en la desconfianza por tu aparente silencio,
Dame una fe recia para esperar
tu palabra, tu presencia, tu paz.

Predicar con el ejemplo

Un día apareció en el periódico el siguiente anuncio: «¡Adelgace en quince días sin dejar de comer, sin medicamentos, sin molestias! Garantizado». Firmado Luci.
Y Dorinda, con unos cuantos kilos de más, acudió a inscribirse inmediatamente. Ya en la sala de espera, Dorinda pudo ver, al entreabrirse la puerta de la sala de tratamiento, a la tal Luci.
- ¿Esa señora es Luci? -preguntó al oído de la vecina de asiento.
- ¡Esa es! -contestó.
- iSanto Dios! ¿y cuánto pesa? -preguntó de nuevo.
- Dicen que 110 kilos -contestó la vecina.
Dorinda se dirige rápidamente a la recepcionista y le dice:
- Perdón, ¿quiere usted borrarme de la lista de espera?
- No se impaciente. Le va a tocar ya, señora -le aclaró la joven.
- Me siento un poco mal; otro día volveré -le dijo Dorinda.
Pero no regresó jamás.

La gente, más que fijarse en palabras, se fija en cómo es el que las dice. Cuando una persona no es lo que les pide a otros que sean, las palabras más verdaderas se convierten en falsas. 

domingo, 28 de enero de 2018

Llénanos, Señor, de tu autenticidad

Se sorprendían al ver cómo actuabas,
porque todo tu hacer brotaba de Dios,
provenía de la fuente de tu sabiduría,
del dejar a Dios ser en ti mismo.
Tú transparentabas a Dios, porque actuabas con amor,
porque sabías escuchar al hermano,
porque todo tú te ponías a su servicio.
y esa era tu autoridad,
la que tanto sorprendía a tus seguidores
y es la que nos falta a nosotros,
porque no te dejamos hacer en nosotros del todo.
Señor, sé la energía de mis actos,
el motor de mi fuerza y el amor de mis gestos.
Hazme gratuito, empático con el otro,
para entrar en su necesidad, para alumbrar sus oscuridades,
para ser pañuelo de sus lágrimas y compañero de la vida.
Tú que conoces mis demonios, y los de mi entorno,
enséñame a reconocerlos, sáname, para sanarlos,
y hazme, como Tú, generador de vida.

Una broma del maestro

 Cuento de la India 

Había en un pueblo de la India un hombre con fama de santidad. A los aldeanos les parecía una persona notable a la vez que extravagante. La verdad es que ese hombre les llamaba la atención al mismo tiempo que los confundía. El caso es que le pidieron que les predicase. El hombre, que siempre estaba disponible para los demás, no dudó en aceptar. El día señalado para la prédica tuvo la intuición de que la actitud de los asistentes no era sincera y que debían recibir una lección. Llegó el momento de la charla y todos los aldeanos se dispusieron a escuchar al hombre santo confiados en pasar un buen rato a su costa. El maestro se presentó ante ellos. Tras una breve pausa de silencio, preguntó:
– Amigos, ¿sabéis de qué voy a hablaros?
– No -contestaron.
– En ese caso -dijo-, no voy a deciros nada. Sois tan ignorantes que de nada podría hablaros que mereciera la pena. En tanto no sepáis de qué voy a hablar, no os dirigiré la palabra.
Los asistentes, desorientados, se fueron a sus casas. Se reunieron al día siguiente y decidieron reclamar nuevamente las palabras del hombre santo.
El hombre no dudó en acudir hasta ellos y les preguntó:
– ¿Sabéis de qué voy a hablaros?
– Sí, lo sabemos -repusieron los aldeanos.
– Siendo así -dijo el santo- no tengo nada que deciros, porque ya lo sabéis. Que paséis una buena noche, amigos.
Los aldeanos se sintieron burlados y se indignaron mucho.
No se dieron por vencidos, desde luego, y convocaron de nuevo al hombre santo. El santo miró a los asistentes en silencio y con calma. Después, preguntó:
– ¿Sabéis, amigos, de qué voy a hablaros?
No queriendo dejarse atrapar de nuevo, los aldeanos ya habían convenido la respuesta:
– Algunos lo sabemos y otros no.
Y el hombre santo dijo:
– En tal caso, que los que saben transmitan su conocimiento a los que no saben.
Dicho esto, el hombre santo se marchó de nuevo al bosque.

El Maestro dice: Sin acritud, pero con firmeza, el ser humano debe velar por sí mismo.