Papa san Juan Pablo II
Quiero encomendarte, Virgen santísima del
Pilar,
a España entera, todos y cada uno de sus
hijos y pueblos,
la Iglesia en España, y los hijos de todas
las naciones hispánicas.
¡Dios te salve, María, Madre de Cristo y de
la Iglesia!
¡Dios te salve, vida, dulzura y esperanza
nuestra!
A tus cuidados confío las necesidades de las
familias de España,
las alegrías de los niños, la ilusión de los
jóvenes, los desvelos de los adultos,
el dolor de los enfermos y el sereno atardecer
de los ancianos.
Te encomiendo la fidelidad y abnegación de
los ministros de tu Hijo,
la esperanza de quienes se preparan para
ese ministerio,
la gozosa entrega de las vírgenes del claustro,
la oración y solicitud de los religiosos y
religiosas,
la vida y el empeño de cuantos trabajan por
el reino de Cristo.
En tus manos pongo la fatiga y el sudor de
quienes trabajan con las suyas;
la noble dedicación de los que transmiten
su saber y el esfuerzo de los que aprenden;
la hermosa vocación de quienes con su conciencia
y servicio alivian el dolor ajeno;
la tarea de quienes con su inteligencia buscan
la verdad.
En tu corazón dejo los anhelos de quienes,
mediante los quehaceres económicos
procuran honradamente la prosperidad de
sus hermanos;
de quienes, al servicio de la verdad,
informan y forman rectamente la opinión pública;
de cuantos, en la política, en la milicia,
en las labores sindicales o en el servicio
del orden ciudadano
prestan su colaboración honesta en favor de
una justa, pacífica y segura convivencia.
Virgen Santa del Pilar: aumenta nuestra fe,
consolida nuestra esperanza, aviva nuestra
caridad.
Socorre a los que padecen desgracias,
a los que sufren soledad, ignorancia, hambre
o falta de trabajo.
Fortalece a los débiles en la fe.
Fomenta en los jóvenes la disponibilidad
para una entrega plena a Dios.
Protege a España entera y a sus pueblos, a
sus hombres y mujeres.
Y asiste maternalmente, oh María,
a cuantos te invocan como Patrona de la
Hispanidad.