sábado, 3 de marzo de 2018

Dios es Dios

Padre nuestro que estás en el cielo:
sólo tú eres santo, tú estás por encima de todo,
eres ternura y misericordia.
¡Bendito sea tu nombre!
¡No abandones la obra de tus manos,
hazte reconocer por lo que eres, que venga tu Reino,
que los hombres descubran tu presencia,
pues tú eres el Dios fiel!
Danos hoy el pan de la vida, tu palabra y tu Hijo,
tu gracia y tu luz, para el camino de este día!
¡Bendito seas, tú que has cancelado todas nuestras deudas
salvándonos por Jesucristo:
también hoy perdónanos, como nosotros perdonamos
a todos los que nos ofenden, en la paz de tu gracia!
¡Padre, no nos sometas a la gran prueba,
guárdanos en la fe y en la esperanza,
pues nunca renegaremos de tu nombre y tu palabra!
¡Líbranos del Adversario,
pues tú eres nuestro Dios, el único,
Dios santo, Padre de ternura!

Reconocer a Dios

Cuando al astronauta ruso Yuri Gagarin le preguntaron si había visto a Dios allá en las alturas cuando salio al espacio, respondió:
- "No lo he visto, Dios no existe"
Tiempo después la misma pregunta se la hicieron a Gordon Cooper y dijo:
- "Para ver a Dios no necesito subir a las alturas, ni salir al espacio, lo llevo dentro de mí".

Cuántos pretenden encontrar a Dios lejos de sí mismos. Dios sonríe en los juegos de los niños, gime en el dolor del enfermo, sufre en la miseria del que no tiene pan, alarga la mano en el mendigo... 
Dios está en todas partes y en todos y cada uno de nosotros, no es preciso ir a la luna a buscarlo. 
Basta con que abramos los ojos para poder verlo.
¡Que triste pasar a su lado... y no reconocerlo! 

viernes, 2 de marzo de 2018

Oración de Santa Teresa de Jesús

Vuestra soy, para vos nací, ¿qué mandáis hacer de mi?

Hoy la oración se hace canción:


El código del hospedaje

   Paulo Coelho
Dos hombres estaban cruzando el desierto, cuando avistaron la tienda de un beduino, y se aproximaron para pedir cobijo. Aunque eran unos desconocidos, fueron recibidos según manda el código de conducta de los nómadas: se sacrificó un camello, y se sirvió su carne en una espléndida cena.
Al día siguiente, puesto que los huéspedes continuaban allí, el beduino ordenó que se sacrificase otro camello. Los dos hombres, asombrados, dijeron que aún sobraba muchísima carne del día anterior.
- Sería vergonzoso ofrecer comida vieja a mis huéspedes -se limitó a responder.
Al tercer día, los dos extranjeros despertaron temprano y decidieron continuar su viaje. Como el beduino no estaba en casa, le dieron cien dinares a su mujer, sin dejar de pedir disculpas por no poder esperar, puesto que si se entretuviesen mucho allí, el sol terminaría quemando demasiado.
Ya llevaban caminando unas cuatro horas, cuando escucharon una voz que los llamaba a sus espaldas. Se dieron la vuelta, y vieron que era el beduino que los venía siguiendo, y en cuanto los alcanzó, arrojó el dinero en el suelo frente a ellos.
- ¡Con lo bien que yo os recibí! ¿Es que no tenéis vergüenza?
Los extranjeros, sorprendidos, dijeron que sin duda los camellos debían valer mucho más que eso, pero que no tenían mucho dinero.
- No me refiero a la cantidad -respondió-. El desierto acoge a los beduinos allá donde vayan, y nunca nos pide nada a cambio. Si tuviéramos que pagar por ello, ¿cómo podríamos vivir? Recibiros en mi tienda es devolver apenas una pequeña parte de lo que la vida nos ha regalado.

jueves, 1 de marzo de 2018

Líbrame, Señor

                Florentino Ulibarri

Del anhelo de ser considerado, del deseo de ser alabado,
del ansia de ser honrado, del afán de ser consultado,
del empeño en ser aprobado, de la aspiración a ser perfecto...
líbrame Jesús.
Del afán de almacenar bienes, del anhelo de ser rico,
del empeño en caer bien, del deseo de sobresalir,
del ansia de darme a la buena vida, de la aspiración a no fallar...
líbrame, Jesús.
Del temor a ser despreciado, del temor a ser calumniado,
del temor a ser olvidado, del miedo a ser ofendido,
del miedo a ser ridiculizado, del miedo a ser acusado...
líbrame, Jesús.
Del temor a lo desconocido, del temor a ser amado,
del temor a salir perdiendo, del miedo a vivir en pobreza,
del miedo a renunciar a lo necesario,
del miedo a fracasar en la vida...
líbrame, Jesús.

La fe mueve montañas

Un águila y un elefante se hicieron grandes amigos. Un buen día dijo el elefante:
- ¿Sabes? Toda mi vida he querido volar. Siempre he soñado con lo divertido que sería sobrevolar los pueblos y verlos desde el cielo, así como las casas y a la gente. Deslizarme por encima de los ríos y la selva. ¿Crees que seré capaz de volar?
- Seguro que sí –respondió el águila-. Y girándose, se arrancó una de las plumas de la cola. Toma –le ofreció-. Muerde esta pluma y sujétala con fuerza entre los dientes. Luego empieza a batir las orejas con todas tus fuerzas y verás cómo levantas el vuelo.
El elefante hizo lo que le había dicho su amigo. Se colocó la pluma en la boca y, batiendo las orejas como su amigo le había dicho, fue al encuentro del ave, que le esperaba en la rama alta de un árbol, siempre sujetando con fuerza y cuidado la pluma entre los dientes.
- Oye, águila, me has cambiado la vida por completo. Jamás podré agradecerte lo suficiente la pluma que me has dado.
- ¿La pluma? –replicó el águila. No la necesitabas. Era una que iba a tirar porque ya no me servía. Tan solo te ofrecí algo en lo que creer. Fue tu fe y el batir de tus orejas lo que te hizo volar, ¡no la pluma!

martes, 27 de febrero de 2018

Después

   Isidro Cuervo

Después, cuando menos lo esperas
aparece más fresca la vida.
Y cuanto más alto miras, cuanto más te sorprendes
más pequeños, más de rodillas eres ante Dios.
Después, cuando menos lo esperas
el tiempo ha marcado su ritmo,
y un sendero por dentro
ha tejido otra entraña más viva.
Entonces apareces más hermano,
más hijo, más... de rodillas.
Es casi sin querer, al compás del deseo, de la ilusión,
como el hombre va haciéndose criatura,
más a la imagen del corazón del amor.
Y después, cuando menos lo esperas
no puedes menos que querer de rodillas.

Fábula del león, la hiena y el lobo

Un león, un lobo y una hiena fueron un día a pasear y se encontraron con una gacela que fue abatida por uno de ellos. Los tres animales eran buenos amigos, pero ahora se trataba de dividir entre los tres la gacela abatida.
El león dijo a la hiena
- Divídelo tú.
Siendo un animal carnívoro, que vive de carroña y cuya lógica tiene algo de recelosa, la hiena le respondió al león:
- Vamos a dividir el animal en tres partes iguales: una parte para el lobo, otra para el león y la otra para mí.
Cuando termino de hablar, sin aviso alguno, el león la atacó matándola de un solo zarpazo. Se dio vuelta entonces hacia el lobo y le dijo:
- Querido lobo, ahora tenemos que dividir de otra forma, ¿cómo lo dividirías tú?
A lo que el lobo respondió:
- Sí, ahora tenemos que dividir de forma diferente, y ya que nos libraste de la hiena, a ti te corresponde el primer pedazo. El segundo, como decía la hiena, te correspondería a ti de cualquier modo, y el tercer pedazo debes recibirlo porque eres el más sabio y el más valiente de todos los animales.
Así fue que el lobo hizo la división. El león dijo al lobo:
- ¿Quién te enseñó a dividir de esa forma?
A lo que el lobo respondió:
- Fue la hiena quien me enseñó a hacerlo así.
El león no comió al lobo y cogió las tres partes de la gacela para él de acuerdo con la división que hizo el lobo.

lunes, 26 de febrero de 2018

El ayuno que agrada a Dios

EL AYUNO QUE AGRADA A DIOS
Ayuna de juzgar a otros; descubre a Cristo que vive en ellos.
Ayuna de palabras hirientes; llénate de frases sanadoras.
Ayuna de descontento; llénate de gratitud.
Ayuna de enojos; llénate de paciencia.
Ayuna de pesimismo; llénate de esperanza cristiana.
Ayuna de preocupaciones; llénate de confianza en Dios.
Ayuna de quejarte;
llénate de aprecio por la maravilla que es la vida.
Ayuna de las presiones que no cesan;
llénate de una oración constante.
Ayuna de amargura; llénate de perdón.
Ayuna de darte importancia a ti mismo;
llénate de compasión por los demás.
Ayuna de ansiedad sobre tus cosas;
comprométete en la propagación del Reino.
Ayuna de desaliento; llénate del entusiasmo de la fe.
Ayuna de pensamientos mundanos;
llénate de las verdades que fundamentan la santidad.
Ayuna de todo lo que te separe de Jesús;
llénate de todo lo que a El te acerque.

El canasto de carbón

Se cuenta la historia de un anciano que vivía con su nieto en una hermosa granja en las montañas. Cada mañana, el abuelo se levantaba muy temprano y sentándose en la mesa de la cocina, comenzaba a leer su vieja y estropeada Biblia.
Su nieto quería ser igual que su abuelo y durante un tiempo trató de imitarlo, sentándose con él a leer la Biblia. Pero un día, el joven preguntó:
- “Abuelo, yo intento leer la Biblia, me gusta, pero no la entiendo, y cuando logro entender algo, se me olvida en cuanto cierro el libro. ¿Qué hay de bueno en leer la Biblia?”
El abuelo, calladamente, dejó de echar carbón en la estufa y entregándole el viejo canasto de carbón a su nieto, le dijo:
- “Baja con el canasto de carbón al río y tráeme el canasto lleno de agua.”
El muchacho hizo tal y como su abuelo le dijo, pero toda el agua se salió antes de que él pudiera volver a la casa. El abuelo se rió y le dijo:
- “Tendrás que moverte un poco más rápido la próxima vez”, y lo envió nuevamente al río con el canasto de carbón.
Esta vez, el muchacho corrió más rápidamente, pero de nuevo el canasto estaba vacío antes de que llegara de vuelta a la casa. Ya sin respiración, le dijo a su abuelo que era “imposible llevar agua en un canasto”, y fue a conseguir un cubo a cambio.
Pero el anciano le respondió:
- “Yo no quiero un cubo lleno de agua, ¡yo quiero un canasto lleno de agua!… Tú lo puedes hacer, pero no lo estás intentando lo suficiente, así que ve de nuevo al río e inténtalo una vez más.”
A estas alturas el muchacho sabía que era imposible, pero quería mostrarle a su abuelo que aún cuando corriese tan rápido como podía, el agua se saldría del canasto antes que llegase a la casa.
Así que el muchacho sacó el agua del río y corrió tan rápido como pudo, pero cuando llegó donde su abuelo el canasto estaba de nuevo vacío. Ya sin poder respirar, dijo:
- “¡Mira abuelo, esto es inútil!”
- “¿Por qué piensas que es inútil?”, le dijo el anciano, “mira dentro del canasto.”
El muchacho miró y por primera vez comprendió que el canasto parecía diferente… en lugar de un sucio canasto carbonero, había un canasto limpio y resplandeciente.
- “Hijo”, dijo el abuelo, “esto es lo que pasa cuando tú lees la Biblia… tal vez no puedes entender o recordar todo lo que has leído, pero cuando la lees, te irá cambiando el interior. Esa es la obra de Dios en nuestras vidas. Él quiere cambiarnos desde adentro hacia fuera… y lentamente transformarnos en la imagen de su amado Hijo.”

San Pablo dijo: «Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble filo: penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Ninguna cosa creada escapa a su vista, sino que todo está desnudo y descubierto a los ojos de aquel a quien debemos rendir cuentas» (Hebreos 4, 12-13).

domingo, 25 de febrero de 2018

Oración desde el Monte Tabor

Señor, en el Tabor, Pedro, Santiago y Juan
tomaron conciencia de tu divinidad
y fue para ellos la confirmación de su fe en Ti.
Todos necesitamos estos momentos de Tabor, Señor.
Ayúdanos a encontrarte en la Eucaristía.
Señor, sentimos a menudo la tentación
de quedarnos en nuestro mundo,
en nuestra paz, en nuestro silencio o nuestra rutina.
Empújanos, Señor, y haznos bajar e implicarnos
en las necesidades de los que nos rodean.
Que sepamos encontrar momentos
para estar contigo a solas, Señor.
Que no nos dejemos arrastrar por el activismo
o por las mil reuniones que ocupan nuestro espacio vital.
Antes de iniciar cada nueva acción
queremos encomendarnos a Ti.
Será un tiempo de Tabor muy breve,
pero nos ayudará a ver la ruta
y el sendero de nuestro quehacer cotidiano.
Señor, la visión de Moisés y Elías se desvaneció.
También Tú a veces pareces ausente.
Sabemos que estás a nuestro lado y que quieres
que vivamos nuestra fe de manera adulta.
Aumenta nuestra fe.

El tigre y el zorro

Mas vale astucia que fuerza. En el mundo de los animales casi siempre impera " la ley del más fuerte". Y en el nuestro, ¿crees que es igual?

En una selva lejana se instaló un tigre con ganas de armarla. Aparte de ser enorme, este felino mataba y engullía sin piedad varias piezas diarias poniendo en peligro el equilibrio de la jungla.
El resto de los animales, alarmados y entristecidos, decidieron entregarle cada día al gran sanguinario a un miembro de una familia, empezando por los más mayores. Y así lo hicieron hasta que les tocó el turno a los zorros. Y cuando el abuelo zorro estaba a punto de marcharse para ser sacrificado, su nieto dijo que él mismo ocuparía su lugar.
El pequeño zorro se plantó sin miedo delante del tigre y comenzó a reírse compulsivamente. El gran felino, desconcertado, le preguntó por qué se reía, y el pequeño le dijo que otro tigre le estaba quitando los mejores bocados. El tigre, enfurecido, le dijo que le llevase ante tan terrible rival. Se pusieron en camino y muy pronto llegaron a un profundo pozo. El zorrito le dijo al tigre que su colega vivía allí dentro. El felino se asomó al pozo y al ver su reflejo en el agua, con una expresión tan feroz, no se reconoció y pensó que era el otro tigre. Y entonces... se tiró de cabeza a las oscuras aguas para luchar a muerte con su reflejo.