sábado, 7 de octubre de 2023

Himno a la virgen del Rosario

Rezar el santo Rosario no sólo es hacer memoria
del gozo, el dolor, la gloria, de Nazaret al Calvario.
Es el fiel itinerario de una realidad vivida,
y quedará entretejida, siguiendo al Cristo gozoso,
crucificado y glorioso, en el Rosario, la vida.
María, pureza en vuelo, Virgen de vírgenes, danos
la gracia de ser humanos sin olvidarnos del cielo.
Enséñanos a vivir; ayúdenos tu oración;
danos en la tentación la gracia de resistir.
Honor a la Trinidad por esta limpia victoria.
Y gloria por esta gloria que alegra la cristiandad. Amén.

El peso del rencor

Érase una vez una hormiga que iba canturreando cargada con un enorme fruto silvestre cuando un escarabajo le cerró el paso riéndose de su carga y de su trabajo. No era la primera vez que lo hacía. La hormiga no le hizo caso, bordeó al escarabajo y siguió andando.
Días después, el escarabajo quedó atrapado en la resina pegajosa de un árbol y pidió ayuda.
Algunos animales, que habían sido víctimas de sus burlas y sus malos modales, no se acercaron. La hormiga, sin embargo, le tendió una larga brizna de hierba y el escarabajo pudo librarse de la resina.
Agradecido, el insecto le preguntó por qué lo había ayudado si siempre se burlaba de las cargas pesadas que la hormiga llevaba. Entonces, esta respondió:
- «Puedo cargar hasta 20 veces mi propio peso, pero hay una carga demasiado pesada para mí que no puedo ni quiero cargar: el rencor. Por eso intento que este jamás se quede sobre mi espalda, pues la necesito para transportar cosas que son muy importantes para mi supervivencia».
El escarabajo, muy avergonzado, cambió su actitud a partir de entonces.

Recuerda siempre que guardar rencor es como agarrar un carbón ardiendo y resistirse a no soltarlo. El único que se quema eres tú.


miércoles, 4 de octubre de 2023

Alabanzas al Dios altísimo

                 San Francisco de Asis

Tú eres el santo Señor Dios único, el que haces maravillas.
Tú eres el fuerte, tú eres el grande, tú eres el altísimo,
tú eres el rey omnipotente; tú Padre santo, rey del cielo y de la tierra.
Tú eres el trino y uno, Señor Dios de los dioses;
tú eres el bien, el todo bien, el sumo bien,
Señor Dios vivo y verdadero.
Tú eres el amor, la caridad; tú eres la sabiduría,
tú eres la humildad, tú eres la paciencia,
tú eres la belleza, tú eres la mansedumbre;
tú eres la seguridad, tú eres el descanso,
tú eres el gozo, tú eres nuestra esperanza y alegría,
tú eres la justicia, tú eres la templanza,
tú eres toda nuestra riqueza a satisfacción.
Tú eres la belleza, tú eres la mansedumbre,
tú eres el protector, tú eres nuestro custodio y defensor;
tú eres la fortaleza, tú eres el refrigerio.
Tú eres nuestra esperanza, tú eres nuestra fe,
tú eres nuestra caridad, tú eres toda nuestra dulzura,
tú eres nuestra vida eterna,
grande y admirable Señor,
Dios omnipotente, misericordioso Salvador.

La esposa de Dios

Un niño estaba parado, descalzo, frente a una tienda de zapatos temblando de frío. Una señora se acercó y le dijo:
- Mi pequeño amigo ¿qué estás mirando con tanto interés en esa ventana?"
- "Le estoy pidiendo a Dios, respondió él, que me dé un par de zapatos".
La señora lo tomó de la mano y entró con él a la tienda. Pidió a un empleado 4 pares de calcetines para el niño y unos zapatos. Preguntó si podría prestarle un barreño con agua y una toalla y llevó al niño a la parte trasera de la tienda. Con cariño lavó los pies del niño y se los secó, luego le colocó los calcetines y los zapatos. Acarició al niño en la cabeza y le dijo:
- "¡No hay duda pequeño amigo que te sientes más cómodo ahora!"
Mientras ella daba la vuelta para marcharse, el niño muy feliz, la tomó de la mano, mirándola con lágrimas en los ojos le preguntó:
"¿Es usted la esposa de Dios?
- "No, respondió la señora, solamente soy una mujer agradecida con lo que él me ha dado".

domingo, 1 de octubre de 2023

El banquete de los imperfectos

      José María R. Olaizola, SJ.

Qué fácil es colocarse en el tropel de los puros.
Reducir la fe al cumplimiento,
que garantiza un asiento en el banquete de los perfectos.
Qué triste, arrojar, desde ese puesto, migajas de esperanza
a quien, con pies de barro, se siente indigno.
Algún día comprenderemos
que tu mesa se dispone con criterios diferentes.
Que tu pan no se restablece a los saciados de ego,
de exigencias imposibles para tristezas ajenas.
Que tu Reino no se compra por un puñado de leyes.
Que tu amor no es la conquista de guerreros invencibles.
Tu pan, tu Reino, tu amor,
es alimento ofrecido a quien vive con hambre.
Sí, don, gratuito y desbordante, nos renueva y nos cambia.

Los tres monjes y el diablo

En una ocasión, el demonio se apareció a tres monjes y les dijo:
- Si os diera potestad para cambiar algo del pasado, ¿qué cambiaríais? 
El primero de ellos tenía un gran fervor apostólico y le respondió:
- Impediría que hicieses caer a Adán y Eva en el pecado para que la humanidad no pudiera apartarse de Dios.
El segundo de ellos era un hombre lleno de misericordia y le dijo:
- Impediría que tú mismo te apartases de Dios y te condenaras eternamente.
El tercero de ellos era el más simple y, en vez de responder al tentador, se puso de rodillas, hizo la señal de la cruz y oró diciendo:
- Señor, libérame del demonio de lo que pudo ser y no fue.
El diablo, dando un grito estentóreo y estremeciéndose de dolor se esfumó. Los otros dos, sorprendidos, le dijeron:
- Hermano, ¿por qué has reaccionado así?
- En primer lugar, porque nunca hemos de entrar en diálogo con el enemigo -les respondió-. En segundo lugar, porque no hay poder en este mundo capaz de cambiar el pasado. En tercer lugar, porque el interés de Satanás no era que probásemos nuestra virtud, sino que, atrapados en el pasado, descuidáramos el presente, porque es el único tiempo en el que Dios nos da su gracia y podemos cooperar con ella para cumplir su voluntad.
De todos los demonios, el que más atrapa a los hombres y les impide ser felices es el de lo que pudo ser y no fue. El pasado queda a la Misericordia de Dios y el futuro a su Providencia. Solo el presente está en nuestras manos.