viernes, 30 de septiembre de 2022

El corazón dividido

           José Mª Rodríguez Olaizola

Entre seguirte y quedarme. Entre el amor y el miedo.
Entre fuerza y flaqueza. Entre historias y momentos.
Así deambulo.
Sí, Señor, vivo en una encrucijada.
Adoro la cruz, pero a lo lejos.
Te llamo maestro, mas hay lecciones que elijo ignorar.
Te quiero, eso es seguro. ¿Lo bastante? No lo sé.
Albergo contradicciones. Deseos opuestos.
Tengo un pie en cada camino y un sueño en cada horizonte.
Une en ti mis dispersiones. Abraza mis anhelos incompletos.
Sana mi corazón dividido.

Una broma del hombre santo

Había en un pueblo de la India un hombre de gran santidad. A los aldeanos les parecía una persona notable a la vez que extravagante. La verdad es que ese hombre les llamaba la atención al mismo tiempo que los confundía. El caso es que le pidieron que les predicase. El hombre, que siempre estaba disponible para los demás, no dudó en aceptar. El día señalado para la prédica, tuvo la intuición de que la actitud de los asistentes no era sincera y debían recibir una lección. Llegó el momento de la prédica y todos los aldeanos se dispusieron a escuchar al hombre santo confiados en pasar un buen rato con él. El maestro se presentó ante ellos. Tras una breve pausa de silencio, preguntó:
-- Amigos, ¿sabéis de qué voy a hablaros?
-- No -contestaron.
-- En ese caso -dijo-, no voy a deciros nada. Sois tan ignorantes que de nada podría hablaros que valga la pena. En tanto no sepáis de qué voy a hablaros, no os dirigiré la palabra.
Los asistentes, desorientados, se fueron a sus casas. Se reunieron al día siguiente y decidieron reclamar nuevamente las palabras del hombre santo.
El hombre no dudó en acudir hasta ellos y les preguntó:
-- ¿Sabéis de qué voy a hablaros?
-- Sí, lo sabemos -repusieron los aldeanos.
-- Siendo así -dijo el santo-, no tengo nada que deciros, porque ya lo sabéis. Que paséis una buena noche, amigos.
Los aldeanos se sintieron burlados y se marcharon indignados.
Desde luego, no se dieron por vencidos y convocaron de nuevo al hombre santo. El santo miró a los asistentes en silencio y calma. Después, preguntó:
-- ¿Sabéis, amigos, de qué voy a hablaros?
No queriendo dejarse atrapar de nuevo, los aldeanos ya habían convenido la respuesta:
-- Algunos lo sabemos y otros no.
Y el hombre santo dijo:
-- En tal caso, que los que saben transmitan su conocimiento a los que no saben.
Dicho esto, el hombre santo se marchó de nuevo al bosque.

El Maestro dice: Sin acritud, pero con firmeza, el ser humano debe velar por sí mismo.

jueves, 29 de septiembre de 2022

Himno a los Arcángeles


Miguel, Gabriel, Rafael, los espíritus señeros
y arcángeles mensajeros de Dios, que estáis junto a él.
A vuestro lado se siente alas de fiel protección,
incienso de la oración y el corazón obediente.
"¿Quién como Dios?" Es la enseña, es el grito de Miguel,
y el orgullo de Luzbel al abismo se despeña.
Gabriel trae la embajada divina, y le lleva al Padre
el "sí" de la Virgen Madre, del Sol de Cristo alborada.
Por la ruta verdadera Rafael nos encamina
y nos da la medicina que cura nuestra ceguera.
Dios que nos diste a los ángeles por guías y mensajeros,
danos el ser compañeros del cielo de tus arcángeles.

Puntualidad

Un hombre entrado en años llegó esa mañana al consultorio médico. Necesitaba curarse una herida en la mano y tenía mucha prisa. Mientras el facultativo lo asistía le preguntó cuál eran la razón de su urgencia.
Contestó que tenía que ir a una residencia de ancianos para desayunar con su mujer. Ella padecía Alzheimer y llevaba algún tiempo internada.
Cuando acabó de vendar la herida, el doctor le preguntó si su esposa podría darse cuenta de su tardanza.
- No, ella ya no sabe quién soy. Hace un año que no me reconoce –respondió el anciano.
Extrañado, el doctor agregó:
- Si no sabe quién es usted, ¿por qué esa necesidad de estar con ella todas las mañanas, con tanta puntualidad?
El anciano sonrió y, dándole unas palmaditas en la mano al joven doctor, le dijo:
- Ella ya no sabe quién soy, pero yo sí sé muy bien quién es ella. La conocí en su plenitud y era una mujer extraordinaria. Siempre disfrutó mientras la leía cuentos y poesías en el desayuno.
Cuando el hombre se retiraba del consultorio el médico, con lágrimas en los ojos, se dijo para sí mismo:
- Ésa es la clase de vínculo que anhelo alcanzar en mi vida. El verdadero amor no se reduce ni a lo físico ni a lo romántico. Es la aceptación de todo lo que el otro es, de lo que ha sido, de lo que será y de lo que ya no es…

domingo, 25 de septiembre de 2022

Oración por los Migrantes y Refugiados

                    Papa Francisco

Señor, haznos portadores de esperanza,
para que donde haya oscuridad reine tu luz,
y donde haya resignación
renazca la confianza en el futuro.
Señor, haznos instrumentos de tu justicia,
para que donde haya exclusión, florezca la fraternidad,
y donde haya codicia, florezca la comunión.
Señor, haznos constructores de tu reino
junto con los migrantes y los refugiados
y con todos los habitantes de las periferias.
Señor, haz que aprendamos cuán bello es
vivir como hermanos y hermanas. Amén.

La mirada del amor

        Jorge Bucay

El rey estaba enamorado de Sabrina: una mujer de baja condición social a la que el rey había hecho su última esposa.
Una tarde, mientras el rey estaba de cacería, llegó un mensajero para avisar que la madre de Sabina estaba enferma. Pese a que estaba prohibido usar el carruaje personal del rey (castigado con la muerte), Sabrina subió al carruaje y corrió junto a su madre.
A su regreso, el rey fue informado de la situación.
- ¿No es maravillosa? -dijo- Esto es verdaderamente amor filial. ¡No le importó su vida para cuidar a su madre! ¡Es maravillosa!
Cierto día, mientras Sabrina estaba sentada en el jardín del palacio comiendo fruta, llegó el rey. La princesa lo saludó y luego le dio un mordisco al último melocotón que quedaba en la canasta.
- ¡Parece que están muy buenos! -dijo el rey.
- Así es -dijo la princesa-, y alargando la mano le cedió a su amado el último melocotón.
- ¡Cuánto me ama! -comentó después el rey-, renunció a su propio placer, para darme el último melocotón de la canasta. ¿no es fantástica?
Pasaron algunos años y vaya a saber por qué, el amor y la pasión desaparecieron del corazón del rey. Sentado con su amigo más confidente, le decía:
- Nunca se portó como una reina… ¿acaso no desafió mi investidura usando mi carruaje? Es más, recuerdo que un día me dio a comer una fruta mordida.