sábado, 6 de mayo de 2017

A Jesús, el Buen Pastor

Eres puerta y eres pastor, eres cordero y eres guardián,
eres el siervo y eres Señor, eres la llave de la divinidad,
Eres el pasto y eres el agua, eres el vino y eres el pan,
eres el canto y el silbo que encanta,
antídoto y medicina contra el mal.
¡Qué valiente y qué fuerte es el pastor,
qué delicado y paciente es el pastor,
qué generoso y entregado es el pastor!
No sólo carga con la oveja herida,
le entrega parte de su vida.
Y cuando se acaban los pastos,
él mismo se deja comer;
y cuando se secan los pozos,
él se convierte en fuente para beber.
El es puerta del aprisco;
por esa puerta se entra
al redil de la abundancia,
a la región de la dicha,
a las moradas de Dios.
Ya no necesitamos volver al paraíso,
el paraíso se acerca a nosotros,
y tiene sus puertas abiertas de par en par.

Decálogo de la Serenidad

san Juan XXIII

1. Sólo por hoy trataré de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver el problema de mi vida todo de una vez
2. Sólo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto, cortés en mis maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé mejorar o disciplinar a nadie sino a mí mismo
3. Sólo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no sólo en el otro mundo, sino también en este
4. Sólo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que todas las circunstancias se adapten a mis deseos
5. Sólo por hoy dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura, recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma
6. Sólo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie
7. Sólo por hoy haré por lo menos una sola cosa que no deseo hacer, y si me sintiera ofendido en mis sentimientos, procuraré que nadie se entere.
8. Sólo por hoy me haré un programa detallado, quizá no lo cumpliré cabalmente, pero lo redactaré y me guardaré de dos calamidades: La prisa y la indecisión
9. Sólo por hoy creeré aunque las circunstancias demuestren lo contrario, que la buena providencia de Dios se ocupa de mí como si nadie más existiera en el mundo
10. Sólo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo de gozar de lo que es bello y creer en la bondad. 

viernes, 5 de mayo de 2017

Por la paz

San Juan XXIII

Señor Jesucristo, que eres llamado Príncipe de la Paz,
que eres Tú mismo nuestra paz y reconciliación,
que tan a menudo dijiste: "La Paz contigo, la paz os doy."
Haz que todos hombres y mujeres den testimonio de la verdad,
de la justicia y del amor fraternal.
Destierra de nuestros corazones cualquier cosa
que pueda poner en peligro la paz.
Ilumina a nuestros gobernantes para que ellos
puedan garantizar y puedan defender el gran regalo de la paz.
Que todas las personas de la tierra se sientan hermanos y hermanas.
Que el anhelo por la paz se haga presente
y perdure por encima de cualquier situación.

Cuento hindú: El Joven sabelotodo

Esta es la historia de un joven instruido, arrogante y engreído.
Para cruzar un caudaloso río de una a otra orilla alquiló una barca. Callado y sumiso, el barquero comenzó a remar con rapidez. De repente, una bandada de aves surcó el cielo y el joven preguntó al barquero:
— Buen hombre, ¿has estudiado la vida de las aves?
- No, señor –repuso el barquero.
– Entonces, amigo, has perdido la cuarta parte de tu vida.
Pasados unos minutos, la barca se deslizó junto a unas exóticas plantas que flotaban en las aguas del río. El joven preguntó al barquero:
– Dime, barquero, ¿has estudiado botánica?
- No, señor, no sé nada de plantas.
– Pues debo decirte que has perdido la mitad de tu vida– comentó el petulante joven.
El barquero seguía remando pacientemente. El sol del mediodía se reflejaba luminosamente sobre las aguas del río. Entonces el joven preguntó:
– Sin duda, barquero, llevas muchos años deslizándote por las aguas. ¿Sabes, por cierto, algo de la naturaleza del agua?
- No, señor, nada sé al respecto. No sé nada de estas aguas ni de otras.
– ¡Oh, amigo! -exclamó el joven–. De verdad que has perdido las tres cuartas partes de tu vida.
Súbitamente, la barca comenzó a hacer agua. No había forma de achicar tanta agua y la barca comenzó a hundirse.
El barquero preguntó al joven:
– Señor: ¿sabes nadar?
– No, no sé nadar -repuso el joven.
– Pues me temo, señor, que hoy has perdido toda tu vida.

jueves, 4 de mayo de 2017

Gracias por el don de la vida

Padre Nuestro:
Gracias por el don de la vida, de la salud y de la inteligencia.
Gracias por el regalo de las cualidades que pones en nuestras manos.
Gracias por la libertad de amar y por la alegría de hacer el bien.
Gracias por el don de la fe y de la esperanza que se apoya en Ti.
Padre: enséñanos a vivir el don de cada día, sin otros planes que los tuyos.
Enséñanos a descubrir tu voluntad que se manifiesta
en los acontecimientos de cada día, en las necesidades y en las personas...
Enséñanos a discernir, como lo hizo María,
las señales de tu presencia en medio de nosotros, los signos de nuestro tiempo.
Enséñanos a leer e interpretar el hoy de la historia,
de nuestra propia historia, como historia de salvación.
Padre: llévanos a cada uno de tus hijos,
a realizar tu voluntad en el hoy histórico que nos permites vivir.

La felicidad

Una vez un hombre oyó decir que la felicidad era un tesoro. A partir de aquel instante comenzó a buscarla. Primero se aventuró por el placer y por todo lo sensual, luego por el poder y la riqueza, después por la fama y la gloria, y así fue recorriendo el mundo del orgullo, del saber, de los viajes, del trabajo, del ocio y de todo cuanto estaba al alcance de su mano.
En un recodo del camino vio un letrero que decía: "Le quedan dos meses de vida"
Aquel hombre, cansado y desgastado por los sinsabores de la vida se dijo: "Estos dos meses los dedicaré a compartir todo lo que tengo de experiencias, de saber y de vida con las personas que me rodean."
Y aquel buscador infatigable de la felicidad, sólo al final de sus días, encontró que en su interior, en lo que podía compartir, en el tiempo que le dedicaba a los demás, en la renuncia que hacía de sí mismo por servir, estaba el tesoro que tanto había deseado.
Comprendió que para ser feliz se necesita amar; aceptar la vida como viene; disfrutar de lo pequeño y de lo grande; conocerse a sí mismo y aceptarse así como se es; sentirse querido y valorado, pero también querer y valorar; tener razones para vivir y esperar y también razones para morir y descansar.
Entendió que la felicidad brota en el corazón, con el rocío del cariño, la ternura y la comprensión. Que son instantes y momentos de plenitud y bienestar; que está unida y ligada a la forma de ver a la gente y de relacionarse con ella; que siempre está de salida y que para tenerla hay que gozar de paz interior. Finalmente descubrió que cada edad tiene su propia medida de felicidad y que sólo Dios es la fuente suprema de la alegría, por ser Él: amor, bondad, reconciliación, perdón y donación total.
Y en su mente recordó aquella sentencia que dice: "Cuánto gozamos con lo poco que tenemos y cuánto sufrimos por lo mucho que anhelamos."
Ser Feliz, es una actitud.

miércoles, 3 de mayo de 2017

Invocación a la Virgen María



San Juan Pablo II
María, hija de Israel,
tú has proclamado la misericordia ofrecida a los hombres,
de edad en edad, por el amor misericordioso del Padre.
María, Virgen Santa, Sierva del Señor,
tú has llevado en tu seno el fruto precioso de la Misericordia divina.
María, tú que has guardado en tu corazón las palabras de salvación,
testimonias ante el mundo la absoluta fidelidad de Dios a su amor.
María, tú que seguiste a tu Hijo Jesús hasta el pie de la cruz
con el fiat de tu corazón de madre, te adheriste sin reserva al servicio redentor.
María, Madre de misericordia, muestra a tus hijos el Corazón de Jesús,
que tú viste abierto para ser siempre fuente de vida.
María, presente en medio de los discípulos,
tú haces cercano a nosotros el amor vivificante de tu Hijo resucitado.
María, Madre atenta a los peligros y a las pruebas de los hermanos de tu Hijo,
tú no cesas de conducirles por el camino de la salvación.

Mente en Paz

Había una vez un granjero que descubrió que había perdido su reloj en el pajar. No era un reloj normal, ya que tenía un gran valor sentimental para él.
Después de buscar durante un largo tiempo, se dio por vencido y pidió la ayuda de un grupo de niños que jugaban fuera de la granja. Les prometió que quien lo encontrara se llevaría un premio.
Al oír esto, los niños corrieron dentro del pajar, buscaron a fondo, pero no pudieron encontrar el reloj.
Justo cuando el agricultor estaba a punto de dar por imposible encontrar su reloj, un niño se acercó a él y le pidió le diera otra oportunidad.
El granjero lo miró y pensó: “¿Por qué no? Después de todo, este chico parece bastante sincero”. Así que el granjero envió al pequeño niño de nuevo al pajar.
Después de un rato, el niño salió con el reloj en la mano. El granjero estaba a la vez feliz y sorprendido, por lo que le preguntó al chico cómo él tuvo éxito donde los demás habían fracasado.
El muchacho respondió:
- “Yo no hice nada más que sentarme en el suelo y escuchar. En el silencio, oí el tictac del reloj y simplemente busqué en esa dirección”.

lunes, 1 de mayo de 2017

Invocación a San José

Papa San Juan XXIII

¡San José, guardián de Jesús y casto esposo de María,
tú empleaste toda tu vida en el perfecto cumplimiento de tu deber.
Tú mantuviste a la Sagrada Familia de Nazaret con el trabajo de tus manos.
Protege bondadosamente a los que se vuelven confiadamente a ti.
Tú conoces sus aspiraciones y sus esperanzas.
Ellos se dirigen a ti porque saben que tú los comprendes y proteges.
Tú también supiste de pruebas, cansancio y trabajo.
Pero, aun dentro de las preocupaciones materiales de la vida,
tu alma estaba llena de profunda paz y cantó llena de verdadera alegría
debido al íntimo trato que gozaste con el Hijo de Dios

que te fue confiado a ti a la vez a María, su tierna Madre. Amén.

La oruga

Un pequeño gusanito caminaba un día en dirección al sol. Muy cerca del camino se encontraba un escarabajo: 
- ¿Hacia dónde te diriges?, le preguntó.
Sin dejar de caminar, la oruga contestó:
- Tuve un sueño anoche; soñé que desde lo alto de la gran montaña yo miraba todo el valle. Me gustó lo que vi en mi sueño y he decidido realizarlo.
Sorprendido, el grillo dijo, mientras su amigo se alejaba:
- ¡Debes estar loco!, ¿Cómo podrías llegar hasta aquel lugar? ¡Tú, una simple oruga! Una piedra será para ti una montaña, un pequeño charco un mar y cualquier tronco una barrera infranqueable.
Pero el gusanito ya estaba lejos y no lo escuchó. Sus diminutos pies no dejaron de moverse.
La oruga continuó su camino, habiendo avanzado ya unos cuantos centímetros.
Del mismo modo, la araña, el topo, la rana y la flor aconsejaron a nuestro amigo a desistir de su sueño.
- ¡No lo lograrás jamás! -le dijeron-, pero en su interior había un impulso que le hacía seguir.
Ya agotado, sin fuerzas y a punto de morir, decidió parar a descansar y construir con su último esfuerzo un lugar donde pernoctar:
- Estaré mejor, fue lo último que dijo, y murió.
- Todos los animales del valle durante días fueron a mirar sus restos. Ahí estaba el animal más loco del pueblo.
Había construido como su tumba un monumento a la insensatez. Ahí estaba un duro refugio, digno de uno que murió "por querer realizar un sueño irrealizable".
Una mañana en la que el sol brillaba de una manera especial, todos los animales se congregaron en torno a aquello que se había convertido en una advertencia para los atrevidos. De pronto quedaron atónitos.
Aquella concha dura comenzó a quebrarse y con asombro vieron unos ojos y una antena que no podía ser la de la oruga que creían muerta. Poco a poco, como para darles tiempo de reponerse del impacto, fueron saliendo las hermosas alas arco iris de aquel impresionante ser que tenían frente a ellos: una mariposa.
No hubo nada que decir, todos sabían lo que haría: se iría volando hasta la gran montaña y realizaría un sueño; el sueño por el que había vivido, por el que había muerto y por el que había vuelto a vivir.

"Todos se habían equivocado". Dios no nos hubiera dado la posibilidad de soñar, si no nos hubiera dado la oportunidad de hacer realidad nuestros sueños...
Si tienes un sueño, vive por él, intenta alcanzarlo, pon la vida en ello y si te das cuenta que no puedes, quizá necesites hacer un alto en el camino y experimentar un cambio radical en tu vida y entonces, con otro aspecto, con otras posibilidades y circunstancias distintas: ¡¡LO LOGRARAS!!
El éxito en la vida no se mide por lo que has logrado, sino por los obstáculos que has tenido que superar en el camino.
Lucha con todas tus fuerzas por lo que deseas y alcanzarás tus sueños. No importa las veces que lo intentes, sigue hasta el final.

domingo, 30 de abril de 2017

Una canción sin ocaso

Antonio López Baeza

Cantemos al que hace entre nosotros
mucho más de lo que jamás pudimos soñar.
Al que ha alcanzado la cumbre de la vida
con su gran amor que lo condujo a lo más hondo de la muerte.
El Señor grita su eterna victoria
y descorre el velo que nos separaba de la mesa de la justicia universal.
Ha cumplido su promesa de estar con los que luchan
a favor del abrazo que florece en canciones.
y hasta el rincón más oscuro de la tierra
ha sido iluminado por la gloria del Resucitado.
¡Cantemos la canción del amor que no muere,
habitantes de este mundo que tantas veces crucificara el amor!
¡Dancemos, forjando con nuestros brazos en alto
la enramada de la amistad que embellece e ilumina
horizontes que fueran de temor y desesperanza!
¡Resuenen los himnos de la fiesta única,
derribados, ya para siempre, los muros y fronteras
que levantara el miedo, la ambición y el olvido!
¡Que cada vida sea en sí misma una canción sin ocaso;
y cada cuerpo, al fin, un instrumento afinado de armonías inéditas!
¡Que se sumen a nuestra fiesta el mar y los ríos;
los bosques, prados y montañas:
porque también a ellos alcanza la gloria del Amor Resucitado!
Cristo, el Señor, es la nueva y definitiva fuente de vida
que sacia con su abundancia nuestro anhelo de ser para siempre
en un abrazo sin solución de tiempo, de espacio o de tristeza.

Cuento de Pascua

Israel Gajete

Cuentan que un día, hace miles de años, una bellota lloró durante semanas bajo un roble anciano. Éste compadeciéndose al fin de ella, le preguntó:
- ¿Qué te atormenta hermosa bellota? ¿Cuál es el motivo de tu aflicción?
La bellota contuvo su llanto, sorprendida porque aquel enorme árbol le hubiese llamado hermosa a ella, minúscula y ridícula... No, ni aunque un bosque entero la hubiera llamado hermosa, hubiera creído serlo.
- ¿Cómo puedes llamarme hermosa, a mí, que soy tan pequeña que apenas alcanzo a percibir la luz del sol que tapan tus ramas?
- Creo que eres hermosa. Y me entristece que pienses que la belleza sólo se encuentra en el tamaño. ¿Tendría que llorar yo entonces contemplando la montaña? Y ya que has contestado a mi pregunta con otra, permíteme interrogarte de nuevo: ¿Acaso el lirio es menos bello que el río? ¿Crees que el estruendo de la tormenta es más hermoso que el canto del ruiseñor? La belleza se encuentra en el corazón que aprecia aquello que le rodea, indistintamente de su tamaño. Tú serás tan hermosa a mis ojos como yo quiera verte.
- Pero aun así, aunque de verdad fuera bella... ¿De qué me sirve? No valgo para nada. Dime tú, sabio roble, ¿Para qué disfrutar del viento y la luz cuando vivía en tus ramas, si ahora estoy en el suelo cubierta de un polvo que apenas me permite ver? Cuando caí con mis hermanas al menos disfrutaba de su compañía, pero vinieron los cerdos y se las comieron, esparciendo sus cáscaras alrededor de mí.
- Hija mía ¿Ni siquiera te sientes privilegiada por ello? ¿No te acuerdas cuando te acunaba en las noches serenas y te protegía con mis hojas de la lluvia...? Yo sabía que tú eras especial, única. Te he cuidado y te he mimado porque dentro de ti se encuentra la luz fecunda que ahora desconoces. Eres mi predilecta desde que te vi nacer.
- No lo entiendo. No sé de qué me hablas. ¿Por qué he de ser especial? Mírame bien, soy una bellota menuda, rota, amarga... ¿aun así dices que soy bella y especial? La tierra intenta tirar de mí, y no sé por qué aún me resisto. ¿Cuál es la razón de mi existencia? Soy muy joven pero ya me siento morir. Todo lo que me rodea son motivos de desánimo, no encuentro razones para ser feliz. No puedo ser feliz.
- Querida bellota, te resistes inútilmente a tu destino. Te esfuerzas en vano. Cuantas más energías destines a permanecer fuera de la tierra, antes morirás.
- ¿Y así intentas consolarme? Desde siempre te he admirado, tú que eres grande y robusto... incluso te he envidiado. Pero con el tiempo me he conformado con ser lo que soy. Un apéndice de ti, un trocito de madera que arrojaste al suelo para ser devorado por los animales. No he pretendido ser más que eso. Ahora veo que mi vida carece de sentido. Para morir así, hubiese preferido no vivir. Esa es la causa de mi llanto sabio roble.
- Ha llegado la hora de contarte tu gran secreto. En realidad no eres un apéndice de mí, un estorbo inútil en mis ramas, ni tampoco comida para los animales. Eres un roble, disfrazado con la pequeñez que hace humilde al bueno y soberbio al que se deja llevar por el mal. Pero para convertirte en un roble como yo, debes morir primero. En tu alma llevas la impronta de mi ser, la potencialidad que te convertirá en árbol. Te pudrirás y el roble que llevas en tu interior te desgarrará la piel, dividirá tu corazón de semilla. La transformación es dolorosa. Pero te aseguro que es la única puerta a la felicidad. No creas que ese dolor es gratuito.
En ese momento la semilla se inundó de una paz y una alegría intensa. Su lamento se trocó en canto de esperanza, y dejó que la madre tierra, poco a poco, la acogiera en su seno, soñando con convertirse en un hermoso roble.
Pasaron los años, y el roble joven disfrutaba de la incipiente primavera. Una pequeña oruga trepó trabajosamente por su tronco y se detuvo en una rama. Comenzó a expulsar seda por su boca y a encerrarse en una crisálida. Con voz triste y cortes dijo:
- Permíteme que me aloje aquí, serán sólo unos días. Creo que se acerca el fin del mundo. Me parece que voy a morir pronto. No te preocupes por la seda, el viento la arrancará cuando yo sólo sea polvo.
Apenas transcurrida una hora, la oruga rompió a llorar.
- Hermosa oruga -dijo el joven árbol- ¿Por qué lloras?
- ¿Hermosa dices? Déjame en paz; ¿Y no te he dicho que voy a morir? ¿No te basta así que además tienes que atormentarme con tu ironía? Ya llega el fin del mundo...
El velo de la noche lo cubrió todo. La oruga, cansada de llorar se durmió. El árbol inclinó su rama, protegiéndola del viento, y susurrando murmuró:
- Querida oruga, aquello que tú llamas el fin del mundo, el resto del mundo lo llamará... MARIPOSA.