sábado, 21 de octubre de 2023

Salve, Madre

Salve, Madre, en la tierra de tus amores
te saludan los cantos que alza el amor.
Reina de nuestras almas, flor de las flores,
muestra aquí de tu gloria los resplandores;
que en el cielo tan sólo te aman mejor.
Reina, aquí todo es tuyo; tu gloria y hermosura
bendicen hoy tus hijos en cántico triunfal.
El sol de nuestro cielo con tu esplendor fulgura,
y aquí, Madre, las almas olvidan su amargura
para entonarte el himno del amor inmortal.
Virgen santa, Virgen pura, vida, esperanza y dulzura,
del alma que en ti confía; Madre de Dios, Madre mía,
mientras mi vida alentare, todo mi amor para ti;
mas si mi amor te olvidare, Madre mía, Madre mía,
aunque mi amor te olvidare, tú no te olvides de mí.

El pollero

Un hombre entró en una pollería. Vio un pollo colgado y, dirigiéndose al pollero, le dijo:
-- Buen hombre, esta noche tengo en casa una cena para unos amigos y necesito un pollo. ¿Cuánto pesa éste?
-- Dos kilos, señor, contestó el pollero.
El cliente meció ligeramente la cabeza en un gesto dubitativo y dijo:
-- Éste no me vale entonces. Sin duda, necesito uno más grande.
Era el único pollo que quedaba en la tienda. El resto de los pollos se habían vendido. Pero el pollero no estaba dispuesto a dejar pasar la ocasión. Cogió el pollo y se retiró a la trastienda, mientras iba explicando al cliente:
-- No se preocupe, señor, enseguida le traeré un pollo mayor.
Permaneció unos segundos en la trastienda. Acto seguido apareció con el mismo pollo entre las manos, y dijo:
-- Éste es mayor, señor. Espero que sea de su agrado.
-- ¿Cuánto pesa éste? -preguntó el cliente.
-- Tres kilos -contestó el pollero sin dudarlo un instante.
-- Bueno, me quedo con los dos, dijo el cliente.

viernes, 20 de octubre de 2023

Venid a mí

        José María Rodríguez Olaizola

“Venid a mí”, bramó la tormenta,
invitándonos a adentrarnos en su intemperie llena de posibilidades.
“Venid a mí”, dijo la luz,
alejando de nosotros el temor a la sombra.
“Venid a mí”, propuso la esperanza,
convertida en caricia para quienes andaban cansados y afligidos.
“Venid a mí”, exclamó la pasión,
prometiendo un nuevo fuego al rescoldo de corazones que en otro tiempo ardieron.
“Venid a mí”, exigió la justicia,
herida –en las víctimas- por tanta mentira dicha en su nombre.
“Venid a mi, susurró el silencio,
mostrando, con los brazos abiertos, una forma distinta de cantar.
“Venid a mí”, gritó la soledad, cansada de deserciones y abandono.
“Venid a mí”, pidió el dolor,
ofreciendo su rostro herido para que la compasión lo acunase.
“Venid a mí”, llamó el dios de los encuentros… Y fuimos.
A veces vacilantes, con toda nuestra inseguridad a cuestas.
Pero fuimos.

El mejor amigo del hombre

Cuentan que hace mucho tiempo vivió Jacinto, un anciano muy noble y temeroso de Dios, ayudaba al más necesitado y compartía con el más pobre lo poco que él tenía.
Un día bajo un ángel del Señor a caminar entre los hombres, presenció con mucho agrado los actos de caridad del buen Jacinto. Vio como, a pesar de sus propias necesidades y carencias, siempre tenía algo para su prójimo.
Regresó el ángel a contarle al Señor todo lo que había visto y escuchado.
-- ¿Cómo podría premiar a mi querido hijo por su bondad ,Haniel?, dijo el Señor, (Haniel es el nombre el ángel que representa la gracia de Dios con los hombres). Ve y pregúntale, Haniel.
Obedeció, y se presentó en un sueño a Jacinto, lo saludo con especial afecto diciendo:
-- Eres especial ante los ojos de nuestro Creador, te ama con un amor inmenso, y quiere que sepas que todo lo que hagas con tu prójimo regresará a ti, y desea complacerte con algo que sea especial para ti en tu corazón.
-- ¡Nada tengo, nada soy ante mí Señor! Más si Él desea complacerme, he de decir que muchas veces me siento solo y desearía tener un amigo que me haga compañía.
-- Noble es tu deseo, así será. ¿Cómo quieres que sea tu amigo? (dijo Haniel)
-- Solo deseo que me quiera y que me acepte como soy, que sea sincero, fiel, incondicional, que me acompañe donde vaya y que no le importe mi pobreza.
-- (sonrió Haniel) Justos son tus deseos se los haré saber a nuestro señor.
Fue Haniel con Dios y le contó los deseos de Jacinto.
-- Muy difícil encontrar entre los hombres alguien con esas cualidades, ¡aunque nada es imposible para mí!, dijo Dios a Haniel.
Al amanecer escuchó Jacinto un feliz ladrido que le daba los buenos días, no fue necesaria una explicación, Dios había concedido su petición, el mejor amigo del hombre había sido creado como regalo a su bondad. A día de hoy lo sigue siendo .Y es llamado por todos simplemente: perro.

martes, 17 de octubre de 2023

Himno de alabanza

Al filo de los gallos, viene la aurora;
los temores se alejan como las sombras.
¡Dios, Padre nuestro, en tu nombre dormimos y amanecemos!
Como luz nos visitas, Rey de los hombres,
como amor que vigila siempre de noche;
cuando el que duerme, bajo el signo del sueño, prueba la muerte.
Del sueño del pecado nos resucitas,
y es señal de tu gracia la luz amiga.
¡Dios que nos velas! Tú nos sacas por gracia de las tinieblas.
Gloria al Padre, y al Hijo, gloria al Espíritu,
al que es paz, luz y vida, al Uno y Trino;
gloria a su nombre y al misterio divino que nos lo esconde.

Un preso singular

Era un hombre que había sido encarcelado. A través de un ventanuco enrejado que había en su celda le gustaba mirar al exterior. Todos los días se asomaba al ventanuco, y, cada vez que veía pasar a alguien al otro lado de las rejas, estallaba en sonoras e irrefrenables carcajadas. El guardián estaba realmente sorprendido. Un día ya no pudo por menos que preguntar al preso:
-- Oye, hombre, ¿a qué vienen todas esas risotadas día tras día?
-- ¿Cómo que de qué me río?, contestó el preso, ¡Pero no te das cuenta! Me río de todos esos que hay ahí. ¿No ves que están presos detrás de estas rejas?

Moraleja: Por falta de visión, no sólo estás en cautiverio, sino que ni siquiera llegas a darte cuenta de que lo estás.

domingo, 15 de octubre de 2023

"Nada te turbe"

        Santa Teresa de Jesús

Nada te turbe, Nada te espante,
todo se pasa, Dios no se muda.
La paciencia Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene nada le falta:
Sólo Dios basta.
Eleva el pensamiento, al cielo sube,
por nada te acongojes, nada te turbe.
A Jesucristo sigue con pecho grande,
y, venga lo que venga, nada te espante.
¿Ves la gloria del mundo? es gloria vana;
nada tiene de estable, todo se pasa.
Aspira a lo celeste, que siempre dura;
fiel y rico en promesas, Dios no se muda.
Ámalo cual merece Bondad inmensa;
pero no hay amor fino sin la paciencia.
Confianza y fe viva mantenga el alma,
que quien cree y espera, todo lo alcanza.
Del infierno acosado aunque se viere,
burlará sus furores quien a Dios tiene.
Vénganle desamparos, cruces, desgracias;
siendo Dios su tesoro, nada le falta.
Id, pues, bienes del mundo; id, dichas vanas;
aunque todo lo pierda, SÓLO DIOS BASTA.

Y Dios creó a los catequistas…

Cuando Dios creó el mundo, un día antes de darlo por terminado, Dios encomendó a sus ángeles la tarea de recorrer de nuevo el mundo y ver si faltaba algo por hacer. Un ángel llamado Juan, le contestó:
- “Señor, mil veces nos has enviado a ver si faltaba algo, ya te hemos dicho que todo quedó muy bien.”
Y Dios se fue a dormir. A la mañana siguiente, Dios madrugó más de lo normal, y aún en pijama se asomó a la ventana y vio que el hombre estaba talando bosques, matando focas, robando a sus empleados, e inventando armas para pelear por el petróleo, antes aún de descubrirlo. Dios mandó a sus ángeles bajar a la tierra a indagar que había hecho mal y corregirlo.
Muchos días después, los ángeles subieron a Su presencia.
- “Señor, tenemos que darte una mala noticia. Toda tu obra ha quedado perfecta salvo una cosa: el corazón humano se rasga con cada palabra que pronuncian otros hombres, y en cada grieta se cuelan unos sentimientos extraños que Tú no creaste y que el hombre mismo les ha puesto nombre: odio, celos, rencores, ambición…”
- “Nosotros hemos cerrado sus heridas con tus palabras y con tus sentimientos, pero no basta con cerrarlas una vez; se vuelven a abrir otra vez, el corazón humano te ha quedado olvidadizo y frágil. Habría que estar todo el día a su lado.”
Un ángel propuso:
- “Sólo cabe una solución, has de destruirlo y volverlo a crear de nuevo, mejorando su corazón; el de uno de esos perros que tienen en sus casas podrías copiárselo.”
Dios contestó:
- “No, no puede ser. Les he tomado ya tanto cariño, y hasta tengo escogido de entre ellos algunos para grandes misiones. Creo que es mejor solución la que dijiste antes: que haya ángeles en medio de ellos, constantemente cerca, para cerrar sus heridas y sanarles el corazón y para hablarles de mí y de nuestro proyecto común, a todas horas, en toda ocasión, a tiempo y a destiempo. Id todos.
Y así fue como Dios creó a los catequistas…