sábado, 31 de agosto de 2024

A san Ramón Nonato

Glorioso san Ramón, que desde tu nacimiento
fuiste especial objeto de la misericordia del Señor,
y fuiste acogido por la Santísima Virgen como hijo predilecto,
te suplicamos nos alcances de Dios las virtudes
que te convirtieron en servidor de los cautivos cristianos:
el amor a la Santísima Virgen María,
la práctica eminente de la fe, la esperanza y la caridad,
la mortificación de los sentidos, el espíritu de oración
y tu íntima unión con Cristo en la Eucaristía.
Te pedimos que intercedas ante Dios nuestra Madre, María Santísima,
para que nosotros también podamos practicar la caridad
con Dios y los hermanos, especialmente los más necesitados,
para ser buenos discípulos de Jesús
e hijos de María Santísima de la Merced.
Tú que eres Patrono y Protector de las madres,
protégelas y ayúdalas en su alumbramiento;
y a cuantos participan en la conservación del nuevo ser,
concédeles el respeto sagrado por la vida humana.
Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor. Amén.

El hombre que quería cambiar el mundo

        Ángel María

Érase una vez, un hombre que, cada mañana, se despertaba con la misma idea en su cabeza, la de cambiar el mundo. Se levantaba de la cama, se miraba al espejo y le decía a su reflejo: “tú puedes cambiar el mundo”.
Luego, se arreglaba, desayunaba y se preparaba para ir a su trabajo, donde pasaba la jornada inmerso en una actividad frenética, atendiendo sus tareas de manera organizada y disciplinada.
Al cabo de unas horas, regresaba a su casa, se preparaba la cena, se distraía un rato viendo la televisión, leyendo un libro o escuchando música y, antes de marcharse de nuevo a la cama, se miraba en el espejo y le decía a su reflejo: “dame fuerzas para poder cambiar el mundo mañana”.
Al día siguiente, repetía la misma rutina. Al levantarse, se recordaba que podía cambiar el mundo, y antes de acostarse, pedía tener fuerzas para intentarlo nuevamente al despertar. Y así un día tras otro, mientras el tiempo iba pasando y veía que el mundo no cambiaba, lo que hacía que cada vez se sintiera más triste y desesperanzado.
Por ello, al cabo de unos años, pensó que quizás, intentar cambiar el mundo era una tarea demasiado ambiciosa, por lo que probó a modificar un poco los mensajes que se decía diariamente. Y aquella mañana, cuando se levantó de la cama y se miró al espejo, le dijo a su reflejo: “tú puedes cambiar el entorno que te rodea”. Y de igual forma, modificó el mensaje que se decía antes de acostarse.
Los años seguían pasando, y tampoco veía ningún cambio en su entorno, ni mucho menos en el mundo, por lo que empezó a perder la esperanza.
Al cabo de mucho tiempo, una noche tuvo un sueño revelador y, al despertar, en su mente solo se repetía una frase que había estado escuchando en su sueño: “sé el cambio que quieres ver en el mundo”.
Esas fueron las palabras que se dijo esa mañana a su propio reflejo del espejo. Y eso fue lo que empezó a hacer desde ese mismo día; ser el cambio que quería ver en el mundo. Y es cuando todo empezó a ser distinto, tal y como él quería. Porque cambiar el mundo empieza en ti, en definir tu propósito.

viernes, 30 de agosto de 2024

Despiértanos, Señor

Señor, hazme diligente en la fe.
Cura mi pereza y hazme entender que…
nadie puede velar en lugar de mí,
nadie puede amar en lugar de mí,
nadie puede rezar en lugar de mí,
nadie puede aprender en lugar de mí,
nadie puede caminar en lugar de mí
nadie puede sufrir y gozar, en lugar de mí
nadie puede vivir en lugar de mí.
La existencia no admite representaciones.
Despiértanos del sueño de una vida superficial,
Que cada día llenemos nuestras lámparas
en la oración, en los sacramentos, en la comunidad cristiana,
con el cariño de quienes nos quieren bien
y en el servicio a las personas que nos necesitan.
para que podamos verte, reconocerte y acogerte,
para que tú puedas compartir con nosotros tu alegría y tu paz.. Amén.

Lo tortuga y la estudiante de geología

Un día que la clase de primero de carrera de Geología había ido de excursión al campo, una de las estudiantes se quedó mirando a una enorme tortuga que había salido del río y se desplazaba lentamente.
Arrastrándose por un camino de tierra y barro, dirigía sus lentos pasos hacia el terraplén de otro camino, al que parecía querer encaramarse con el riesgo de ser aplastada por alguno de los vehículos que circulaban por allí.
La joven, que se había decantado por la carrera de geología no por su especial interés en la naturaleza, sino porque pensaba que era la menos científica de las carreras de ciencias, decidió ayudar a esa tortuga, animada por su fiel compromiso y su sentido de codependencia del mundo.
Sin dudarlo, se puso a estirar y a empujar a aquella gigante tortuga para sacarla del enfangado camino, evitar que accediera al que consideraba un destino peligroso y devolverla hasta la orilla del río.
Pero, en ese momento, se le acerca el profesor y le pregunta:
— ¿Sabe usted lo que está haciendo?
— Intento salvar a la tortuga -responde ella contrariada.
— ¿Es que usted sabe cuál es la intención de esa tortuga? -vuelve a preguntar el profesor. Y ante la respuesta negativa de la estudiante, le dice. Probablemente, esa tortuga se ha pasado un mes arrastrándose por ese camino de tierra y fango, para poder depositar sus huevos en un lugar seguro, al borde del camino. Y usted acaba de hacer que vuelva al punto de partida.
La joven estudiante se quedó sorprendida, avergonzada y arrepentida de su acción. Aunque pudo aprender una de las más importantes lecciones de su vida.
Esa joven estudiante era Gloria Steinem, periodista y escritora estadounidense y activista de los derechos de la mujer. Ella misma ha contado esta anécdota para compartir la lección que aprendió: pregunta siempre a la tortuga.

miércoles, 28 de agosto de 2024

Alabanza al Creador

            San Agustín Confesiones 5, 1, 1.

Que mi espíritu te alabe, para que pueda llegar a amarte.
Que confiese tus muchas misericordias, para que sepa así alabarte.
Todas las criaturas no cesan ni se avergüenzan de alabarte.
No hay espíritu alguno que no te alabe con su boca.
Todos los seres, animados o inanimados,
no cejan de alabarte por medio de quienes les contemplan.
El Universo todo me invita a que salga de mi modorra
y me alce hacia Ti, que eres mi puesta a punto y mi fuerza.

El verdadero anhelo del hombre

                 Angel María

Había una vez, en un país muy lejano, el soberano prohibía cazar fuera de los límites de su reino. Quien lo hiciera, podría ser condenado a morir.
Un día, un joven príncipe estaba cazando por el lugar sin mucha fortuna. Cuando por fin encontró una presa y le disparó con su flecha, el animal sobrepasaba las lindes de su reino, por lo que fue apresado y llevado ante el rey.
Como se trataba de un príncipe respetado en el lugar, el gobernante decidió darle una oportunidad de salvar su vida, si conseguía encontrar la respuesta a una pregunta. Para ello, le daba hasta un año de tiempo, que tendría que dedicar por entero a averiguar la respuesta. El príncipe agradeció la compasión del soberano y le pidió que le dijera qué pregunta debía responder, a lo que el rey contestó:
— Quiero que me digas cuál es el verdadero anhelo del hombre para ser feliz.
El joven príncipe comenzó su andadura motivado y convencido de que pronto encontraría la respuesta. Pero, después de empezar a preguntar a todos los habitantes del reino y comprobar que no encontraba dos respuestas que fueran similares, se dio cuenta de que era una cuestión más complicada de lo que pensaba en un principio.
El tiempo seguía pasando y estaba a punto de cumplirse el plazo que le había marcado el rey para poder salvar su vida. Así que, desesperado, decidió ir a preguntar a la vieja bruja del reino.
La anciana le comunicó que sabía la respuesta y se la daría, pero a cambio tendría que casarse con ella. El príncipe se quedó pensando. Por un lado, necesitaba saber esa respuesta si quería seguir vivo, pero por otro, no quería pasar el resto de su vida con una vieja bruja, malvada y cruel, pues sabía que sería completamente infeliz.
El joven intentó convencer a la anciana de que le diera la respuesta, le rogó, le suplicó, intentó negociar con ella, pero la bruja se mantuvo firme. Esa era su única condición, así que el príncipe tenía que decidir qué quería hacer en ese mismo instante. El joven se quedó un rato pensando y, antes de tomar una decisión, le preguntó:
— ¿Por qué quieres que me case contigo a cambio de resolver la pregunta?
— Porque los dos estamos solos y necesitados. Tú me necesitas a mí para salvar tu vida, y yo te necesito a ti para salvar la mía.
Después de un rato en silencio, valorando lo que la bruja le acaba de decir, finalmente respondió:
— Tal vez tengas razón en lo que dices, ambos nos necesitemos mutuamente. Pero no creo que casarnos consiga realmente salvar nuestras vidas. Al contrario, haría que cayéramos en una condena mayor ya que estaríamos viviendo una vida que ninguno hemos elegido, pues nos ha sido impuesta. Así que, rechazo tu oferta y afrontaré mi destino siendo el soberano de mi propia vida.
El joven dejó allí a la vieja bruja y regresó a casa. Al cabo de unos días, se presentó ante el rey, quien le esperaba para dictar sentencia. El príncipe se postró ante el soberano, dispuesto a aceptar su castigo, pero se sorprendió cuando escuchó las siguientes palabras del rey:
— Has conseguido la respuesta que buscaba y con ello, no sólo has salvado tu vida, sino también la de mi hija.
El príncipe, atónito, levantó la cabeza y vio una joven hermosa junto al rey, quien siguió hablando:
— Cuando rechazaste la propuesta de la malvada bruja, liberaste el hechizo que mantenía a mi hija presa. Si hubieras aceptado, nunca habría recuperado a mi hija y tú habrías salvado tu vida, aunque fueras para siempre infeliz.
Y la rechazaste porque quisiste tomar las riendas, ser soberano de tu propia vida, y esa, amigo mío, es la respuesta que buscaba. Ese es el verdadero anhelo del hombre para ser feliz.

martes, 27 de agosto de 2024

Himno a las santas mujeres

En la fiesta de una gran santa y madre: Santa Mónica

Dichosas sois vosotras que guardasteis
con amor maternal en vuestro seno
la palabra del Hijo que engendrasteis
en la vida de fe y de amor pleno.
Dichosas sois vosotras que en la vida
hicisteis de la fe vuestra entereza,
vuestra gracia en la Gracia fue asumida,
maravilla de Dios y de belleza.
Dichosas sois vosotras que supisteis
ser hijas del amor que Dios os daba,
y así, en la fe, de muchos madres fuisteis,
fecunda plenitud que nunca acaba.
No dejéis de ser madres en la gloria
de los hombres que luchan con anhelo,
ante Dios vuestro amor haga memoria
de los hijos que esperan ir al cielo. Amén.

Ser una flor

            Ángel María

Un joven discípulo fue a visitar a su maestro para recurrir a su sabiduría, pues necesitaba saber cómo podía evitar que otras personas le molestaran.
— Maestro, ¿qué puedo hacer para no enfadarme por lo que otros dicen? Algunas personas hablan demasiado, otros son demasiado ignorantes, también hay quien se muestra indiferente a la injusticia, y siento odio por quienes mienten. Todo ello me indigna y me hace sufrir. ¿Qué me recomienda, maestro?
— Te recomiendo que seas una flor -respondió el maestro.
— ¿Que sea una flor? -preguntó el discípulo intrigado-: ¿Cómo voy a ser una flor, maestro?
El maestro señaló unos hermosos lirios que crecían en su jardín y continuó hablando:
— Fíjate en las flores. Ellas nacen en el estiércol, pero desprenden un agradable aroma. El abono es maloliente sí, pero ellas saben extraer de él todo aquello que les es útil y no permiten que lo agrio de la tierra manche la frescura de sus pétalos.
El joven discípulo se quedó mirando a las flores pensando en lo que su maestro le había dicho, quien al momento, continuó hablando.
— Puede ser normal angustiarse por las propias culpas, incluso necesario para conseguir un aprendizaje de ellas, pero no es sabio que te incomoden los defectos de los demás. Sus defectos son suyos, pero no tuyos. Y si no son tuyos, no hay motivo para molestarse. Así que mi recomendación es que ejercites la virtud de rechazar todo el mal que viene de fuera y dedícate a perfumar la vida de los demás haciendo el bien. Eso es ser una flor.