sábado, 21 de agosto de 2021

Señor, dame un corazón...

Señor, dame un corazón abierto que sepa acoger tu amor,
el amor gratuito e incondicional que sostiene mi vida.
Señor, dame un corazón humilde que sepa dejarse amar
por las personas que me ayudan a crecer en humanidad.

Señor, dame un corazón generoso que sepa amarte,
amarte en todo lo que haga y por encima de todo y de todos.

Señor, dame un corazón comprometido que sepa servir,
servir a todos, comenzando por los últimos, por los pobres.

Señor, dame un corazón agradecido que sepa valorarme,
amarme y alegrarme con los dones que he recibido de Ti.

Señor, dame un corazón sabio, para comprender
que sólo tu amor puede llenar del todo mi corazón,
que sólo el que ama con grandeza puede recibir amor,
que sólo el que se deja amar con humildad puede amar,
que sólo el que ama y se dejar amar puede ser feliz.

El chófer de Einstein

Se cuenta que en los años 20, cuando Albert Einstein empezaba a ser conocido por su teoría de la relatividad, era con frecuencia solicitado por las universidades para dar conferencias.
No le gustaba conducir, pero el coche le resultaba muy cómodo para sus desplazamientos, así que contrató los servicios de un chofer.
Después de varios días de viaje, Einstein le comentó al chofer lo aburrido que era repetir lo mismo una y otra vez.
- Si quiere, le dijo el chofer, le puedo sustituir por una noche. He oído su conferencia tantas veces que la puedo recitar palabra por palabra.
Einstein aceptó y, antes de llegar al siguiente lugar, intercambiaron sus ropas y Einstein se puso al volante. Llegaron a la sala donde se iba a celebran la conferencia y, como ninguno de los académicos presentes conocía a Einstein, no se descubrió el engaño.
El chofer expuso la conferencia que había oído repetir tantas veces a Einstein. Al final, un profesor en la audiencia le hizo una pregunta. El chofer no tenía ni idea de cuál podía ser la respuesta; sin embargo, tuvo un golpe de inspiración y le contesto:
- La pregunta que me hace es tan sencilla, que dejaré que mi chofer, que se encuentra al final de la sala, se la responda.

Moraleja: «Dime con quién andas y a aullar aprende»

jueves, 19 de agosto de 2021

Deja a tu alma volar…

Cuando el camino se hace cuesta arriba, NO LO DEJES.
Cuando las cosas andan mal como a veces sucede, NO ABANDONES.
Cuando no consigas resultados, y se sumen los problemas, NO TE RINDAS.
Cuando quieras sonreír y sólo puedas suspirar, NO TE CAIGAS.
Cuando la suerte, te sea adversa, y no encuentres fuerzas para seguir, NO RENUNCIES.
Cuando no encuentres compañeros de lucha, NO TE APURES.
Hay manos que sostienen las tuyas¡!!
Cree y Siente en cada minuto de tu vida, deja que tu alma "vuele libre"
por los jardines hermosos de la confianza en Dios,
que llega donde nuestra visión no puede alcanzar, pero sí nuestro corazón puede sentir.
Tu alma desea estar libre para darte fuerza y estímulo!

Sabino, el monje teatino

Hace años me encontraba huyendo de una circunstancia complicada, lejos de personas conocidas. Conocí a un fraile Teatino, era una fría noche y no encontraba alojamiento. Pregunté en el pueblo cercano y me dijeron que habían acabado las fiestas el día anterior y por eso estaba todo cerrado. Me mandaron a un convento de frailes Teatinos, porque allí alojaban a peregrinos y a personas que iban ha hacer retiros.
Llegué a la puerta y llamé, hacía un frío al que yo no estaba acostumbrado y me costaba un poco respirar, esperé un buen rato, pero nadie acudía; llamé repetidas veces y me estaba entrando un poco de miedo. Me veía pasando la noche a la intemperie. A punto ya de irme, estaba decidiendo si quedarme en un soportal que había en un jardín cercano o bajar de nuevo al pueblo. Cuando de pronto oigo un ruido, un golpe fuerte y veo como la puerta se abre. Me salió del alma decir mirando al cielo, al fraile que abrió, ¡gracias Dios mio!
El solo dijo, pasa, anda, pasa que hace mucho frío y cerró la puerta dando otra vez el golpe que había oído antes, diciendo, esta puñetera puerta está estropeada y no la arreglamos nunca, hay que abrirla a puñetazos.
- Yo me llamo Sabino, supongo que no has encontrado nada para quedarte, aquí tienes tu casa. Para nosotros es un poco tarde, pero acompáñame a la cocina y te preparo algo caliente para cenar.
A lo que yo dije que no, que no quería molestar.
- Sígueme, me dijo con un tono firme de voz.
Llegamos a una cocina inmensa y me dijo siéntate aquí cerca y mientras se calienta la sopa charlamos. La sopa era de verduras y olía a gloria. Sabino abrió una botella de vino ya descorchada y me dio un vaso, él se puso otro y los llenó los dos.
Sabino era alto y muy desgarbado, tenía un pelo muy negro y con pocas canas, me asombré luego al conocer su edad, usaba gafas con una patilla cogida con esparadrapo.
Sin más preguntas me empezó a contar todas las actividades que allí hacían, cuantos hermanos eran. Ma habló de su huerto, su viñedo, sus gallinas, sus cabras y su vaca que había tenido un ternero hacía poco. Y su preocupación porque se iban muriendo hermanos y no llegaban nuevos. Sabino tenía 69 y me dijo de broma que el era el delantero centro del equipo y que el portero tenía 82.
La sopa sabía a gloria y el vino estaba buenísimo así como el pan. Me lo zampé todo en un momento.
Me dijo ¡había hambre! cuando hay hambre no hay que decir no te molestes, porque la comida te la ofrece Dios. Y volvió a llenar los dos vasos de vino.
- Entonces me preguntó y tú ¿quien eres?
- Yo le respondí, soy Joaquín y soy óptico y vengo por aquí a conocer estás tierras.
- Me respondió, ¿y que más?
Me quedé un poco mudo y balbuceé: - bueno también soy padre pero no estoy casado, pero cuido de mi hijo.
- ¿Y que más?,
- Bueno, me gusta la artesanía y trabajo bien la madera y el acetato.
- Y volvió a la carga ¿y que más?
- ¡Ah! ya se me olvidaba pensé, soy Cristiano y estoy en una búsqueda de Dios... este viaje lo he hecho solo, aparte para conocer esta tierra, para encontrarme con Dios.
Soltó una risotada que creo que retumbó todo el convento.
Me dijo con una voz muy dulce:
- Mi querido Joaquín, te he preguntado quién eres y has puesto a Dios en el quinto lugar de tus prioridades. Tu no eres ninguna de esas cosas que has dicho, eres una criatura de Dios, y tienes que reconocerlo como tu creador que ya te lo entregó todo, te perdonó todo, te colmó de bendiciones, y te hizo hijo suyo. Quien más te ama en el mundo es quién te creó, y va contigo adonde tú vayas porque es tu padre. Y, gritando dijo: ¿por qué razón decís la puñetera profesión que tenéis cuando se os pregunta quien sois?
Somos criaturas de Dios y con esa base y alrededor de ese eje tenemos que vivir, este paso por esta vida es solamente para descubrir esto... Óptico, artesano, anda, anda... Sígueme que es ya muy tarde, mañana te levantas a las 5.30 y le das gracias a Dios. Esta noche duerme sabiendo que eres un hijo de Dios... mañana hablaremos.
Pasé allí unos días más, conocí a los hermanos, y mis charlas con Sabino a la lumbre y acompañadas de muchas historias, no encuentro palabras para definirlas, pero se puede decir que eran conversaciones con el Creador.
Y a ti si te preguntan ¿quién eres? ¿qué responderías?

martes, 17 de agosto de 2021

¡¡Inténtalo!!

Cierra los ojos unos minutos y deja tus pensamientos volar por sitios de amor.
No podemos cambiar el mundo, ni quitar todo el dolor de la tierra,
ni tener ya resueltos todos nuestros problemas,
pero podemos mirar con amor a cada cosa, cada persona.
Si pensamos que todo es pasajero, miraremos con cariño 
lo negativo 
que te encamina a la elevación y perfección,
y luego observaremos con felicidad
el cambio del mal en bien, de tristezas en alegrías.
Lo que hoy nos hace sonreír fueron cosas que ayer nos hicieron llorar.
Nuestras faltas de hoy también son las alegrías de mañana.
Las personas se van, los amores en el tiempo se pierden,
los problemas se solucionan, hasta el mismo sol
se va cada noche para renacer cada mañana...
No te quedes en el medio del camino porque allá. . .
¡ALGUIEN TE ESPERA!

Estoy ahí fuera

La señora María vivía en un pueblo rural. Vivía sola en una enorme casa, con muchos terrenos. Casi la mitad del pueblo era suyo. Tenía muchos obreros que trabajaban sus tierras y unas cuantas mujeres que atendían aquella mansión en la que vivía ella. Los vecinos de aquel pueblo decían que más que obreros eran esclavos porque no les pagaba ni para comer. No, no era querida en el pueblo la señora María. Aunque, eso sí, ella era muy devota, muy religiosa y muy practicante. Todos los días salía de casa muy temprano para ir a la iglesia a rezar.
Un día de crudo invierno, salió, como todos los días, para ir a la iglesia a rezar sus oraciones y oír la Misa. Había nevado mucho durante la noche y soplaba un viento helador. Por eso iba muy abrigada la señora María. Por el camino iba pensando mandaré que hagan una iglesia muy cerca de casa para no tener que soportar este frío. Se cruzó con varias personas, pero no les hizo caso. Hacía mucho frío y tenía prisa por llegar.
Cuando se acercó a la puerta, vio que estaba cerrada. Empujó con fuerza una y otra vez. Todo en vano. La puerta estaba cerrada. Antes de darse por vencida, volvió a empujar, esta vez con más fuerza y hasta un tanto enfadada. Nada, la puerta seguía cerrada.
Al darse la vuelta, se fijó que había un papel puesto en la puerta. El papel decía: “Estoy en la calle. Te has cruzado conmigo y no me has saludado”.
Y la señora María cayó en la cuenta. Desde entonces cambió por completo. Se hizo cristiana de verdad. Empezó a amar a Dios en los pobres obreros de sus tierras, en las mujeres de su mansión que le atendían, en los necesitados, en los niños, en los ancianos… Repartió sus tierras entre sus obreros. Repartió aquella casona e hizo pisos para aquellas mujeres que le atendían. Dedicó su vida a hacer todo lo que podía por el pueblo.
Había días que no sacaba tiempo ni para ir a rezar a la iglesia; pero había hecho que todo el pueblo fuese una iglesia, en la que Dios estaba siempre con la puerta abierta.
Dicen que la señora María murió muy pobre, pero muy feliz.