viernes, 27 de diciembre de 2019

Acércate a Belén

Acércate a Belén a escuchar ese evangelio
que se te anuncia también a ti, esa buena y gran noticia
que cada ser humano puede repetir con asombro:
"Nos ha nacido un Salvador". Es Dios quien te lo dice,
para que no lo dudes. Te lo dice y te da pruebas.
Acércate a Belén a escuchar, para que esa música,
que fue la banda sonora de la vida de Jesús,
vaya haciéndose también la banda sonora de tu vida,
y te dé alegría y paz, y te sepa llevar a donde fue él.
Acércate a Belén a dejarte querer,
a aceptar que estén dirigidas también a ti las palabras
que oyeron los pastores: "Paz a los hombres a quien ama el Señor".
Siéntete envuelto en esa complacencia de Dios;
experimenta la alegría de caerle bien, de ser objeto de su amor gratuito.
Acércate a Belén a recibir esa gran alegría
que es para todo el pueblo:
imagina tu vida como comunicación y contagio
de ese gozo destinado a llegar a todos.
Siente sobre ti la fuerza del Espíritu
que te envía a dar la Buena Noticia a los pobres.
Acércate a Belén a mirar y a asombrarte,
a transformar la imagen que tienes de Dios: "Dios es ese niño”.
La comunicación de Dios “se ha hecho debilidad humana
y ha plantado su tienda entre nosotros".
Acércate a Belén a tocar la debilidad de Dios,
a experimentar cómo, en medio de un mundo tenso, hostil, cerrado,
él hace presente su ternura, su accesibilidad total,
en el cuerpo de un niño que se pone en nuestras manos.
Hazte consciente de que cada vez que tocas tu propia debilidad
o la de tus hermanos estás aprendiendo a tocar la debilidad de Dios.

La leyenda de las arañas de Navidad


Hubo una vez hace mucho, mucho tiempo, un hogar alemán en el que la madre se afanaba en limpiar la casa para celebrar el día más maravilloso del año.
Era el día en el que nacía Jesús, el día de la Navidad. Ella limpiaba y limpiaba para que todo estuviera impecable y reluciente. Incluso limpió esos rincones donde en muchas ocasiones al hacer mucho tiempo que no se limpia suelen aparecer minúsculas telas de araña. Las pequeñas arañas, viendo sus telas destruidas, huyeron y subieron a algún rincón del ático.
En esa casa colocaron y decoraron con mucho detalle y alegría el árbol, y la madre se quedó junto a la chimenea, esperando que sus hijos bajaran de sus habitaciones. Sin embargo, las arañas, que habían sido desterradas tras la ardua limpieza de la madre, estaban desesperadas porque no iban a poder estar presentes en la mañana de Navidad. La araña más vieja y sabia sugirió que podían ver la escena a través de una pequeña rendija en el vestíbulo.
Silenciosamente, salieron del ático, bajaron las escaleras y se escondieron en la pequeña grieta que había en el vestíbulo. De repente la puerta se abrió y las arañas asustadas corrieron por toda la habitación. Se escondieron en el árbol de Navidad y se arrastraron de rama en rama, subiendo y bajando, buscando esconderse en las decoraciones más bonitas.
Cuando Santa Claus bajó por la chimenea aquella noche y se acercó al árbol, se dio cuenta con espanto que estaba lleno de arañas. Santa Claus sintió lástima de las pequeñas arañas, porque son criaturas de Dios, sin embargo pensó que la dueña de la casa no pensaría lo mismo que él.
De inmediato, con un toque de magia, golpeó un poco el árbol y convirtió a las arañas en largas tiras brillantes y luminosas.
Desde entonces, en Alemania, todos los años, los abuelos les cuentan a sus nietos la leyenda de las Arañas de Navidad, y colocan con ellos las guirnaldas brillantes de colores en el árbol.
Y cuenta la tradición que siempre hay que incluir una araña en medio de cada decoración.

jueves, 26 de diciembre de 2019

Dame Señor, un corazón hecho pesebre

Dame Señor, un corazón que sea capaz de reconocerte en tu forma más frágil.
Dame Señor, un corazón que pueda abrazar tu lado más tierno.
Dame Señor, un corazón humilde que se haga pesebre.
Dame Señor, un corazón dispuesto, como el de aquella madre que supo decir SÍ.
Dame Señor, un corazón lleno de amor incondicional,
como el de aquel padre que todo lo hizo por su hijo.
Dame Señor, un corazón hecho pesebre para recibir al Niño que viene.
Y con su nacimiento, renovar mi esperanza.
Y con su nacimiento, fortalecer mi fe. Amén

La cuna de Dios


                   Papa Francisco Misa de Nochebuena 2019

No veas tus manos vacías, dijo el Papa, acoge la gracia, y lo dijo narrando una hermosa leyenda que cuenta que, cuando Jesús nació, los pastores corrían hacia la gruta llevando muchos regalos... Pero mientras todos los pastores se esforzaban, con generosidad, en llevar lo mejor, había uno que no tenía nada. Era muy pobre, no tenía nada que ofrecer. Y mientras los demás competían en presentar sus regalos, él se mantenía apartado, con vergüenza.
En un determinado momento, san José y la Virgen se vieron en dificultad para recibir todos los regalos, sobre todo María, que debía tener en brazos al Niño. Entonces, viendo a aquel pastor con las manos vacías, le pidió que se acercara. Y le puso a Jesús en sus manos.
El pastor, tomándolo, se dio cuenta de que había recibido lo que no se merecía, que tenía entre sus brazos el regalo más grande de la historia. Se miró las manos, y esas manos que le parecían siempre vacías se habían convertido en la cuna de Dios. Se sintió amado y, superando la vergüenza, comenzó a mostrar a Jesús a los otros, porque no podía sólo quedarse para él el regalo de los regalos.

miércoles, 25 de diciembre de 2019

Oración a Jesús en el Pesebre

Desde el pesebre de Navidad nace una esperanza nueva.
En la sonrisa de un Dios que es niñose asoma, frágil, la luz del Reino.
Un niño Dios que necesita cuidados, caricias, atención.
Una esperanza nueva que crecerá con el esfuerzo de todos.
Una madre atenta, dispuesta para lo que Dios pide,
que no vacila en decir sí y entregar la vida entera.
La Madre, del Señor y Madre nuestra.
María de Nazareth, camino que conduce al Padre.
Dios que nace en un pesebre, olvidado, a la intemperie.
Recordándonos su presencia entre los pobres que sufren.
Navidad, el signo de un Dios que se hace pobre
para llamar al Reino desde los olvidados del mundo.
¡Alégraos, pastores, campesinos, obreros de todo tiempo!
Llegó la Buena Noticia, que empiece la Fiesta, en medio del pueblo.
La liberación esperada ha dejado de ser sueño.
Empezó a ser realidad la semilla del mundo nuevo.
Cantemos con alegría, unamos voces y manos.
Vamos a ver al Dios vivo, festejemos su nacimiento.
Desde el pesebre de navidad, un grito surge, de aliento,
Dios está con nosotros, marchemos a su encuentro.
El Dios que nace es un niño necesitado y pequeño,
que requiere nuestra entrega para hacer crecer el Reino.
Navidad, como María, contemplar desde el silencio,
el misterio de Dios hombre, que nos convoca a cambiar,
a vivir para los otros, a construir en el mundo
el inmenso sacramento de la presencia de Dios
que nos contagia su aliento.
Un Dios que llega a los hombres que se hace hermano nuestro.
Amén

El burrito de Belén


Había una vez un burro que no tenía más que piel y huesos. Sus anteriores amos nunca le habían tratado bien, pero ahora que le habían comprado para llevar a una joven pareja a Belén sentía que las cosas mejoraban. Sus nuevos amos le daban de comer, le abrevaban e incluso a veces le daban palmaditas. Comenzó a experimentar una sensación de paz y de alegría que venía de ese feliz matrimonio. Aunque no podía explicarlo, sentía que no eran un matrimonio corriente:
«Puede que no sea más que un burro», pensaba para sí mismo, «pero estoy seguro de que hay algo muy diferente en estos dos que hace que no sean seres humanos corrientes».
Al llegar a Belén, como no encontraron sitio en ninguna posada tuvieron que refugiarse en un viejo establo maloliente. Pero incluso allí no fueron bien recibidos. Los animales que ya vivían en el lugar se mostraron  antipáticos con el burrito, burlándose de su aspecto.
El niño nació alrededor de la medianoche, y muy poco después llegó una multitud de pastores de los campos vecinos, que comenzaron a hacer reverencias al recién nacido, tratándole como si fuera un rey. Los demás animales se enfadaron mucho, diciendo que aquella familia no era más que un grupo de mendigos, que no tenían otra cosa mejor que ese estúpido burrito.
El borrico, molesto por sus comentarios, decidió sumar su voz a la de aquellos pastores, rebuznando lo mejor que supo:
«¡Hosanna! ¡Bienvenido, Señor! Yo sé que tú eres esas cosas y mucho más».
«No seas estúpido», le cortó un perro, «¿cómo es posible que un bebé como ése sea el Cristo? ¡Ni siquiera tiene una ropa decorosa!»
«Porque es verdad, replicó el borrico. Estoy seguro. Lo siento en mis huesos. Sé que este niño es nuestro salvador. Sencillamente lo sé. ¡Lo sé! ¡Lo sé!»
Pasó el tiempo, pero el burrito siempre recordaba aquella noche. Treinta años después, alguien vino al establo donde vivía por entonces, le desató, y se lo llevó. Después de un rato, llegaron a la entrada de Jerusalén, que estaba concurrida por una gran muchedumbre. Una vez allí, Jesús subió encima de él, mientras la multitud lo aclamaba dando vítores y agitando ramos de palmera:
«¡Hosanna! ¡Dios bendiga al rey que viene en nombre del Señor!»
Varios animales testigos de esta escena miraban con envidia al estúpido borriquillo que parecía haberse convertido en el centro de atención:
«¿Por qué nuestro salvador y rey ha escogido montar un burrito?, se preguntaron un caballo a otro. ¿No somos nosotros mucho más inteligentes, más respetables y honorables que ese ridículo animal?»
El burro seguía avanzando, feliz de llevar a su precioso viajero. A cada paso asentía con la cabeza, como mostrando su acuerdo con todo lo que gritaban. Y continuamente se repetía para sus adentros: «¡Lo sabía! ¡Lo sabía! ¡Lo sabía!»

martes, 24 de diciembre de 2019

Oración ante el Belén

Quisiera ser estrella y guiar a los hombres al encuentro con Jesús.
Quisiera ser un ángel, para anunciar el nacimiento del Niño en Belén.
Quisiera ser pastor para acercarme el primero y adorar al Señor.
Quisiera ser Rey Mago, llevar oro para Aquel que es Rey,
incienso para Aquel que es Dios y mirra para Aquel que es hombre.
Quisiera ser buey y mula y ofrecer a todo el que lo necesite,
el mismo calor, que a Cristo quiero dar.
Quisiera ser José para mirar y acompañar al Dios Emanuel.
Quisiera ser cuna de Jesús para, como María,
mirarle, contemplarle, cuidarle.
Hacer de El, el centro de mi vida. Amén.

Invitado en el portal de Belén


La Navidad es una época de celebración en la que los sueños se hacen realidad y los milagros ocurren. No tienen por qué ser grandes cosas, simplemente algo que nos haga más felices y nos recuerde que el espíritu navideño está con nosotros. Es momento de reuniones familiares, de ilusión… La Navidad es realmente un momento mágico lleno de luces, abetos y belenes que celebran el nacimiento del Niño en Belén.
Y tan mágico… En 2008, en la ciudad brasileña de Criciuma hicieron un Nacimiento a tamaño natural como todos los años, pero nunca habrían imaginado lo que ocurriría en él.
Cuando se acercaron a verlo, se dieron cuenta de que había una figura extra en el portal. Justo al lado del niño Jesús había un cachorro de pastor alemán tranquilamente dormido. Muchos fueron los que no quisieron perderse la bonita escena y no dudaron en visitar el belén. Cada visitante quedaba más impresionado con la imagen, el cachorro allí acurrucado era tan adorable…
Un vecino de la ciudad adoptó a este precioso pastor alemán callejero, y le dio un nuevo hogar y mucho amor.
¡El milagro de la Navidad! Gracias a que se puso a dormir en el pesebre, este cachorro pasará unas navidades mucho más bonitas y en la mejor compañía.
Esta historia nos hace recordar que las Navidades no son igual de bonitas para todo el mundo. Es un momento en el que más que nunca apreciamos la compañía, el calor de la familia y los amigos, el tener un lugar seguro y acogedor en el que vivir, y el que seamos importantes para alguien…
Imaginar lo que debe ser pasar estas fechas tan significativas solo, sin un hogar, sin amor ni cariño. Por desgracia son muchos, no sólo animales, sino también personas que las pasan en estas condiciones.
Pero por suerte, este adorable pastor alemán encontró el amor de un familia cuando más lo necesitaba. Y es que ¡en Navidad los sueños se hace realidad!


lunes, 23 de diciembre de 2019

Canciones de la Virgen que espera la Navidad

                        J. L. Martín Descalzo 

CANCIÓN TERCERA
No sé qué dijo el Ángel  de un dolor y una cruz.
Sé que en la noche sangro temiendo que seas Tú.
Si yo he sido pobre, Tú lo serás más.
Porque Dios es pobre si es Dios de verdad.
Las mujeres con envidia contemplan mi gravidez
y no saben que soy madre más que de carne, de fe.
Cada noche miro al cielo y recuento las estrellas.
Falta una y yo lo sé. ¡Pero qué ganas de verla!
José me mira y me dice: ¿Cómo estás? ¿Cómo está Él?
Le respondo: Yo esperando y Él ardiendo a todo arder.
Antes de que Tú vinieras, yo vivía en oración.
Ahora ya ¿para qué, si somos uno los dos?
Cuando llevo hasta mi boca el tierno pan recién hecho,
me parece que comulgo la carne que llevo dentro.
Esclava soy, esclava fui,
pero mis cadenas yo no las rompí:
me las dieron rotas cuando nací.

CANCIÓN CUARTA
Cuando escucho cómo saltas de gozo dentro de mí,
pienso: ¿En un mundo tan triste le dejarán ser feliz?
¿Y Tú, pequeño mío, cómo vas a poder
liberar a este mundo que esclavo quiere ser?
Temo que no será fácil, mi amor,
que no será fácil ser salvador.
Con mi «sí» se abrió Dios mismo,
y con su «sí», mis entrañas,
y con un «sí» de los dos
se abrió el reino de las almas.
Lo creo y no me lo creo, no me lo puedo creer,
pues sé que Él es más que hombre siendo yo sólo mujer.
Si dicen que fe es no ver las cosas con la mirada,
yo sé que no he visto a nadie cuando Él llegó a mis entrañas.

Los miércoles milagro


                               J. L. Martín Descalzo

Aquella tarde a Gabriela -uno de los pequeños personajes de una novela de Gerard Bessiere- le preguntó su amigo Jacinto:
- ¿Qué has hecho hoy en la escuela?
- He hecho un milagro, respondió la niña.
- ¿Un milagro? ¿Cómo?
- Fue en el catecismo.
- ¿Y cómo hiciste el milagro?
- Tenemos como profesora a una señorita que está muy enferma. No puede hacer nada ella sola, sólo hablar y reír.
- ¿Y qué pasó?
- La señorita hablaba de los milagros de Jesús. Y los niños dijeron: No es verdad que haya milagros. Porque si los hubiera, Dios te hubiera curado a ti.
- Y ella, ¿qué dijo?
- Dijo: Sí, Dios hace también milagros para mi. Y los niños dijeron: ¿Qué milagro ha hecho?
- ¿Y entonces?
- Entonces ella dijo: Mi milagro sois vosotros. ¿Por qué?, le preguntamos. Y ella dijo: Porque me lleváis los miércoles a pasear, empujando mi carrito de ruedas.
¿Lo ves? Hacemos milagros todos los miércoles por la tarde. La señorita dijo también que habría muchos más milagros si la gente quisiera hacerlos.
- ¿Te gusta a ti hacer milagros?
- Si. Tengo ganas de hacer un montón. Primero pequeños. Cuando sea mayor voy a hacer milagros grandes.
- ¿Todos los miércoles?
- Quiero hacerlos todos los días, toda la vida.
- ¿No te parece que la vida es también un milagro?
- No -dijo Gabriela-. La vida es para hacer milagros.

Gabriela tiene razón, la vida es para hacer milagros, los miércoles, y los jueves, y los domingos. La vida no es para sentarse esperando que Dios resuelva nuestros problemas, sino para empezar a hacer ese milagro pequeñito que Él puso ya en, nuestras manos, el milagro de querernos y ayudarnos.
Y el milagro de amar pueden hacerlo todos, niños y grandes, pobres y ricos, sanos y enfermos. Fijaos bien, a una persona pueden privarle de todo menos de una cosa: de su capacidad de amar.

domingo, 22 de diciembre de 2019

Viniste a este mundo, Jesús

                     Mari Patxi Ayerra

Y a nosotros nos gusta contar tu nacimiento
con figuritas, con musgo, con juguetes de niño,
para no tomarnos demasiado en serio tu venida.
Llegaste a este mundo porque vivíamos sin Dios
viniste a decirnos que así no merece la pena seguir viviendo,
que estamos poco contentos, que gastamos demasiada vida
en las pequeñeces domésticas, en los desencuentros relacionarles,
en tener razón o en razonar nuestra sinrazón.
A veces preferimos escuchar villancicos, canciones casi de cuna,
para no hacer silencio y dejar que nos susurres al oído tu Buena Noticia.
Para que no nos recuerdes que estamos salvados
si vivimos queriéndonos mucho, muchísimo a nosotros mismos,
tanto como nos quieres Tú y tienes un gran proyecto para cada uno.
Y no te queremos escuchar invitarnos a querer a los otros igual,
con todo el corazón, con toda nuestra capacidad de entrega,
de respeto, de empatía, de facilitarles el camino de la vida.
A veces preferimos ver tu foto de familia y enseñarte la nuestra,
para que no nos hables de otros hermanos, que están muy lejos,
que tienen una existencia demasiado complicada
que nos liarían la vida, si la entretejiéramos con la nuestra...
Y es que... ¡bastante tenemos nosotros con el trajín de cada día!
No queremos oírte que todavía te duelen más ellos que nosotros,
que tus preferidos son los pobres, y que te encantaría metérnoslos en el corazón,
para que juntos cambiáramos este mundo nuestro que no funciona,
en un espacio común en el que todos vivamos bien.
Viniste a este mundo, Jesús, no te vayas,
a ver si conseguimos de una vez por todas, vivir a tu manera.

No te olvides de lo principal


Cuenta la leyenda que una mujer pobre pasaba con un niño en brazos delante de una caverna y escuchó una voz misteriosa que le decía:
- Entra y toma todo lo que desees, pero no te olvides de lo principal. Y recuerda que después que salgas, la puerta se cerrará para siempre. Por lo tanto, aprovecha la oportunidad, pero no te olvides de lo principal.
La mujer entró en la caverna y encontró muchas riquezas. Fascinada por el oro y por las joyas, puso al niño en el suelo y empezó a juntar todo lo que podía en su delantal. La voz misteriosa habló nuevamente:
- Te quedan sólo cinco minutos.
Agotados los cinco minutos, la mujer cargada de oro y piedras preciosas, salió de la caverna y la puerta se cerró. De pronto se dio cuenta que el niño se había quedado dentro y la puerta se había cerrado para siempre.
La riqueza duró poco y la desesperación siempre.