sábado, 17 de febrero de 2024

Conversión

        Ignacio Iglesias, sj

Sigue curvado sobre mí, Señor,
remodelándome, aunque yo me resista.
¡Qué atrevido pensar que tengo yo mi llave!
¡Si no sé de mí mismo!
Si nadie, como Tú, puede decirme
lo que llevo mi dentro.
Ni nadie hacer que vuelva de mis caminos
que no son como los tuyos.
Sigue curvado sobre mí tallándome
aunque, a veces, de dolor te grite:
Soy pura debilidad, –Tú bien lo sabes–,
tanta, que, a ratos, hasta me duelen tus caricias.
Lábrame los ojos y las manos, la mente y la memoria,
y el corazón, –que es mi sagrado–,
al que no Te dejo entrar cuando me llamas.
Entra, Señor, sin llamar, sin mi permiso.
Tú tienes otra llave, además de la mía,
que en mi día primero Tu me diste,
y que empleo, pueril, para cerrarme.
Que sienta sobre mí tu «conversión»
y se encienda la mía del fuego de la Tuya,
que arde siempre, allá en mi dentro.
Y empiece a ser hermano,
a ser humano, a ser persona.

Le reunión de amigas

Una señora "muy mayor", le dice a su hijo.
- "Nene" (el nene tiene 62 años).
- Si mamá -le dice el Nene.
- Quiero hacer una reunión con mis chicas y me gustaría que me ayudes a organizarla.
- Como no mamá, quédate tranquila que yo organizo todo.
- ¿Organizar qué?
- La fiesta, mamá.
- ¡Ah si! ya me había olvidado.
Esa tarde el hijo llama a la madre a la cocina y le muestra un papel pegado en la nevera que decía lo siguiente:
1. Servir café 2. Servir canapés 3. Servir zumo 4. Servir pastelitos
- ¡Qué bueno! -dice la señora- ahora no tendré problemas, gracias "Nene".
Esa tarde llegaron las "chicas"...
Chichí, buena anfitriona, las acomoda en la sala, se excusa y va a la cocina y lee:
1. Servir café.
Y entonces les lleva café a sus amigas, en una coqueta mesita.
Al rato de estar conversando Chichí, nerviosa, va a la cocina y lee otra vez:
1. Servir café.
Y, les sirve más café... así hasta cuatro veces.
Por fin las chicas se van. Una de ellas le susurra a otra mientras salen de la casa:
- Tota, ¿viste que mala anfitriona es Chichi? ¡ni un café nos dio!
Tota le responde:
- ¿Chichí? ¿de que Chichí me hablas?
Esa noche el hijo de Chichí llega a casa de su madre y se asombra, al ver que los canapés, el zumo y los pastelitos están intactos. Le pregunta:
- ¿Mamá qué ha pasado?
Chichí le responde:
- Podrás creer que las desgraciadas ¡¡no vinieron!!

Moraleja: ¡¡¡reunámonos para vernos, ahora que todavía nos reconocemos!!!!...

viernes, 16 de febrero de 2024

Perdón, un poema hecho Oración

Perdón, Señor, por el tiempo perdido,
perdón por los días no agradecidos;
perdón por los sueños no dormidos
y por las noches sin tregua de no encontrarte en el descanso.
Perdón, Señor, por los dones no aprovechados,
y mis manos quedándose vacías por no haberlas usado;
perdón, por mis brazos cruzados,
exigiendo recibir lo que no he sudado.
Perdón, Señor, por estar lejano en la tristeza
amargo en la templanza y mezquino en la sonrisa.
Perdón por quedar abatido en desesperanza
y haber dudado de tu amistad y de tu confianza.
Perdón por tantas palabras que han sido lanzas
y por lo escasos gestos de esperanzas;
perdón por mis obras que han lastimado
y las pocas acciones que han sanado.
Perdón, Señor, por los abrazos reprimidos,
cien veces perdón por los amores contenidos
y perdón, por ser espina clavada en el alma de mis seres queridos.
Perdón, Señor, por no haber sido suave brisa que refresca,
sino brasa viva que al corazón agrieta;
perdón por dejar de ser perfume de celestial fragancia
que impregne el alma y avive en tu indulgencia su confianza.
Dame tu perdón, Amado Señor,
y la ocasión de hacer todo de nuevo en tu Amor. Amén

Amar sin medida

Una vez escuché a mi abuelo decir: "En una relación siempre hay alguien que va a dar más. Siempre hay un sumiso y uno que domina, y generalmente el sumiso es el que termina amando más". En ese juego de palabras no entendí nada y le pedí que me explicara.
Él me cogió de la mano y me dijo: "Mira hijo, en una relación siempre hay alguien que va a perdonar lo imperdonable, aguantar lo inaguantable, aceptar lo inaceptable y lo peor de todo, justificar lo que nunca tendría explicación.
A esa gente le toca amar el doble, y aunque muchos juzgan esa manera de amar que podría carecer de amor propio, es el amor que está más lleno de esperanza. Porque entre cada perdón, cada "voy a aguantar un poco más"… hay una gota de esperanza que dice: "inténtalo una vez más que en esta puede que la persona que tanto quieres cambie". De esto se habla mucho y quizá esto es lo que más vas a ver en la vida: alguien amando por dos.
Y nunca te atrevas a juzgar a esa persona porque ella misma libra una batalla entre amarse así misma o amar al otro. Porque hay algo que es muy difícil de encontrar: alguien que te permita amarlo sin dejar de amarte ".
A lo que yo respondí: "Ahhh, entiendo, pero ¿esa persona nunca se cansa de amar de esa manera tan cruel?,
Recuerdo que él me sonrió y me dijo: "esa es la mejor parte, porque esa persona deja de amar y la otra persona se da cuenta que perdió la demostración de amor más grande que haya podido encontrar. Y créeme que eso es lo peor que le puede pasar a alguien, tener el amor más fiel en frente y distraerse mirando corazones pasajeros.
Me abrazo y me dijo: "ruego a Dios que nunca encuentres a alguien así, y le pidió que nunca seas la que somete a la otra".

miércoles, 14 de febrero de 2024

Oración para el Miércoles de Ceniza

Padre del cielo, que me has elegido
y con amor conduces mi vida
Que este Miércoles de Ceniza con el que empieza la Cuaresma.
sea una nueva oportunidad para acercarme más a Ti.
Quiero fijar mi mirada en Ti, Señor Jesús,
con la esperanza de que me ayudes a renovarme para parecerme más a Ti.
Dame fuerzas para perseverar, fortalece mi espíritu.
Prepárame para entrar en el misterio de tu pasión y muerte.
Que pueda vivirlas yo también para colaborar contigo,
como nuestra Madre María, en la salvación de los seres humanos
y poder resucitar después como Tú.
Ayúdame a hacer el bien a todos, sin desfallecer,
para cosechar los frutos a su debido tiempo.
Este es el tiempo favorable para cambiar
el poseer por el dar, el acumular por el compartir.
Permíteme escuchar y acoger tu Palabra
que hace fecunda mi vida, que eleva mi mirada
y acrecienta mi esperanza en la vida eterna. Amén

Una lección de humildad

El gran califa Harún al Rashid de Bagdad, uno de los más ricos en Arabia, decidió ofrecer un gran banquete en su majestuoso palacio para demostrar a todos las grandes riquezas que poseía.
Entre los invitados estaba el poeta más reconocido y admirado por el califa, y no dudó en sentarse a su lado.
La estancia estaba repleta de objetos de oro, plata y piedras preciosas. La mesa, de suculentos y caros manjares. Todo brillaba y los invitados estaban realmente asombrados por aquella demostración de lujo y poder. El califa, orgulloso y pletórico, pidió al poeta, tras la cena, que le dedicara unos versos:
– ¿Podrías describir con tus bellas palabras cómo ha sido este banquete? -le pidió el califa.
– Por supuesto -respondió el poeta.
Entonces, se puso en pie y comenzó de esta forma:
– ¡Salud!, oh califa, y goza bajo el abrigo de vuestro extraordinario palacio.
– Bien, bien, continúa -dijo Rashid.
– Que en cada nuevo amanecer te llegue también una nueva alegría. Y que en cada atardecer puedas ver realizados todos tus deseos.
– Fantástico, sigue, sigue…
– ¡Pero cuando la hora de la muerte llegue, oh mi califa, entonces, aprenderás que todas las delicias de la vida no fueron más que efímeros momentos, como una puesta de sol!
El califa entonces se sintió terriblemente abatido y escondió sus ojos llorosos bajo las manos. Uno de los oficiales allí presentes, recriminó al poeta:
– ¿Cómo te atreves? ¡Has hecho llorar a nuestro anfitrión!
Pero el califa, lejos de apoyar esas palabras del oficial, dijo:
– No, no le regañes por algo que hizo bien. Ha sido el único capaz de curarme la ceguera para que por fin pueda ver bien.

lunes, 12 de febrero de 2024

El sanador

              José María Rodríguez Olaizola, sj

Andábamos sedientos, agitados por batallas
de esas que te gastan por dentro
Éramos los tibios, los desalmados, los insensibles.
Llevábamos puñales en los pliegues de la vida,
para conquistar, por la fuerza, cada parcela de nuestra historia.
Conjugábamos la queja con la insidia,
sospechando unos de otros.
Ocultábamos las heridas para no mostrar debilidad.
Alguien, un día, habló de ti.
Prometías paz, sanación, encuentro.
La promesa despertó anhelos.
Queríamos creerlo. Salimos a buscarte.
Al encontrarte deshiciste los nudos que nos retorcían.
Destapaste las trampas
Sembraste optimismo, gratitud, misericordia.
Y ahora somos nosotros los portadores de un fuego
que ha de encender otros fuegos,
para iluminar, el mundo con tu evangelio.

¿Usted cree en eso?

Un joven universitario se sentó en el tren frente a un señor de edad, que estaba rezando el rosario. El muchacho, con la arrogancia de la juventud y la pedantería de la ignorancia, le dice:
- Parece mentira que todavía crea usted en esas antiguallas...
- "Así es. ¿Tú, no?", le respondió el anciano.
- iYo! -dice el estudiante lanzando una estrepitosa carcajada-. Créame: tire ese rosario por la ventanilla y aprenda lo que dice la ciencia.
- ¿La ciencia? -preguntó el anciano con sorpresa-. Yo no lo entiendo así. ¿Tal vez tú podrías explicármelo?
- Deme su dirección -replica el muchacho, haciéndose el importante y en tono protector-, que le puedo mandar algunos libros que le podrán ilustrar.
El anciano saca de su cartera una tarjeta de visita y se la alarga al estudiante, que lee asombrado: "Louis Pasteur. Instituto de Investigaciones Científicas de París".
El pobre estudiante se sonrojó y no sabía dónde meterse. Se había ofrecido a instruir en la ciencia al que, descubriendo la vacuna contra la rabia, había prestado con su ciencia uno de los mayores servicios a la humanidad.

Pasteur, el gran sabio que tanto bien hizo a los hombres, no ocultó nunca su fe ni su devoción a la Virgen. Y es que tenía, como sabio, una gran personalidad y se consideraba consciente y responsable de sus convicciones religiosas.

domingo, 11 de febrero de 2024

Effetá

        José Mª Rodríguez Olaizola sj

Ruidos. Nos rodean. Nos envuelven. Nos aturden.
Tertulias, canciones, opiniones,
discursos, eslóganes. Anuncios, promesas,
noticias, debates, conversaciones.
Ruido, ruido incesante,
que termina atronando a base de exceso
hasta que las palabras ya no significan nada.
Mientras, como un rumor de fondo,
la Palabra trata de hacerse oír.
Habla de justicia, de amor verdadero,
de camino, verdad y vida.
Toca, Señor, nuestros oídos,
que se abran de nuevo al rumor de tu presencia.
Sé la Voz que grita, en el desierto de los indiferentes,
de los que están de vuelta, de los ensordecidos
Voz que despierta los anhelos más nobles
que llevamos escritos en la sangre y la entraña.

Cuida de él

Una señora muy rica, visitó a las Misioneras de la Madre Teresa de Calcuta y ofreció un cheque con muchos ceros para ayudar a las obras que las monjas llevan a cabo.
Madre Teresa, en esta ocasión, no lo aceptó.
- “No dinero”, le dijo.
La señora insistía y le recordaba que era propietaria de muchos bienes.
- “No dinero”, le volvió a repetir.
La señora sorprendida y desconsolada le preguntó:
Y entonces ¿qué puedo hacer, cómo puedo ayudar?
Madre Teresa la cogió de la mano y la llevó dentro del refugio y le mostró un niño sucio y hambriento y le dijo cuide de él. La señora buscó agua y jabón y con mucha ternura lavó al niño, lo vistió y lo alimentó.
Aquel día, confesaba la señora, mi vida cambió. Comprendí que hay algo más que el dinero: la compasión y el contacto personal con las personas.

Madre Teresa recomienda que al final del día, al evaluar nuestra jornada, miremos nuestras manos y les preguntemos: ¿qué habéis hecho hoy? ¿Han tocado a alguien con la ternura de Jesús? ¿Tienen nuestras manos las huellas de Cristo?