miércoles, 24 de abril de 2024

Al comenzar el día

Al inicio de nuestros trabajos, te damos gracias Señor.
Que todos nuestros esfuerzos contribuyan a hacer crecer tu Reino.
Que tu Palabra sea semilla que echa raíces en nuestra tierra.
Que esta jornada que ahora comienza nos traiga
paz y serenidad, esperanza y alegría.
Danos la fuerza suficiente para caminar por tus sendas.
Padre de la vida y del amor que nos has unido en tu nombre
para que santifiquemos la vida y el trabajo.
Enséñanos a vivir siendo testigos de tu perdón y solidaridad.
Danos fortaleza para que nunca devolvamos mal por mal.
Concédenos tu amor para que vivamos en fraternidad.

El pastor de ovejas y el ejecutivo

Cuentan que en cierta ocasión se apareció en el campo en el que pacían plácidamente las ovejas de un pastor, un elegante joven a bordo de un lujoso coche. Paró junto al pastor y, bajando del coche, al tiempo que le saludaba, preguntó:
-- ¿Es usted el dueño del rebaño de ovejas?
A lo que el pastor respondió que sí. Y el ejecutivo trajeado inquirió al pastor:
-- ¿Si le adivino el número de ovejas que tiene usted me regala una?
Y el pastor, socarronamente le contestó:
-- Es que son muchas.
-- No importa. ¿Me acepta el reto de regalarme una si le adivino cuantas tiene?
Y el pastor, más por intriga que por amor al juego, aceptó la apuesta del joven ejecutivo.
El ejecutivo se acercó a su coche, del que extrajo su smartphone activó su conexión GPS, se conectó a la red de satélites para tener una visión cenital del rebaño y del campo circundante. Descargó aquellas imágenes, y las volcó en un programa de visión artificial para que, después de introducirle una serie de parámetros, el programa evaluase el tamaño medio de las ovejas, la distancia media entre ellas, los algoritmos de cuantos machos, hembras y crías habría en el rebaño. Con todos esos datos, y tras los cálculos y verificaciones, el programa ofreció su respuesta: el rebaño tenía 1.415 ovejas.
Y así se lo hizo saber el ejecutivo al pastor:
-- Su rebaño tiene mil cuatrocientas quince ovejas.
El pastor miró incrédulo al ejecutivo, al tiempo que se rascaba la cabeza, indicando que había ganado la apuesta y le dijo que cogiese la oveja. Y al cabo de unos instantes, le replicó:
-- Y si yo adivino su profesión, ¿me devuelve la oveja?
El joven ejecutivo, mirando con gesto de superioridad le dijo al pastor que aceptaba su envite.
Y el pastor le miró al joven al tiempo que le decía:
-- Usted es un ejecutivo.
-- Ah, ¿si? ¿Y porqué lo sabe? -contestó el joven.
-- Pues por tres motivos, alegó el pastor: El primero, porque usted ha venido sin que se le necesite. El segundo, porque ha venido a decirme algo que yo ya sabía. Y el tercero, porque viene a presumir sobre algo de lo que no tiene la más mínima idea.
La cara del ejecutivo iba cambiando de color por la ira que acumulaba.
Para finalizar, el pastor espetó al ejecutivo:
-- Y ahora, si es tan amable, me devuelve el perro que ha cogido creyendo que era una oveja.

domingo, 21 de abril de 2024

Acción de gracias por nuestros pastores

Jesús, tú eres nuestro Buen Pastor, tú das la vida por nosotros, ´
vas delante y nos muestras el camino a seguir.
Hoy queremos rezar por tantos pastores que nos cuidan,
nos acogen y se dan sin medida:
padres y madres, catequistas, cantores.
Te pedimos por los sacerdotes,
y de una manera especial por el nuestro.
Dale fuerzas para que nos siga anunciando el Evangelio.
Bendícele por haber respondido a tu llamada,
cuando aún era un muchacho.
Discúlpale sus fallos y debilidades.
Es un hombre, sí, pero toca cosas divinas
y nos habla en tu nombre cuando consagra
o cuando nos ofrece tu perdón.
Ayúdale, Jesús, a acompañarnos
en la búsqueda de Dios en medio de la vida,
a llenarnos de esperanza en los momentos duros,
a consolarnos y a asistirnos en la enfermedad.
Que siempre sea fiel a ti, Jesús, Pastor bueno.

La oveja robada

Un pastor fue arrestado por haber robado una oveja. Él juraba que era inocente, que la oveja era suya y que hacía días que la había echado en falta.
Llevaron el caso al juez y éste no sabía cómo resolver el caso. Finalmente decidió que trajeran la oveja a la sala y mandó al acusador que saliera de la sala y llamara a su oveja.
La oveja no respondió a su voz, sólo levantaba la cabeza asustada.
El juez mandó luego salir al acusado y cuando éste comenzó a hacer su llamada habitual la oveja saltó y corrió hacia la puerta.
Estaba claro que la oveja conocía la voz de su dueño.
Su oveja, dijo el juez, lo conoce. Y entregó a la oveja a su pastor.