sábado, 10 de junio de 2023

Sacrificio

             José Mª Rodríguez Olaizola sj

No es dar, sino darse. No es poner en la balanza
una cuenta suficiente de virtudes,
un balance positivo de bondades,
o una dosis razonable de ternura.
No es llevar en el diario de la vida
un listado de gestos,
un saldo de minutos entregados,
o una impecable hoja de servicios.
Es darse uno mismo del todo.
Consagrar los días a la fe y a la justicia
que el mismo Dios nos enseña.
Pronunciar su Nombre, incluso cuando callas.
Celebrar el tiempo, convertido en historia de amor.
Es darse. Aceptar su alianza. Sin medida. Con locura.
Y ser, del todo, suyos. Y ser, en todo, suyos.

El pájaro quejica

        Fina Espinoza

Había una vez un pequeño pájaro quejoso muy enfermo que vivía en el desierto. Se refugiaba dentro de un viejo árbol seco, cuyas ramas sin hojas se alzaban hacia el cielo en forma de ruego desesperado.
Las pocas plumas del pájaro le impedían volar buscando nuevos horizontes, por lo que no le quedaba más que conformarse con el alimento que le traía el viento de vez en cuando, de algún oasis cercano. Era muy duro vivir sin alimento, enfermo y con muy poca agua.
El pájaro se pasaba los días y noches rumiando sus penas, maldiciendo su vida, sintiendo que no valía nada y que era mejor morir que seguir en ese estado.
Un día, de esos en que sucede algo extraordinario e inusual, un ángel pasó por ese lugar, cruzando el desierto, y al ver al pájaro en aquellas condiciones tan extremas, se detuvo y se acercó a él. El pajarito quejoso lo vio y, sobresaltado, le preguntó:
– ¿Quien eres tú? ¿Hacia dónde vas?
– Soy un ángel y voy a encontrarme con Dios para llevarle varios mensajes.
Entonces, el pájaro asombrado, dijo:
– Por favor ángel, pregúntale a Dios cuando acabará mi sufrimiento? Ya no soporto esta vida desgraciada. Dile que me envíe una mejor vida o me lleve a su morada en los brazos de la muerte.
El ángel, sorprendido, le contestó:
– Veo que tu vida es muy penosa… ¡Veré que puedo hacer por ti! ¡Hablaré con Dios!
Y así, el ángel se despidió del pájaro y siguió su camino.
Al encontrarse el ángel con Dios, le compartió el mensaje del pájaro. El ángel le contó su patética condición y le preguntó cuándo terminaría su sufrimiento.
Dios respondió así:
– Debido a que está escrito en el libro de la vida, el pájaro tendrá que seguir sufriendo así. ¡No tendrá felicidad!
El ángel apenado, le dijo que es muy dolorosa su situación, y que si podría sugerir alguna solución, se sentiría sumamente agradecido por ayudar al pájaro.
Y Dios le respondió:
– Dile al pájaro quejoso que durante 21 días pare de quejarse, y solamente rece de esta manera: «Gracias, Dios, por todo». Cada vez que le entren ganas de maldecir o de pensar en lo terrible de su condición, simplemente repita «Gracias, Dios, por todo». «Gracias, Gracias, Gracias».
El ángel complacido, volvió al lúgubre lugar donde encontró al pájaro más desanimado aún, y le entregó el mensaje de Dios. Era eso o seguir en las penurias eternamente, así que el pájaro accedió a seguir los consejos de Dios. No iba a ser fácil, pero aceptó el reto ya que no le quedaba otra esperanza.
Un mes después, el ángel pasó de nuevo por el mismo camino y quiso visitar a su amigo el pájaro. Al acercarse al lugar donde estaba el viejo árbol seco, su asombro fue alucinante! Observó que las plumas de su amiguito habían crecido en su diminuto cuerpo, dándole mayor cobijo y permitiéndole volar para buscar alimentos. También observó que una pequeña planta había crecido en la zona desértica donde estaba, y el viejo árbol tenía pequeños brotes de ramas verdes. Hasta un pequeño estanque de agua había brotado de la tierra, y de él bebían otras aves que llegaban al lugar.
El sitio se había convertido en un pequeño oasis en el desierto, floreciente y prometedor. Nuestro pájaro gruñón, ya no se quejaba sino que cantaba y revoloteaba alegremente alrededor del árbol que le daba cobijo.
El ángel estaba asombrado, no entendía cómo sucedió todo esto, y recordaba que Dios le había dicho que estaba escrito que ese pájaro no tendría felicidad en lo que le quedaba de vida. Así que, con esa inquietud en su mente, fue a visitar a Dios de nuevo.
El ángel le contó a Dios lo que había visto, y le hizo sus preguntas. Dios respondió:
– «Sí, estaba escrito que no habría felicidad para el pájaro para el resto de su vida, ya que su actitud era la que iba definiendo su destino lúgubre, pero todo cambió cuando el pájaro decidió cambiar su actitud y orar diariamente «Gracias, Dios, por todo», ante cada situación que se le presentase».
Cuando el pájaro caía sobre la arena caliente, decía «gracias a Dios por todo». Cuando no podía volar, repetía «gracias a Dios por todo», cuando tenía que dormir sin probar bocado, repetía «gracias, gracias, gracias» aunque suene absurdo y haya sido muy difícil para él.
Comprendió que el agradecimiento es la forma más maravillosa que tiene el amor de manifestarse, y que todo aquel que manifieste AMOR, generará prosperidad y bienestar en su vida.

viernes, 9 de junio de 2023

Himno de alabanza

Al canto de los gallos viene la aurora;
los temores se alejan como las sombras.
¡Dios, Padre nuestro,
en tu nombre dormimos y amanecemos!
Como luz nos visitas, Rey de los hombres,
como amor que vigila siempre de noche;
cuando el que duerme bajo el signo del sueño
prueba la muerte.
Del sueño del pecado nos resucitas,
y es señal de tu gracia la luz amiga.
¡Dios que nos velas!,
tú nos sacas por gracia de las tinieblas.
Gloria al Padre y al Hijo, gloria al Espíritu,
al que es paz, luz y vida, al Uno y Trino;
gloria a su nombre
y al misterio divino que nos lo esconde. Amén.

El halcón voló

Había una vez un rey muy caprichoso que tenía una hija muy hermosa y buena. Quería casarla, aunque puso una condición algo absurda. Él estableció que sería elegido aquel hombre que fuera capaz de hacer volar un halcón que desde hace un tiempo estaba posado en una rama. Y nadie, absolutamente nadie hasta el presente había logrado hacerlo.
Una cantidad de personajes aparecieron en el palacio y con distintas mañas intentaron que el pájaro volara sin embargo ninguno lo consiguió.
Cuentan que una mañana el rey se levantó y vio volando al halcón por su jardín. Su hija ya tenía pretendiente. Mandó llamar al que había conseguido que el halcón volara. Cuando estuvo frente al campesino le preguntó:
- ¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres mago, acaso?
Entre feliz e intimidado, el hombrecito solo explicó:
- No fue difícil, Alteza: solo corté la rama, entonces el halcón se dio cuenta que tenía alas y simplemente se echó a volar
.

miércoles, 7 de junio de 2023

Reconocer el amor de Dios en las cosas sencillas

    Apolonio Carvalho

Pasamos distraídos por cosas en las cuales el amor de Dios se manifiesta y no lo percibimos. En realidad, deseamos sentir su amor solamente cuando necesitamos.
Cuanto más agradezco las manifestaciones del amor de Dios en las pequeñas cosas, más me hago sensible a su amor.
Cuanto más agradezco todo lo que tengo, más me sobra para repartirlo con los hermanos.
Cuando logro agradecer también por todo lo que perdí o por todo lo que no tengo, encuentro más libertad en el desprendimiento de las cosas.
Cuanto más agradezco las pequeñas cosas, más se manifiesta su amor en las grandes.
Espero que, reconociendo el amor de Dios en las pequeñas cosas, yo lo pueda amar cada vez más.

Vivir como las flores

Un joven honesto y bondadoso no soportaba a las personas falsas, embusteras e intolerantes. No sabía cómo debía actuar con ellas, y eso le creaba un profundo malestar, así que un buen día decidió acudir a la morada de un sabio en busca de ayuda.
- Maestro, no soporto a las personas que critican demasiado ni a las que son ignorantes, odio a todos los mentirosos y sufro mucho con quienes calumnian. ¿Qué puedo hacer? Tengo un desasosiego que no me deja vivir, dijo el joven.
El maestro le respondió que debía vivir como las flores, algo que el joven no acabó de entender.
- Las flores nacen del estiércol, sin embargo, son puras y perfumadas. Extraen del abono maloliente todo aquello que les es útil y saludable, pero no permiten que lo agrio y el mal olor de la tierra manche la frescura de sus pétalos. Es justo angustiarse con las propias culpas, pero no es sabio permitir que los vicios de los demás te incomoden, porque son de ellos, no tuyos. Y si no son tuyos, no hay motivo para molestarse. Ejercita la virtud de rechazar todo el mal que viene desde afuera y perfuma la vida de los demás haciendo el bien. Esto es vivir como las flores, explicó el maestro.

La vida tiene que ser belleza y frescura, sin mezclarla con el estiércol. Porque lo malo no es lo que entra en nosotros, sino lo que de nosotros sale.

domingo, 4 de junio de 2023

Padre, Hijo y Espíritu Santo

           Mari Patxi Ayerra

De todas las maneras estás dentro de mí,
me envuelves en tu presencia y en tu amor,
aunque yo me debata en búsquedas e ideas,
Tú eres mi Dios y me sostienes, recreas mi vida.
Tú, Padre Dios, me amaste
desde el principio de los tiempos,
tienes mi nombre tatuado en la palma de tu mano
y me conoces, vaya o venga,
hable o calle, trabaje o descanse,
esté en movimiento o duerma.
Tu presencia lo envuelve todo, es viento que libera,
es fuerza que anima, es impulso que dinamiza,
es sensación de consuelo, es aire renovador,
es Espíritu tuyo que está en nosotros siempre.
Sois Tres; sois Uno, ¿qué más da?...
Lo importante es que formáis parte de todo
y que mi vida descansa en Ti y en vosotros,
se alimenta de Ti y de los Tres, se siente amada por Ti,
aleccionada por Jesús y acompañada por tu Espíritu.
¿Se puede desear un regalo mejor?

El mejor discípulo

Un maestro tenía un discípulo al que prefería sobre todos los demás, lo que suscitó los celos de los otros discípulos.
El maestro, que conocía los corazones de todos, se dio cuenta de ello. Un día les dijo a todos que iban a hacer una experiencia para que comprendieran porque era el mejor discípulo.
El maestro ordenó que le trajeran veinte pájaros, y les dijo a sus discípulos:
- Que cada uno coja un pájaro, se lo lleve a un lugar en el que nadie lo ve, lo mate y me lo traiga luego.
Todos los discípulos se fueron, mataron los pájaros y los volvieron a traer. Todos..., salvo el discípulo favorito, que llegó el último y además le devolvió vivo el pájaro.
- ¿Por qué no lo has matado?, preguntó el maestro.
- Porque el maestro ha dicho que tenía que hacerse en un lugar en el que nadie pudiese vernos, respondió el discípulo. Pues bien, en todas partes donde he ido, Dios estaba viendo.
- ¿Veis por qué es el mejor discípulo?, exclamó el maestro.
Y los demás discípulos pidieron perdón a Dios”.