sábado, 8 de abril de 2023

Oración del Papa Francisco

Oh María, tú resplandeces siempre en nuestro camino
como signo de salvación y de esperanza.
Nosotros nos confiamos a ti, Salud de los enfermos,
que bajo la cruz estuviste asociada al dolor de Jesús,
manteniendo firme tu fe.
Tú, Salvación de todos los pueblos,
sabes de qué tenemos necesidad
y estamos seguros que proveerás,
para que, como en Caná de Galilea,
pueda volver la alegría y la fiesta
después de este momento de prueba.
Ayúdanos, Madre del Divino Amor,
a conformarnos a la voluntad del Padre
y a hacer lo que nos dirá Jesús,
quien ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos
y ha cargado nuestros dolores
para conducirnos, a través de la cruz,
a la alegría de la resurrección. Amén.

Mirar a los ojos

        Tony de Mello

El comandante de las fuerzas de ocupación le dijo al alcalde de la aldea:
-- «Tenemos la total certeza de que ocultan ustedes a un traidor en la aldea. De modo que, si no nos lo entregan, les haremos la vida imposible, a usted y a toda su gente, por todos los medios a nuestro alcance».
En realidad, la aldea ocultaba a un hombre que parecía ser bueno e inocente y a quien todos querían. Pero ¿qué podía hacer el alcalde, ahora que se veía amenazado el bienestar de toda la aldea?
Días enteros de discusiones en el Consejo de la aldea no llevaron a ninguna solución. De modo que, en última instancia, el alcalde planteó el asunto al cura del pueblo. El cura y el alcalde se pasaron toda la noche buscando en la Biblia y, al fin, apareció la solución. Había un texto en la Biblia que decía: «Es mejor que muera uno solo por el pueblo y no que perezca toda la nación».
De forma que el alcalde decidió entregar al inocente a las fuerzas de ocupación, si bien antes le pidió que le perdonara. El hombre le dijo que no había nada que perdonar, que él no deseaba poner a la aldea en peligro.
Fue cruelmente torturado. Por fin fue ejecutado.
Veinte años después pasó un profeta por la aldea, fue directamente al alcalde y le dijo:
-- ¿Qué hiciste? Aquel hombre estaba destinado por Dios a ser el salvador de este país. Y tú le entregaste para ser torturado y muerto.
-- ¿Y qué podía hacer yo?, alegó el alcalde. El cura y yo estuvimos mirando en la Biblia y actuamos en consecuencia.
-- Ese fue vuestro error», dijo el profeta. Mirasteis en la Biblia, pero deberíais haber mirado a sus ojos.