sábado, 16 de marzo de 2019

Para obtener la Piedad Filial

Madre del Amor Misericordioso,
bien sabes que tu Hijo,
desde lo alto de la Cruz,
señaló el camino de la piadosa
filiación como Aquel
que deberíamos recorrer.

Te imploro me obtengas la gracia
de acercarme a tu Inmaculado Corazón,
desde mi propio corazón,
para aprender a amarte y a honrarte
con el amor que el Señor Jesús te tiene.

Cuida que este hijo tuyo ingrese así
en el proceso de amorización
y vea algún día cumplida
la grandeza de verse conformado
en el Salvador. Amén

La sabiduría del anciano


Un anciano que pasaba los días sentado en un banco de la plaza que estaba a la entrada del pueblo, era muy querido por sus vecinos y siempre contestaba con mucha sabiduría a cualquier pregunta que le hicieran.
Un día, un joven se le acercó y le preguntó:
– Hola, señor, acabo de llegar a este pueblo, ¿Me puede decir, cómo es la gente de este lugar?
– Hola hijo, ¿De dónde vienes? Preguntó el anciano.
– De un pueblo muy lejano.
– Dime, ¿Cómo es la gente allí?
– Son egoístas, envidiosos, malvados, estafadores… por eso me fui de aquel lugar en busca de mejores vecinos.
– Lamento decírtelo, querido amigo, pero los habitantes de aquí son iguales a los de tu ciudad.
El joven, lo saludó y siguió viaje.
Al siguiente día pasó otro joven, que acercándose al anciano, le hizo la misma pregunta:
– Acabo de llegar a este lugar, ¿Me podría decir cómo son los habitantes de esta ciudad?
– ¿Cómo es la gente de la ciudad de dónde vienes?
– Ellos son buenos, generosos, hospitalarios, honestos, trabajadores… tenía tantos amigos, que me ha costado mucho separarme de ellos.
– Los habitantes de esta localidad también son así. Respondió el anciano.
– Gracias por su ayuda, me quedaré a vivir con ustedes.
Un hombre que también pasaba muchas horas en la misma plaza, no pudo evitar escuchar las dos conversaciones y cuando el segundo joven se fue, se acercó al anciano y le preguntó:
– ¿Cómo puedes dar dos respuestas completamente diferentes si los dos jóvenes te hicieron la misma pregunta?
– En realidad todo está en nosotros mismos. Quien no ha encontrado nada bueno en su pasado, tampoco lo encontrará aquí. En cambio, aquellas personas que tenían amigos en su ciudad de origen, también los encontrarán aquí, porque las personas reciben aquello que ellas mismas están dispuestas a dar a los demás.

«Todo lo bueno y lo bello de la vida que necesitas, lo llevas dentro de ti. Tú simplemente déjalo salir, compártelo con los demás y cuando menos te lo esperes regresará a tu vida»

viernes, 15 de marzo de 2019

Oración por mis enemigos

Padre bueno, ahora que Tú me muestras tu amor,
quiero pedirte por mis enemigos,
por aquellos que me han hecho daño
y por aquellos que se burlan de mí.
Ten compasión de ellos.
Yo todavía siento el dolor,
pero los perdono de todo corazón
y te ruego por su salud y su vida.
También te pido, Señor,
que me quites toda secuela de dolor y de resentimiento.
Hoy renuncio al odio y al rencor,
a las ganas de venganza y a la amargura,
y te pongo en ese lugar que queda vacío,
porque Tú puedes llenar todo mi ser.
Te recibo en mi corazón como el Dios
que puede sanarme a mí y a mis enemigos. Amén.

El falso profeta y los tigres


                   Paulo Coelho

El falso profeta llegó a la aldea y aterrorizó a todo el mundo con amenazas de males que vendrían del bosque. Las personas, asustadas, reunieron una enorme cantidad de dinero y se la entregaron a este hombre con el objetivo de que alejase de ellos aquellos peligros.
El hombre compró algunos panes viejos, y empezó a arrojarlos a trozos alrededor del bosque, recitando palabras incomprensibles. Un muchacho se le acercó:
- ¿Qué está usted haciendo?
- Estoy salvando a tus padres, a tus abuelos y a tus amigos de la amenaza de los tigres.
- ¿Tigres? ¡Pero si no hay tigres en este país!
- Gracias a mi magia –dijo el falso profeta–, que, como puedes ver, funciona siempre.
El muchacho aún quiso replicar alguna cosa, pero los habitantes decidieron expulsarlo de la ciudad, pues estaba estorbando el trabajo de aquel hombre sabio.

jueves, 14 de marzo de 2019

Oración de agradecimiento

Gracias, Señor, por venir a nosotros en este día.
Aunque a veces nuestros pasos nos alejen de ti,
tú siempre nos esperas y sales a nuestro encuentro,
dispuesto a darnos tu abrazo de acogida. 
Ayúdanos a vivir con un corazón generoso,
dispuesto siempre a perdonar, a acoger,
a abrazar a nuestros hermanos
y a celebrar con ellos el encuentro contigo. 
Gracias, Señor, porque nos acoges sin regañar,
nos perdonas sin preguntar,
y como buen Padre, estás dispuesto a celebrar
el regreso de cada uno de tus hijos. 
No dejes que nos apartemos de ti.

El murci-pájaro


                Pedro P. Sacristán

Había una vez un murciélago para quien salir a cazar insectos era un esfuerzo terrible. Era tan comodón, que cuando un día por casualidad vio un pájaro en su jaula a través de una ventana, y vio que tenía agua y comida sin tener que hacer ningún esfuerzo, decidió que él también se convertiría en la mascota de un niño.
Empezó a madrugar, levantándose cuando aún era de día para ir a algún parque y dejarse ver por algún niño que lo adoptase como mascota. Pero como los murciélagos son bastante feuchos, la verdad, poco caso le hacían. Entonces, decidió mejorar su aspecto. Se fabricó un pico, se pegó un montón de plumas alrededor del cuerpo, y se hizo con un pequeñisimo silbato, con el que consiguió que sus cantos de murcipájaro fueran un poco menos horribles. Y así, y con mucha suerte, se encontró con un niño bastante miope que casi nunca llevaba sus gafas, a quien no importó el ridículo aspecto de aquel pájaro negro y pequeñajo.
El murciélago fue feliz a su jaula, dentro de una casa cómoda y calentita, donde se sintió el rey de todos los murciélagos, y el más listo. Pero aquella sensación duró tanto como su hambre, pues cuando quiso comer algo, allí no había ni mosquitos ni insectos, sino abundante alpiste y otros cereales por los que el muerciélago sentía el mayor de los ascos. Tanto, que estaba decidido a morir de hambre antes que probar aquella comida de pájaros. Pero su nuevo dueño, al notar que comenzaba a adelgazar, decidió que no iba a dejar morir de hambre a su pajarito, y con una jeringuilla y una cuchara, consiguió que el aquel fuera el primer murciélago en darse un atracón de alpiste...
Algunos días después, el murcipájaro, en un descuido del niño que dejó la puerta de la jaula abierta, consiguió escapar y volver a casa. Estaba tan avergonzado que no contó a nadie lo que le había ocurrido, pero no pudo evitar que todos comentaran lo mucho que se esforzaba ahora cuando salía de caza, y lo duro y resistente que se había vuelto, sin que desde entonces volvieran a preocuparle las molestias o incomodidades de la vida en libertad.

martes, 12 de marzo de 2019

Te seguiré

Hazme ver con claridad, Señor,
qué necesita el mundo de mí.
Hazme ver con claridad, Señor,
lo que estoy dispuesto a dar a los demás.
Hazme ver con claridad, Señor,
que necesitas que tenga la cabeza en ti.
Hazme ver con claridad, Señor,
que me llamas, que necesitas mi ayuda.
Quiero seguirte, mi Dios.
Quiero soltar las cargas que me impiden llegar a ti.
Quiero dejar todas mis ocupaciones y preocupaciones
y mantener mis oídos atentos y mi corazón despierto.
¿Vas a llamarme, Jesús? Te escucharé.
¿Vas a encontrarme? Te esperaré.
¿Vas a invitarme a estar contigo? Lo dejaré todo.
Te seguiré en confianza.
Te seguiré en conversión.
Te seguiré en amor y en verdad.

El Buda de barro


                                  Del libro "El Silencio del Hombre 

La estatua del Buda de barro alcanzaba casi tres metros de altura. Durante generaciones había sido considerada sagrada por los habitantes del lugar.
Un día, debido al crecimiento de la ciudad, decidieron trasladarla a un sitio más apropiado.
Esta delicada tarea le fue encomendada a un reconocido monje, quien, después de planificar detenidamente, comenzó su misión. Fue tan mala su fortuna que, al mover la estatua, ésta se deslizó y cayó, agrietándose en varias partes.
Compungidos, el monje y su equipo decidieron pasar la noche meditando sobre las alternativas. Fueron unas horas largas, oscuras y lluviosas. El monje, en vez de desesperarse, se enfocó en encontrar una salida.
De repente, al observar la escultura resquebrajada, cayó en cuenta que la luz de su vela se reflejaba a través de las grietas de la estatua. Pensó que eran las gotas de lluvia. Se acercó a la grieta y observó que detrás del barro había algo, pero no estaba seguro qué.
Lo consultó con sus colegas y decidió tomar un riesgo que parecía una locura. Pidió un martillo y comenzó a romper el barro, descubriendo que debajo se escondía un Buda de oro sólido de casi tres metros de altura. Durante siglos este hermoso tesoro había sido cubierto por el ordinario barro.
Los historiadores hallaron pruebas que demostraban que, en una época, el pueblo iba a ser atacado por bandidos. Los pobladores, para proteger su tesoro, lo cubrieron con barro para que pareciera común y ordinario.
El pueblo fue atacado y saqueado, pero el Buda fue ignorado por los bandidos. Después, los sobrevivientes pensaron que era mejor seguir ocultándolo detrás del barro.
Con el tiempo, la gente comenzó a pensar que el Buda de Oro era una leyenda o un invento de los viejos. Hasta que, finalmente, todos olvidaron el verdadero tesoro porque pensaron que algo tan hermoso no podía ser cierto.

Nuestros tesoros son nuestra capacidad de dar, disfrutar, agradecer, reír; de perdonar, de soñar en grande, de pasar por encima de las pequeñeces y de valorar en ti mismo y en otros lo que verdaderamente es importante. Arriésgate a ver tu vida a través del barro y te darás cuenta de que eres un tesoro rodeado de riquezas.

domingo, 10 de marzo de 2019

“No nos dejes caer en la tentación”

                Florentino Ulibarri

Cuando sea tentado por el hambre,
no me dejes caer en soluciones fáciles.
No a la gula, no a la pereza, no a la vida cómoda y satisfecha.
Dame sólo el pan nuestro de cada día.
Cuando sea tentado por la fama, no me dejes caer en la soberbia.
No a la imagen, no al orgullo, no a una vida ambiciosa y fácil.
Dame sólo la grandeza de tener hermanos y Padre.
Cuando sea tentado por el poder, no me dejes caer en sus redes.
No al uso de su fuerza, no al dominio, no a una vida arrogante y prepotente.
Dame sólo el gozo del servicio humilde.
Cuando sea tentado por lo que sea,
no me dejes solo con mi pena ni con mi osadía.
Y aunque no te lo pida, ni haya apreciado tu ejemplo y propuesta,
dame tu segura compañía para andar por la vida.
Y mientras caminemos por el desierto,
que tu Espíritu, sólo tu Espíritu,
me empuje y guíe a los corazones y a los oasis
en los que Tú estás presente, aunque no lo invoque.
¡No me dejes caer en estas ni en otras tentaciones!

La puerta


En una ocasión se ofrecía en el local de una ciudad la muestra de varias pinturas. Entre los cuadros pintados, estaba uno donde se presentaba a Jesús en medio de un jardín oscuro.
Con su mano izquierda sostiene una lámpara que ilumina la escena, y con la derecha llama a una puerta que se ve, de material muy grueso y pesado.
Mientras la gente contemplaba los cuadros, uno de ellos se acercó al pintor de este cuadro para hacerle notar un ¨error¨ en su pintura, le dijo:
- En su cuadro hay un error, la puerta no tiene pintada la manija (para abrirla).
El pintor le contestó:
- No es un error. La puerta representa el corazón humano… ¡Y sólo se abre por dentro!