sábado, 27 de mayo de 2023

Cada instante sólo en función de ti

        Chiara Lubich

¡Oh, Espíritu Santo!
No te pedimos otra cosa que Dios por Dios.
Haznos vivir la vida que nos queda
solamente, siempre y en cada instante en función de Ti,
a quien solo queremos amar y servir.
¡Dios! Dios, espíritu puro, a quien nuestra humanidad
puede servir de cáliz vacío para ser llenado…
Dios, que debe transparentarse en nuestra alma,
en nuestro corazón, en nuestro rostro,
en nuestras palabras,
en nuestros actos, en nuestro silencio,
en nuestro vivir, en nuestro morir,
en nuestro vivir sobre la tierra,
donde podemos y tenemos que dejar
sólo una estela luminosa de Su presencia,
de Él presente en nosotros,
entre los escombros del mundo, que vive o que cae,
en la alabanza o en la vanidad de todas las cosas,
como escabel o como despojo de todo,
para dejar sitio al Todo, al Solo, al Amor

Enzo, el puercoespín

En las profundidades de un gran bosque había un magnífico río cuyas aguas se vestían de los colores del arcoíris por los penetrantes rayos del sol. Cerca de allí vivía un puercoespín llamado Enzo que tenía una linda casita dentro del hueco de un viejo árbol.
Todos los días salía a divertirse trepando velozmente por los árboles. Le gustaba cuidar su salud y coleccionaba hojitas de plantas medicinales para curarse de cualquier tipo de enfermedad haciendo ricas infusiones.
Un día, en el bosque, mientras daba un paseo, comenzaron a caer numerosos copos de nieve anunciando la llegada del invierno. Enzo corrió y buscó refugio en su casita.
Los demás puercoespines al ver que el frío iba en aumento decidieron juntarse en una misma madriguera para mantener el calor.
Al percatarse de que Enzo no estaba en el grupo decidieron ir a su casita a invitarle a unirse al grupo; pero Enzo les dijo que no iba juntarse con ellos porque no quería que lo pincharan con sus púas y espinas.
Los demás puercoespines se marcharon del lugar y permanecieron juntos dentro de una misma madriguera manteniendo el calor.
Al día siguiente, muy preocupados, decidieron volver a la casita de Enzo y lo encontraron casi muerto de frío. Al verlo temblando y poder moverse por el frío decidieron llevárselo con ellos. Al llegar a la madriguera comenzaron a juntarse alrededor de Enzo para darle calor.
En ese instante Enzo comenzó a sentir el dolor de las púas y las espinas y pensó: ¡Prefiero sentir el dolor de estar cerca de los demás y no morir de frío en la soledad!

ENSEÑANZA: La mejor relación no es aquella que une a personas perfectas, sino aquella en la que cada uno aprende a convivir, aceptando los defectos de los demás y disfrutando de sus cualidades.

viernes, 26 de mayo de 2023

Cada instante sólo en función de ti

        Chiara Lubich

¡Oh, Espíritu Santo!
No te pedimos otra cosa que Dios por Dios.
Ya que mañana, dentro de una década, o más,
tendremos que ir a adorarte allí donde triunfa tu Reino
y todo está en función de Ti,
haznos vivir la vida que nos queda –y estos te lo suplicamos–
solamente, siempre y en cada instante en función de Ti,
a quien solo queremos amar y servir.
¡Dios! Dios, espíritu puro,
a quien nuestra humanidad
puede servir de cáliz vacío para ser llenado…
Dios, que debe transparentarse en nuestra alma,
en nuestro corazón, en nuestro rostro,
en nuestras palabras,
en nuestros actos, en nuestro silencio,
en nuestro vivir, en nuestro morir,
en nuestro aparecer,
después de nuestra desaparición sobre la tierra,
donde podemos y tenemos que dejar
sólo una estela luminosa de Su presencia,
de Él presente en nosotros,
entre los escombros del mundo, que vive o que cae,
en la alabanza o en la vanidad de todas las cosas,
como escabel o como despojo de todo,
para dejar sitio al Todo, al Solo, al Amor.

Los puercoespines

En las profundidades de un gran bosque había un magnífico río cuyas aguas se vestían de los colores del arcoíris por los penetrantes rayos del sol. Cerca de allí vivía un puercoespín llamado Enzo que tenía una linda casita dentro del hueco de un viejo árbol.
Todos los días salía a divertirse trepando velozmente por los árboles. Le gustaba cuidar su salud y coleccionaba hojitas de plantas medicinales para curarse de cualquier tipo de enfermedad haciendo ricas infusiones.
Un día, en el bosque, mientras daba un paseo, comenzaron a caer numerosos copos de nieve anunciando la llegada del invierno. Enzo corrió y buscó refugio en su casita.
Los demás puercoespines al ver que el frío iba en aumento decidieron juntarse en una misma madriguera para mantener el calor.
Al percatarse de que Enzo no estaba en el grupo decidieron ir a su casita a invitarle a unirse al grupo; pero Enzo les dijo que no iba juntarse con ellos porque no quería que lo pincharan con sus púas y espinas.
Los demás puercoespines se marcharon del lugar y permanecieron juntos dentro de una misma madriguera manteniendo el calor.
Al día siguiente, muy preocupados, decidieron volver a la casita de Enzo y lo encontraron casi muerto de frío. Al verlo temblando y poder moverse por el frío decidieron llevárselo con ellos. Al llegar a la madriguera comenzaron a juntarse alrededor de Enzo para darle calor.
En ese instante Enzo comenzó a sentir el dolor de las púas y las espinas y pensó: ¡Prefiero sentir el dolor de estar cerca de los demás y no morir de frío en la soledad!

ENSEÑANZA: La mejor relación no es aquella que une a personas perfectas, sino aquella en la que cada uno aprende a convivir, aceptando los defectos de los demás y disfrutando de sus cualidades.

miércoles, 24 de mayo de 2023

Ven Espíritu Santo

Ven, Espíritu Santo,
Llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Envía, Señor, tu Espíritu.
Que renueve la faz de la Tierra.
Oh Dios, que llenaste los corazones de tus fieles
con la luz del Espíritu Santo;
concédenos que, guiados por el mismo Espíritu,
sintamos con rectitud y gocemos siempre de tu consuelo.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

La maestra Riveros

El nombre de la maestra de 5º Grado era Sra. Riveros, el primer día de clase lo iniciaba diciendo a los niños algo que no era cierto. Como muchos profesores, ella miraba a sus alumnos y les decía que a todos los quería igual. Pero eso no era posible, porque en la primera fila, desparramado sobre su asiento, estaba un niño llamado: Facundo Moreno.
La Sra. Riveros había observado a Facundo desde el año anterior y había notado que no jugaba muy bien con otros niños, su ropa estaba descuidada y constantemente necesitaba darse un buen baño. Facundo comenzaba a ser desagradable. Llegó el momento en que la Sra. Riveros disfrutaba al marcar una gran X los trabajos de Facundo con un rotulador rojo poniendo un gran cero en la parte superior de sus tareas.
En la escuela donde la Sra. Riveros enseñaba, le pedían revisar el historial de cada niño, ella dejó el expediente de Facundo para el final. Cuando revisó su expediente, se llevó una gran sorpresa.
La Maestra de primer grado escribió: “Facundo es un niño muy brillante con una sonrisa sin igual. Hace su trabajo de manera limpia y tiene buenos modales, es un placer tenerlo cerca.
Su maestra de segundo grado escribió: “Facundo es un excelente estudiante, se lleva muy bien con sus compañeros, pero se le nota preocupado porque su madre tiene una enfermedad incurable y el ambiente en su casa debe ser muy difícil".
La maestra de tercer grado escribió: "Su madre ha muerto, ha sido muy duro para él. Trata de hacer su mejor esfuerzo, pero su padre no muestra mucho interés y el ambiente en su casa le afectará pronto si no se toman medidas".
Su maestra de cuarto grado escribió: “Facundo está atrasado respecto a sus compañeros y no muestra mucho interés en la escuela. No tiene muchos amigos y en ocasiones se duerme en clase".
Ahora la Sra. Riveros se había dado cuenta del problema y estaba apenada consigo misma. Comenzó a sentirse peor cuando sus alumnos les llevaron sus regalos del día del maestro, envueltos con preciosos moños y papel brillante, excepto el de Facundo. Su regalo estaba mal envuelto con un papel amarillento que él había tomado de una bolsa de papel. A la Sra. Riveros le dio pánico abrir ese regalo en medio de los otros niños. Algunos comenzaron a reírse cuando ella sacó un viejo brazalete y un frasco de perfume con solo un cuarto de su contenido. Ella detuvo las burlas de los niños al exclamar lo precioso que era el brazalete mientras se lo probaba y se colocaba un poco del perfume en su muñeca. Facundo Moreno se quedó ese día al final de la clase para decirle: “Sra. Riveros, hoy usted huele como olía mi mamá". Después de que el niño se fue ella lloró desconsoladamente.
Desde ese día, su prioridad no fue solo enseñarles a los niños matemáticas, a leer y a escribir. En lugar de eso, comenzó a educar a los niños.
La Sra. Riveros puso especial atención en Facundo. Conforme comenzó a trabajar con él, su cerebro comenzó a revivir. Cuanto más lo apoyaba, él respondía más rápido.
Para el final del ciclo escolar, Facundo se había convertido en uno de los niños más aplicados de la clase y a pesar de su maestra dijo que quería a todos sus alumnos por igual, Facundo se convirtió en uno de los consentidos de la maestra.
Dos años después, encontró una nota debajo de su puerta, era de Facundo, diciéndole que ella había sido la mejor maestra que había tenido en toda su vida.
Cinco años después por las mismas fechas, recibió otra nota de Facundo, ahora escribía diciéndole que había terminado Secundaria siendo el tercero de su clase y ella seguía siendo la mejor maestra que había tenido en toda su vida.

Cinco años después, recibió otra carta que decía que a pesar de que en ocasiones las cosas fueron muy duras, siguió la escuela y pronto se graduaría con los más altos honores. Él le reiteró a la Sra. Riveros que seguía siendo la mejor maestra que había tenido en toda su vida y su favorita.

Cuatro años después recibió otra carta. En esta ocasión le explicaba que después de que concluyó su carrera, decidió viajar un poco. La carta le explicaba que ella seguía siendo la mejor maestra que había tenido y su favorita, la carta estaba firmada por Dr. Facundo Moreno
La historia no termina aquí, existe una carta más que leer, Facundo ahora decía que había conocido a una chica con la cual iba a casarse. Explicaba que su padre había muerto hacía un par de años y le preguntaba a la Sra. Riveros si le gustaría ocupar en su boda el lugar reservado para la madre del novio, por supuesto la vieja maestra aceptó y adivinen...
Ella llevó el viejo brazalete y se aseguró de usar el perfume que Facundo recordaba que usó su madre la última Navidad que pasaron juntos.
Se dieron un gran abrazo y el Dr. Moreno le susurró al oído, "Gracias Maestra, por creer en mí. Muchas gracias por hacerme sentir importante y mostrarme que yo puedo hacer la diferencia".
La Sra. Riveros con lágrimas en los ojos, tomó aire y dijo,
- “Facundo, te equivocas, tú fuiste el que me enseñó a mí que yo puedo hacer la diferencia. "No sabía cómo educar hasta que te conocí".

domingo, 21 de mayo de 2023

Tú estás con nosotros todos los días

          Mari Patxi Ayerra

¿Estás ahí, Señor? ¿Te has quedado de verdad entre nosotros?
Sentimos que te quedas cuando todos se van...
Y todos se van... y en esa soledad se te disfruta
y uno oye cómo te haces presente, cómo susurras al oído:
Estoy en tu vecino, que está sólo,
estoy en tu cuñado, que está triste,
y necesita alguna de tus risas,
estoy en tus clientes, que te necesitan tranquilo
estoy en la comida que preparas,
para que gocen juntos los tuyos,
estoy en la máquina que manejas y que otros usarán para vivir,
estoy en el enfermo que está al lado, esperando un poco de atención,
estoy en el tendero de la esquina, que es chino y no conoces, por tu prisa...
estoy barriendo el barrio y no me ves, cuando tiras al suelo el papel, sin cuidado,
estoy conduciendo el autobús, y apenas nunca me has mirado a los ojos,
estoy en una esquina, no te gusto y me miras con desprecio,
estoy junto a ti, en el ascensor, mientras lees el correo, y no me has visto,
estoy limpiando los cristales de la tienda donde compras,
estoy vendiéndote el periódico cada mañana, no ves que paso frío,
estoy en el campo criando vacas, para tu desayuno,
estoy en el laboratorio investigando para tu salud, piensa en mí,
estoy actuando para ti, creando belleza, que casi no saboreas...,
estoy en la carretera mientras duermes, trayendo el alimento de mañana,
estoy en la cárcel, penando errores, no me maldigas, compréndeme.
Estoy dentro de ti, te vuelvo el corazón universal.
Tú eres de los míos, vete a hacer discípulos míos.

El Muñeco de Sal

Había una vez un muñeco de sal que había salido de una ola del mar. El muñeco de sal había oído decir que en la ciudad las personas hacían lo que querían y que eran muy felices. Comenzó a aventurarse en tierras lejanas del mar y las olas. Tuvo una cierta decepción porque se dio cuenta que las cosas no eran del todo como se las había imaginado porque las personas también hacían daño a otras personas, y hasta los niños se peleaban. Pasó mucho tiempo y después de tanto peregrinar llegó hasta el mar.
- El muñeco de sal le preguntó: «¿Tú quién eres?»
- Y el mar le respondió: «Soy el mar».
- El muñeco de sal volvió preguntar: «¿Y qué es el mar?».
- Y el mar contesto: «Soy yo».
- «No entiendo», dijo el muñeco de sal, «pero me gustaría mucho entenderte. ¿Qué puedo hacer?»
- El mar simplemente le dijo: «Tócame».
Entonces el muñeco de sal, tímidamente, tocó el mar con la punta de los dedos del pie y notó que aquello empezaba a ser comprensible, pero luego se dio cuenta de que le habían desaparecido las puntas de los pies.
- «¡Uy, mar, mira lo que me has hecho!».
- Y el mar le respondió: «Tú me diste algo de ti y yo te di comprensión. Tienes que darte todo para comprenderme todo».
Y el muñeco de sal comenzó a entrar lentamente mar adentro, despacio y solemne, como quien va a hacer la cosa más importante de su vida. A medida que iba entrando, iba también diluyéndose y comprendiendo cada vez más al mar, hasta que una ola lo cubrió por entero. En el último momento, antes de diluirse en el mar, todavía pudo decir:
- «Soy yo el mar».
El muñeco de sal se desapegó de todo y ganó todo: el verdadero yo, su identidad profunda, su felicidad.