sábado, 23 de abril de 2022

Contigo, Señor, contigo

                   José Mª Rodríguez Olaizola, sj

Señor del amor verdadero, pon tu luz en nuestras sombras,
pon tu paz en nuestras luchas, pon tu voz en nuestros ruidos.
Pon armonía en nuestras diferencias, pon sentido en nuestras preguntas,
pon ternura en nuestros juicios y limpieza en cada proyecto.
Pon dignidad en nuestra mirada y libertad en nuestras certidumbres,
pon tu aliento en el bregar cotidiano y tu amistad en nuestros contrastes.
Pon, Señor, tu verdad en nuestras dudas.
Ponnos, Señor, contigo,
cuando buscamos tu evangelio para este mundo.
Tú que eres el camino, la verdad, y la vida.

El árbol de los libros

Burtree era un árbol muy viejo. Tan viejo, que hasta recordaba los años en que se habían separado los continentes. En su juventud, había aprendido de los pájaros, de los peces, de los mamíferos, de las flores y de las plantas. También de las nubes, que le traían enseñanzas de lugares insólitos. Y del brillante sol. Y de la perezosa luna.
Llevaba años asentado a los pies de una montaña, por donde el Gran Río giraba a la derecha. Había visto crecer primero al pueblo y, con el tiempo, cómo este se convertía en una alegre ciudad. Así fue como conoció a las personas. Eran los seres más fascinantes que nunca había conocido.
Fue tal la fascinación que sintió Burtree que quiso contarle muchas historias y cuentos al hombre. Y así fue cómo nuestro árbol amigo se convirtió en una biblioteca muy famosa. De todo el mundo acudía gente a visitarle. Primero cada persona le contaba su historia: quién era, de dónde venía, qué le gustaba... y luego Burtree le entregaba un libro único, pensado especialmente para él o para ella.
Las hojas de Burtree estaban cargadas de miles de ideas y su savia llena de letras. Era un sabio con mucha creatividad e ingenio. Los más pequeños le adoraban porque Burtree era el creador de las mejores historias de piratas y de dragones y princesas que había. También se le daba bien escribir sobre misterios y utilizar otros planetas como el escenario perfecto.
Sin embargo, lo mejor de Burtree no eran sus cuentos y libros, sino que había enseñado a los hombres lo importante que era crear lectores, hacer que los niños aprendieran a conocer el mundo y a conocerse a sí mismos gracias a los libros y a los cuentos. Y es que, la lectura es una aventura, con diferentes caminos, donde se encuentran tesoros, que enriquecen nuestra vida.

viernes, 22 de abril de 2022

Echad las redes

                 J.L. Martín Descalzo

Desde que tú te fuiste no hemos pescado nada.
Llevamos veinte siglos echando inútilmente las redes de la vida
y entre sus mallas sólo pescamos el vacío.
Vamos quemando horas y el alma sigue seca.
Nos hemos vuelto estériles
lo mismo que una tierra cubierta de cemento.
¿Estaremos ya muertos?
¿Desde hace cuántos años no nos hemos reído?
¿Quién recuerda la última vez que amamos?

Y una tarde tú vuelves y nos dices: «Echa tu red a tu derecha,
atrévete de nuevo a confiar, abre tu alma,
saca del viejo cofre las nuevas ilusiones,
dale cuerda al corazón, levántate y camina.»

Y lo hacemos, sólo por darte gusto. Y, de repente,
nuestras redes rebosan alegría, nos resucita el gozo
y es tanto el peso de amor que recogemos
que la red se nos rompe, cargada
de ciento cincuenta y tres nuevas esperanzas.

¡Ah, tú, fecundador de almas: llégate a nuestra orilla,
camina sobre el agua de nuestra indiferencia,
devuélvenos, Señor, a tu alegría!

Las alas de un libro

             Maria Teresa Di Dio

Anita bostezó y estiró sus brazos, dejando el libro sobre la almohada, hacía dos años que había aprendido a leer historias y cuentos que su madre le compraba.
Las alas de un libro
me llevan viajando
a lugares soñados
sus letras forman cuentos.
Con realidades creadas
cuantos momentos pasados
con sus páginas adoradas
veo infinitos finales
en este viaje imaginario.
Antes de dormir sus padres le dieron las buenas noches y le dieron un beso.
Otro bostezo y ya estaba dormida…
Tan solo unos minutos después el libro la llamó:
- ¡Anita despierta! nos vamos de paseo…
La niña no podía creer que su libro tuviera alas grandes y la invitara a subir sobre su lomo para salir de paseo volando.
Batiendo sus páginas salieron por la ventana de la habitación, Anita pensó… espero que mama no cierre la ventana o no podremos regresar.
Volaron sobre sobre la ciudad y el campo, en el bosque descendieron cerca de un enorme árbol que servía de vivienda a unos duendes, que gentilmente la invitaron a tomar una rica taza de chocolate.
En sus jardines había flores con sabor a frutilla, duraznos, dulce de leche…
Desde allí pasaron volando sobre un río, que surcaba la llanura y formaba una cascada con mucha espuma de helado sabor a vainilla.
De nuevo con ella como pasajero sobrevolaron un hermoso jardín; de allí Anita cortó flores con pétalos de azúcar y muchos colores.
- ¡¡¡Anita!!! es hora de levantarse para ir a la escuela, así la llamó su madre.
La niña aún tenía el sabor en su boca de los pétalos de las flores coloridas.
¡Que sueño tan lindo! pensó Anita, guardó su libro en la biblioteca con una caricia y se fue a la escuela…

jueves, 21 de abril de 2022

La magia de Dios

      Florentino Ulibarri

No se anuncia. No se le espera. Nadie lo ve ni oye.
Pero, poco a poco, todos lo notan,
porque se pone en medio y nos saluda a su estilo,
como siempre: Paz a vosotros.
Es la magia del Dios que nos ama.
Jesús de Nazaret ya está presente.
Nada puede detenerlo. Atraviesa puertas y ventanas,
derriba muros y vallas, se cuela por poros y brechas,
transforma a las personas, recrea todas las cosas,
renueva la tierra y la historia.
Es la magia del Dios que nos ama.
Y aunque la duda se instale
en nuestro corazón y mente,
él sigue adelante mostrándonos sus llagas
de dolor, pasión y amor.
pues lo suyo es compartir
con amigos y desilusionados
lo mejor que tiene y trae:
la esperanza del reino ya presente.
Es la magia del Dios que nos ama.
Basta y sobra un gesto de vida:
buscar la misma longitud de onda,
asomarse a las ventanas, desempolvar las sandalias,
entrar en su cauce, seguir su estela desconcertante,
prenderse de sus llagas...
dejarse azotar por su palabra...
y caminar alegre y sin nada.
Es la magia de los que aman.
Y todo se renueva.
Jesús de Nazaret ha resucitado.
Nosotros somos testigos de estas cosas.
Es la magia del Dios que nos ama y resucita.

Uga la tortuga

¡Caramba, todo me sale mal! se lamenta constantemente Uga, la tortuga. Y es que no es para menos: siempre llega tarde, es la última en acabar sus tareas, casi nunca consigue premios a la rapidez y, para colmo es una dormilona.
¡Esto tiene que cambiar! se propuso un buen día, harta de que sus compañeros del bosque le recriminaran por su poco esfuerzo al realizar sus tareas.
Y es que había optado por no intentar siquiera realizar actividades tan sencillas como amontonar hojitas secas caídas de los árboles en otoño, o quitar piedrecitas de camino hacia la charca donde chapoteaban los calurosos días de verano.
- ¿Para qué preocuparme en hacer un trabajo que luego acaban haciendo mis compañeros? Mejor es dedicarme a jugar y a descansar.
- No es una gran idea, dijo una hormiguita. Lo que verdaderamente cuenta no es hacer el trabajo en un tiempo récord; lo importante es acabarlo realizándolo lo mejor que sabes, pues siempre te quedará la recompensa de haberlo conseguido. No todos los trabajos necesitan de obreros rápidos. Hay labores que requieren tiempo y esfuerzo. Si no lo intentas nunca sabrás lo que eres capaz de hacer, y siempre te quedarás con la duda de si lo hubieras logrados alguna vez. Por ello, es mejor intentarlo y no conseguirlo que no probar y vivir con la duda. La constancia y la perseverancia son buenas aliadas para conseguir lo que nos proponemos; por ello yo te aconsejo que lo intentes. Hasta te puede sorprender de lo que eres capaz.
- ¡Caramba, hormiguita, me has tocado las fibras! Esto es lo que yo necesitaba: alguien que me ayudara a comprender el valor del esfuerzo; te prometo que lo intentaré.
Pasaron unos días y Uga, la tortuga, se esforzaba en sus quehaceres.
Se sentía feliz consigo misma pues cada día conseguía lo poquito que se proponía porque era consciente de que había hecho todo lo posible por lograrlo.
- He encontrado mi felicidad: lo que importa no es marcarse grandes e imposibles metas, sino acabar todas las pequeñas tareas que contribuyen a lograr grandes fines.

miércoles, 20 de abril de 2022

Seguir caminando

            José Mª Rodríguez Olaizola, sj

Toca seguir caminando,
más allá de la sombra y la duda,
más allá de la muerte y el miedo,
bebiendo palabras prestadas,
confiando en las fuerzas ajenas
si acaso las propias se gastan.
Toca seguir caminando,
acoger al peregrino, relatar tu historia,
escuchar la suya aliviar tristezas,
compartir mesa y vida.
Toca seguir caminando
con los ojos abiertos, para descubrir al Dios vivo
que nos sale al encuentro hecho amigo, pan y palabra.
En marcha, pues…

Cuenta otra leyenda

Cuenta una vieja leyenda de indios sioux, que una vez hasta la tienda del viejo brujo de la tribu llegaron, cogidos de la mano, Toro Bravo, el más valiente y honorable de los jóvenes guerreros, y Nube Alta, la hija del jefe y una de las más hermosas mujeres de la tribu.
– Nos amamos –empezó el joven.
– Y nos vamos a casar –dijo ella.
– Y nos queremos tanto que tenemos miedo.
– Queremos un hechizo, un conjuro, un talismán.
– Algo que nos garantice que podremos estar siempre juntos.
– Que nos asegure que estaremos uno al lado del otro hasta encontrar a Manitú el día de la muerte.
– Por favor –repitieron-, ¿hay algo que podamos hacer?
El viejo los miró y se emocionó de verlos tan jóvenes, tan enamorados, tan anhelantes esperando su palabra.
– Hay algo… –dijo el viejo después de una larga pausa-. Pero no sé… es una tarea muy difícil y sacrificada.
– No importa –dijeron los dos.
– Lo que sea –ratificó Toro Bravo.
– Bien –dijo el brujo-, Nube Alta ¿ves el monte al norte de nuestra aldea? Deberás escalarlo sola y sin más armas que una red y tus manos, y deberás cazar el halcón más hermoso y vigoroso del monte. Si lo atrapas, deberás traerlo aquí con vida el tercer día después de la luna llena. ¿Comprendes?
La joven asintió en silencio.
– Y tú, Toro Bravo –siguió el brujo-, deberás escalar la montaña del trueno y cuando llegues a la cima, encontrar la más bravía de todas las águilas y solamente con tus manos y una red deberás atraparla sin heridas y traerla ante mí, viva, el mismo día en que vendrá Nube Alta… Salid ahora a realizar la prueba.
Los jóvenes se miraron con ternura y después de una fugaz sonrisa salieron a cumplir la misión encomendada, ella hacia el norte, él hacia el sur…
El día establecido, frente a la tienda del brujo, los dos jóvenes esperaban con sendas bolsas de tela que contenían las aves solicitadas.
El viejo les pidió que con mucho cuidado las sacaran de sus bolsas. Los jóvenes hicieron y expusieron ante la aprobación del viejo los pájaros cazados.
Eran verdaderamente hermosos ejemplares, sin duda lo mejor de su estirpe.
– ¿Volaban alto? –preguntó el viejo.
– Sí, sin dudas. Como lo pediste… ¿Y ahora? –preguntó el joven-. ¿Los mataremos y beberemos el honor de sus sangres?
– No –dijo el viejo.
– Los cocinaremos y comeremos el valor en su carne –propuso la joven.
– No –repitió el viejo-. Haced lo que os digo. Tomad las aves y atadlas entre sí por las patas con estas tiras de cuero… Cuando las hayáis anudado, soltadlas y que vuelen libres.
El guerrero y la joven hicieron lo que se les pedía y soltaron los pájaros.
El águila y el halcón intentaron levantar el vuelo pero sólo consiguieron revolcarse en el suelo. Unos minutos después, irritadas por la incapacidad, las aves arremetieron a picotazos entre sí hasta herirse.
– Este es el conjuro. Jamás olvidéis lo que habéis visto. Vosotros como un águila y un halcón, si os atáis el uno al otro, aunque lo hagáis por amor, no sólo viviréis arrastrándoos, sino que, además, tarde o temprano, empezaréis a lastimaros uno al otro. Si queréis que el amor entre vosotros perdure, volad juntos pero jamás atados.

lunes, 18 de abril de 2022

La vida verdadera

             José Luis Martín Descalzo

Gracias, Señor, porque al romper la piedra de tu sepulcro
nos trajiste en las manos la vida verdadera,
no sólo un trozo más de esto que los hombres llamamos vida,
sino la inextinguible,
la zarza ardiendo que no se consume,
la misma vida que vive Dios.
Gracias por este gozo,
gracias por esta Gracia,
gracias por esta vida eterna que nos hace inmortales,
gracias porque al resucitar inauguraste la nueva humanidad
y nos pusiste en las manos estas vida multiplicada,
este milagro de ser hombres y más,
esta alegría de sabernos partícipes de tu triunfo,
este sentirnos y ser hijos y miembros
de tu cuerpo de hombre y Dios resucitado.

El amuleto

          Ramiro A. Calle 

Era un hombre que siempre había gozado de buena fortuna, pero su suerte cambio y comenzó a ser castigado por las adversidades de la vida. Fue a su mentor y le dijo:
– Venerable maestro, estoy desesperado. Desde hace un tiempo todo me sale mal. Mi mujer ha enfermado, mis negocios funcionan mal y mi ánimo esta siempre abatido.
– Así son las cosas –repuso con máxima ecuanimidad el maestro– las cosas vienen, las cosas se van. La ola asciende, la ola desciende. Una estación sigue a otra. Hay vicisitudes, sí. Vienen pero también se van.
– No, no, no creo que sea cosa de los acontecimientos o del azar. Algún conjuro han realizado contra mí, te lo aseguro -respetado maestro.
El hombre estaba obsesionado, pensando que habían conjurado maléficamente contra él, y de ahí todos los acontecimientos le fueron desfavorables y adversos. El maestro por mucho que trató de razonarle, no pudo convencerle ¿Qué hacer entonces? El maestro le dijo:
– Menos mal que todavía tengo el amuleto que mi gran maestro, de una remota gruta del Himalaya, me dejó. Es infalible para todos estos casos:
– ¿Estás seguro?
– Nunca ha fallado. No hay conjuro que no sea neutralizado por su fuerza. Pero hay que llevarlo un mes atado al cuello y dedicarle una plegaria todos los días. Es un amuleto muy poderoso. No vayas a perderlo.
Se lo entregó al hombre y se lo colgó al cuello. Era una piedra de río.
– Está bendecido por mi maestro, y también su maestro lo bendijo, y el maestro de su maestro.
– No sabes cuánto te lo agradezco, gran maestro.
El hombre se marchó aliviado. Todos los días hacía unas plegarias al amuleto. Su ánimo comenzó a reestablecerse; sus negocios empezaron a ir mejor y su mujer comenzó a recuperarse. Pasado un mes volvió ante el maestro, le rindió pleitesía y le dijo:
– ¿Qué gran reliquia! Aquí la tienes señor, es muy valiosa.
– ¡Tírala! –ordenó el maestro– es una simple piedra.
– ¿Por qué has hecho esto?
– Porque estabas tan obsesionado que he tenido que utilizar tu imaginación constructiva para refrenar tu imaginación destructiva. Es como cuando un hombre sueña que le ataca un león, pero encuentra un revólver y lo mata; o sea, que con un revólver ilusorio ha matado un león ilusorio.
Y el maestro estalló en carcajadas.

domingo, 17 de abril de 2022

¡Ha resucitado!

Has resucitado, Jesús,
Tu amor es más fuerte que la muerte.
Venciste a tu muerte y a la nuestra, Jesús.
Creemos en una vida nueva para siempre.
Has abierto de par en par las puertas del futuro, Jesús.
Podemos avanzar con esperanza, pase lo que pase.
Has roto los límites de lo posible, Jesús.
Nada de cuanto podamos imaginar es demasiado para Ti.
Nos has contagiado tu vida plena, Jesús
Podemos empezar una existencia de resucitados, ¡cuanto antes!
Tu Espíritu resucitador aletea en el mundo entero, Jesús,
una nueva sociedad es posible, está en marcha.
Contigo resucitó tu Palabra y tu proyecto, Jesús.
Podemos llamar Padre a Dios y vivir como auténticos hermanos.

El agujero de la barca

Se le pidió a un hombre que pintara un bote. Trajo su pintura y pinceles y comenzó a pintar el barco de un rojo brillante, como le pidió el dueño.
Mientras pintaba, notó un pequeño agujero en el casco, y lo reparó cuidadosamente. Cuando terminó de pintar, recibió su dinero y se fue.
Al día siguiente, el dueño del barco fue a casa del pintor y le presentó un cheque, mucho más alto que el pago por la pintura. El pintor se sorprendió y dijo:
- Ya me ha pagado por pintar el barco, señor!
- Este cheque no es por el trabajo de pintura. Es por reparar el agujero en el barco.
- Pero fue algo tan pequeño... ciertamente no vale una cantidad tan alta por algo tan insignificante.
- Mi querido amigo, no lo entiendes. Déjame decirte lo que pasó: Cuando te pedí que pintaras el barco, olvidé mencionar el agujero. Cuando el barco se secó, mis hijos tomaron el barco y se fueron a pescar. No sabían que había un agujero. Yo no estaba en casa en ese momento. Cuando regresé y vi que habían tomado el barco, estaba desesperado porque recordé que el barco tenía un agujero.
Imagina mi alivio y alegría cuando los vi regresar de la pesca. Entonces, examiné el bote y descubrí que habías reparado el agujero! ¿Ves, ahora, lo que hiciste? ¡Salvaste la vida de mis hijos! No tengo suficiente dinero para pagar tu "pequeña" buena acción"

Así que no importa a quién, cuándo o cómo, continúa ayudando, sosteniendo, limpiando lágrimas, escuchando atentamente, y reparando cuidadosamente todas las "fugas" que encuentres.
Nunca se sabe cuándo necesitan de nosotros, o cuando Dios tiene una agradable sorpresa para que seamos útiles e importantes para alguien.
A lo largo del camino, es posible que hayas reparado numerosos “agujeros de barco” sin darte cuenta de cuántas vidas has salvado.