sábado, 30 de noviembre de 2024
Himno a San Andrés Apóstol
luchador entre barcas y tempestades,
abrazaste a Jesús por vez primera
a orillas del Lago Tiberíades.
Por Apóstol primero te reclama,
trocando tu camino y tu destino,
al pasar de pescar peces con redes,
para hacerte pescador de las almas.
Por fervor de cristianos
por patrón te proclamamos, San Andrés.
Bendice a tus fieles que te aman,
implorando con fe y devoción,
que veles y salves nuestras almas,
des alivio y consuelo a su dolor.
Salve Apóstol y mártir glorioso,
entregaste tu vida en la cruz,
para darnos ejemplo de tu amor,
a la cruz donde murió Jesús.
Patrón San Andrés, Santo pescador,
protege a tu pueblo, postrado a tus pies.
¿Huevo, zanahoria o café?
Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo.
En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra. La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre. A los 15 minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un bol. Sacó los huevos y los colocó en otro. Coló el café y lo puso en un tercer bol.
Mirando a su hija le dijo: "Querida, ¿qué ves?"
"Zanahorias, huevos y café" fue su respuesta.
La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que rompiera un huevo. Al quitarle la cáscara el huevo estaba duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.
Intrigada, la hija pregunto: "¿Qué significa esto, Padre?"
Él le explicó que los tres elementos habían pasado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente.
La zanahoria llegó al agua fuerte, dura. Pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer.
El huevo había llegado al agua frágil. Su cáscara fina protegía su interior líquido. Pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido.
Los granos de café sin embargo eran únicos. Después de estar en agua hirviendo, habían cambiado al agua.
"¿Cuál de ellos eres tú?", preguntó a su hija. Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes? ¿Eres una zanahoria, un huevo o un grano de café?"
¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza?
Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable? Poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, un divorcio o un despido te has vuelto duro y rígido? Por fuera te ves igual, pero ¿estás amargado y áspero, con un espíritu y un corazón endurecido?
¿O eres como un grano de café? El café cambia al agua hirviente, el elemento que le causa dolor.
Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren.
jueves, 28 de noviembre de 2024
Todo esto deseo
José María R. Olaizola, SJ
Que mi oído esté atento a tus susurros.
Que el ruido cotidiano no tape tu voz.
Que te encuentre, y te reconozca y te siga.
Que en mi vida brille tu luz.
Que mis manos estén abiertas para dar y proteger.
Que mi corazón tiemble con cada hombre y mujer que padecen.
Que acierte para encontrar un lugar en tu mundo.
Que mi vida no sea estéril.
Que deje un recuerdo cálido en la gente que encuentre.
Que sepa hablar de paz, imaginar la paz, construir la paz.
Que ame, aunque a veces duela.
Que distinga en el horizonte las señales de tu obra.
Todo esto deseo, todo esto te pido, todo esto te ofrezco, Padre.
¡Qué suerte!
Cuando el cielo se tiñó de rojo y el sol empezó a salir, sintió un escozor en sus ojos somnolientos. Vio un gran árbol en el jardín y decidió sentarse a sus pies para descansar un rato antes de volver a casa. En un abrir y cerrar de ojos, el jugador cayó en un sueño profundo. Durmió todo el día y toda la noche.
Había dormido exactamente 24 horas cuando se despertó. Era el alba, y el sol estaba empezando a subir al cielo.
- ¡Que suerte! -exclamó contento- casi me duermo.
martes, 26 de noviembre de 2024
Enséñame a mirar
una mirada que no se quede en lo superficial,
que sepa bucear a lo más profundo de la realidad.
Señor, convencerme de que sólo permanece
lo que se construye sobre el cimiento sólido
del amor y la verdad, aunque parezca pequeño y débil.
Ayúdame a darme cuenta de que no quedará
piedra sobre piedra de todo lo que se levanta
sobre la mentira y el egoísmo, por grande y bello que parezca.
Señor, orienta y dirige mi trabajo y mi vida,
para que no pierda el tiempo y la fuerza
con lo que no tiene fundamento y desaparece;
para que todas mis obras broten de ti, como de su fuente,
y tiendan siempre a ti, como a su fin.
Bajo sus alas
Cuando el asombrado guardabosques la golpeó suavemente con una vara, tres pequeños polluelos vivos emergieron de debajo de las alas de su madre, que sabiendo que sus hijos no podrían escapar del fuego, no los abandonó en ese momento crítico. Tampoco se quedó con ellos en el nido sobre el árbol, donde el humo sube y el calor se acumula, sino que los llevó, quizás uno a uno, a la base de aquel árbol, y ahí dio su vida por salvar la de ellos.
¿Puedes imaginar la escena? El fuego rodeándolos, los polluelos asustados y la madre muy decidida, infundiendo paz a sus hijos, como diciéndoles:
— "No tengáis miedo, bajo mis alas nada os pasará".
Tan seguros estaban ahí tocando sus plumas, aislados del fuego, que ni siquiera habían salido de ahí horas después de apagado el incendio. Estaban totalmente confiados en la protección de su madre, y solo al sentir el golpe del guardabosques pensaron que podían salir.
domingo, 24 de noviembre de 2024
Gracias por ser nuestro Rey
Gracias, Señor, porque tu reino es la justicia y el servicio.
Gracias, Señor, porque tus armas son el perdón, el amor y la misericordia.
Gracias, Señor, porque tu castillo es el corazón de cada persona.
Gracias, Señor, porque tu corona no es de oro sino los pobres.
Gracias, Señor, porque tus vestidos no son de seda.
Gracias, Señor, porque tus pies van descalzos.
Gracias, Señor, porque tu trono es una cruz.
Gracias, Señor, porque nos esperas al final de los tiempos.
Gracias, Señor, porque Tú eres el centro de nuestra vida.
Gracias, Señor, por ser nuestro Rey.
El grano de oro
R. Tagore
Iba yo pidiendo de puerta en puerta por el camino de la aldea, cuando tu carro de oro apareció a lo lejos como un sueño magnífico. Y, yo me preguntaba maravillado, quién sería aquel Rey de reyes. Mis esperanzas volaron hasta el cielo, y pensé que mis días malos se habían acabado. Y me quedé aguardando limosnas espontáneas, tesoros derramados por el polvo.
La carroza se paró a mi lado. Me miraste y bajaste sonriendo. Sentí que la felicidad de la vida había llegado al fin. Y de pronto, tú me tendiste tu diestra diciéndome:
– “¿Puedes darme alguna cosa?”
¡Qué ocurrencia de tu realeza! ¡Pedirle a un mendigo! Yo estaba confuso y no sabía qué hacer. Luego saqué despacio de mi saco un granito de trigo y te lo di.
Pero, qué sorpresa la mía cuando, al vaciar por la tarde mi saco en el suelo, encontré un granito de oro en la miseria del montón. ¡Qué amargamente lloré por no haber tenido corazón para dártelo todo!