sábado, 18 de junio de 2022

En la fiesta del Corpus

        (Himno de la Liturgia de las Horas)

Altar de Dios: el centro de la vida
con el Señor en medio de su pueblo,
mesa del pan que a todos nos convida
a reunirnos en un mundo nuevo.
Altar de Dios: la fuente de aguas vivas
para saciar la sed del universo:
“Que todos sean uno” en Jesucristo,
la oración del Señor, su testamento.
Pueblo de Dios, escucha su palabra,
que está el Señor presente entre los hombres;
pueblo de Dios, camino de la patria,
convoca a la unidad a las naciones.
Venid a la asamblea, de Dios es la llamada,
que nadie quede fuera, de todos es la casa.
Miembros de Cristo fieles, y de su amor testigos,
pueblo de Dios, de paz sediento y peregrino.

Serás feliz cuando te canses...

– ¿Cuándo conseguiré ser feliz? –preguntó la Mujer Insatisfecha a la más Anciana del Valle.
– Cuando te canses, respondió esta sin pensárselo, mientras continuaba arando su huerto.
La mujer la miró muy sorprendida, sin comprender sus palabras.
– Cuando te canses de preocuparte por el mañana, cuando te canses de compararte con otros –prosiguió la anciana sonriéndole con simpatía–.
Cuando te canses de recordar lo que pasó, lo que se fue de tu vida y lo que pudo haber sido.
Cuando te canses de querer ser diferente, de mirar con lupa lo que te falta.
Cuando te canses de resistirte, de batallar contigo misma y empieces a seguir los deseos de tu alma para dejar de sentirte frustrada –asintió –.
Igual que la Semilla se abre paso con fuerza a través de la tierra, cuando te canses nacerá en tu interior una decisión inquebrantable: la de elegir ser feliz por encima de cualquier otra posibilidad, como la Semilla elige la Vida.

miércoles, 15 de junio de 2022

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      José Mª Rodríguez Olaizola SJ

Curiosa forma de quedarte, Señor,
sin imponer tu presencia, sin apagar la sed,
sin convertir la fe en evidencia.
Y curiosa forma de irte sin dejarnos solos, sin forjar tristezas.
Y así, de ese modo, ausencia y presencia
siembran en nosotros hambre de respuestas.
Y eres espíritu, aliento, fuerza.
Eres la palabra que a veces aquieta y a veces golpea.
Eres el silencio poblado de historias, eres la justicia
que llama a la puerta, eres un profeta pidiendo justicia,
eres el soldado sin arma ni guerra.
Por eso te fuiste, y así te nos quedas.

Todo acto genera consecuencias

Ese año las lluvias habían sido particularmente intensas en toda la región. Una gran corriente del río se llevó la choza de un campesino. Cuando cesaron, habían dejado en la tierra una valiosa joya. El buen hombre vendió la alhaja y con la suma que le entregaron reconstruyó su choza y el resto se lo regaló a un niño huérfano y desvalido del pueblo.
La riada había arrasado también otro poblado y un campesino, para salvar la vida, tuvo que encaramarse a un tronco de árbol que flotaba sobre las turbulentas aguas. Otro hombre, despavorido, le pidió socorro, pero el campesino se lo negó, diciéndose a sí mismo: “Si se sube éste al tronco, a lo mejor se vuelca y me ahogo”.
Los años pasaron y estalló la guerra en ese reino. Ambos campesinos fueron alistados. El campesino bondadoso fue herido de gravedad y conducido al hospital. El médico que le atendió con gran cariño y eficacia era aquel muchachito huérfano al que él había ayudado. Lo reconoció y puso toda su ciencia y amor al servicio del malherido. Logró salvarlo y se hicieron grandes amigos de por vida.
El campesino egoísta tuvo por capitán de la tropa al hombre a quien no había auxiliado. Le envió a primera línea de combate y días después halló la muerte en las trincheras.

Las consecuencias siguen, antes o después, a los actos. La generosidad engendra generosidad y el egoísmo, egoísmo. Debemos cultivar los cuatro bálsamos de la mente: amor, compasión, alegría por la dicha de los otros y ecuanimidad.
Recuerda: cada vez que puedas haz siempre el bien

martes, 14 de junio de 2022

Brisa

        José Mª Rodríguez Olaizola

A veces estás en la tormenta,
la pasión desbordada, el estruendo de batallas
en que me rompo, contigo o contra ti,
y eres aguacero, que enfría mis certidumbres
o apaga mis incendios.
A veces estás en el huracán
que me asusta y me enardece,
bramando con fragor de profeta,
desgarrando el mundo con la protesta
de todas las víctimas que sufren, gritan 
y exigen justicia,
y eres el viento que me arranca del hogar
hasta que bailo con el mundo.
Pero otras veces estás, cotidiano y discreto,
como brisa en la mañana,
en el cansancio de los días sin motivos,
en la rutina del reloj de dentro,
en las derrotas sin drama,
o las victorias sin fiesta.
Y eres silencio en mi oración desierta,
eres caricia inadvertida, que, sin yo notarlo,
alivia las viejas heridas de siempre.

«Elegir quién me acompaña»

Mi mamá me contó que una vez que entró en una sala donde un par de amigos estaban hablando de ella, no sabían que ella estaba allí. Ella movió la cabeza, sonrió y se alejó.
Mi mamá también me contó que tenía una amiga que hablaba mal de ella, ella nunca supo que mamá se enteró, mamá nunca lo mencionó.
Ella sonrió y se alejó de esta amistad.
Me dijo que tenía familiares que optaron por quitarla de su vida porque ella no pensaba como ellos y porque dejó de cruzar océanos por ellos cuando ni siquiera la ayudaron a cruzar un puente. Ella sonrió, sacudió la cabeza y se alejó.
Así que le pregunté cómo podía simplemente alejarse de las personas que la traicionaron mientras solo pretendían ser sus amigos o familiares.
Ella respondió que cada vez que llegaba a una encrucijada como esa, tenía que decidir quién la acompañaría en su viaje.
Esto le mostró a quién no puede llevar con ella.
Entonces me explicó que nunca debes enfadarte con una persona que te traiciona, ni siquiera en nombre de la amistad o la familia. Simplemente inclínate con gracia y disfruta de tu viaje con todas las personas nuevas que Dios pone en su lugar.

domingo, 12 de junio de 2022

Himno a la Santísima Trinidad

Cantad y alabad al Señor, él nos ha dicho su nombre:
Padre y Señor para el hombre.
Vida, esperanza y amor.
Cantad y alabad al Señor, Hijo del Padre, hecho hombre:
Cristo Señor es su nombre.
Vida, esperanza y amor.
Cantad y alabad al Señor, divino don para el hombre:
Santo Espíritu es su nombre.
Vida, esperanza y amor.
Cantad y alabad al Señor, él es fiel y nos llama,
él nos espera y nos ama.
Vida, esperanza y amor. Amén.

Tu propio juicio

A un oasis llegó un joven. Después de tomar agua y asearse le preguntó a un anciano que se encontraba descansando:
– ¿Qué clase de personas viven aquí?”
El anciano le preguntó: - ¿Qué clase de gente había en el lugar de donde tu vienes?
- Un montón de gente egoísta y mal intencionada -replicó el joven- estoy encantado de haberme ido de allí.
A lo cual el anciano comentó: - Lo mismo habrás de encontrar aquí.
Ese mismo día otro joven se acercó a beber agua al oasis y viendo al anciano preguntó: - ¿Qué clase de personas viven en este lugar?
El viejo respondió con la misma pregunta: - ¿Qué clase de personas viven en el lugar de donde tu vienes?
- Un magnifico grupo de personas, honestas, amigables, hospitalarias, me duele mucho haberlos dejado, dijo el joven.
– Lo mismo encontrarás aquí, respondió el anciano.
Un hombre que había escuchado ambas conversaciones le preguntó al viejo: - ¿Cómo es posible dar dos respuestas tan diferentes a la misma pregunta?
A lo cual el viejo contestó:
- Cada uno de nosotros solo puede ver lo que lleva en su corazón. Aquel que encuentra cosas buenas y bellas en los lugares en donde se encuentra, encontrará lo mismo en cualquier lugar a donde vaya, por el contrario el que no encuentra nada bueno en los lugares donde estuvo no podrá encontrar cosas buenas aquí ni en ninguna otra parte.”