sábado, 5 de enero de 2019

CUANDO LOS REYES VIERON AL NIÑO

Ver a Dios en la criatura

Ver a Dios en la criatura,
ver a Dios hecho mortal,
ver en humano portal
la celestial hermosura.
¡Gran merced y gran ventura
a quien verlo mereció!
¡Quién lo viera y fuera yo!

Ver llorar a la alegría,
ver tan pobre a la riqueza,
ver tan baja a la grandeza
y ver que Dios lo quería.
¡Gran merced fue en aquel día
la que el hombre recibió!
¡Quién lo viera y fuera yo!

Poner paz en tanta guerra,
calor donde hay tanto frío,
ser de todos lo que es mío,
plantar un cielo en la tierra.
¡Qué misión de escalofrío
la que Dios nos confió!
¡Quién lo hiciera y fuera yo! Amén.

viernes, 4 de enero de 2019

Quienes son los Reyes Magos

Mamá, mamá.. mis amigas del cole dicen que los Reyes Magos son los padres ¿Es verdaaaad?
La madre de Maria sonríe, le da un beso y le dice:
- Mira Maria… Tengo que enseñarte algo que guardo en este cajón desde hace 7 años.
Su madre saca del cajón un sobre blanco. Lo abre y le dice a Maria:
- Esta carta la recibimos en casa el día en que naciste. Es una carta escrita por los Reyes Magos y que nos piden que les hagamos tres favores. ¿Quieres que te la lea?
- ¡Sí mamá, por faaaavor!
Apreciados papá y mamá de María,
Somos los Reyes Magos. Sabemos que acaba de nacer María. Es un niña preciosa que os va a hacer muy felices a los dos. Ya sabéis que la noche de cada 5 de enero nosotros vamos en silencio a casa de todos los niños y les dejamos unos regalitos para celebrar el nacimiento del niño Jesús y para decirles lo orgullosos que estamos de ellos.
Pero a partir de ahora no podremos hacerlo porque estamos muy viejecitos y cada vez hay más y más niños en este mundo. No podemos ir a casa de todos. Además, ayer me caí del camello y me rompí el brazo (soy Melchor, un poquito torpe); Gaspar es muy lento porque camina con la ayuda de un viejo bastón y Baltasar, ¡nuestro viejecito Baltasar!, se olvida siempre de dónde tiene la lista de los regalos. Como ves, ya estamos muy mayores y necesitamos pediros tres favores muy importantes:
Primer favor: Que nos ayudéis a poner los regalos a los niños. Cada padre y madre harán nuestro trabajo el día de Reyes: leerán las cartas de sus hijos y, con la misma ilusión que la nuestra, les pondrán los regalos como si fuéramos nosotros. Así todos los niños del mundo tendrán sus regalos y nosotros podremos descansar y ver, desde la lejanía, sus caritas de alegría.
Segundo favor: Como esto es un gran secreto, no se lo podréis decir a María hasta que cumpla los 7 años. Cuando tenga esta edad, ya será mayor y sabrá guardar este secreto. Los niños pequeños no deben saber que nosotros ya no podemos poner los regalos y que son los padres los que nos ayudan porque si no… ¿qué pensarán de nosotros? ¿dónde estará la magia? El secreto se ha de decir solo a los niños responsables, a los que ya pueden entender que nosotros les queremos mucho y que por eso pedimos ayuda a sus padres, las personas que más los quieren a ellos.
Tercer favor: Algunos padres que nos ayudan están enfermos o no tienen dinero para comprar regalos a sus hijos. Y también hay niños que no tienen la suerte de tener papá y mamá. Por eso, necesitamos que vuestros hijos sean también “un poquito” Reyes Magos y compartan algunos regalos con los niños que no tienen tanta suerte como ellos.
Nada más. ¿No es demasiado, verdad? Cuando tu hija te pregunte por primera vez quiénes son los Reyes Magos léele esta carta. Entenderá por qué nosotros hemos confiado en vosotros para hacer nuestro trabajo: porque sois las personas que más lo queréis en el mundo y que mejor pueden ver su enorme y bondadoso corazón.
Melchor, Gaspar y Baltasar

-Anónimo-

jueves, 3 de enero de 2019

¿Qué besamos cuando besamos al Niño Jesús?

Sabemos que es una imagen, hecha de escayola y cemento. Representa a Jesucristo, niño sobre las pajas de un pesebre, donde comen los animales. Y en Jesucristo besamos a todos aquellos cuya fragilidad y pobreza los hace despreciables para el mundo.
Besamos a los miles de niños que, cada día, son arrancados del vientre materno y echados a los basureros para alimento de ratas y aves carroñeras. Besamos a los millones de niños condenados, desde su nacimiento, a vivir en la pobreza, en la orfandad, en la violencia de las guerras, en el abuso de los adultos.
Besamos también a las mujeres maltratadas por su pareja. Besamos a los abuelos y abuelas, olvidados en los asilos o en el anonimato de sus pisos en la ciudad. Besamos con cariño y respeto a todas aquellas personas, grandes y pequeños, a las que nadie respeta, de los que todos abusan.
Y, al besarlos, sabemos que te besamos a ti, Jesús. Porque nos has enseñado a descubrirte en los pequeños, en los pobres y sencillos, en el frágil y necesitado.
Y, como no podía ser menos, NOS DEJAMOS BESAR POR TI, JESÚS. Necesitamos sentirte cerca, amigo y compañero. Navidad nos hace presente de nuevo tu amor comprometido y cercano. Amor sin condiciones, sin exigencias de pago. Amor a todos por igual.
Gracias, Jesús. Amén.

La cosa más bella


Cuenta una leyenda que un artista quiso pintar la cosa más bella. Abandonó su hogar en busca de motivos, escenas, valores maravillosos.
Le preguntó a una novia sobre el valor más hermoso y hablaron del amor.
Se dirigió a un soldado, que venía de la guerra y conversaron sobre la paz.
Se encontró con una religiosa y hablaron sobre su fe.
Pero no halló exactamente lo que buscaba. Con una pizca de desilusión regresó a su casa, donde fue acogido efusivamente. Al joven artista se le abrieron los ojos. En su familia encontró el ideal, la inspiración, el escenario que buscaba.

A la pregunta a cuál de sus hijos quería más, una madre saharaui contestó: “al pequeño hasta que crezca, al enfermo hasta que se cure, al viajero hasta que regrese”.

miércoles, 2 de enero de 2019

Oración de año nuevo

Dios de Luz, bendito seas por cada día
y por el año nuevo que nos regalas,
promesa de vida y de renovación.
Dios de ternura, bendito seas
por el corazón de tantos hombres y mujeres buenos,
y por las manos que se abren en señal de paz.
Dios y Padre de Jesucristo, bendito seas,
más aún, por la mirada de tu Hijo, reflejo insondable de tu amor.
¡Bendito, glorificado y santificado seas por aquel
que abrazó nuestra carne y nos transfigura en tu luz!
Que con tu Iglesia te canten los ángeles en los cielos,
pues tú eres el Dios de lo infinito y el Dios de toda ternura,
y es a Ti a quien aclamamos por este nuevo año. Amén.

La economía de la sonrisa


                            Pedro Pablo Sacristán

Había una vez un rey sabio y bueno que observaba preocupado la importancia que todos daban al dinero, a pesar de que en aquel país no había pobres y se vivía bastante bien.
- ¿Por qué tanto empeño en conseguir dinero? -preguntó a sus consejeros- ¿para qué les sirve?
- Parece que lo usan para comprar pequeñas cosas que les dan un poco más de felicidad -contestaron tras muchas averiguaciones.
- ¿Felicidad, es eso lo que persiguen con el dinero? -y tras pensar un momento, añadió sonriente- entonces tengo la solución: cambiaremos de moneda.
Y fue a ver a los magos e inventores del reino para encargarles la creación de un nuevo aparato: el portasonrisas. Luego, entregó un portasonrisas con más de cien sonrisas a cada habitante del reino, e hizo retirar todas las monedas.
- ¿Para qué utilizar monedas, si lo que queremos es felicidad? -dijo solemnemente el día del cambio- ¡A partir de ahora, llevaremos la felicidad en el bolsillo, gracias al portasonrisas!
Fue una decisión revolucionaria. Cualquiera podía sacar una sonrisa de su portasonrisas, ponérsela en la cara y alegrarse durante un buen rato.
Pero algunos días después, los menos ahorradores ya habían gastado todas sus sonrisas. Y no sabían cómo conseguir más. El problema se extendió tanto que empezaron a surgir quejas y protestas contra la decisión del rey, reclamando la vuelta del dinero. Pero el rey aseguró que no volvería a haber monedas, y que deberían aprender a conseguir sonrisas igual que antes conseguían dinero.
Así empezó la búsqueda de la economía de la sonrisa. Primero probaron a vender cosas a cambio de sonrisas, sólo para descubrir que las sonrisas de otras personas no les servían a ellos mismos. Luego pensaron que intercambiando portasonrisas podrían arreglarlo, pero tampoco funcionó. Muchos dejaron de trabajar y otros intentaron auténticas locuras. Finalmente, después de muchos intentos en vano, y casi por casualidad, un viejo labrador descubrió cómo funcionaba la economía de la sonrisa.
Aquel labrador había tenido una estupenda cosecha con la que pensó que se haría rico, pero justo entonces el rey había eliminado el dinero y no pudo hacer gran cosa con tantos y tan exquisitos alimentos. Él también trató de utilizarlos para conseguir sonrisas, pero finalmente, viendo que se echarían a perder, decidió ir por las calles y repartirlos entre sus vecinos.
Aunque le costó regalar toda su cosecha, el labrador se sintió muy bien después de haberlo hecho. Pero nunca imaginó lo que le esperaba al regresar a casa, con las manos completamente vacías. Tirado en el suelo, junto a la puerta, encontró su olvidado portasonrisas ¡completamente lleno de nuevas y frescas sonrisas!
De esta forma descubrieron en aquel país la verdadera economía de la felicidad, comprendiendo que no puede comprarse con dinero, sino con las buenas obras de cada uno, las únicas capaces de llenar un portasonrisas. Y tanto y tan bien lo pusieron en práctica, que aún hoy siguen sin querer saber nada del dinero, al que sólo ven como un obstáculo para ser verdaderamente felices.

lunes, 31 de diciembre de 2018

Oración en el final del año

Bendito seas, Padre, creador del universo, Dios de la vida,
origen y destino de todo lo que existe.
Te damos gracias por este año que termina:
Por los campos y las fabricas,
que proporcionan a la gente trabajo y alimento;
por la luz del sol y por la electricidad, por la carne, el pescado,
el agua y el azúcar; por el sol del verano y la nieve del invierno;
por la vista, el oído, la inteligencia, y por la maravilla de cada ser humano.
Te damos gracias, sobre todo, Señor, porque sigues amando todo lo creado,
a cada piedra como a cada ángel.
Gracias a tu amor sigue existiendo todo;
y sabemos que no te arrepientes nunca,
porque amas el mundo en tu Hijo muy amado. Amén.

El felicímetro


                                                Pedro Pablo Sacristán

Dani estaba muy disgustado con los Reyes Magos. Era un niño muy bueno, pero le molestaba tremendamente ver que casi todos los años otros muchos niños, claramente más malos, recibían más juguetes por Navidad. Y fueron tantas sus quejas, que una noche el propio Paje Real apareció con su carroza en su habitación, y le llevó con él a donde los Reyes Magos preparan los juguetes.
- Quiero enseñarte el mayor de los secretos -le dijo el Paje Real-. Si vienes te mostraré cómo decidimos cuántos juguetes recibe cada niño en Navidad.
Cuando llegaron, el Rey Gaspar le mostró algunos raros artilugios, mientras le explicaba:
- Esto fue nuestro primer medidor de juguetes. Era una balanza, y los juguetes se regalaban por peso. Dejamos de usarlo cuando un niño recibió tantos globos que al explotar derrumbaron las paredes de su casa.
- Ese otro con forma de molde se llamaba "igualator". Servía para asegurarnos de que todos los niños recibieran los mismos juguetes, pero como luego no tenía gracia cambiarlos con otros niños, nadie los quería... Puff, casi nos quedamos sin trabajo, hubo un año que recibimos muy pocas cartas y tuvimos que cambiarlo a toda prisa...
Y así fue hablando de los inventos que habían utilizado; algunos realmente ridículos, otros un poco simplones, hasta que finalmente dijo:
- ... Pero todo se arregló con este invento, y desde entonces cada año recibo muchos más millones de cartas que el anterior. Se llama Felicímetro, y sirve para medir la felicidad de los niños. Cuando visitamos un niño, ponemos en el felicímetro todo lo que tiene, y automáticamente nos dice los mejores regalos para él.
- Pues debe estar estropeado, a mí siempre me tocan pocos regalos...-protestó el niño.
- ¡Qué va! funciona perfectamente. Los niños que como tú tienen muchos amigos, unos papás y hermanos que les quieren mucho, son generosos y no buscan la felicidad en las cosas; tienen miles de puntos en el felicímetro, y regalarles muchos juguetes sólo podría bajárselos. Sin embargo, los niños que están más solos, o cuyos papás les hacen menos caso, o que no tienen hermanos ni amigos, tienen tan pocos puntos que da igual cuántos regalos añadamos al felicímetro: nunca pasan de la mitad... ése es el gran secreto del felicímetro: reciben más quienes de verdad menos tienen.
Como no parecía terminar de creerlo, aquella Navidad Dani acompañó el Paje Real en su carroza llevando el felicímetro, comprobando él mismo cómo quienes más regalos recibían eran los menos felices de todos. Y no pudo evitar llorar cuando vieron un niño muy rico pero muy triste, que después de haber abierto cien regalos, pasó la noche solito en su habitación...
Y sintió tanta pena por esos niños, que ya nunca más volvió a envidiar sus regalos y sus cosas, y se esforzó cada día por hacerles llegar a aquellos niños una pequeña parte de su gran felicidad.

domingo, 30 de diciembre de 2018

Oracion por la Familia

                Madre Teresa de Calcuta

Padre Celestial, nos has dado un modelo de vida
en la Sagrada Familia de Nazaret.
Ayúdanos, Padre amado, a hacer de nuestra familia
otro Nazaret, donde reine el amor, la paz y la alegría.
Que sea profundamente contemplativa,
intensamente eucarística y vibrante con alegría.
Ayúdanos a permanecer unidos por la oración en familia
en los momentos de gozo y de dolor.
Enséñanos a ver a Jesucristo en los miembros de nuestra familia
especialmente en los momentos de angustia.
Haz que el corazón de Jesús Eucaristía
haga nuestros corazones mansos y humildes como el suyo,
ayúdanos a sobrellevar las obligaciones familiares
con paz y serenidad, de una manera santa.
Haz que nos amemos más y más unos a otros cada día
como Dios nos ama a cada uno de nosotros
y a perdonarnos mutuamente nuestras faltas
como Tú perdonas nuestros pecados.
Ayúdanos, oh Padre amado, a recibir todo lo que nos das
y a dar todo lo que quieres recibir con una gran sonrisa.
Inmaculado Corazón de María, causa de nuestra alegría, ruega por nosotros.
Santo ángel de la Guarda permanece a nuestro lado, guíanos y protégenos. Amén.

El belén parroquial


Hacía mucho frío y un vientecillo del Norte que pelaba. El párroco, con paso firme y muy ligero, acurrucado en su sotana y con la bufanda tapado por encima de la nariz, atravesaba la plaza. Se dirigía a la iglesia para preparar y adornar el altar. En unas horas se celebraría la Misa del Gallo y no sabía cómo se las iba a arreglar para terminar el Belén grande que colocaba delante del altar, pues no tenía figuras de pastores aquella humilde parroquia. Al llegar a la puerta se encontró a una anciana que, rebujada en una raída manta apretaba a tres pequeñines, intentando guarecerlos del intenso frío. No eran del pueblo. El párroco jamás los había visto.
- ¡Hola señora! ¿Qué hace usted aquí y con estas pobres criaturas?
- Verá usted Padre, íbamos por la carretera haciendo autostop, nadie nos subía a su coche y como ya se hacía de noche, decidí que la pasaríamos aquí al abrigo del porche, hasta emprender de nuevo el camino.
El cura les invitó a pasar dentro de la iglesia y les proporcionó calor y alimentos. Para la Misa, les propuso que hicieran de figuras de aquel Belén: a la anciana la vistió de pastora y a los niños de pastorcillos, los colocó en el altar y les rogó que no se movieran. Lo hicieron tan bien que, los feligreses, llegaron a creer que eran figuras de cera construidas a tamaño natural.
El Párroco en la puerta, despedía a todos los asistentes que, muy emocionados, le felicitaban por aquel logro. “Parece como un milagro”, agregaban.
Tras cerrar la puerta, el párroco se dirigió al altar con el fin de aposentar a la anciana y sus pequeñines en la Sacristía, pero cual fue su sorpresa cuando comprobó que allí no había nadie. Buscó por todos los rincones de la Iglesia y, ¡nada!, ¡habían desaparecido! Al final, este buen cura no hacía más que pensar: “¿Habrá sido un milagro?, tendré que pensar como mis feligreses.