viernes, 1 de febrero de 2019

Padrenuestro de la Paz

PADRE, que miras por igual a todos tus hijos  a quienes ves enfrentados.
NUESTRO, de todos.
De los 5.000 millones de personas, que poblamos la tierra,
sea cual sea nuestra edad, color o lugar de nacimiento.
QUE ESTÁS EN EL CIELO, y en la tierra,
en cada hombre, en los humildes y en los que sufren.
SANTIFICADO SEA TU NOMBRE,
pero no con el estruendo de las armas, sino con el susurro del corazón.
VENGA A NOSOTROS TU REINO, el de la paz, el del amor.
Y aleja de nosotros los reinos de la tiranía y de la explotación.
HÁGASE TU VOLUNTAD siempre y en todas partes. En el cielo y en la tierra.
Que tus deseos no sean obstaculizados por los hijos del poder.
DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA
que está amasado con paz, con justicia, con amor.
Aleja de nosotros el pan de cizaña que siembra envidia y división,
porque mañana puede ser tarde: la guerra amenaza y algún loco puede iniciarla.
PERDONA NUESTRAS OFENSAS,
no como nosotros perdonamos, sino como Tú perdonas, sin dar lugar al odio.
NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN de almacenar lo que nos diste,
de acumular lo que otros necesitan, de mirar con recelo al de enfrente.
LÍBRANOS DEL MAL QUE NOS AMENAZA EN ESTE TIEMPO:
de las armas, del poder, de la sociedad de consumo,
de vivir montados en el gasto, porque somos muchos, Padre,
los que queremos vivir en paz. AMÉN.

Cuento sobre la Paz


                         Leyenda de Bakú, Azerbaiyán

Hace miles de años hubo en Asia dos príncipes enemigos que constantemente se amenazaban aprovechando el menor pretexto.
Uno de ellos decidió declarar la guerra y ordenó a los habitantes de su nación que se prepararan para luchar.
El otro príncipe aceptó el desafío. Sin embargo, como habían pasado más de quince años desde la última batalla, no recordaba dónde estaban guardadas su armadura y su ropa de combate. Cuando faltaba un día para el enfrentamiento pidió a su madre que le llevara su casco. La señora regresó con las manos vacías.
- ¿Por qué no lo trajiste?, le reclamó.
- No pude cargarlo, pesa mucho, contestó ella.
- Yo mismo iré por él.
- No, por favor no lo toques, pidió la madre mientras le impedía el paso.
- ¿Cómo piensas que puedo ir a la guerra sin casco?, preguntó él.
- Mira hijo, dentro de tu casco, que estaba en el patio trasero, una paloma hizo su nido, y dentro de él hay tres pequeñas crías. Las palomas son las aves de la paz: nunca hacen daño a nadie. Todos los días su madre les trae de comer lo que encuentra. ¿Cómo puedo destruir su nido? Cuando vea que quiero coger el casco, la madre se irá volando y dejará llorando a los polluelos. Eso traerá desgracias a nuestro país.
El príncipe no quería discutir con su madre y se presentó al combate sin casco. Al verlo, su enemigo quedó sorprendido.
- ¿Cómo se te ocurre combatir así?
- Mi madre halló que en el casco viven una paloma y sus polluelos. No quisimos hacerles daño.
El otro príncipe no podía creer lo que escuchaba y pidió a uno de sus hombres que comprobara si la historia era cierta.
- Pues sí. Dentro del casco hay tres pichones muy pequeños con su madre. apenas rompieron el cascarón, confirmó el enviado.
Entonces el príncipe le tendió la mano a su enemigo.
- Hagamos la paz para siempre. Le propuso. Tu madre no quiso destruir el nido de la paloma y sus polluelos ¿cómo podemos querer tú y yo destruir los hogares de miles de personas?
Desde aquel día, los dos reinos fueron amigos y la paloma se convirtió en símbolo de la paz.

jueves, 31 de enero de 2019

Invocación a San Juan Bosco

Te encomendamos, san Juan Bosco,
todos los trabajos que llevamos entre manos,
apóstol de los jóvenes, llévalos por el buen camino
y construyan su vida con los valores del Evangelio.
Concédenos la sabiduría del corazón para ponerla al servicio de los jóvenes,
de su crecimiento y de su proceso de humanización.
Danos la serenidad necesaria para reflexionar
hacia dónde debemos orientar nuestras acciones,
el coraje para ser creativos e imaginativos
y la templanza por no desanimarnos ante las dificultades.
Que tu ejemplo de amor, de acompañamiento y de compromiso
nos aliente a entregarnos con ilusión en el trabajo
y a descubrir que todos los días 
son una nueva oportunidad 
para contribuir a la construcción del reino de Dios.

Nuestro dones y cualidades


                Extraido del libro "The rest of the story" de Paul Harvey

Un maestro de Detroit le pidió a Stevie Morris que lo ayudara a encontrar un ratoncito que se había escapado en el aula de clase.
El maestro apreciaba el hecho de que la naturaleza había dado a Stevie algo que ningún otro alumno tenía. La naturaleza le había dado a Stevie un notable par de oídos, para compensar la ceguera de sus ojos.
Ésta fue la primera ocasión en que Stevie sintió que se apreciaba la fineza de su oído.
Ahora, años después, dice que ese acto de 'aparente' menosprecio por su condición de no vidente, fue el comienzo de una nueva vida.
Desde aquel entonces desarrolló su don del oído, hasta volverse, bajo el nombre artístico de Stevie Wonder, en uno de los grandes músicos populares de todos los tiempos.

martes, 29 de enero de 2019

Señor, dame en el día de hoy

Señor, dame en el día de hoy fe para seguir adelante,
grandeza de espíritu para perdonar,
paciencia para comprender y esperar, voluntad para no caer.
Te pido fuerza para levantarme si caído estoy.
Ruego me des amor para dar.
Dame lo que necesito y no lo que quiero,
elocuencia para decir lo que debo decir,
Haz que yo sea mejor ejemplo para mis compañeros.
Haz que yo sea mejor amigo de mis amigos.
Haz de mi un instrumento de tu voluntad.
Hazme fuerte para recibir los golpes que me da la vida,
déjame saber que es lo que Tú quieres de mi.
Dame tu paz para que la comparta con quien no la tenga,
Y por último, quédate conmigo y déjame saber que así es.

Ser buen trabajador no es suficiente


                     Historias de Luz y Sabiduría

Juan trabajaba en una empresa desde hacía dos años. Siempre fue muy serio, dedicado y cumplidor de sus obligaciones. Llegaba puntual y estaba orgulloso de que en esos dos años nunca recibió ninguna amonestación.
Cierto día buscó al Gerente para hacerle una reclamación:
- Señor, trabajo en la empresa desde hace dos años con bastante esmero y estoy a gusto con mi puesto, pero siento que he sido postergado. Mire, Fernando ingresó en un puesto igual al mío hace solo seis meses y ya ha sido ascendido a supervisor.
- ¡Ajá! -respondió el gerente-. Mientras resolvemos este problema que me planteas, quisiera pedirte que me ayudes a resolver otro. Quiero dar fruta al personal, para el almuerzo de hoy. En la tienda de la esquina venden frutas. Por favor averigua si tienen naranjas.
Juan se esmeró en cumplir con el encargo de su jefe y en 5 minutos ya estaba de vuelta en la oficina.
- Bueno Juan ¿qué averiguaste?
- Señor, sí tienen naranjas para la venta.
- ¿Y cuánto cuestan?
- ¡Ahhh...! eso no lo he preguntado.
- Bueno, ¿pero viste si tenían suficientes naranjas para todo el personal?,-preguntó serio el Jefe.
- Tampoco pregunté eso señor.
- ¿Hay alguna fruta que pueda sustituir la naranja?
- No sé señor, pero creo...
- Bueno, -dijo el Jefe-, espera, siéntate un momento.
El Gerente mandó llamar a Fernando. Cuando se presentó, le dio las mismas instrucciones que le había dado con anterioridad a Juan y en 10 minutos estaba de vuelta.
Cuando volvió, el Jefe le preguntó:
- Bien Fernando, ¿qué noticias traes?
- Señor, tienen naranjas, las suficientes para todo el personal y, si prefiere, también tienen plátanos, manzanas, kiwis y peras. La naranja a 15 el kilo, el platano a 22, la manzana a 9 y el kiwi y el melón cuestan 28 el kilo. Me dijeron que si compra fruta en cantidad, nos harán un descuento del 8 por ciento. He dejado separada la naranja, pero si usted elige otra fruta debo volver para confirmar el pedido.
- Muchas gracias, Fernando, pero espere un momento.
Se dirigió a Juan, que había quedado boquiabierto y le preguntó:
- Juan, ¿qué me decías?
- Nada señor, eso es todo. Muchas gracias. Con su permiso vuelvo a mi trabajo...

domingo, 27 de enero de 2019

Aquí estoy. Envíame

El Espíritu del Señor está sobre mí, el mismo Espíritu de Dios,
El Espíritu que une al Padre y al Hijo,
el Espíritu que animó, fortaleció y alegró la vida de Jesús.
Gracias, Señor, por el don del Espíritu, el regalo más grande que puedo recibir.
Que mi corazón esté siempre abierto para acogerlo.
El Espíritu me ha ungido, ha iluminado mi mente,
ha llenado de amor mi corazón, ha fortalecido mi voluntad,
me ayuda a aceptar las limitaciones propias y ajenas,
me ofrece la posibilidad de ir más allá de mi pobreza.
Gracias Señor.
El Espíritu me ha enviado, no me encierra en ni comodidad egoísta.
Me capacita para dar la Buena Noticia a los pobres,
para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista.
Para dar libertad a los oprimidos;
para anunciar el año de gracia del Señor,
para que todos puedan sentir la misericordia y la ternura de Dios.
Señor, gracias por tu Espíritu, por contar conmigo.
Estoy dispuesto para dejarme la piel en esta misión.
Aquí estoy. Envíame.

Dios toca el piano contigo


Después de que ocuparon sus respectivas butacas, la abuela reconoció a una amiga entre los asistentes al recital de piano y dejando a su nieto, se dirigió hacia ella.
Teniendo la oportunidad de explorar las maravillas de ese viejo teatro, el pequeño niño recorrió algunos de los lugares y logró llegar a una puerta donde estaba escrito el cartel de "Prohibida la entrada"; pero como todavía no sabía leer abrió la puerta y siguió explorando. Cuando se anunció la tercera llamada y las luces empezaron a apagarse para el comienzo del concierto, la abuela volvió a su butaca, descubriendo horrorizada que su nieto no estaba allí. Inmediatamente las grandes cortinas se abrieron y los focos apuntaron hacia el centro del escenario.
La abuela, sorprendida, vio a su pequeño nieto sentado en el piano tocando inocentemente "El patio de mi casa". En ese momento, el gran maestro Paderewski hizo su entrada y como si no pasara nada, se dirigió hacia el piano y susurró al oído de pequeño:
- "No pares, hijo, sigue tocando; lo estás haciendo muy bien".
Entonces, el maestro, inclinándose hacia el piano comenzó a hacer un acompañamiento junto al niño con su mano izquierda. Pronto, su mano derecha, alcanzó el otro lado del piano para realizar unas notas altas. Juntos, el gran maestro y el pequeño, trasformaron la embarazosa escena en una maravillosa y creativa experiencia. Acabada la inesperada composición, la audiencia aplaudió muy entusiasmada.
Esa es la forma como Dios trabaja junto a nosotros. Él está siempre a nuestro lado cambiando nuestros pequeños esfuerzos hasta convertirlos en grandes cosas. "Tengo siempre presente al Señor; con Él a mi derecha no vacilaré" (Sal 16:8).