sábado, 16 de noviembre de 2019

Estar despiertos

Tú nos llamas en medio de la vida, nos llamas en cada circunstancia.
Y nos cuesta creerte.
Vivimos superficialmente y deprisa, sometidos por el egoísmo,
ese ladrón que nos roba la alegría
y nos deja sin ánimo para seguir adelante.
Tú nos hablas de estar atentos a la vida, donde Tú te haces presente,
para mostrarnos el camino de la felicidad.
Tú estás en medio de la vida, como Señor de la Historia,
y vienes en cada acontecimiento.
Ayúdanos a estar despiertos para reconocerte y recibirte.
Enséñanos a orar, a mantener nuestro espíritu firme en Ti,
que eres nuestra Roca firme,
que permaneces fiel en medio de los avatares de la vida,
que nos salvas en toda situación que nos afecta.
Que nos encontremos contigo en toda circunstancia y en todo momento
y sepamos disfrutar de tu presencia y señalarla a cuantos no te encuentran.

Los peores padres del mundo


Hoy se me acercó un borrachín sucio y desaliñado, sin zapatos y con la camisa rota me pidió una moneda, le di una moneda de 2 € me dijo:
- "Muchas gracias, que Dios se lo pague"
Le contesté: - Cuídate.
No me quitaba la vista de encima. De pronto su rostro se iluminó de alegría. Me dijo:
- ¿No te acuerdas de mí? Estudiamos juntos en la primaria y en la secundaria, soy Toño. El trompo, me decían, porque era bueno para los golpes!
Lo mire bien... - ¡Ah! ¡Toño!, ¡claro que me acuerdo, una vez nos peleamos y me ganaste pero otra me defendiste de un tipo que me iba a golpear! ¿Que te ha pasado?
Triste me dijo: - ¡Pues me pasó todo! Me metí en una banda, de ahí a las drogas, alcohol, mujeres, embaracé a tres, robé, golpeé a gente, estuve en la cárcel 7 veces, mis hijos son un desastre, no me quieren, pensé en suicidarme 2 veces y ahora ando mendigando 1 € para comer y para beber... Solo eso me ha pasado.
Asentí con la cabeza y dije: - ¡Que triste!
Él con una Sonrisa me dijo: - ¡Ya tengo para mi vino de hoy, cuidate!
Y se fue con su paso tambaleante.
De camino a casa me puse a pensar del porque nuestras vidas tomaron rumbos distintos si de niños tuvimos las mismas oportunidades y me respondía mi mismo: ¡La diferencia entre su presente y el mío fueron MIS PADRES! ¡Sí, porque yo tuve la mamá y el papá más malos del mundo!
Mientras a él lo dejaban estar en la calle jugando y haciendo lo que le diera la gana a mí me tenían puesto horario y castigos por no cumplir!
Mientras a él no le decían nada por no ir a la escuela, a mí me castigaban si faltaba o si se me hacía tarde...
Mientras a él le dejaban comer lo que fuera en la calle, fumar, beber, contestar mal a sus mayores, yo me tenía que comer la sopa de verduras, tomar leche y zumos.
¿Fumar y beber? ¡Ni siquiera sacar el tema! ¿Decir palabrotas o contestar mal? ¡Un manotazo en la boca!
¡Gracias, papas! Gracias a que yo tuve la mamá y el papá más malos del mundo soy yo y no soy él!
Hoy doy gracias a Dios por tener esos padres que me criaron con amor y disciplina ¡Gracias, queridos padres, os llevo en mi corazón hoy, mañana y siempre!
Por eso ¡insisto!: "Educa al niño para no castigar al hombre” y podamos contribuir a cambiar este mundo que se derrumba...
Espero no os moleste. ¡Ojalá lo puedan leer tus hijos también!

viernes, 15 de noviembre de 2019

Contemplando este mundo

Señor, cuando echo una mirada al mundo que me rodea,
mis ojos se cierran de dolor.
Mi cuerpo, mi mente y mis sentimiento te imploran.
No es justo que sólo te llame cuando me siento caer,
no puedo dejarte o cogerte según lo angustiada que esté.
Por eso cuando descanso del ritmo frenético
con el que avanza el mundo,
ése que Tú nos regalaste como el tesoro más preciado,
es cuando me doy cuenta que mucha más gente necesita de Ti
para caminar por estos senderos que un día nos llevarán hacia Ti.

«Y yo -contestó Dios-, necesito de ti para continuar creando
un mundo de hermanos, un mundo de amor»

La casa de las conchas

La casa de las conchas, tenía toda la fachada llena de conchas que decoraban la casa, y la hacían llamativa para todo el que por allí pasase. Todos los habitantes del pueblo conocían la casa de las conchas. Pero nadie sabía quién vivía en aquella singular casa. Muchos pensaban que era de alguien de fuera del pueblo y que venía muy pocas veces al pueblo, otros pensaban que estaba abandonada y que alguien se ocupaba de mantener la casa. Cierto era, que nunca habían visto a nadie entrar o salir de aquella casa, pero cierto también que la casa estaba cuidada y no parecía abandonada.
Una tarde de verano, unos niños jugando estaban cerca de la casa de las conchas. Intrigados los niños trataban de ver a través de las ventanas, trababan de mirar por encima de los muros del patio.
En eso estaban, cuando de pronto, como invitándoles a entrar, la puerta del patio se abrió ligeramente, cómo empujada por el viento. Los niños se miraron unos a otros, algo asustados, pero intrigados. Asomaron sus cabezas por el patio con mucha cautela. Dos grandes higueras una en cada esquina del patio, algunos árboles frutales, flores, y un gato de pelo anaranjado que maulló al ver a los niños en la puerta.
- ¡Hola! -dijeron los niños- ¿hay alguien?
No recibieron respuesta y abrieron un poco más la puerta. Pudieron ver la casa al fondo del patio y una tortuga que paseaba pausadamente por aquel jardín florido de secano.
- ¡Holaaaaaa! -repitieron los niños algo nerviosos.
Y esta vez, casi salen corriendo cuando obtuvieron respuesta.
- Hola -les respondió una voz grave- ¿queréis un poco de limonada? Acabo de prepararla.
Los niños pudieron ver a un anciano, detrás de una de las higueras. Tenía un curioso aspecto, iba descalzo y desaliñado, pero con la ropa limpia. El anciano parecía afable y los niños se acercaron a tomar limonada. Y fue entonces cuando aquel adorable anciano les contó la historia de la casa.
Les contó como él mismo había construido aquella casa hacía muchos años. La casa, en la que decía había vivido toda su familia. Contaba la historia con voz agradable y de vez en cuando introducía alguna anécdota familiar o recitaba algún poema de memoria. Los niños escuchaban con la boca abierta.
- ¿Y las conchas? -preguntó uno de los niños.
- En la fachada de la casa, hay exactamente 643 conchas -respondió el anciano- traídas de un mar lejano, hace muchos años cuando comencé a construirla. Cuando empecé muchos decían que no podría hacerlo y cuando termine puse una concha que indicaba que había cumplido un sueño. A partir de entonces cada vez que cumplía uno de mis sueños o uno de mis familiares lo hacía pegábamos una nueva concha. De esta manera podíamos tener presente que cada vez que nos esforzábamos un sueño se cumplía; a veces era muy difícil, pero el truco consiste en no desanimarse, aprender de los errores y seguir intentándolo. Después, cuando una persona del pueblo conseguía un sueño pegábamos una concha. Ya llevamos 643, son muchas conchas, muchos sueños cumplidos.
Se estaba haciendo tarde y los niños volvieron a sus casas. Al día siguiente regresaron a la casa de las conchas pero todo estaba cerrado y ni rastro del anciano, ni tampoco del gato y la tortuga. Regresaron durante varias tardes, pero no volvieron a ver al anciano. Volvieron alguna tarde los veranos siguientes pero no le encontraron.
Eso sí, cada verano contaban las conchas y el número aumentaba, y los niños se alegraban de que la gente del pueblo cumpliera sus sueños. Ellos también lucharon por cumplir los suyos, ya que ahora sabían que cuando uno se esfuerza es posible.

jueves, 14 de noviembre de 2019

Confianza en Jesús

Ven a mi, Señor, y toma posesión de mi alma. Ven a mi corazón y empapa mi alma.
Ayúdame a sentarme en silencio contigo y permitirte que entres en mi corazón.
Soy tuyo para que tomes posesión de mí. Soy tuyo para que te valgas de mí.
Quiero ser generoso y existir solo en ti. Ayúdame a vaciar todo lo que soy,
y a convertirme en una vasija vacía, lista para ser llenada por ti.
Ayúdame a morir a mí mismo, y vivir sólo para ti.
Solamente deseo actuar como tú lo haces, haciendo morada en mí.
Soy tuyo, Señor. Quiero que mi vida esté en cumplir la voluntad del Padre.
Dame la fuerza para hacer a un lado este mundo,
y dejar que tú manejes lo más infinito de mi ser.
Ayúdame a actuar según tus deseos.
Fortaléceme contra las distracciones del demonio que tratan de apartarme de Ti.
Yo te alabo, te adoro y te amo. Ven y vive ya en mi.

La silla


La hija de un hombre le pidió al sacerdote que fuera a su casa a hacer una visita a su padre que estaba muy enfermo.
Cuando el sacerdote llegó a la habitación encontró a este pobre hombre en su cama con la cabeza alzada por un par de almohadas. Había una silla al lado de su cama, por lo que el sacerdote pensó que el hombre sabía que vendría a verlo.
- ¿Supongo que me estaba esperando? le dijo.
- No, ¿quien es usted?, dijo el hombre enfermo.
- Soy el sacerdote que su hija llamó para que lo visitara; cuando entré y vi la silla vacía al lado de su cama supuse que usted sabía que yo vendría a visitarlo.
- Ah si, la silla. ¿Le importaría cerrar la puerta?, dijo el hombre enfermo. El sacerdote sorprendido cerró la puerta. El hombre enfermo le dijo:
- Nunca le he dicho esto a nadie, pero toda mi vida le he pasado sin saber como rezar. Cuando he estado en la iglesia he escuchado muchas cosas respecto de la oración, cómo se debe orar y los beneficios que trae..., pero siempre esto de las oraciones; ¡no sé...! me entra por un oído y me sale por el otro. De todos modos no tengo idea de cómo hacerlo. Y hace mucho tiempo abandoné por completo la oración. Esto ha sido así hasta hace cuatro años, cuando, conversando con mi mejor amigo, me dijo:
- José, esto de la oración es simplemente tener una conversación con Jesús, así es como te sugiero que lo hagas: te sientas en una silla y colocas otra silla vacía enfrente tuyo, luego con fe miras a Jesús sentado delante de ti. No es alocado el hacerlo pues Él nos dijo: “Yo estaré siempre con vosotros”.
Por lo tanto, le hablas y lo escuchas, igual que lo estás haciendo conmigo ahora.
- Así que lo hice una vez y me gustó; lo he seguido haciendo cada día desde entonces. Siempre tengo mucho cuidado de que no me vea mi hija... pues creería que estaba perdiendo la cabeza.
El sacerdote sintió una gran emoción al escuchar esto y le dijo a José que era algo muy bueno lo que venía haciendo y que no dejara de hacerlo nunca.
Luego hizo una oración con él. Le dio la bendición y se fue a su parroquia.
Dos días después, la hija de José llamó al sacerdote para decirle que su padre había fallecido. El sacerdote le preguntó:
- ¿Falleció en paz?
- Si, cuando salí de la casa a eso de las dos de la tarde, me llamó y fui a verlo a su cama. Me dijo que me quería mucho y me dio un beso.
Cuando regresé de hacer mis compras una hora después me lo encontré muerto. Pero hay algo extraño respecto a su muerte, pues justo antes de morir se acercó a la silla que estaba al lado de la cama y recostó su cabeza en ella, y así lo encontré. ¿Que cree usted que pueda significar esto?
El sacerdote profundamente estremecido, se secó las lágrimas de emoción y le respondió:
- "Ojalá que todos nos pudiésemos morir de esa manera"

Es curioso como podemos enviar cuentos y "bromas" a través de whatshapp o facebook que se reenvían como fuego voraz, pero cuando enviamos mensajes sobre Dios, lo pensamos dos veces antes de compartirlo con otros.
Si cuando termines de leer este mensaje no se lo envías a muchos de los que están en tu lista de contactos es porque no estás seguro de lo que ellos pensarán al respecto, y peor, de lo que ellos van a pensar de ti.
¡Es curioso que nos preocupemos más por lo que la gente piense de nosotros, que por lo que Dios pueda pensar de nosotros...!
Que tengas un día lleno de bendiciones junto a los tuyos.

martes, 12 de noviembre de 2019

Cuenta conmigo, Señor

Señor, hazme instrumento de tu paz, donde haya odio ponga amor,
donde haya ofensa perdón, donde haya error ponga yo verdad.
El mundo necesita personas, que no se guíen por dinero, bienestar y poder.
El mundo necesita personas que pongan a la persona
como centro de las personas, de los grupos, de la sociedad.
El mundo necesita que el amor sea el motor de sus acciones,
el motor de su historia.
El mundo necesita personas que hagan fraternidad donde estén,
que se dejen de palabrería y ayuden
a solucionar los problemas concretos de los hermanos.
El mundo necesita personas que lo den todo por el evangelio:
alma, vida y corazón,
y se pongan sin reservas al servicio de los demás.
El mundo necesita personas que anuncien con su palabra y con su vida
que el único salvador, que la única libertad está en Jesús de Nazaret.
Cuenta conmigo, Señor.

La mama más guapa


Un lindo cuento sobre las mamas para llenarnos el alma de amor !!! Silvia Lopez
Hace unos años empecé hacer fotos sin que se dieran cuenta a las mamás de mis alumnos cuando los venían a buscar. Ninguna posó para la foto.
Cuando imprimí las fotos, tooooodas y cada una de las mamás se encontraron mil defectos en las fotografías (¡mis arrugas!, mi tripa no da más, ¡mi cabello que horrible!, mis canas, que gorda... etc etc).
Mostramos las mismas fotos con tantos "defectos" a sus hijos, mezcladas con fotos de modelos de belleza "ideal" con la consigna ¿Quién te parece que es la mujer más linda entre todas?
Cada uno de los niños eligió la foto de su mamá.
Y cuando les preguntamos el por qué de su elección, que era lo que le hacía la "más guapa" a su mamá, estas fueron las respuestas:
- 'Porque su sonrisa es gigante' 4 años
- 'Mira sus ojos profe, están llenos de bondad (...)' 4 años
- 'Porque cuando se ríe es como cuando sale el sol' 4 años
- 'Porque sus brazos son largos... larguísimos.. justito para que yo entre' 4 años.
- 'Porque en su cara hay arcoiris' -4 años
- 'Porque sus besos son unfinitos (y al preguntar que significa 'UNfinito' dijo 'es cuando no importa si se porta mal o bien' siempre puede pedirle besos a su mamá jajaja) para mi' 4 años
- 'Porque cuando hace frio su piel siempre esta calentita'4 años
- 'Porque sus ojos son marrones, como los míos' 4 años
- 'Porque sus brazos pueden abrazarme siempre que me siento triste' 4 años
- 'Porque su pelo es suavecito y su risa es simpática, me hace cosquillitas cuando se rie' 4 años
Y es que Oscar Wilde tenía razón, la belleza esta, en definitiva, en el ojo del espectador

lunes, 11 de noviembre de 2019

Señor de la vida

Señor, gracias por darnos tu vida,
desde el instante en que fuimos engendrados
hasta después de nuestra muerte.
Tú eres un Dios de vivos, y quieres que vivamos para siempre.
No pides sacrificios como los antiguos ídolos,
ni tampoco que despreciemos la vida, tu don más valioso.
No sabemos el día ni la hora en que nos visitará la muerte.
Pero cuando entregamos nuestro último aliento en tus manos,
confiamos en que nos insuflarás de nuevo tu Espíritu,
como hiciste con tu Hijo, y ya no moriremos nunca más.
Ese día escucharás nuestra voz y responderás a nuestra súplica.
Desvelados del sueño del sepulcro podremos contemplar tu rostro
y el de nuestros hermanos que nos han precedido.
Gracias por tu Palabra que nos llena de esperanza.
Gracias por hacernos dignos de participar
en una nueva creación donde seremos semejantes a los ángeles

El viejo juez


Había un viejo juez árabe que era famoso por su sagacidad. Un día, acudió a él un tendero quejándose de que le habían robado en la tienda, pero que no había forma de atrapar al ladrón.
El juez ordenó que sacaran de sus goznes la puerta de la tienda, la llevaran a la plaza del mercado y le administraran cincuenta latigazos por no haber cumplido con su obligación de impedir la entrada al ladrón.
Se reunió una gran multitud en la plaza para asistir a la ejecución de tan extraña sentencia. Una vez administrados los cincuenta latigazos, el juez se inclinó hacia la puerta y le preguntó quién era el ladrón. Luego aplicó su oído a la puerta para escuchar lo que ésta tuviera que decir.
Cuando volvió a incorporarse, anunció:
- «La puerta declara que el robo ha sido cometido por un hombre que tenía una telaraña en lo alto de su turbante».
Al instante, un individuo que se hallaba entre la multitud se llevó una mano al turbante. Registraron su casa y se recuperó lo que había sido robado.