sábado, 30 de noviembre de 2019

Himno a San Andrés Apóstol

Pescador en el Mar de Galilea,
luchador entre barcas y tempestades,
abrazaste a Jesús por vez primera
a orillas del Lago Tiberíades.
Por Apóstol primero te reclama,
trocando tu camino y tu destino,
al pasar de pescar peces con redes,
para hacerte pescador de las almas.
Bendice a tus fieles que te aman,
implorando con fe y devoción,
que veles y salves nuestras almas,
des alivio y consuelo a su dolor.
¡Salve Apóstol y mártir glorioso!,
entregaste tu vida en la cruz,
para darnos ejemplo de tu amor,
a la cruz donde murió Jesús.

El pajarito que no podía volar


En un bonito valle, lleno de flores, con grandes árboles de altas ramas y verdes hojas; nació un pequeño pajarito. En lo alto de un árbol, en una de las ramas más altas, estaba el nido lleno de huevos, y una soleada mañana de primavera nacieron los pajaritos. Uno de ellos tardó un poco más en romper el cascarón y ver la luz de la mañana. Desde el primer momento se distinguió de sus hermanos por ser algo más pequeño y por ser un poco más lento en aprender. Aprendía lo mismo que sus hermanos, pero le costaba un poquito más.
Todos los pajaritos eran felices y el pequeño pajarito también. Una mañana, cuando ya habían crecido lo suficiente, les tocó aprender una importante lección, era el día de aprender a volar. El pequeño pajarito estaba nervioso e ilusionado, ya que este era un gran pasó, era un aprendizaje muy importante, y aunque no lo dijo tenía algo de miedo.
Primero aprendieron a mover las alas dentro del nido, después a moverlas dando pequeños saltitos y mantenerse en el aire a apenas unos centímetros del suelo. Después uno a uno iban saltando del nido y moviendo sus alas para volar. Llegó el turno del pequeño pajarito, su madre estaba muy pendiente de él, ya que sabía que a veces le costaba un poquito más aprender. El pajarito estaba muy nervioso y temeroso. Le llegó el turno de saltar desde el nido al aire y lo hizo, pero estaba tan temeroso que sus alitas no le respondieron bien, su coordinación falló, caía al vacío a gran velocidad, mientras sus hermanitos y su madre le gritaban “abre las alas”. Intentó abrir sus alas, pero se golpeó con una rama. Su mamá tuvo que volar en su ayuda y recogerlo antes de golpearse contra el suelo, pero su ala ya estaba herida.
A causa de este accidente, el pequeño pajarito no pudo aprender a volar. Su ala quedó lastimada para siempre desde aquel fatídico momento. Y así fue como el pajarito creció sin aprender a volar. Siempre paseaba por el suelo, y solo subía a las ramas de menos altura, dando saltitos.
El pajarito creció sin volar, y se convirtió en un hermoso pájaro de plumas de colores y porte elegante. Pero siempre caminaba por el suelo. Aunque sus hermanos insistieran en que tenía que volar, él no quería intentarlo, ya que sabía que era inútil, su ala estaba lastimada y nunca conseguiría volar.
Una tarde mientras paseaba, escuchó un ruido desde lo alto. Levantó la cabeza y encontró a uno de sus hermanos enganchado entre las ramas de un árbol, en lo alto.
- Ayúdame -le dijo su hermano- rápido me caigo.
- Iré a buscar a alguien -respondió el pajarito- no te muevas.
- No, no hay tiempo -le dijo su hermano- ¡vuela y ayúdame!
El pajarito cerró los ojos con miedo, realmente no tenía otra alternativa, aun sabiendo que no podía volar, cerró los ojos y movió sus alas con todas sus fuerzas. Con los ojos cerrados aleteo con todas sus fuerzas, sabiendo que era inútil y entonces al notar el aire en su rostro y el vacío en sus pies, abrió de nuevo los ojos y comprobó sorprendido que estaba volando. El pajarito voló y ayudó a su hermano.
Entonces descubrió que siempre había podido volar, pero nunca lo intentó porque siempre creyó que no podía hacerlo.

viernes, 29 de noviembre de 2019

Alfarero del hombre

Alfarero del hombre, mano trabajadora que, de los hondos limos iniciales,
convocas a los pájaros a la primera aurora, al pasto, los primeros animales.
De mañana te busco, hecho de luz concreta, de espacio puro y tierra amanecida.
De mañana te encuentro, Vigor, Origen, Meta de los sonoros ríos de la vida.
El árbol toma cuerpo, y el agua melodía, tus manos son recientes en la rosa;
se espesa la abundancia del mundo a mediodía,
y estás de corazón en cada cosa.
No hay brisa, si no alientas, monte, si nos estás dentro,
ni soledad en que no te hagas fuerte.
Todo es presencia y gracia.
Vivir es ese encuentro: Tú, por la luz; el hombre, por la muerte.
¡Que se acabe el pecado!
¡Mira que es desdecirte dejar tanta hermosura en tanta guerra!
Que el hombre no te obligue, Señor,
a arrepentirte de haberle dado un día las llaves de la tierra

En todo mira al final


Seguramente, todos habéis oído hablar del filósofo griego Diógenes, el Cínico. Célebre por sus excentricidades. Un día fue al mercado. Colocó un puesto y encima de él puso un letrero que decía: "se vende sabiduría ".
Un griego que pasaba por allí cerca, oyó comentar el texto del letrero y se echó a reír. Llamó a su criado y dándole tres duros le dijo entre carcajadas.
- "Anda y dile a Diógenes que te venda tres duros de Sabiduría".
Así lo hizo. Diógenes tomó los tres duros mientras le decía al criado:
- "Dile a tu amo que en todo lo que haga mire al fin, que no vaya por la vida a tontas y a locas. Que dé sentido a su vida”.
Al amo le gustó tanto la sentencia que la hizo esculpir en oro en el dintel de la puerta de su casa: "En todas las cosas, mira al fin".

miércoles, 27 de noviembre de 2019

Santa María de la alegría

                       José Luis Martín Descalzo

Por todos los caminos de este mundo van los hombres buscando la alegría.
La buscan por los anchos senderos del placer y cada rosa tiene veinte espinas.
La buscan por los montes del dinero que abre mil puertas, pero no la dicha.
De puerta en puerta llaman y en ninguna de todas ellas vive la alegría.
Van mendigando gramos de esperanza y la fuente está en ti, Virgen María.
Porque tú fuiste llena de gracia, eres el gozo, porque Dios te miró, tú sonreías.
Porque tuviste el alma invadida de Cristo, la tuviste también de tristeza vacía.
Porque tú eres madre y madre sin fronteras, cada día te crece en hijos tu familia.
Porque fuiste la esclava, eres la libre, porque aceptaste el llanto, eres la dicha.
Porque tienes el alma traspasada, también está resucitada y viva.
Porque hay luz en tu alma, la hay también en tus ojos.
Porque hay paz en tus manos, la hay en tu sonrisa.
Porque viviste siempre muy lejos del pecado,
el mismo Autor del gozo descendió a tu alma limpia.
Y nosotros, los tristes de este mundo,
cansados de beber en fuentes corrompidas,
hoy venimos a ti, para pedirte, mendigando tu sonrisa.
Danos, Señora, un poco de tu gozo.
Enséñanos, Señora, tu sonrisa.

Las ranas en la crema


                        M. Menapace

Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente de crema. Inmediatamente sintieron que se hundían, era imposible nadar en esa masa espesa como arenas movedizas.
Al principio las dos patalearon en la crema para llegar al borde del recipiente, pero era inútil, solo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Sintieron que cada vez era más difícil salir a la superficie a respirar.
Una de ellas dijo en voz alta:
- No puedo más. Es imposible salir de aquí, esta materia no es para nadar. Ya que voy a morir no veo para qué prolongar este dolor. No entiendo qué sentido tiene morir agotada por este esfuerzo inútil.
Y dicho esto, dejó de patalear y se hundió con rapidez. Siendo literalmente tragada por el espeso líquido blanco.
La otra rana, quizás más persistente, o quizás más tozuda, se dijo:
- ¡No hay manera! Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo, ya que la muerte me llega, prefiero luchar hasta mi último aliento. No quisiera morir un segundo antes de que llegue mi hora.
Y siguió pataleando y chapoteando horas y horas siempre en el mismo lugar, sin avanzar nada.
Y de pronto… de tanto patalear y agitar, agitar y patalear…La crema se transformó en mantequilla. La rana sorprendida dio un salto, y patinando llegó hasta el borde del pote.

martes, 26 de noviembre de 2019

Tres cosas

*Hay tres cosas en la vida que una vez que pasan, nunca regresan:
- El tiempo. - Las palabras. - Las oportunidades.
*Hay tres cosas en la vida que pueden destruir a una persona:
- El enfado. - El orgullo. - El odio.
*Hay tres cosas en la vida que usted nunca debe perder:
- La fe. - El amor. - La esperanza.
*Hay tres cosas en la vida de mayor valor:
- La humildad. - La sinceridad. - La amistad.
*Hay tres cosas en la vida que forman a una persona:
- El respeto. - El compromiso. - Los valores.
*Hay tres personas que te aman, así no lo entiendas y nunca te dejaran solo:
- El Padre. - El Hijo y - El Espíritu Santo.
*Le pido a Dios tres cosas para Ti:
• Que Te Bendiga. • Que Te Guíe. • Y Te Proteja.

El burro vanidoso


Un burro llegó a su casa muy contento, feliz y orgulloso...su madre le preguntó
- ¿por qué tan contento hijo? 
-Madre, cargué a un tal Jesucristo y cuando entramos a Jerusalem todos me decían VIVA, VIVA, SALVE...VIVA, VIVA... y me lanzaban flores y ponían palmas de alfombra.
Su madre le le dijo:
-Vuelve a la ciudad, pero esta vez no cargues a nadie.
Al otro día, el burro fue a la ciudad... y cuando regresó a su casa, iba llorando y muy triste. 
-Madre, no puede ser, pasé desapercibido entre las personas, nadie se fijó en mí, me echaron de la ciudad. 
Su madre lo miró fijamente y le dijo:
 -"Hijo, tú sin Jesús eres solo un burro"

MORALEJA: Sin DIOS no somos nada.


domingo, 24 de noviembre de 2019

Cristo Rey de los débiles

                    José Mª Rodríguez Olaizola, sj

¿Qué corona es esa que te adorna,
que por joyas tiene espinas?
¿Qué trono de árbol te tiene clavado?
¿Qué corte te acompaña, poblada
de plañideras y fracasados?
¿Dónde está tu poder?
¿Por qué no hay manto real
que envuelva tu desnudez?
¿Dónde está tu pueblo?
Me corona el dolor de los inocentes.
Me retiene un amor invencible.
Me acompañan los desheredados,
los frágiles, los de corazón justo,
todo aquel que se sabe fuerte en la debilidad.
Mi poder no compra ni pisa,
no mata ni obliga, tan solo ama.
Me viste la dignidad de la justicia
y cubre mi desnudez la misericordia.
Míos son quienes dan sin medida,
quienes miran en torno con ojos limpios,
los que tienen coraje para luchar
y paciencia para esperar.
Y, si me entiendes, vendrás conmigo.

El caballero noble y leal


Érase una vez un terrateniente que deseaba convertirse en caballero.
Quería servir a su rey y ser el más noble y más leal caballero que jamás hubiera existido. El día de su investidura, abrumado por el honor, hizo un voto solemne. Prometió no arrodillarse ni levantar sus brazos en homenaje para nadie más que su rey.
Y se le encomendó la guardia de una ciudad en la frontera del reino. Cada día vigilaba la entrada enfundado en su armadura.
Pasaron los años. Un día, desde su puesto de guardia vio pasar por delante una campesina con su carro lleno de verduras y frutas. Éste volcó y todo se derramó por el suelo.
Nuestro caballero, para no romper su voto, no se movió.
Otro día pasaba un señor que tenía sólo una pierna y su muleta se rompió.
- "Buen caballero, ayúdeme a levantarme".
 Pero el caballero no dobló las rodillas ni levantó las manos para ayudarle.
Pasaron los años y nuestro caballero ya anciano recibió la visita de su nieto que le dijo:
- "Abuelo cógeme en tus brazos y llévame a la feria".
Pero no se agachó para no quebrantar su voto.
Finalmente, el rey vino a inspeccionar la ciudad y visitó al caballero que estaba rígido guardando la entrada. El rey lo miró y observó que estaba llorando.
- Eres uno de mis más nobles caballeros, ¿por qué lloras?
- Majestad, hice voto de no inclinarme ni levantar mis brazos en homenaje más que para usted, pero ahora soy incapaz de cumplir mi voto. El paso de los años ha producido su efecto y hasta las junturas de la armadura se han oxidado. Ya no puedo levantar los brazos ni doblar las rodillas.
El rey, como un buen padre, le dijo:
- Si te hubieras arrodillado para ayudar a todos los que pasaban y hubieras levantado tus brazos para abrazar a todos que acudían a ti, hoy, podrías haber cumplido tu voto dándome el homenaje que juraste ‘no rendir más que a tu rey’.