sábado, 23 de enero de 2021

Recibido de María

                        Florentino Ulibarri

De María... lo primero, su humanidad
y después, su fe.
Y en el camino de la vida,
ese manto de acontecimientos
que aceptó y tejió con dignidad y ternura:
su “sí” al Espíritu, su maternidad,
sus desvelos por el Hijo,
sus idas y venidas, sus visitas y encuentros,
su familia nazarena,
sus noches oscuras, su “fiat” de cada día,
su humildad sostenida,
sus silencios agradecidos...
y lo que los evangelios no nos cuentan.
Y todo envuelto en un magníficat
salido de sus entrañas,
expresado con los cinco sentidos
y reflejado en su rostro materno.
De María... lo que tú recibiste
con sus besos, caricias y presencia:
el rocío y la frescura cada día,
las noticias de Dios en todo lo que sucedía,
la esperanza y las promesas hechas vida,
el gustar la creación y la historia,
y la buena noticia compartida.
De María...
el regazo que te acogió cuando eras niño,
cuando sentiste cansancio y te sentiste fracasado.
De María... lo que ella diga:
“Haced lo que él os diga”.

Compartiendo unas galletas

Cuando aquella tarde llegó a estación, le informaron que el tren traía retraso de una hora. La elegante señora, un poco contrariada, compró una revista, un paquete de galletas y una botella de agua para pasar el tiempo. Buscó un banco en el andén central y se sentó preparada para la espera. Mientras hojeaba su revista, un joven se sentó a su lado y comenzó a leer un diario. Imprevistamente la señora observó como aquel muchacho, sin decir una sola palabra, estiraba la mano, agarraba una galleta del paquete y comenzaba a comerlas, una a una, despreocupadamente.
La mujer se molestó por esto, no quería ser grosera, pero tampoco dejaría pasar aquella situación o haría como que nada había pasado; así que, con un gesto exagerado, tomó el paquete y sacó una galleta, la exhibió frente al joven y se la comió mirándolo fijamente a los ojos.
Como respuesta, el joven tomó otra galleta y mirándola la puso en su boca y sonrió. La señora ya enfadada, tomó una nueva galleta y, con ostensibles señales de fastidio, volvió a comer otra, manteniendo de nuevo la mirada en el muchacho.
El diálogo de miradas y sonrisas continuó entre galleta y galleta. La señora cada vez más irritada, y el muchacho cada vez más sonriente.
Finalmente, la señora se dio cuenta que en el paquete sólo quedaba la última galleta. No podrá ser tan descarado, pensó mientras miraba alternativamente al joven y al paquete de galletas. Con calma el joven alargó la mano, tomó la última galleta, y con mucha suavidad, la partió exactamente por la mitad. Así con un gesto le ofreció la mitad de la última galleta a su compañera de banco.
- ¡Gracias!, dijo la mujer tomando con brusquedad aquella mitad.
- De nada, contestó el joven sonriendo suavemente mientras comía su mitad.
Entonces el tren anunció su partida... La señora se levantó furiosa del banco y subió a su vagón. Al arrancar, desde la ventanilla de su asiento vio al muchacho todavía sentado en el andén y pensó:
- ¡Qué insolente, que mal educado! Sin dejar de mirar con resentimiento al joven, sintió la boca reseca por el disgusto que aquella situación le había provocado.
Abrió su bolso para sacar la botella de agua y se quedó sorprendidísima cuando encontró, dentro de su cartera, ¡su paquete de galletas intacto! ¡Se había estado comiendo las galletas de aquel joven!
¡Cuántas veces juzgamos sin temores ni contemplaciones, sin conocer a fondo las situaciones, a veces sin darnos cuenta de que somos nosotros mismos los que estamos equivocados!
¡Cuántas veces más, juzgamos las debilidades de otros y se nos olvida que Jesús nos mandó a perdonar!

jueves, 21 de enero de 2021

Oración de alabanza a Dios

Es bueno darte gracias, Señor, de corazón, y cantarte con gozo cada día.

Es bueno proclamar por la mañana tu lealtad
y por la noche decirte de verdad que me has querido.
Es bueno decir que tus acciones, Señor, son mi alegría y mi esperanza.
Es bueno decirte que las obras le tus manos son júbilo y fiesta para mí.
Te doy gracias y me alegro por el don maravilloso de la vida.
Te doy gracias y me alegro por el don entrañable del bautismo.
Te doy gracias y me alegro por el don precioso de tu Espíritu.
Te doy gracias y me alegro por el don precioso de tu Palabra.
Te doy gracias y me alegro por el don único de tu Pan de vida.
Qué grandes son tus obras, Señor. Qué profundos tus designios.
Qué grandes son tus proyectos para nosotros.
Qué profundos son tus deseos para el que te busca.
Es hermoso, Señor, saber que tú eres el Señor de mi vida.
Muchos no te conocen, Señor, y me da pena
que pongan su vida en cosas que se acaban.
Muchos no saben que tú eres Padre y que nos quieres a todos con ternura.
Tú eres grande para siempre.
Tu amor me inunda v me hace feliz.
El hombre honrado florecerá como palmera,
se abrirá como un trigal fecundo,
siempre tendrá el fruto a mano y su vida ante ti, Señor, será preciosa.
Es bueno darte gracias, Señor, y cantarte de gozo cada día.
Es bueno abrir el corazón de par en par
y dejar que tu luz inunde de tu paz toda la vida.

Los broches azules

Una profesora universitaria inició un nuevo proyecto entre sus alumnos. A cada uno le dio cuatro broches de color azul, con la leyenda, "Eres importante para mí", y les pidió que se pusieran uno. Cuando todos lo hicieron, les dijo que eso era lo que ella pensaba de ellos. Luego les explicó de qué trataba el experimento: cada uno tenía que darle un broche a una persona que fuera importante para él, explicándole el motivo y dándole los otros broches para que hiciera lo mismo. El resultado esperado era ver cuánto podía influir en las personas ese pequeño detalle.
Todos salieron de la clase comentando a quién darían sus broches. Algunos mencionaban a sus padres, a sus hermanos o a sus novios, pero entre aquellos estudiantes, había uno que estaba lejos de casa. Este muchacho había conseguido una beca para esa universidad y al estar lejos de su hogar, no podía darle ese broche a sus padres o sus hermanos.
Pasó toda la noche pensando a quién daría el broche. Al día siguiente, muy temprano, tuvo la respuesta. Tenía un amigo, un joven asesor que lo había orientado para elegir su carrera, y muchas veces le asesoraba cuando las cosas no iban tan bien como él esperaba. ¡Esa era la solución! Saliendo de clases, se dirigió al edificio donde su amigo trabajaba. En la recepción, pidió verlo. A su amigo le extrañó, ya que el muchacho lo iba a ver después de que él saliera de trabajar, por lo que pensó que algo malo estaba sucediendo. Cuando lo vio en la entrada, sintió alivio de que todo estuviera bien, pero a la vez le extrañaba el motivo de su visita. El estudiante le explicó el propósito de su visita y le entregó tres broches; le pidió que se pusiera uno y le dijo que "al estar lejos de casa, él era el más indicado para portarlo". El joven ejecutivo se sintió alagado, no recibía este tipo de reconocimientos muy a menudo, y prometió a su amigo que seguiría con el experimento y le informaría de los resultados.
El joven asesor regresó a sus labores, y ya casi a la hora de la salida se le ocurrió una arriesgada idea: le quería entregar los dos broches restantes a su jefe. El jefe era una persona huraña y siempre muy atareada, por lo que tuvo que esperar a que estuviera "desocupado". Cuando consiguió verlo, su jefe estaba inmerso en la lectura de los nuevos proyectos de su departamento; la oficina estaba repleta de reconocimientos y papeles. El jefe sólo gruñó "¿qué desea?".
El joven ejecutivo le explicó tímidamente el propósito de su visita y le mostró los dos broches. El jefe, asombrado, le preguntó:
- ¿Por qué cree usted que soy el más indicado para tener ese broche?"
El joven ejecutivo le respondió que él lo admiraba por su capacidad y entusiasmo en los negocios, además que de él había aprendido mucho y estaba orgulloso de estar bajo su mando.
El jefe titubeó, pero recibió con agrado los dos broches; no muy a menudo se escuchan esas palabras con sinceridad, estando en el puesto en el que él se encontraba. El joven ejecutivo se despidió cortésmente del jefe y, como ya era la hora de salir, se fue a su casa.
El jefe, acostumbrado a estar en la oficina hasta altas horas, esta vez se fue temprano a su casa. En la solapa llevaba uno de los broches, y el otro lo guardó en el bolsillo de su camisa. Se fue reflexionando mientras conducía rumbo a su casa.
Su esposa se extrañó de verlo tan temprano y pensó que algo le había pasado. Cuando le preguntó si pasaba algo, él respondió que no pasaba nada, que ese día quería estar con su familia. La esposa se extrañó, ya que su esposo acostumbraba llegar de mal humor.
El jefe preguntó: "¿dónde está nuestro hijo?"
La esposa sólo lo llamó, ya que estaba en el piso superior de la casa. El hijo bajó y el padre le pidió que los acompañara. Ante la mirada extrañada de la esposa, y del hijo, ambos salieron de la casa. El jefe era un hombre que no acostumbraba gastar su valioso tiempo en su familia muy a menudo.
Tanto el padre como el hijo se sentaron en el porche de la casa. El padre miró a su hijo, quien a su vez lo miraba extrañado. Le empezó a decir que sabía que no era un buen padre, que muchas veces se perdió aquellos momentos que sabía, eran importantes. Le mencionó que había decidido cambiar, que quería pasar más tiempo con ellos, ya que su madre y él eran lo más importante que tenía. Le mencionó lo de los broches y su joven ejecutivo. Le dijo que lo había pensado mucho, pero quería darle el último broche a él, ya que era lo más importante, lo más sagrado para él; que el día que nació, fue el más feliz de su vida y que estaba orgulloso de él. Todo esto mientras le ponía el broches que decía "Eres importante para mí". . .
El hijo, con lágrimas en los ojos le dijo: "papá, no sé qué decir. Mañana pensaba suicidarme porque creía que no te importaba. . . Te quiero, papá. Perdóname. . .".
Ambos lloraron y se abrazaron.
El experimento de la profesora dio resultado, había logrado cambiar, no una, sino varias vidas, con sólo expresar lo que sentía. . . Ese es un maravilloso poder que tienes, el de expresar lo que sientes y darle valor a los detalles de la gente que te ama. Por eso, tú para mí. . . "eres muy importante".

martes, 19 de enero de 2021

Oh Espíritu Santo

Oh Espíritu Santo, unción y sello del hombre interior:
Tú te haces fuente de vida y santidad en nosotros y realizas maravillas en quienes se confían a ti.
Sé tú el Dios de nuestra interioridad; ilumina nuestra mente con tu claridad
y prende en nuestro corazón el fuego de tu Amor;
santifica nuestro cuerpo, alma y espíritu, para que brille tu poder obrando maravillas en tu Iglesia.
Dulce huésped de nuestras almas, aviva en nosotros el deseo y la necesidad
de un diálogo personal contigo, que mantenga siempre vivo el espíritu de nuestra vocación.
No permitas que te extingamos o te contristemos con nuestras infidelidades, tibiezas o resistencias.
Danos tu don de sabiduría, que nos lleve a contemplar y saborear la Palabra del Padre,
para poder anunciar a los demás nuestra experiencia de Cristo.
Danos tu don de entendimiento, para conocer los puntos débiles de nuestra vida.
Danos tu don de piedad, que despierte en nosotros tus gemidos inefables
haciéndonos suspirar: Abba, Padre.
Danos tu don de fortaleza, para velar y luchar, con entera fidelidad,
allí donde nos sentimos más vulnerables.
Danos el carisma de discernimiento de los espíritus,
para seguir sólo y siempre tus inspiraciones.
Destierra de nuestro corazón la tibieza y la desolación espiritual;
la disensión, la inclinación a las cosas terrenas y el sofocante sentimiento de estar lejos de ti.
Haz que no disociemos nunca nuestra actividad apostólica y nuestro compromiso religioso.
Convierte cada instante de nuestra vida en una liturgia viva y una alabanza de gloria
al Padre, al Hijo y a Ti, Espíritu Santo, que eres uno con ellos. Amén.

Errores en internet con humor

Hablando de equivocarse, cosa que puede pasar, no somos perfectos, nos podemos equivocar con una dirección de correo electrónico y crear un mal entendido como pasó en esta historia. 

Un hombre dejó el frío y la lluvia de Galicia para pasar unas felices vacaciones en Riviera Maya. Su esposa estaba en otro viaje y habían planeado encontrarse en Riviera Maya dos días después.
El marido después de haber pasado el día en la playa tomando el sol y bebiendo unos estupendos refrescos tropicales, se fue al hotel y decidió enviar a su mujer un e-mail para contarle lo maravilloso que era ese lugar.
Como no encontró el papelito donde tenía apuntada la dirección del correo electrónico de su esposa, se arriesgó a tirar de memoria y rezar para que fuera correcto. Pero, por desgracia, se equivocó en una letra y el mensaje llegó a otra persona, una mujer a la que su marido había muerto el día anterior.
Por la noche, esta mujer decidió leer el correo para ver las condolencias que había recibido; cuando miró el monitor dio un brinco, pegó un grito y cayó al suelo. Al oír el grito sus familiares corrieron a donde se encontraba y leyeron lo siguiente en el correo que mostraba el monitor:
Querida esposa: Acabo de llegar. Fue un largo viaje hasta aquí, aunque merece la pena; todo es precioso, con muchos árboles, jardines, fiestas. A pesar de llevar pocas horas aquí ya me estoy sintiendo como en casa. Ahora me voy a descansar. Sólo quiero decirte que ya hablé con la gente de este maravilloso lugar y tienen prevista tu llegada aquí a lo largo de mañana. Estoy seguro de que también te va a gustar mucho. Besos de tu eterno y cariñoso marido. P.D. ¡Prepárate porque aquí hace un calor infernal!

domingo, 17 de enero de 2021

Oración a san Antón por nuestras mascotas

 Padre Celestial, Dios Creador de todas las cosas,

hoy quiero pedir tu misericordia y compasión para mi mascota,
y por mediación de san san Antón, el gran protector de los animales,
que tanto amor tuvo estas criaturas,
te ruego que no le abandones nunca
concédele salud, que no sufra ni padezca,
que no este triste, que no le falten las fuerzas
que no sienta dolor ni angustia,
que no se sienta solo
y que siempre tenga a su lado alguien que le cuide con amor.

Por el poder de Tu amor, permite que nuestras mascotas
vivan felices y sanos y tengan todo lo necesario según Tu deseo.

Cuídalo y protégelo,
que no le falte alimento, cama y reposo,
que no carezca de amigos, amor y respeto,
pon tu mano sobre él si cae enfermo,
no permitas que nada ni nadie le cause daño,
ni que se pierda o lo roben,
yo le quiero como un miembro más de la familia
y siempre estaré a su lado
dándole todo mi cariño y cubriendo sus necesidades.

Señor, ten piedad de los animales domésticos,
que son abandonados, sin defensa alguna,
a la indiferencia y a la crueldad humana:
no los dejes solos con sus penas.

Señor, tú que infundiste en San Antonio Abad
un gran amor a la pobreza y al respeto de los animales,
ten piedad de todos los animales que sufren
y haz una sociedad más justa basada en el amor y la paz
de todos los seres que pueblan el planeta. Amén.

El Puente del Arco Iris

Hay un puente entre el Paraíso y la Tierra llamado Puente del Arco Iris. Cuando un animal que ha sido amado por alguien aquí en la Tierra muere va al Puente del Arco Iris. Allí hay valles y colinas para todos nuestros amigos especiales, para que ellos puedan correr y jugar juntos. Hay mucha comida, agua y sol, y nuestros amigos se encuentran a gusto. Todos los animales enfermos o viejitos, recuperan su salud y vigor; aquellos que fueron heridos o mutilados recuperan lo perdido y son fuertes nuevamente.
Los animales están felices y contentos, excepto por una pequeña cosa: cada uno de ellos extraña a alguien muy especial, alguien a quien tuvo que dejar atrás. Todos corren y juegan juntos, pero llega un día en que uno de ellos se detiene de repente y mira a la lejanía. Sus brillantes ojos miran atentos; su impaciente cuerpo se estremece y vibra. De repente se aleja corriendo del grupo, moviendo sus patas cada vez más y más rápido. Te han visto, y cuando tú y tu mascota finalmente se encuentran, los dos se abrazan en un maravilloso reencuentro, para nunca separarse más. Una lluvia de besos cae sobre tu rostro; tus manos acarician nuevamente su cabeza, y puedes mirar nuevamente a los confiados ojos de tu mascota, tanto tiempo apartada de tu vida, pero nunca ausente de tu corazón. Entonces los dos cruzan el Puente del Arco Iris juntos.
¿Y qué ocurre cuando un perrito o gatito que no han sido amados en la tierra, parten también al cielo de las mascotas? ¿Cómo cruza el Puente del Arco Iris?
En el Puente del Arco iris, amaneció un día diferente a los días normales tan llenos de sol; era un día frío y gris. Los recién llegados no sabían que pensar, nunca habían visto un día de este tipo allí. Pero los animales que llevaban más tiempo esperando a su persona querida sabían perfectamente lo que pasaba, y se fueron juntando en el camino que conducía al Puente.
Pronto un perro mayor fue visto, con su cabeza hundida y arrastrando su cola. Los animales que llevaban tiempo allí, sabían inmediatamente cuál era su historia, porque habían visto pasar esto muchas, demasiadas veces. Él se acercó lentamente, y aunque no demostró signos de estar herido o enfermo, se veía que estaba sufriendo. Al contrario de los otros animales que esperaban en el Puente, este animal no había vuelto a la juventud, ni estaba lleno de salud y alegría. Mientras caminaba hacia el Puente, veía como todos los otros animales le miraban a él. Sabía que este no era su sitio, y que cuanto antes pudiera cruzar el Puente, antes sería feliz.
Pero no podía ser. Cuando se acercó al Puente, apareció un Ángel y con cara triste le pidió perdón y le dijo que no podía cruzar. Solamente a aquellos animales acompañados por una persona se les permitía cruzar el puente. No teniendo a nadie, ni otra parte a donde volver, el perro caminó penosamente al campo delante del puente. Allí encontró otros como él, viejitos o enfermos, tristes y desalentados. Diferentes de los otros animales que esperaban para cruzar el puente, simplemente estaban acostados en la hierba, mirando fijamente desolados el camino a través del Puente del Arco Iris.
El viejo perro se quedó entre ellos, mirando el camino y esperando, sin saber qué esperaba realmente. Uno de los perros más nuevos que esperaba a su dueño en el puente le pidió al gato que llevaba allí más tiempo, que le explicara qué sucedía.
El gato contestó: - Esos pobres animales nunca tuvieron una persona que los cuidara y amara, fueron abandonados, o dejados en los refugios. Éste al menos llegó hasta un refugio; entró en el refugio igual que lo ves ahora, un animal mayor, con el pelo gris y la vista algo nublada. Pero nunca consiguió salir de él, y se murió solamente con el cariño de su cuidador para acompañarle mientras se fue de la Tierra. Pero nunca encontraron un hogar en la Tierra. Todos ellos pasaron por allí solamente con el amor de un protector para confortarlos. Porque no tuvieron ninguna persona para amarlos, no tienen a nadie para que los acompañen a través del Puente del arco iris”
El perro preguntó al gato: - Entonces ¿qué les sucederá a esos animales?
Antes de que el gato pudiera contestar, las nubes comenzaron a desvanecerse y el frío dio paso a un sol brillante.
El gato contestó, “mira, y verás”.
En la distancia se veía una sola persona, cuando se acercó al Puente, los viejos, enfermizos y tristes animales en el campo fueron bañados por una luz dorada y de golpe se volvieron jóvenes y sanos. Otro grupo de animales que estaban esperando, también se acercaron al camino y bajaron sus cabezas mientras se acercaba aquella persona. Al pasar por delante de cada cabeza, la persona les tocó a cada uno, a algunos les hacía una caricia, a otros les rasgaba las orejas cariñosamente. Los animales que habían rejuvenecido se fueron poniendo en una fila detrás y siguieron a la persona hacia El Puente. Luego, todos cruzaron el Puente juntos.
El perro preguntó al gato: - ¿qué acaba de suceder?
El gato respondió: - Esa persona fue un gran amante de los animales y trabajaba en su defensa. Los animales que bajaron sus cabezas en señal de respeto eran los que encontraron nuevos hogares gracias al esfuerzo de tales personas. Claro, todos esos animales cruzarán el Puente cuando llegue su momento, cuando lleguen los que eran sus nuevas familias. Pero los que viste mayores y luego rejuvenecidos, eran los que nunca encontraron una casa… y como no tuvieron familia, no podían cruzar el Puente. Cuando llega una persona que haya trabajado en la tierra para ayudar a los animales abandonados, y como tributo a ellos se les permite un último acto de rescate y amor. A todos aquellos pobres animales para los que no pudieron conseguir familias en la tierra, se les permite acompañarlos para que también puedan cruzar el Puente del Arco Iris.
El perro pensó un momento, y después dijo: - me gustan los salvadores.
El gato sonrió y contestó: - a mí también, amigo, a mí también.