sábado, 2 de julio de 2022

Oración al Inmaculado Corazón de María

Oh Inmaculado Corazón de María, 
camino seguro al Corazón de Cristo;
refugio seguro de nosotros pecadores;
nueva arca donde nos refugiamos en la tempestad.
A tu Corazón Inmaculado, Oh Madre Santísima, nos consagrarnos hoy;
queremos guardarnos dentro de tu corazón, mientras pasa el diluvio.
Queremos ser tuyos, Oh Madre. 
Te pedimos que nos defiendas, que nos protejas,
que nos guíes, que nos encamines
hacia la perfecta comunión con el Corazón de tu Hijo.
Nos guardamos y nos consagramos a tu Corazón Inmaculado,
lugar lleno de gracia y luz, lleno de amor y santidad.
Nos consideramos tu posesión y tu propiedad,
guarda, o Madre de Amor, lo que es tuyo.
Virgen Santísima, te pedimos que triunfe tu corazón,
triunfe en nuestros corazones, triunfe en la Iglesia,
triunfe en el mundo, triunfe la gracia sobre el pecado,
la luz sobre la oscuridad, el amor sobre el egoísmo.
Todos nosotros en unidad de corazón
entramos hoy en tu Corazón.
Gracias, oh Virgen Santísima, por acogernos con Corazón de Madre.

Esto, también pasará

Había un rey que alguna vez les dijo a los sabios de la corte:
- Tengo un anillo con uno de los mejores diamantes de la tierra y quisiera esconder un mensaje en su interior que pueda ser útil en una situación de extrema desesperación. Este anillo, se lo daré a mis herederos y quiero que les sirva fielmente. Pensad –les dijo a los sabios- qué tipo de mensaje debe contener. Debe ser muy corto para que quepa en el anillo
Los sabios sabían escribir tratados, pero no sabían expresarse con brevedad. Pensaron y pensaron, pero nada se les ocurrió.
El rey se quejó por el fracaso del proyecto con un viejo y fiel servidor que lo había criado desde la infancia y que era ya parte de su familia. El anciano le dijo:
- No soy sabio, no tengo educación, pero yo conozco ese mensaje. Durante los muchos años que he pasado en el palacio, he conocido a mucha gente. En una ocasión serví a un místico que había sido invitado al palacio por tu padre. Él me dio un mensaje y me dijo: Te pido que no lo leas ahora. Guárdalo debajo de la piedra y ábrelo solamente cuando no encuentres ninguna salida.
El rey escuchó con atención al anciano. Decidió poner el mensaje en el anillo.
Después de un cierto tiempo, los enemigos atacaron al país y el rey perdió la guerra. Éste, escapó en su caballo mientras los enemigos lo perseguían. Se encontraba solo, sus enemigos eran muchos. Cabalgó hasta el final del camino en donde se encontró con un enorme y profundo precipicio, si caía sería su final. No podía volver, pues los enemigos se acercaban. Podía ya escuchar el galopar de sus caballos, no tenía salida. Se encontraba totalmente desesperado.
En ese momento recordó el anillo. Lo abrió y encontró la siguiente inscripción: ¡Esto, también pasará!
Después de leer el mensaje, sintió que todo se acallaba. Aparentemente quienes lo perseguían se perdieron en el camino. Los caballos dejaron de escucharse.
El rey se sintió lleno de agradecimiento hacia el anciano y el místico. Las palabras fueron muy poderosas. Cerró el anillo y emprendió su camino. Juntó a su ejército y regresó a su reino.
El día que regresó al palacio, le habían preparado una magnífica celebración, un gran festín para todos los que amaban al rey. El rey estaba orgulloso y feliz.
El viejo sirviente se le acercó y le susurró:
- ¡También en este momento, debes mirar el mensaje!
- ¡Ahora he conseguido la victoria, dijo el rey, la gente está celebrando mi regreso, no estoy desesperado ni en una situación sin salida!
Nuevamente sintió que un silencio caía sobre de él, a pesar de estar rodeado de mucha gente bailando ruidosamente. Su orgullo se disolvió. Entendió el mensaje. Era un hombre sabio.
Después el anciano le dijo al rey:
- Recuerda todo lo que ha sucedido. Ninguna cosa, y ningún sentimiento es permanente. Así como la noche se convierte en día, así los momentos de dicha y desesperación se sustituyen unos por otros. Acéptalos como la naturaleza de las cosas, como parte de la vida.

viernes, 1 de julio de 2022

El laberinto de las excusas

           José Mª Rodríguez Olaizola SJ

Me llamas, desde una salida que aún no consigo alcanzar.
Tu voz es provocación y promesa.
Intento llegar al sendero, donde me esperas.
Pero yo mismo me entrampo en mi laberinto.
Por buscar atajos me pierdo,
por cargar equipaje inservible me atasco,
por buscar comodidades me freno.
Y recorro sin cesar los mismos versos,
Atrapado en callejones abarrotados de tesoros inútiles.
¿Tus huellas? ¿Tu voz? ¿Tu misión? ¿Tu reino?
Bastaría eso, para tirar los muros y volar.
Mientras, yo, dando vueltas
en torno a madrigueras y refugios,
a memorias y reservas, a riquezas que me atan.
Llámame, una vez más, y que tu “Sígueme”
se vuelva martillo que derribe todas mis resistencias.

Fábula de la puerta negra

              Alejandro Rocamora Bonilla

Había una vez en un país de las mil y una noches, un rey conocido por ser muy polémico con sus acciones. A los prisioneros de guerra los conducía hacia una enorme sala. Allí eran colocados ordenadamente en largas filas y el rey gritaba diciéndoles:
– Os voy a dar una oportunidad, girad vuestras cabezas hacia la derecha y mirad hacia el rincón de la sala.
Los soldados giraron la cabeza y vieron a un grupo de soldados armados todos ellos con arcos y flechas, preparados para llevar a cabo cualquier acción.
– ¿Habéis tomado nota de lo que habéis visto? Bien, pues ahora, girad sus cabezas hacia la izquierda y observad lo que se encuentra en el rincón de la sala -continuó diciendo el rey.
Al girar la cabeza, los prisioneros observaron una espantosa puerta negra. En la puerta colgaban cráneos humanos a modo de decoración y el picaporte para abrir la puerta no parecía mucho más agradable al tratarse de la mano de un cadáver.
Dicho esto, el rey se colocó en el centro de la sala y gritó a los prisioneros:
– Ahora os doy la oportunidad de que escojáis, ¿qué es lo que vosotros queréis? ¿la zona derecha donde vais a morir clavados por flechas o la zona izquierda y abrir la puerta negra y quedaros encerrados allí? Ahora en vuestra mano queda vuestra decisión, escojed.
Uno a uno, los prisioneros iban observando las dos posibilidades para poder tomar una decisión y la mayoría de ellos siguieron el mismo comportamiento: primero, antes de tomar la decisión de la muerte segura si escogían a los soldados, se acercaban a la horrible puerta negra, donde aquellos esqueletos, calaveras y lemas del tipo «viva la muerte», elegían morir atravesados por las fechas.
«Una muerte rápida y segura, seguro que si elijo la puerta también voy a morir y a saber de qué forma, seguro que será una tortura» -decían
Así, uno tras otro, todos actuaban cual rebaño de ovejas. Miraban a la puerta y a los arqueros y pedían al rey morir atravesados por las fechas.
Terminada la guerra y pasado el tiempo, uno de los arqueros que se encontraba barriendo la enorme sala vio cómo se acercaba el rey. El arquero con todo respeto y algo temeroso preguntó al rey:
– Sabes, gran rey, cada vez que usted da la oportunidad a los prisioneros, siempre me pica la curiosidad, no se enfade con la pregunta que le voy a formular, pero ¿qué es lo que se esconde detrás de aquella puerta negra?
El rey respondió con el semblante serio:
- Si tienes esa duda, ve y abre esa puerta negra.
El soldado, abrió con cautela la horrible puerta y sintió un rayo puro y enérgico de sol acariciar el suelo de la enorme sala. Abrió del todo la puerta y la luz y un agradable aroma a hierba recién cortada inundaron la sala. El soldado se acercó un poco más para observar el paisaje que se escondía tras la puerta y observó que en realidad la puerta era el umbral para comenzar a andar por un camino… el camino hacia la libertad.

Moraleja: Muchas veces, desechamos situaciones que pueden llegar a ser beneficiosas para nuestra vida por el miedo a enfrentarnos a la posibilidad del cambio. Y así nos conformamos con las situaciones de comodidad y a no cambiar por la posibilidad de que lo que venga sea a peor.

miércoles, 29 de junio de 2022

A san Pedro y san Pablo

San Pedro y san Pablo, unidos por un martirio de amor,
en la fe comprometidos, llevadnos hasta el Señor.
El Señor te dijo: "Simón, tú eres Piedra,
sobre este cimiento fundaré mi Iglesia:
la roca perenne, la nave ligera.
No podrá el infierno jamás contra ella.
Te daré las llaves para abrir la puerta."
Vicario de Cristo, timón de la Iglesia.
Pablo, tu palabra, como una saeta,
llevó el Evangelio por toda la tierra.
Doctor de las gentes, vas sembrando Iglesias;
leemos tus cartas en las asambleas,
y siempre de Cristo nos hablas en ellas;
la cruz es tu gloria, tu vida y tu ciencia.
San Pedro y san Pablo: en la Roma eterna
quedasteis sembrados cual trigo en la tierra;
sobre los sepulcros, espigas, cosechas,
con riego de sangre plantasteis la Iglesia.
San Pedro y san Pablo, columnas señeras,
testigos de Cristo y de sus promesas.

Todos tenemos nuestro momento

Hay una vieja fábula oriental que cuenta la llegada de un caracol al cielo. El animalito había venido arrastrándose kilómetros y kilómetros desde la tierra, dejando un surco de baba por los caminos y perdiendo también trozos del alma por el esfuerzo. Y al llegar al mismo borde del pórtico del cielo, San Pedro le miró con compasión. Le acarició con la punta de su bastón y le preguntó:
- ¿Qué vienes a buscar tú en el cielo, pequeño caracol?
El animalito, levantando la cabeza con un orgullo que jamás se hubiera imaginado en él, respondió:
- Vengo a buscar la inmortalidad.
Ahora San Pedro se echó a reír a carcajadas, aunque con ternura. Y preguntó:
- ¿La inmortalidad? Y ¿qué harás tú con la inmortalidad?
- No te rías, dijo ahora airado el caracol. ¿Acaso no soy yo también una criatura de Dios, como los arcángeles? ¡Sí, eso soy, el arcángel caracol!
Ahora la risa de San Pedro se volvió un poco más malintencionada e irónica:
- ¿Un arcángel eres tú? Los arcángeles llevan alas de oro, escudo de plata, espada flamígera, sandalias rojas. ¿Dónde están tus alas, tu escudo, tu espada y tus sandalias?
El caracol volvió a levantar con orgullo su cabeza y respondió:
- Están dentro de mi caparazón. Duermen. Esperan.
- ¿Y qué esperan, si puede saberse?, arguyó San Pedro.
- Esperan el gran momento, respondió el molusco.
El portero del cielo, pensando que nuestro caracol se había vuelto loco de repente, insistió:
- ¿Qué gran momento?
- Este, respondió el caracol. Y al decirlo dio un gran salto y cruzó el dintel de la puerta del paraíso, del cual ya nunca pudieron echarle.

martes, 28 de junio de 2022

Me has llamado como a Juan Bautista

Señor, Tú eres Dios compasivo y misericordioso.
Estás a nuestro lado. Siempre, sin apartarte jamás.
Estás de nuestra parte. Siempre, pase lo que pase.
Estás al lado de cada persona, de todas las personas.
Tu gloria es que todos tus hijos seamos felices,
viviendo como hermanos que aman y se ayudan,
como hijos tuyos, que se dejan cuidar por ti,
que siembran justicia, paz y verdad en el mundo.
Gracias, Señor, por Juan y por todas las personas
que, con su presencia, su cariño y su palabra,
me recuerdan que Tú eres favorable y estás de mi parte.
Gracias por…                       
(recuerdo sus nombres).
Señor, Tú me has llamado, como a Juan,
para que, a pesar de mi pequeñez y mis pecados,
yo sea una bendición para mi familia y mis amigos,
para mi comunidad cristiana y para el mundo.
Tu mano acompañaba a Juan y me acompaña a mí.
Tus manos de alfarero me formaron de barro y espíritu.
Tus manos de madre me acarician y protegen.
Tus manos de pastor me conducen a la vida eterna.

Un pedazo de pastel

Una joven le cuenta a su madre cómo todo le ha salido mal ese día. No le salió bien el examen de Matemáticas, su novio decidió terminar con ella y su mejor amiga está de viaje en otra ciudad.
En horas de amargura, una madre sabe qué puede hacer para que su hija se sienta mejor. Pensó en preparar un sabroso pastel en aquel momento tan difícil, abrazó a su hija y la llevó a la cocina, consiguiendo arrancar de su rostro una sonrisa.
La madre preparó los utensilios e ingredientes que usaría, los colocó en la mesa y preguntó a su hija:
- Querida, ¿quieres un pedazo de pastel?
- ¡¡Claro Ma!! ¡¡Sabes que me encanta el pastel!!
- Está bien, respondió la madre. ¡Bebe un poco de ese aceite!
Asustada, la hija respondió:
- ¿Cómo dices? ¡¡¡Jamás!!!
- ¿Que tal si te comes un huevo crudo?
- ¡Nunca, Madre!
- ¿Quieres comer un poco de harina de trigo o bicarbonato de sodio?
- Madre, eso no me agrada, ¡me daría dolor de estómago!
La madre le respondió:
- Es verdad, todas esas cosas están crudas y separadas saben mal... Pero cuando las colocamos juntas, en su justa medida... ¡Forman un delicioso pastel!

Dios trabaja de forma similar. La gente se pregunta, ¿por qué Él permite que pasemos por momentos difíciles? ¿No sabes que cuando El deja que todas esas cosas sigan un orden siempre será para hacer una obra perfecta en nuestra vida?
¡No te conformes con ingredientes crudos, deja todo en sus manos y se volverán en algo fantástico!

domingo, 26 de junio de 2022

El laberinto de las excusas

            José Mª Rodríguez Olaizola SJ

Me llamas, desde una salida
que aún no consigo alcanzar.
Tu voz es provocación y promesa.
Intento llegar al sendero, donde me esperas.
Pero yo mismo me entrampo en mi laberinto.
Por buscar atajos me pierdo,
por cargar equipaje inservible me atasco,
por buscar comodidades me freno.
Y recorro sin cesar los mismos versos,
Atrapado en callejones
abarrotados de tesoros inútiles.
¿Tus huellas? ¿Tu voz? ¿Tu misión? ¿Tu reino?
Bastaría eso, para tirar los muros y volar.
Mientras, yo, dando vueltas
en torno a madrigueras y refugios,
a memorias y reservas, a riquezas que me atan.
Llámame, una vez más, y que tu “Sígueme”
se vuelva martillo que derribe todas mis resistencias.

Fábula de la puerta negra

              Alejandro Rocamora Bonilla

Había una vez en un país de las mil y una noches, un rey conocido por ser muy polémico con sus acciones. A los prisioneros de guerra los conducía hacia una enorme sala. Allí eran colocados ordenadamente en largas filas y el rey gritaba diciéndoles:
– Les voy a dar una oportunidad, giren vuestras cabezas hacia la derecha y miren hacia el rincón de la sala.
Los soldados giraron la cabeza y vieron a un grupo de soldados armados todos ellos con arcos y flechas, preparados para llevar a cabo cualquier acción.
– ¿Habéis tomado nota de lo que habéis visto? Bien, pues ahora, giren sus cabezas hacia la izquierda y observen lo que se encuentra en el rincón de la sala -continuó diciendo el rey.
Al girar la cabeza, los prisioneros observaron una dantesca puerta negra. En la puerta colgaban cráneos humanos a modo de decoración y el picaporte para abrir la puerta no parecía mucho más agradable al tratarse de la mano de un cadáver.
Dicho esto, el rey se colocó en el centro de la sala y gritó a los prisioneros:
– Ahora os doy la oportunidad de que escojan, ¿qué es lo que ustedes quieren? ¿Eligen la zona derecha donde ustedes van a morir clavados por flechas o eligen la zona izquierda y abrir la puerta negra y dejarlos encerrados allí? Ahora en vuestra mano queda vuestra decisión, escojan.
Uno a uno, los prisioneros iban observando las dos posibilidades para poder tomar una decisión y la mayoría de ellos siguieron el mismo comportamiento: primero, antes de tomar la decisión de la muerte segura si escogían a los soldados, se acercaban a la horrible puerta negra, donde aquellos esqueletos, calaveras y lemas del tipo «viva la muerte», elegían morir atravesados por las fechas. «Una muerte rápida y segura, seguro que si elijo la puerta también voy a morir y a saber de qué forma, seguro que será una tortura» -decían
Así, uno tras otro, todos actuaban cual rebaño de ovejas. Miraban a la puerta y a los arqueros y pedían al rey morir atravesados por las fechas.
Terminada la guerra y pasado el tiempo, uno de los arqueros que se encontraba barriendo la enorme sala vio cómo se acercaba el rey. El arquero con todo respeto y algo temeroso preguntó al rey:
– Sabes, gran rey, cada vez que usted da la oportunidad a los prisioneros, siempre me pica la curiosidad, no se enfade con la pregunta que le voy a formular, pero, ¿qué es lo que se esconde detrás de aquella puerta negra?
El rey respondió con el semblante serio:
- Si tienes esa duda, ve y abre esa puerta negra.
El soldado, abrió con cautela la horrible puerta y sintió un rayo puro y enérgico de sol acariciar el suelo de la enorme sala. Abrió del todo la puerta y la luz y un agradable aroma a hierba recién cortada inundaron la sala. El soldado se acercó un poco más para observar el paisaje que se escondía tras la puerta y observó que en realidad la puerta era el umbral para comenzar a andar por un camino… el camino hacia la libertad.

Moraleja: Muchas veces, desechamos situaciones que pueden llegar a ser beneficiosas para nuestra vida por el miedo a enfrentarnos a la posibilidad del cambio. Y así nos conformamos con las situaciones de comodidad y a no cambiar por la posibilidad de que lo que venga sea a peor.