sábado, 18 de agosto de 2018

¿Pasar el día?...¡Vivir el día!

Señor Jesús, hoy es un día más,
pero quiero vivirlo como si fuera el último.
No quiero desperdiciar este don maravilloso de un día de vida,
no quiero desaprovechar este regalo de amor.
Dame la gracia de pasar un buen día, soportando con paciencia
las dificultades, los límites, las contrariedades,
y disfrutando a pleno cada experiencia agradable,
reconociendo la nobleza de cada ser humano,
y descubriendo tu presencia a cada instante.
Ven Señor Jesús, para que no me angustien demasiado
los problemas, los dolores, las situaciones imprevistas.
Ayúdame a aprender algo bueno de todo eso.
dame la capacidad de adaptarme dulcemente a todo,
para seguir caminando con calma y esperanza.
Señor Jesús, ¡regálame un buen día! Amén.

El reparto de la herencia

Un padre había dispuesto en el lecho de muerte que la mitad de sus bienes fuese para el hijo mayor, una tercera parte para el segundo y una novena parte para el más joven. El total de la herencia constaba de 17 camellos. Y por más vueltas que los hijos daban al problema después de la muerte de su padre, no encontraban ninguna solución, salvo el descuartizamiento de algunos animales.
Cierto día que un “mullá” (predicador itinerante) cabalgaba por allí, decidieron pedirle consejo. El predicador, tras unos instantes de meditación, les dijo:
- “La solución es que yo añada mi camello al vuestro, así tenemos 18, y tú, el mayor, recibes la mitad, es decir, nueve. A ti, segundo, te daremos una tercera parte, es decir, seis. Y al más pequeño le entregaremos una novena parte de 18, es decir, dos camellos. Nueve, seis y dos suman diecisiete; por tanto sobra uno, a saber, el mío”.
Y, diciendo esto, se marchó, dejando a los tres hermanos convencidos de que la generosidad siempre encuentra respuesta a los problemas de reparto.

Cuando hay ingenio, generosidad y ganas de solucionar las cosas, todo sale adelante. Ayúdanos, Señor Jesús, a ejercitar estas buenas cualidades. Te pedimos por esas personas que van por la vida llenas de generosidad ayudando a los otros a solucionar sus problemas.

jueves, 16 de agosto de 2018

Hoy puede ser un gran día

                           Víctor Manuel Fernández

Ven Espíritu Santo, a regalarme tu vida siempre nueva.
Lléname del asombro de un niño para admirar el mundo y la vida.
Que no me acostumbre a la vida, que me deje sorprender cada mañana.
Porque detrás de cada cosa está tu amor, Dios mío.
Ayúdame a reconocer que la rutina no existe, porque cada día es nuevo día,
porque siempre hay algo que está comenzando.
En cada momento algo precioso está naciendo,
y la vida vuelve a brotar por todas partes.
Quiero aceptar los nuevos desafíos que me presentes, Señor.
Que pueda mirar siempre el horizonte con ilusión, esperanza y entusiasmo.
Toma toda mi vida, Espíritu Santo y llénala de la eterna novedad de tu amor.
Que este día no pase en vano,
y pueda descubrir el mensaje que hoy tienes para mi vida. Amén.

Sólo el santo es capaz de dar sin exigir nada a cambio

El discípulo tenía vocación filosófica y le encantaba conocer todas las cosas y clasificarlas. Pensaba que así, las dominaba. Lo que no acababa de clasificar era la multitud de personas que iba encontrando en su vida. Viendo que el problema superaba sus fuerzas, decidió acudir al maestro. Humildemente, con una pequeña sensación de fracaso, se atrevió a preguntarle:
- “Maestro ¿cuántas clases de personas existen?”.
- Sólo hay cuatro tipos de personas, aunque a ti -pequeño discípulo- te puedan parecer infinitas”.
- “¿Y cuáles son, Maestro?”
- El, que habla así: “Lo que es mío es mío; y lo tuyo es tuyo”.
El que exclama: “Lo que es mío es tuyo también, y lo tuyo es mío”.
El que piensa: “Lo tuyo es mío; y lo mío sólo es mío”.
Y el que se comporta así: “Lo que es mío es tuyo; y lo tuyo, tuyo es”.

No es un puro juego de palabras lo que acabamos de leer, no. La lección de este día tiene mucha miga: sólo el santo es capaz de dar sin exigir nada a cambio. Ayúdanos a alcanzar este grado de generosidad. 

miércoles, 15 de agosto de 2018

Himno a la Virgen de la Asunción

Canten los ángeles todos himno de gloria y honor
hoy que al cielo se eleva la Santa Madre del Redentor.
¡Surge, Gloriosa María, en tu Gloriosa Asunción
y en tu carroza de nubes lleva contigo mi corazón!
¡Viva la excelsa Reina de la tierra y de los cielos!
¡Vedla como se eleva pura y bella más que el sol!
¡Brindan sus dulces ojos a los mortales consuelo,
brilla su hermoso rostro de tersa nieve y arrebol!
¡Oh qué feliz fuera mi alma si yo pudiera volar contigo
y contemplar tu hermosura ante tu trono de amor divino!
¡Madre no nos dejes que te amamos con locura,
y es nuestra alegría el besar tu frente pura!
¡Al remontarte al cielo en Gloriosa Asunción
deja entre tus hijos tu amoroso corazón!
¡Míranos a tus plantas en ferviente oración!
¡Míranos con amor! ¡Danos tu bendición!

El tigre y el zorro

Un hombre que paseaba cierto día por un hermoso bosque vio a lo lejos un zorro tumbado al pie de un inmenso árbol. Al acercarse algo más, se dio cuenta de que había perdido sus patas y no podía caminar para conseguirr alimento. De pronto vio llegar un tigre que llevaba una presa en su boca. El tigre se hartó de comer y dejó el resto de la presa al alcance del zorro.
Al día siguiente pudo ver nuestro caminante la misma operación: Dios volvió a alimentar al zorro por medio del mismo tigre. Comenzó a maravillarse de la inmensa bondad de Dios y se dijo a sí mismo: “Voy yo también a quedarme en un rincón, confiando plenamente en el Señor, y éste, que cuida del zorro, cuidará, con mayor razón de mí”.
Así lo hizo durante varios días, pero nadie acudió a alimentarlo. El pobre hombre, tozudo él, estaba ya casi a las puertas de la muerte, cuando oyó una voz que le decía:
- “Oye tú, que te encuentras en la senda del error: ¡abre tus ojos a la Verdad! ¡Sigue el ejemplo del tigre y deja de imitar al pobre zorro mutilado!”

domingo, 12 de agosto de 2018

Danos tu pan , Señor Dios

             José Mª Rodríguez Olaizola, sj 

Danos tu pan, que sacia sin hartar
y restaura las fuerzas gastadas;
pan que alimenta la acogida,
el encuentro y la fiesta
al partirse en mesa de hermanos.
Danos tu Espíritu que habla sin grito,
hace audaz al cobarde y libera al cautivo
cuando inspira justicia, libertad, paz.
Danos tu verdad que seduce sin trampa,
que hace sabio al pequeño
y hace sencillo al sabio,
al afirmar un amor invencible.
En agua, pan y amor inquieto,
en espíritu y verdad.
Tenemos hambre y sed de ti, Señor.

La mejor comida

- ¿Cuál es la comida de la que guardas un buen recuerdo?
Un hombre se levantó y dijo:
- La mejor comida que yo he hecho a lo largo de toda mi vida fue durante la segunda guerra mundial después de una noche de batalla.
Subí a trompicones la colina y allí vi a una mujer de la Cruz Roja con su carrito en un campo lleno de barro. Estaba repartiendo pan y café frío. Cuando me lo dio, sonrió.
Después de lo que había sufrido aquella noche, esa fue para mi la mejor comida de toda mi vida.
"Una buena comida tiene que comenzar siempre con hambre".

No hace muchos meses en Irak, una niña de 8 años, hacía esta profesión de fe: “Matadme si queréis, pero no puedo dejar de recibir a Jesús en la Misa.”