sábado, 22 de julio de 2017

A Santa María Magdalena

Himno de Laudes

Al levantarse la aurora
con la luz pascual de Cristo,
la Iglesia madrugadora
te pregunta: "¿A quién has visto?"
"¿Por qué lloras en el huerto?
¿A quién buscas?" 
"A mi amado.
Buscando al que estaba muerto,
lo encontré resucitado.
Me quedé sola buscando,
alas me daba el amor,
y, cuando estaba llorando,
vino a mi encuentro el Señor.
Vi a Jesús resucitado,
creí que era el jardinero;
por mi nombre me ha llamado,
no le conocí primero.
Él me libró del demonio,
yo le seguí hasta la cruz,
y dí el primer testimonio
de la Pascua de Jesús."
Haznos, santa Magdalena,
audaces en el amor,
irradiar la luz serena
de la Pascua del Señor.
Gloria al Padre omnipotente,
gloria al Hijo redentor,
gloria al Espíritu Santo:
tres personas, sólo un Dios. Amén


El viejo y los manzanos

En una casa de campo vivía un anciano de 80 años, llamado Juan, que cada día se levantaba muy temprano y se ponía a trabajar la tierra.
Una mañana empezó a hacer hoyos y a plantar manzanos. Al poco rato pasó por allí un vecino que, extrañado de la actitud del hombre, le preguntó:
- ¿Qué estás haciendo, Juan?
- Hoy estoy plantando manzanos y mañana plantaré otros árboles frutales.
El vecino, sorprendido por su entusiasmo, en una tarea nada fácil, le dijo con cierto tono de burla:
- ¿Es que crees que vas a vivir para siempre? Tú sabes que los árboles tardan mucho en dar fruto y para ese tiempo tú ya habrás muerto. No podrás probar las manzanas.
- Yo lo sé, dijo el anciano. Pero toda mi vida he comido manzanas de unos árboles que yo no había plantado. No hubiera podido comer ninguna si otros no hubiesen hecho lo que yo estoy haciendo ahora. Solo quiero pagar a mis semejantes con la moneda de la generosidad que otros tuvieron conmigo. 

Amor es sembrar para los demás.

viernes, 21 de julio de 2017

Concédeme tus dones

Señor,
dame luz para ver con claridad lo que me conviene hacer,
dame sabiduría para distinguir lo efímero y lo necesario,
dame ternura para que todo me resulte agradable,
dame vigor para afrontar las dificultades y las dudas,
dame constancia para poner en orden mis sentimientos,
dame sensibilidad para detectar el bien en los demás,
dame un corazón agradecido para poder vivir con alegría,
dame serenidad para acoger todos con gozo,
dame capacidad de escucha y atención para aceptar  comprender,
dame voluntad de dar cariño y manifestar satisfacción al recibirlo,
dame entusiasmo para vivir con un corazón abierto,
dame la gracia de sembrar ánimo en el encuentro con otros,
dame, Señor, tu Espíritu con esas semillas de tu vida.

Los dos hermanos

Érase una vez dos hermanos gemelos criados en un mismo hogar, por el mismo padre. Compartían la dura experiencia de crecer bajo la tiranía de un padre alcohólico, autoritario e irresponsable. Con frecuencia tenía problemas con la policía. 
Uno de los hermanos dejó la escuela y se convirtió en alcohólico. Se casó y actuaba como su padre con la familia, maltratándola. Apenas trabajaba y, en repetidas ocasiones, tenía problemas también con la policía. 
Una vez, le preguntaron por qué actuaba de esa manera. El contestó: 
- Con un padre así y una infancia como la que tuve, ¿cómo hubiera podido ser de otra manera? 
El otro hermano, a pesar de la misma infancia difícil, nunca dejó de estudiar. Se casó y era un esposo atento y un buen padre. Se convirtió en un empresario de éxito que aportaba mucho a su comunidad. 
Un día, le preguntaron a qué atribuía el éxito que había tenido en su vida, y respondió: 
- Con un padre y una infancia así ¿cómo hubiera podido ser de otra manera? 
No importa lo que te hicieron. Lo que importa es que haces tú con lo que te hicieron. Y eso solo lo controlas tú.

miércoles, 19 de julio de 2017

Bienaventuranzas del peregrino


  1. Bienaventurado eres, peregrino, si descubres que el camino te abre los ojos a lo que no se ve.
  2. Bienaventurado eres, peregrino, si lo que más te preocupa no es llegar, sino llegar con los otros.
  3. Bienaventurado eres, peregrino, cuando contemplas el camino y lo descubres lleno de nombres y de amaneceres.
  4. Bienaventurado eres, peregrino, porque has descubierto que el auténtico camino comienza cuando se acaba.
  5. Bienaventurado eres, peregrino, si tu mochila se va vaciando de cosas y tu corazón no sabe dónde colgar tantas emociones.
  6. Bienaventurado eres, peregrino, si descubres que un paso atrás para ayudar a otro vale más que cien hacia delante sin mirar a tu lado.
  7. Bienaventurado eres, peregrino, cuando te faltan palabras para agradecer todo lo que te sorprende en cada recodo del camino.
  8. Bienaventurado eres, peregrino, si buscas la verdad y haces de tu camino una vida y de tu vida un camino, en busca de quien es el Camino, la Verdad y la Vida.
  9. Bienaventurado eres, peregrino, si en el camino te encuentras contigo mismo y te regalas un tiempo sin prisas para no descuidar la imagen de tu corazón.
  10. Bienaventurado eres, peregrino, si descubres que el camino tiene mucho de silencio; y el silencio, de oración; y la oración, de encuentro con el Padre que te espera.


¿Para qué sirve rezar?

Después de una exhaustiva sesión matinal de oración en el monasterio, el novicio le preguntó al abad: 
- ¿Todas estas oraciones hacen que Dios se acerque a nosotros? 
- Te voy a responder con otra pregunta -dijo el abad. ¿Todas estas oraciones que rezas harán que el sol salga mañana? 
- ¡Claro que no! ¡El sol sale porque obedece a una ley universal! 
- Pues ahí tienes la respuesta a tu pregunta: Dios está cerca de nosotros, independientemente de las oraciones que recemos. 
El novicio entonces protestó diciendo: 
- ¿Quiere decir que todas nuestras oraciones son inútiles? 
- Por supuesto que no -respondió con calma el maestro- Si tú no te despiertas temprano jamás podrás ver la salida del sol. Si tú no rezas, aunque Dios está siempre cerca, nunca conseguirás notar su presencia.

martes, 18 de julio de 2017

La huella de tu pisada

Señor, ¿dónde vas y dónde quieres llegar
cada tarde entre dos luces, cansado de andar y andar,
hecho camino de esperanza?
¿Quién se atreve a poner su pie en tu pisada siempre en marcha?
Te gusta dejar al paso la huella de tu pisada.
Te gusta que el hombre pise el polvo que el viento arranca.
Señor de los caminos que arrancan al hombre de lo seguro,
de los suyos, de sus casas, de sus bienes, de sus cosas,
y los lanza, a seguir su paso hecho sendero estrecho,
a seguir tu paso donde quiera que vayas.
Señor, arranca, arráncame de las cosas,
que mi corazón aún guarda tu Palabra 
y quiere, ligero de equipaje, caminar a donde tú vayas.

El regalo de una madre a sus hijos

Érase una madre que tenía tres hijos. Cuando se fueron a la universidad les regaló una planta para que alegrara sus habitaciones. Al final del curso fue a ayudarles a recoger sus cosas. En la habitación del hijo mayor, la maceta sin planta estaba en un rincón. La tierra estaba cubierta de chicles.
- ¿Qué le ha pasado a la planta?, le preguntó la madre.
- Me olvidé de sacarla de la caja y cuando lo hice ya estaba muerta.
Cuando fue a recoger al segundo hijo, la planta estaba en una estantería. Sólo había dos palitos secos clavados en la tierra.
- ¿Eso es todo lo que queda de la planta?, le preguntó la madre.
- Oh, no quería que lo vieras. La planta estuvo muy hermosa hasta Año Nuevo. Después vinieron los trabajos, las fiestas y me olvidé de regarla.
Finalmente fue a ver a su tercer hijo. Y, oh sorpresa, la planta estaba verde y hermosa.
- Tú no dejaste morir la planta, dijo la madre.
- Claro que no. La planta me recordaba tu amor y yo sabía que tú quieres que la riegue y la cuide. La he regado todos los días y como puedes ver ha crecido mucho. 

"Tú no mataste la planta". ¿Se imaginan la alegría de la madre al ver que, al menos, uno de sus hijos había sido fiel a su amor y la había cuidado?

domingo, 16 de julio de 2017

Saluciones a la Virgen del Carmen

1ª. Madre mía del Carmen, bendita seas; los serafines, los santos y los justos te llenen de alabanzas, porque nos has dado vuestro Escapulario. Dios te salve, María, 
2ª. Madre mía del Carmen, bendita seas; los serafines, los santos y los justos te llenen de alabanzas, porque con vuestro Escapulario eres salud de mi alma. Dios te salve, María, 
3ª. Madre mía del Carmen, bendita seas; los tronos, los santos y los justos te llenen de alabanzas, porque con vuestro Escapulario me proteges contra todos los peligros. Dios te salve, María, 
4ª. Madre mía del Carmen, bendita seas una y mil veces; las dominaciones, los santos y los justos te llenen de alabanzas, porque con vuestro Escapulario me defiendes de las tentaciones del enemigo. Dios te salve, María, 
5ª. Madre mía del Carmen y Reina de mi corazón, bendita seas; los querubines, los santos y los justos te llenen de alabanzas, porque con vuestro Escapulario eres la paz y la alegría de mi alma. Dios te salve, María, 
6ª. Madre mía del Carmen, bendita seas; los arcángeles, los justos y los santos te llenen de alabanzas, porque con vuestro Escapulario me has hecho hijo vuestro. Dios te salve, María, 
7ª. Madre mía, madre de mi corazón y Reina de mi amor, te doy mi alma, mi vida, mi corazón, y quiero que te alaben todas las criaturas, porque con vuestro Escapulario me has infundido la esperanza de que os veré en el cielo… No me dejéis, Madre mía. Dios te salve, María,

Sembrando

Se cuenta que una señora viajaba todos los días en el mismo autobús y a la misma hora a su trabajo. A su lado viajaba también un caballero. Este se sorprendió de que, en determinado momento, la señora metía la mano en su bolso y echaba algo por la ventana.
Un día quiso salir de su curiosidad, se dirigió a la señora y le dijo:
- “Señora, disculpe la indiscreción, pero ¿qué arroja usted por la ventana todos los días?” 
Ella, muy tranquila, le respondió:
- “Semillas, caballero, sólo semillas”. 
Y el caballero, de nuevo, le preguntó:
- “Pero ¿para qué, señora? Ahí en la carretera no va a brotar ninguna semilla.”
- “Alguna brotará,” le dijo la señora. 
Pasó el tiempo y la señora ya no volvió a viajar en el autobús. El caballero preguntó qué había sido de ella. 
- “Ha muerto”, le dijo una señora que ocupaba su sitio con una niña. 
De pronto la niña gritó:
- “Mamá, mamá, mira cuántas flores…”
A orillas de la carretera un montón de flores adornaban el camino.