Padre Pío de Pietrelcina
Quédate conmigo, Jesús, porque se hace tarde y el día declina…
es decir, la vida pasa, la muerte, el juicio y la eternidad se acercan
y necesito reponer fuerzas para no detenerme en el camino,
y para eso te necesito a Ti.
Se hace tarde y la muerte se acerca.
Temo la oscuridad, las tentaciones, las sequías, las cruces, las penas
y cuánto te necesito, Jesús mío, en esta noche de destierro.
Quédate conmigo, Jesús, porque en esta noche de vida y de peligro,
te necesito. Que en la fracción del pan te reconozca como discípulo tuyo,
que la Comunión Eucarística sea la Luz que disipe las tinieblas,
la Fuerza que me sostenga y la única Alegría de mi corazón.
Quédate conmigo, Señor, porque en la hora de mi muerte,
quiero permanecer unido a Ti,
si no por la Comunión, al menos por la Gracia y el Amor.
Quédate conmigo, Jesús, no te pido consuelos divinos
porque no los merezco, pero el don de tu presencia, oh sí, te lo pido.
Quédate conmigo, Señor, sólo a Ti busco,
a tu Amor, a tu Gracia, a tu Voluntad, a tu Corazón, a tu Espíritu,
porque Te amo y no pido otra recompensa que amarte más.
Con un amor firme y práctico, amarte, de todo corazón,
en la tierra, para seguir amándote perfectamente por toda la eternidad.
Que así sea».