sábado, 19 de enero de 2019

Te amo con amor eterno

                         Víctor Manuel Fernández

Ven Espíritu Santo y enséñame a amarte como tú me amas.
Tú sabes que yo soy parte de la hermosura de este mundo,
como cada nota es parte de una hermosa canción,
y es necesaria igual que las demás.
Por eso, aunque nadie me hubiera esperado cuando yo nací,
tú sí me esperabas, tú estabas deseando mi nacimiento.
Por eso tu palabra me dice: “yo te amé con un amor eterno” (Jer 22,3)
Quiero dejarme mirar con tus ojos de amor,
quiero reconocer tu mirada de ternura, y descubrir que,
aunque los demás miren mis defectos, tu mirada me contempla amándome.
Tu palabra me dice: “Aunque tu propia madre se olvidare de ti,
yo nunca te olvidaré (Is 49,15)
Si a veces yo siento que valgo poco, que no sirvo, que no soy digno de amor,
tu palabra me dice otra cosa: “Eres precioso para mis ojos y te amo” (Is 43,4).
Toca mi interior herido, Espíritu Santo, para que pueda descubrir
que ese amor tan grande también es para mí. Amén

Ser como los demás: gallina o águila


Un día, paseando, un granjero se encontró un huevo de águila y lo llevó a su corral de gallinas. Lo colocó en el nido de una de sus gallinas del corral.
El aguilucho fue incubado y creció como uno más en la nidada de pollos. Y, aunque era un águila real, vivió así… como si fuera una gallina más del corral:
Durante este tiempo, el águila hizo lo mismo que hacían los pollos: escarbaba la tierra en busca de gusanos e insectos para comer, piando y cacareando. Incluso sacudía las alas y volaba unos metros por el aire, al igual que los pollos y gallinas.
Después de todo, ¿No es así como había de volar un polluelo?
Un día el aguilucho divisó muy por encima de él, en el limpio cielo, a una magnífica ave que volaba, elegante y majestuosamente, por entre las corrientes de aire, como flotando entre las nubes del cielo, moviendo apenas sus poderosas alas doradas…
La cría de águila la miraba asombrada hacia arriba… ¡le parecía algo tan espléndido aquello de volar…!
Y preguntó a una gallina que estaba junto a ella:
– ¿Qué ave es?
– Es el águila, el rey de las aves, respondió la gallina.
– ¡Qué belleza! ¡Cómo me gustaría a mí volar así…!
– No pienses en ello, le dijo la gallina y añadió: Tú y yo somos diferentes de ella.
De manera que el aguilucho no volvió a pensar en ello. Y siguió creyendo que era una gallina de corral.
Un día el granjero recibió en su casa la visita de un naturalista. Al pasar por el jardín, dice el naturalista: - Esa ave que está ahí, no es una gallina. Es un águila.
- De hecho, dijo el hombre. Es un águila. Pero yo la crié como gallina. Ya no es un águila. Es una gallina como las otras.
- No, respondió el naturalista. Ella es y será siempre un águila. Pues tiene el corazón de un águila. Este corazón la hará un día volar a las alturas.
- No, insistió el campesino. Ya se ha vuelto gallina y jamás volará como águila.
Entonces, decidieron, hacer una prueba. El naturalista tomó al águila, la elevó muy alto y, desafiándola, dijo:
- Ya que de hecho eres un águila, ya que tú perteneces al cielo y no a la tierra, entonces, abre tus alas y ¡vuela!
El águila se quedó, fija sobre el brazo extendido del naturalista. Miraba distraídamente a su alrededor. Vio a las gallinas allá abajo, comiendo granos. Y saltó junto a ellas.
El campesino comentó.
- Ya lo dije, ella se ha transformado en una simple gallina.
- No, insistió de nuevo el naturalista, es un águila y siempre será un águila. Mañana volveremos a experimentar nuevamente.
Al día siguiente, al naturalista subió con el águila al techo de la casa. Le susurró:
- Águila, ya que tú eres un águila, abre tus alas y ¡vuela!
Pero cuando el águila vio allá abajo a las gallinas picoteando el suelo, saltó y fue a parar junto a ellas.
El campesino sonrió y volvió a la carga: Ya se lo he dicho, se volvió gallina.
- No, respondió firmemente el naturalista. Es águila y poseerá siempre un corazón de águila. Vamos a experimentar por última vez. Mañana la haré volar.
Al día siguiente, el naturalista y el campesino se levantaron muy temprano. Tomaron el águila, la llevaron hasta lo alto de una montaña. El sol estaba saliendo y doraba los picos de las montañas. El naturalista levantó el águila hacia lo alto y le ordenó:
- ¡Águila, ya que tú eres un águila, ya que tu perteneces al cielo y no a la tierra, abre tus alas y vuela!
El águila miró alrededor. Temblaba, como si experimentara su nueva vida, pero no voló. Entonces, el naturalista la agarró firmemente en dirección al sol, de suerte que sus ojos se pudiesen llenar de claridad y conseguir las dimensiones del vasto horizonte.
Fue cuando ella abrió sus potentes alas. Se erguió soberana sobre sí misma. Y comenzó a volar, a volar hacia lo alto y a volar cada vez más a las alturas. Voló y voló. Y nunca más volvió.

viernes, 18 de enero de 2019

De rodillas ante, Señor


                     José Mª Rodríguez Olaizola, sj

De rodillas solo ante ti, 
Señor de la vida.
No ante fugaces promesas, o imposibles tesoros.
No ante los dioses de barro.
De rodillas, sin aspavientos ni exigencias.
No hay mérito ni medalla
que garantice respuesta.
No hay contrato o regateo para atraparte.
Es más fácil. Pedirte ayuda,
abrir los brazos,
y murmurar, confiado, “si quieres, puedes…”

Percepciones


              Historias de Luz y Sabiduría

En la clase el profesor dijo a los alumnos:
- Bien alumnos: hoy vamos a hacer un pequeño experimento –anunció el profesor de química-. Espero que pueda enseñarles muchas cosas.
La clase, expectante, se miraba desconcertada. El docente puso tres jarras frente a él. En la primera vertió agua helada, en la segunda agua corriente a temperatura ambiente, y en la tercera, agua a punto de hervir.
- ¿Quién me ayuda? Necesito un voluntario.
Un alumno levantó la mano, y se acercó a la mesa.
- Por favor, ponga su mano derecha en el agua fría, y la mano izquierda en el agua caliente.
El alumno lo hizo.
- Muy bien. Ahora cuéntenos que siente.
- Bueno… siento calor en la mano izquierda, y mi mano derecha está a punto de congelarse…
Todos rieron, sin entender demasiado de qué iba aquel experimento. El profesor le dijo:
- Ahora, ponga las dos manos en la jarra del medio, y vuelva a contarnos qué percibe.
- ¡Ahora al revés! -se sorprendió la alumna- ¡Con mi mano derecha siento que el agua está caliente, y con la izquierda, que está fría!
- Gracias. Puede sentarse.
Y, mirando a la clase, les dijo:
- El agua puede parecer fría o caliente, según la temperatura de tu mano. Esto es así porque en el mundo no hay nada absoluto: todo es relativo, incluso lo bueno y lo malo de la vida. ¿De qué creen que depende?
- De nosotros mismos y nuestras percepciones –dijeron los alumnos-.

martes, 15 de enero de 2019

No lo puedo callar

               Ignacio Iglesias, sj.

¡No me pidas callar! No podría obedecerte.
Tu perdón me ha quemado como un fuego
y lo tengo que hablar siempre y a todos,
aunque me lo prohíbas, o aunque no me lo crean.
Si por eso, me echan de esta tierra, saldré hablando de Ti.
Diré que eres de todos, siempre el mismo,
que tu amor no depende de nosotros,
que nos amas igual, aunque no amemos;
nuestro título ante Ti es la pobreza de no amar.
Que eres voz que llama siempre a cada puerta,
con nombre exacto, inconfundible;
que no pides nada, das y esperas el tiempo que haga falta;
que no fuerzas los ritmos de los hombres,
que no cansas, no te cansas, y que tu amor es nuevo cada día;
que te dolemos todos, cuando no te buscamos.
Diré muchas más cosas:
que basta con mirarte en cualquier sitio,
porque todos son tuyos, para ser otra cosa;
simplemente para ser persona.
Señor, que, chispa a chispa, no me canse de prender este fuego!


Los monos


             Historias de Luz y Sabiduría

Un grupo de científicos colocó cinco monos en una jaula, en cuyo centro colocaron una escalera y, sobre ella, un montón de plátanos. Cuando un mono subía la escalera para agarrar los plátanos, los científicos lanzaban un chorro de agua fría sobre los que quedaban en el suelo.
Después de algún tiempo, cuando un mono iba a subir la escalera, los otros lo agarraban y lo molían a palos.
Pasado algún tiempo más, ningún mono subía la escalera, a pesar de la tentación de los plátanos. Entonces, los científicos sustituyeron uno de los monos.
La primera cosa que hizo fue subir la escalera, siendo rápidamente bajado por los otros, quienes le propinaron una paliza. Después de algunas palizas, el nuevo integrante del grupo ya no subió más la escalera.
Un segundo mono fue sustituido, y ocurrió lo mismo. El primer sustituto participó con entusiasmo de la paliza al novato.
Un tercero fue cambiado, y se repitió el hecho.
El cuarto y, finalmente, el último de los veteranos fue sustituido.
Los científicos quedaron, entonces, con un grupo de cinco monos que, aún cuando nunca recibieron un baño de agua fría, continuaban golpeando a aquel que intentase llegar a los plátanos.
Si fuese posible preguntar a algunos de ellos por qué le pegaban a quien intentase subir la escalera, con certeza la respuesta sería:
- "No sé, aquí, las cosas siempre se han hecho así..."
¿Te suena conocido?

lunes, 14 de enero de 2019

Aparente silencio

Señor, tanto si me respondes, o no lo haces,
seguiré invocándote, invocándote sin cesar,
bajo los cielos de mi reiterativa oración.
Tanto si vienes, como si no te siento,
confiaré en que te acercas cada vez más a mí
en cuanto perciba un gesto de amor al corazón.
Tanto si hablas, como si no,
no me cansaré de implorarte.
Aunque no me des la respuesta que espero,
no dudaré de que, de un modo u otro,
te estarás dirigiéndote a mí.
En la oscuridad más profunda de mi oración
sabré que juego al escondite contigo.
Y en medio de la danza de mi vida, de la enfermedad
y de la muerte, sé que si sigo invocándote,
sin caer en la desconfianza por tu aparente silencio,
me regalarás la respuesta.
Que así sea!

Ríete de las Cosas Absurdas de la Vida


De acuerdo con la nutricionista Pamela Smith, cien carcajadas por día equivalen en términos de ejercicio cardiovascular a diez minutos de bicicleta o remo. Y además, la risa ayuda a reducir el estrés de la misma manera que el ejercicio.
La risa también ayuda a combatir las infecciones enviando hormonas a su sistema circulatorio que cortan los efectos del estrés que debilita el sistema inmune. Proverbios 14:30 lo explica de esta manera: “El corazón tranquilo da vida al cuerpo”.
El medio laboral de hoy, con todas sus incertidumbres y demandas, puede ser como una olla de presión gigante. La risa es la válvula de la seguridad que deja escapar el vapor antes de que haya una explosión. Nos te exijas tanto y relájate cuando sea posible. Ríete de las cosas absurdas de la vida. Tu lugar de trabajo te dará una cantidad infinita de material para esto.
El lugar para ser feliz es aquí. El tiempo para ser feliz es ahora.

domingo, 13 de enero de 2019

Gracias por el Bautismo

Me siento feliz y agradecido, Padre, por mi bautismo.
Lo recibí cuando aún no podía tener conciencia de él,
pero era fruto precioso del amor que me envolvía:
el amor familiar y el amor de la familia-Iglesia,
signos, ambos, de tu amor para cada persona.
Ahora te pido, Padre, que aquel fuego que encendiste en mí
-fuego que es luz, amor y capacidad de amar-
no lo deje apagar, sino que lo alimente cada día
siendo una persona que ora, que escucha y acoge tu Palabra,
que se propone servir y ser hermano de todos tus hijos e hijas
a quienes amas con el mismo afecto que a tu Hijo Jesús.
También de agradezco, Padre, porque cada día
tengo la oportunidad de hacer el bien o de servir a los demás.
Ayúdame a no dejarme vencer por el cansancio o el desánimo.
Que mi tendencia egoísta o la crisis en que vivimos
no sean jamás una excusa que me aparten de mi vocación:
me has llamado a vivir en la gran familia de los hijos e hijas
a quienes tú amas de modo entrañable e incondicional
y a ser, todos juntos, testigos de tu luz,
signo y prenda de tu alianza con toda la humanidad.

La bolsa de las medicinas


Cuando nacía un niño en una familia india recibía un regalo especial. El padre hacía una pequeña bolsa de cuero, era la bolsa de las medicinas del hijo.
La madre metía en la bolsa dos cosas y el padre otras dos. Y se la entregaban al hijo que la guardaba en un lugar especial. Cuando moría, la bolsa de las medicinas también se enterraba con él.
Cuando tenían capacidad de comprender, los padres le decían lo que había en la bolsa.
La madre siempre ponía un poco de tierra y un trozo de cordón umbilical para recordar a sus hijos que venían de la tierra y de una familia y que nadie se hace a si mismo.
El padre ponía una pluma de ave que había quemado un poco y la mezclaba con las dos cosas de la madre.
La pluma de pájaro simboliza el vuelo y que cada uno tiene que encontrar su lugar en el mundo.
Ninguno sabía nunca la segunda cosa que el padre había puesto. Los hijos intentan adivinarlo pero nunca se les decía qué era.
Representa el misterio de la vida. Y el centro de todos los misterios es Dios.
Hermoso regalo, símbolo que da que pensar y nos vincula a una tierra, a una familia y a Dios.