miércoles, 31 de marzo de 2021


Señor de la libertad y del amor, nos duele saber
que millones de personas son víctimas de la trata y de la esclavitud:
mujeres, hombres y niños que son engañados y llevados a lugares desconocidos.
Nos duele que, muy cerca de nosotros, otras personas
sean vendidas por la injusticia de un modelo económico
que deja en la cuneta a los más débiles de la sociedad.
Señor, nos duele que la dignidad humana sea pisoteada,
a través del engaño, la amenaza y el uso de la fuerza.
Ilumina a quienes compran y venden a otras personas;
a las que con sus decisiones provocan graves sufrimientos.
Ayúdales a darse cuenta de la gravedad de sus injustas acciones.
Haz que vean y respeten el valor y la dignidad de todo ser humano.
Señor de la Vida, ayuda, sobre todo, a todas las víctimas; 
cura sus heridas con el aceite del consuelo y la esperanza.
Dales fuerza para que puedan rehacer sus vidas.
Señor, Dios de la misericordia, danos valentía para denunciar y protestar
contra la práctica humillante de la trata de los seres humanos
y contra todo atropello de la dignidad humana.
Danos sabiduría y valor para ser solidarios con las víctimas.
Danos la gracia de trabajar contigo en la construcción de un mundo más fraterno.

El Cristo del perdón

En una iglesia dentro del monasterio de Santa Ana y San José, en Córdoba, España, hay una cruz antigua. Es la imagen de la Cruz del Perdón que muestra a Jesús crucificado con su brazo derecho desclavado de la Cruz y hacia abajo.
Ellos cuentan que un día un pecador fue a confesar con el sacerdote bajo esta cruz. Como siempre, cuando un pecador era culpable de un crimen grave, ese sacerdote era muy estricto.
No mucho después, esa persona volvió a caer y después de confesar sus pecados, el cura amenazó: “Esta es la última vez que lo perdono”.
Pasaron muchos meses y ese pecador fue arrodillarse a los pies del sacerdote bajo la cruz y pidió perdón de nuevo. Pero en esa ocasión, el sacerdote fue claro y dijo:
- “No juegues con Dios, por favor. No puedo permitir que sigas pecando”.
Pero extrañamente, cuando el sacerdote rechazó al pecador, de repente se escuchó un ruido de cruz. La mano derecha de Jesús se desbloqueó y movido por el arrepentimiento de ese hombre, se escucharon las siguientes palabras:
- “Soy yo quien derramó la sangre sobre esta persona, no tú".
Desde entonces, la mano derecha de Jesús permanece en esa posición, pues sin parar invita al hombre a pedir y recibir perdón.

Dicen que cada latido de tu corazón es Dios diciendo que te ama. ¿Alguna vez te has parado a pensar cuántas veces te lo ha dicho hoy?

martes, 30 de marzo de 2021

Betania

              Florentino Ulibarri

A un tiro de piedra del centro,
de la ciudad encantada que me reclama,
donde se decide el presente y futuro de la historia
y del bienestar de tantas personas, está Betania.
Lugar de paso y reposo,
de amigos y encuentros, de diálogos hondos y sinceros,
de veladas hasta altas horas de la madrugada...
Nada tiene que envidiar
a la gran ciudad que sueña y puja
por ser un mercado global.
Betania, tan necesaria como, a veces, anhelada,
testigo de tantas idas y vueltas,
luces, sueños y desahogos,
quejas, trabajos y gestos amorosos,
sigue estando hoy ahí, a la vuelta de la esquina,
cuando saliendo de mí mismo,
y dejando mis obsesiones y trabajos a un lado,
me siento a tus pies, a estar contigo
como un hermano, amigo, y discípulo.
Betania: ahora contigo, Señor,
y mañana todo seguirá vivo y resituado.

La Casa Imperfecta

Un maestro de construcción ya entrado en años estaba listo para retirarse a disfrutar su pensión de jubilación. Le contó a su jefe acerca de sus planes de dejar el trabajo para llevar una vida más placentera con su esposa y su familia. Iba a extrañar su salario mensual, pero necesitaba retirarse; ya se las arreglarían de alguna manera.
El jefe se dio cuenta de que era inevitable que su buen empleado dejara la compañía y le pidió, como favor personal, que hiciera el último esfuerzo: construir una casa más. El hombre accedió y comenzó su trabajo, pero se veía a las claras que no estaba poniendo el corazón en lo que hacia. Utilizaba materiales de inferior calidad, y su trabajo, lo mismo que el de sus ayudantes, era deficiente. Era una infortunada manera de poner punto final a su carrera. Cuando el albañil terminó el trabajo, el jefe fue a inspeccionar la casa y le extendió las llaves de la puerta principal. «Esta es tu casa, querido amigo -dijo-. Es un regalo para ti». Si el albañil hubiera sabido que estaba construyendo su propia casa, seguramente la hubiera hecho totalmente diferente. ¡Ahora tendría que vivir en la casa imperfecta que había construido
Reflexión: A veces construimos nuestras vidas de manera distraída, sin poner en esa actuación lo mejor de nosotros. Muchas veces, ni siquiera hacemos nuestro mejor esfuerzo en el trabajo. Entonces, de repente, vemos la situación que hemos creado y descubrimos que estamos viviendo en la casa que hemos construido. Sí lo hubiéramos sabido antes, la habríamos hecho diferente.

domingo, 28 de marzo de 2021

Aclamad al que viene

¿Quién es éste que viene,
recién atardecido,
cubierto por su sangre
como varón que pisa los racimos?
¿Quién es este que vuelve,
glorioso y malherido,
y, a precio de su muerte,
compra la paz y libra a los cautivos?
Se durmió con los muertos,
y reina entre los vivos;
no le venció la fosa,
porque el Señor sostuvo a su elegido.
Anunciad a los pueblos
qué habéis visto y oído;
aclamad al que viene
como la paz, bajo un clamor de olivos. Amén

La borriquilla que llevó a Jesús

Un burro llegó a su casa muy contento, feliz y orgulloso... su madre le preguntó:
- ¿Por qué estás tan contento hijo?
- Madre, cargué a un tal Jesús Nazareno y cuando entramos a Jerusalén todos me decían ¡¡VIVA, VIVA, SALVE… VIVA, VIVA...!! y me lanzaban flores y ponían palmas de alfombra.
Su madre le dijo:
- Vuelve a la ciudad pero esta vez no cargues a nadie.
Al otro día, el burro fue a la ciudad... y cuando regresó a su casa, volvió llorando y muy triste.*
- Madre, no puede ser, pasé desapercibido entre las personas, nadie se fijó en mí, me echaron de la ciudad.
Su madre lo miró fijamente y le dijo:
- Hijo, tú sin Jesús eres solo un burro.

MORALEJA: Sin DIOS no somos nada.