viernes, 2 de septiembre de 2022

“Rema mar adentro”

Gracias, Señor, porque nos llamas a remar mar adentro,
de la orilla del "no hacer mal a nadie" al mar de la santidad,
de la orilla del "compartir unas migajas" al mar de la entrega total,
de la orilla del "rezar por obligación" al mar de la amistad contigo,
de la orilla del “todo está muy mal” al mar del compromiso,
de la orilla del “me da miedo” al mar de la confianza,
de la orilla del "ir tirando" al mar de una vida plena.
No permitas que me quede estancado, en la orilla,
y guíame en la aventura de remar mar adentro,
para encontrarme con mi yo más auténtico,
para descubrir el mar inmenso de tu amor,
para gozar la alegría de la fraternidad más grande.

El samurái y su perro

Había una vez un samurái que tenía la costumbre de pasear con su perro al que estimaba mucho.
Un día, su perro se alejó de él y jugueteaba con las hojas que caían de los árboles. Pero, grande fue la sorpresa del samurái, cuando de repente su perro se lanzó corriendo contra él con aire fiero y muchos deseos de morder.
El samurái, que estaba bien entrenado, desenvainó su espada y justo cuando el perro saltó le cortó la cabeza.
El samurái no entendió por qué de repente su fiel perro se puso en contra suya.
Entonces, al mover la cabeza y vio como una serpiente, que estaba en una rama y se estaba acercando peligrosamente a él. Cuando el samurái comprendió que lo que intentaba su perro era salvarle y no lastimarle, lloró amargamente.
Fue entonces cuando recordó una vieja enseñanza de su maestro: “El sentido de una acción no siempre es fácil de interpretar. Por eso, antes de desenvainar tu espada, asegúrate que esa es tu única opción”.

Moraleja: Las cosas no siempre son como las piensas, no permitas que tus pensamientos te hagan perder la cabeza.

miércoles, 31 de agosto de 2022

Estás dentro de mi; Señor

        San Agustín

Angosta es la casa de mi alma para que vengas a ella: sea ensanchada por ti. Ruinosa está: repárala. Hay en ella cosas que ofenden tus ojos: lo confieso y lo sé; pero ¿quién la limpiará o a quién otro clamaré fuera de ti?
De todos mis pecados líbrame, Señor...
Amonestado a volver a mí mismo, entré en mi interior, guiado por ti; y lo pude hacer porque tú te hiciste mi ayuda.

Señor, tú estabas dentro de mí,
más interior que lo más íntimo mío
y más alto que lo más sumo mío.
Y he aquí que tú estabas dentro de mí y yo fuera,
y por fuera te buscaba;
y deforme como era,
me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste.
Tú estabas conmigo, mas yo no lo estaba contigo.
Me retenían lejos de ti aquellas cosas
que, si no estuviesen en ti, no existirían.
Llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera;
brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera;
exhalaste tu perfume y respiré, y suspiro por ti;
gusté de ti, y siento hambre y sed,
me tocaste, y me abrasé en tu paz.

Sé como un muerto

Era un venerable maestro. En sus ojos había un reconfortante destello de paz permanente. Sólo tenía un discípulo, al que paulatinamente iba impartiendo la enseñanza mística. El cielo se había teñido de una hermosa tonalidad de naranja-oro, cuando el maestro se dirigió al discípulo y le ordenó:
-- Querido mío, acércate al cementerio y, una vez allí, con toda la fuerza de tus pulmones, comienza a gritar toda clase de halagos a los muertos.
El discípulo caminó hasta un cementerio cercano. El silencio era sobrecogedor. Rompió la apacible atmósfera del lugar gritando toda clase de elogios a los muertos. Después regresó junto a su maestro.
-- ¿Qué te respondieron los muertos? -preguntó el maestro.
-- Nada dijeron.
-- En ese caso, mi muy querido amigo, vuelve al cementerio y lanza toda suerte de insultos a los muertos.
El discípulo regresó hasta el tranquilo cementerio. A pleno pulmón, comenzó a soltar toda clase de improperios contra los muertos. Después de unos minutos, volvió junto al maestro, que le preguntó al instante:
-- ¿Qué te han respondido los muertos?
-- De nuevo nada dijeron -repuso el discípulo.
Y el maestro concluyó:
--Así debes ser tú: indiferente, como un muerto, a los halagos y a los insultos de los otros.

El Maestro dice: Quien hoy te halaga, mañana te puede insultar y quien hoy te insulta, mañana te puede halagar. No seas como una hoja a merced del viento de los halagos e insultos. Permanece en ti mismo más allá de unos y de otros.

domingo, 28 de agosto de 2022

Canción "Tarde te amé" (San Agustín)

 En la fiesta de san Agustín

Canción “Tarde te amé”, grupo de Jóvenes de la Parroquia Santa Mónica de Zaragoza en el año 1986

https://youtu.be/8hmHx_q8MG4

Asiento en el avión

En un vuelo de British Airways, una señora de raza blanca y adinerada le correspondió sentarse junto a un hombre de raza negra. La señora llamó a la azafata para exponerle sus quejas y su disgusto.
- Me han sentado junto a este negro y no puedo viajar así. Búsqueme otro asiento.
- Cálmese señora, le dijo la azafata, el avión está lleno, pero miraré a ver si queda algún asiento libre.
Minutos más tarde, la azafata sonriente volvió con la buena noticia.
- Señora, sólo queda un asiento en primera clase. Hacer un cambio de asiento es algo inusual, pero dadas las circunstancias, el capitán ha decidido que sería una grave desconsideración hacia un pasajero tener que volar junto a una persona tan desagradable.
Y dirigiéndose hacia el hombre negro le dijo:
- Señor, recoja sus cosas y sígame, tengo un asiento preparado para usted en primera clase.
El resto de los pasajeros respondió con una fuerte ovación.