sábado, 2 de abril de 2022

Mi vida en tus manos, Padre

Padre Celestial, mi vida está en tus manos.
Ayer hoy y por siempre, estoy segura y confiada en ti.
Señor, ayúdame a saber que tú tienes todo el control.
Ayúdame a creer que tú estás trabajando en mi vida ahora mismo,
aunque yo no lo pueda ver.
Ayúdame a confiar en lo que no puedo ver,
aun cuando lo único que veo es doloroso y está todo tan nublado.
Ayúdame a saber que tú tomas control de todas mis necesidades.
Señor, gracias por escuchar mi súplica de ayuda.
Gracias por amarme tanto.
Ayúdame a creer en todas las promesas que me has dado.
Perdóname cuando dudo de ti y de tu amor.
Yo creo en ti Señor. Perdóname cuando a veces pierdo la fe.
Aumenta en mí la fe en ti.

El buscador

       Tomado de «26 Cuentos Para Pensar».

Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como buscador.
Un buscador es alguien que busca. No necesariamente es alguien que encuentra. Tampoco es alguien que sabe lo que está buscando. Es simplemente para quien su vida es una búsqueda.
Un día un buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Él había aprendido a hacer caso riguroso a esas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo, así que dejó todo y partió.
Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos divisó Kammir, a lo lejos. Un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó la atención. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadoras. La rodeaba por completo una especie de valla pequeña de madera lustrada…
Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar. De pronto sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar. El buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles.
Sus ojos eran los de un buscador, quizá por eso descubrió, sobre una de las piedras, aquella inscripción… “Abdul Tareg, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días”. Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era una simple piedra. Era una lápida, sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar…
Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado, también tenía una inscripción, se acercó a leerla decía “Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas”. El buscador se sintió terriblemente conmocionado. Este hermoso lugar, era un cementerio y cada piedra una lápida. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto, pero lo que lo contactó con el espanto, fue comprobar que, el que más tiempo había vivido, apenas sobrepasaba 11 años.
Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar. El cuidador del cementerio pasaba por ahí y se acercó, lo vio llorar en silencio y le preguntó si lloraba por algún familiar.
– No ningún familiar –dijo el buscador– ¿Qué pasa con este pueblo?, ¿qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¡¡¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que lo ha obligado a construir un cementerio de chicos?!!
El anciano sonrió y dijo:
– Puede usted serenarse, no hay tal maldición, lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré: cuando un joven cumple 15 años, sus padres le regalan una libreta, como esta que tengo aquí, colgando del cuello, y es tradición entre nosotros que, a partir de allí, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella: a la izquierda, qué fue lo disfrutado…, a la derecha, cuánto tiempo duró el gozo.
¿Conoció a su novia y se enamoró de ella? ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla?… ¿Una semana, dos? ¿Tres semanas y media?… Y después… la emoción del primer beso, ¿cuánto duró, el minuto y medio del beso, dos días, una semana?… ¿Y el embarazo o el nacimiento del primer hijo?…, ¿Y el casamiento de los amigos…? ¿Y el viaje más deseado…? ¿Y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano…? ¿Cuánto duró el disfrutar de estas situaciones?… ¿Horas?, ¿Días?…
Así… vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos… cada momento.
Cuando alguien se muere, es nuestra costumbre, abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba. Porque ESE es, para nosotros, el único y verdadero tiempo vivido.

jueves, 31 de marzo de 2022

A tiempo y a destiempo

            José Mª Rodríguez Olaizola, S.J

A tiempo y a destiempo,
en cualquier lugar, a cualquier hora,
con el viento de espalda o un huracán a la contra;
alegre o afligido, sereno o exaltado,
descansado o exhausto, lleva el Amor por bandera.
No cejes en el intento de compartir la justicia.
No acomodes la Palabra en nombre de la prudencia,
no adulteres la esperanza, proclama la Vida plena
de quien con su voz nos llama y con su historia nos llena.
No niegues que eres apóstol, no olvides que eres profeta,
portador de una noticia que ha de atravesar la guerra,
que ha de romper las paredes y ha de fecundar la tierra.

Miedo

    (Cuento escrito en 1942)

Un día se encuentran dos diablillos insignificantes, y uno le pregunta al otro:
- ¿Y cómo lograste llevar tantas almas al infierno en aquella época?
– Por el miedo.
– Ah, sí. Excelente estrategia; vieja y siempre actual. ¿Pero de qué tenían miedo? ¿Miedo a ser torturados? ¿Miedo a la guerra? ¿Al hambre?
– No. Miedo a enfermarse.
– ¿Pero entonces, nadie más se enfermaba en esa época?
– Sí, se enfermaban.
– ¿Nadie más moría?
– Sí, morían.
– ¿Pero, no había curación para la enfermedad?
– Había.
– Entonces no entiendo.
– Como nadie más creía y enseñaba sobre la vida eterna y la muerte eterna, pensaban que solo tenían esta vida, y se aferraron a ella con todas sus fuerzas, incluso si les costaba su afecto… No se abrazaban ni saludaban, no tenían ningún contacto humano durante días y días…
Sin dinero… perdieron sus trabajos, gastaron todos sus ahorros, y aún se creían afortunados aún sin poder ganarse el pan… Su inteligencia desapareció… Un día la prensa decía una cosa y al día siguiente se contradecía. Y aun así se lo creían todo…
Su libertad… no salían de su casa, no caminaban, no visitaban a sus parientes… ¡Era un gran campo de concentración para prisioneros voluntarios!
Aceptaron todo, todo, siempre y cuando pudieran superar sus vidas miserables un día más.
Fue así, tan fácil como nunca había sido.

miércoles, 30 de marzo de 2022

Oración por los niños. 🙏🏼

Querido Jesús,
te pedimos por los niños de todo el mundo.
Por los que sufren en las guerras.
Por los marginados, hambrientos,
enfermos, tristes, y abandonados.
Por los que reciben abusos y son golpeados.
¡¡¡Los niños son tus preferidos!!!
Algunos no han sido nunca amados, ni acariciados.
Perdónanos, Jesús, por nuestra indiferencia.
Los queremos sanos, alegres y felices. Amén

Las manos de mi padre

Un joven fue a solicitar un puesto importante en una empresa grande. Pasó la entrevista inicial e iba a conocer al director para la entrevista final. El director vio su Curriculum, era excelente. Y le preguntó:
- ¿Recibió usted alguna beca en la escuela? El joven respondió "no".
- "¿Fue tu padre quien pagó tus estudios? -" Si."-respondió.
- "¿Dónde trabaja tu padre? "
- "Mi padre hace trabajos de herrería."
El director pidió al joven que le mostrara sus manos. El joven mostró un par de manos suaves y perfectas.
- "¿Alguna vez has ayudado a tu padre en su trabajo? "
- "Nunca, mis padres siempre quisieron que estudiara y leyera más libros. Además, él puede hacer esas tareas mejor que yo.
- "Tengo una petición -dijo el director-: cuando vayas a casa hoy, ve y lava las manos de tu padre, y luego ven a verme mañana por la mañana."
El joven sintió que su oportunidad de conseguir el trabajo era alta.
Cuando volvió a su casa dijo a su padre que le permitiera lavar sus manos.
Su padre se extrañó. Contento, pero con sentimientos encontrados, mostró sus manos a su hijo. El joven las lavó poco a poco. Era la primera vez que se daba cuenta de que las manos de su padre estaban arrugadas y tenían muchas cicatrices. Algunos hematomas eran tan dolorosos que su piel se estremeció cuando él la tocó.
Esta fue la primera vez que el joven se dio cuenta de lo que significaban esas manos que trabajaban todos los días para poder pagar sus estudios. Los moratones en las manos eran el precio que tuvo que pagar por su educación, sus actividades de la escuela y su futuro.
Después de lavar las manos de su padre, el joven se puso en silencio a ordenar y limpiar el taller. Esa noche, padre e hijo hablaron durante largo tiempo.
A la mañana siguiente, el joven fue a la oficina del director.
El director se dio cuenta de las lágrimas en los ojos del joven cuando le preguntó:
-"¿Puedes decirme qué hiciste y aprendiste ayer en tu casa?"
- "Lavé las manos de mi padre -respondió el joven- y también ordené y limpié su taller. Ahora aprecio y lo reconozco. Sin mis padres, yo no sería quien soy hoy. Al ayudar a mi padre ahora me doy cuenta de lo difícil y duro que es conseguir hacer algo por mi cuenta. Me doy cuenta de la importancia y el valor de ayudar a la familia.
- "Esto es lo que yo busco en mi gente -dijo el director-. Quiero contratar a una persona que pueda apreciar la ayuda de los demás, una persona que conozca los sufrimientos de los demás para hacer las cosas, y una persona que no ponga el dinero como su única meta en la vida. Estás contratado".

Un niño al que se le ha dado lo que él quiere, desarrolla una mentalidad de «tengo derecho» y se pone a sí mismo en primer lugar. Ignora los esfuerzos de sus padres.
Puedes dar a tu hijo una casa grande, buena comida, clases de informática, ver en una gran pantalla de televisión. Pero cuando estás fregando el suelo o pintando una pared, por favor, que también él lo experimente. Después de comer que lave sus platos junto con sus hermanos y hermanas. No es porque no puedas hacerlo tú, es porque quieres amarlos de la manera correcta. No importa cuán rico seas, lo que quieres es que entienda. Lo más importante es que tu hijo valore el esfuerzo y tenga experiencia de la dificultad y aprenda la habilidad para trabajar con los demás para hacer las cosas.

domingo, 27 de marzo de 2022

Te necesito, Dios Padre de Misericordia

Un día Dios Padre de Misericordia,
sentí que me faltaba el calor de tus brazos.
Sentí el frío de no contar con ellos.
Un frío que enfría el alma.
Me creí libre de ti, Señor, y me encontré esclavo de mí mismo.
Sentí la soledad, aunque estaba con todos.
Sentí la tristeza, aunque todos se reían.
Sentí el vacío y todos parecían felices.
Hoy vuelvo a Ti, Padre de Bondad y Misericordia.
Necesito que tus brazos me estrechen.
Necesito que tu corazón me devuelva a la alegría.
Necesito que tu calor se lleve mi frío.
Necesito sentir que me llamas hijo/hija.
Necesito sentir el calor de tu abrazo.
Necesito sentir el silencio del no reproche.
Necesito sentir que me invitas a tu mesa.
Necesito sentir que me abres la puerta.
Necesito sentir que hoy me dices:
“Entra, esta es tu casa. Ponte cómodo y hagamos fiesta…”

El maestro y el discípulo

                 Del libro «Cuentos para el alma».

– ¿Qué tengo que hacer para ser santo? -preguntó el joven Kumar a su Maestro Tulsideva-. ¿Debo ser bueno?
– Debes ser bueno, sí, pero eso no es todo, -respondió Tulsideva.
– ¿Debo ser puro?
– Sí, pero igual eso no es todo.
– Tal vez lo que necesite es hacer una peregrinación a los lugares sagrados, alimentarme de frutos solamente y vivir para la oración.
El maestro permaneció callado. Como llegaba la noche, encendió la lámpara de su cuarto, y una mariposa, atraída por la luz, se fundió con ella.
Tulsideva, al contemplarla, dijo entonces a su discípulo:
– Kumar, esa mariposa no ha leído como tú grandes tratados de metafísica, ni ha buscado un Maestro a quien preguntarle cómo hacer para fundirse con su amado fuego. Tú también, como la mariposa, cuando tengas el corazón pletórico de Amor por Dios, te fundirás en la llama de su amor para ser Uno con Él, quemando de ese modo los trajes de tu ego y sus inacabables preguntas, dudas y filosofemas.

Interrogamos cuando todavía no sabemos andar el camino. Cuando ya lo conocemos se duermen nuestras elucubraciones. Así también, cuando el Amor a Dios despierta en nuestros corazones, nos dedicamos simplemente a amarlo y esa es, querido Kumar, la más pura Santidad.