sábado, 9 de septiembre de 2017

Como María, aquí estoy

Como tú, María, quiero decir "aquí estoy", ante el proyecto de amor,
que Dios me propone en el hoy de mi vida.
Entro en este proyecto unida a tantos hermanos y hermanas
que, con Cristo, tu hijo, luchan por construir fraternidad,
dignidad para todos, unidad entre pueblos, razas, generaciones…
Como tú María, quiero caminar por calles y plazas, montes y llanos
cantando  las maravillas del Señor,
que triunfa en los pobres, sencillos y humildes.
Desde ellos, me pides sencillez, humildad, solidaridad.
Como tú María, quiero profundizar el misterio de Belén,
Palabra hecha carne, Dios entre nosotros, don para el mundo,
compromiso en la causa de una humanidad liberada, según el sueño del Padre.
Como tú, María, quiero gozar con  el que goza,
ser sensible ante la necesidad o dolor, pasar por la vida haciendo el bien, sencillamente,
decididamente asociada a todos los grupos que son testimonio solidario.
Como tú María, quiero estar en pie, unida a tu Hijo, en la cruz concreta de mi vida.
En mi caminar, me uno a todos los sufrientes de la humanidad
y a los que se entregan para que "la justicia y la paz se abracen".
Como tú, María, quiero participar del gozo del Resucitado.
Hoy Cristo resucita en todo lo bello, lo noble, lo auténtico.
Que mi vida sea espejo de la liberación que El ha regalado al mundo.
Como tú, María, quiero orar con mis hermanos y hermanas,
y recibir cada día, en Iglesia, la venida del Espíritu.
El colma los corazones de sus dones, nos renueva, nos sana.
El nos envía a anunciar en el mundo,
la Buena Nueva del Evangelio de tu hijo, Jesús.

La campana

Para los monjes y lamas tibetanos la campana tiene un hondo sentido espiritual y forma siempre parte del ritual religioso. Había una vez un joven monje que anhelaba disponer de su propia campana y poderla tener en su propia celda, tal era su anhelo que sus compañeros lo sabían y llegó a oídos del abad del monasterio. Un día le hizo llamar al joven y le dijo:
- Tengo entendido que te gustaría tener tu propia campana para ti, ¿no es así?
- Así es, venerable abad. Me gustaría poder contar con una campana para tenerla en mi celda.
- Pues te propongo una cosa, dijo el abad al monje, si limpias a fondo el monasterio y lo dispones todo perfectamente para el próximo festival religioso, que tendrá lugar en una semana, tendrás la campana que tanto deseas, te lo aseguro.
El monje sintió una gran dicha. Por fin sus sueños de poseer una campana se iban a poder hacer realidad. Con dedicación se puso a limpiar y ordenar el monasterio. Fue un trabajo duro, pero guiado en todo momento por la motivación de poder tener la campana. 
Unos días después, el monasterio estaba reluciente y todo había sido perfectamente ordenado. El monje suspiró aliviado ¡por fin había cumplido su tarea y lo había hecho a la perfección! En verdad se había ganado la campana.
Anochecía, y novicios, monjes y lamas efectuaron la ceremonia del atardecer. Acabada la ceremonia, cada monje se retiró a su celda. Pero el monje que había limpiado el monasterio se acercó a hablar con el abad y antes de que nada pudiera decir, este declaró:
- Has hecho un trabajo excelente. Aquí tienes la campana, ahora ve a descansar que buena falta te hace.
El monje se retiró a su celda. Se sentó sobre la cama y como un muchachito ilusionado comenzó a mover la campana para escuchar su embelesante sonido. Pero la campana no sonaba, ¿cómo es posible?, se preguntó extrañado. Dio la vuelta a la campana y se dio cuenta de que no tenía badajo. Se sintió engañado. ¿Era una broma pesada del abad?, ¿quería mofarse de él? ¿no apreciaba  lo suficiente el fatigoso trabajo que había llevado a cabo?. Corrió hasta la celda del abad y llamó a la puerta.
- Pasa, dijo el abad, te estaba esperando.
- Venerable abad, apenas puedo creer lo que acabo de ver. Me obsequias con la campana prometida, y resulta que carece de badajo, ¿Para qué quiero una campana que no puede sonar?
- Estas indignado, ya veo -dijo serenamente el abad- Pero eres tú el que debe poner el badajo.
El monje miró al abad estupefacto.
- Sí, así debe ser. El badajo es tu claridad y tu compasión internas. No es un badajo de bronce lo que tiene importancia, sino hacer sonar la campana, (la campana maravillosa de tu mente y de tu corazón) con el badajo de tu lucidez y tu benevolencia.
Sobrecogido por la emoción, el monje dijo:
- Nunca nadie hubiera podido hacerme un regalo mejor. Gracias venerable maestro.

viernes, 8 de septiembre de 2017

Hoy nace una clara estrella

En la fiesta de la Natividad de la Virgen, que en Cintruénigo celebramos con la advocación de Virgen de la Paz en el día grande de nuestras fiestas. 
¡Felicidades, Madre! ¡Felices fiestas a todos!

Himno, Liturgia de las Horas (Lope de Vega)


Hoy nace una clara estrella,
tan divina y celestial,
que, con ser estrella, es tal,
que el mismo Sol nace de ella.
De Ana y de Joaquín, oriente
de aquella estrella divina,
sale su luz clara y digna
de ser pura eternamente:
el alba más clara y bella
no le puede ser igual,
que, con ser estrella, es tal,
que el mismo Sol nace de ella.
No le iguala lumbre alguna
de cuantas bordan el cielo,
porque es el humilde suelo
de sus pies la blanca luna:
nace en el suelo tan bella
y con luz tan celestial,
que, con ser estrella, es tal,
que el mismo Sol nace de ella.
Gloria al Padre, y gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén

El rito de los indios cherokes

Cuando un niño empieza su adolescencia, su padre lo lleva al bosque, le venda los ojos y se va dejándolo solo.
El muchacho tiene la obligación de sentarse en un tronco toda la noche y no puede quitarse la venda hasta que los rayos del sol brillan de nuevo en la mañana. No puede pedir auxilio a nadie. Una vez que sobrevive esa noche, él ya es un hombre. No puede hablar con los otros muchachos sobre esta experiencia, pues cada chico debe entrar en la adultez por su cuenta.
El chico, lógicamente, está aterrorizado. Puede oír toda clase de ruidos... Bestias salvajes que rondan a su alrededor, lobos que aúllan, Quizás algún humano que puede hacerle daño.
Escucha el viento soplar y la hierba crujir, sentado estoicamente en el tronco, sin quitarse la venda. Esa es la única manera en que puede llegar a ser un adulto.
Por último, después de esa horrible noche, aparece el sol. El muchacho se quita la venda... Entonces es cuando descubre a su padre sentado junto a él. Su padre no se ha ido, ha velado toda la noche en silencio, sentado en un tronco para proteger a su hijo del peligro sin que él se dé cuenta.

miércoles, 6 de septiembre de 2017

Siempre contigo

¿Me necesitas?  Estoy aquí contigo.
No puedes verme, sin embargo soy la luz que te permite ver
No puedes oírme, sin embargo hablo a través de tu voz.
No puedes sentirme, sin embargo soy el poder que trabaja en tus manos.
Estoy trabajando en ti, aunque desconozcas mis senderos.
Estoy trabajando, aunque no reconozcas mis obras.
No soy una visión extraña. No soy un misterio.
Sólo en silencio, más allá del  "yo" que aparentas ser, puedes conocerme. 
Todavía estoy aquí contigo, Todavía te oigo.
Todavía te contesto.
Aunque me niegues, estoy contigo.
En los momentos en que más sola crees encontrarte, Yo estoy contigo.
Aún en tus temores, estoy contigo.
Aún en tu dolor, estoy contigo.
Estoy contigo cuando oras y cuando no oras.
Estoy en ti y tu estas en Mí.
Vacía tu corazón de temores ignorantes.
Cuando quites el "yo" de en medio, estoy contigo.
De ti misma no puedes hacer nada, pero Yo todo lo puedo.
Aunque no puedas ver bien, el bien está allí, pues Yo estoy allí.
Sólo en Mí el mundo tiene significado; sólo de Mí toma el mundo forma;
Sólo por Mí el mundo sigue adelante
Soy el amor que es el cumplimiento de la ley.
Soy seguridad, Soy paz
Soy el amor en el que puedes confiar. Soy tu seguridad.
Soy tu paz, Soy uno contigo, YO SOY.
Aunque falles en encontrarme, Yo nunca dejo de encontrarte.
Aunque tu fe en Mi es insegura. Mi fe en ti nunca flaquea.
Porque te conozco, porque te amo.
Mi bien amada, estoy aquí, contigo.

Seis breves historias

Historia nº 1: Un día los hombres del pueblo decidieron orar para pedir que lloviera. El día de la oración, toda la gente se reunió en la plaza del pueblo, pero sólo un niño llegó con su paraguas. Eso es Fe.
Historia nº 2: Cuando lanzas a un bebé al aire y se ríe es porque sabe que lo atraparás de nuevo. Eso es Confianza.
Historia nº 3: Cada noche nos vamos a dormir, sin la seguridad de que estaremos vivos a la mañana siguiente, y sin embargo ponemos la alarma para levantarnos. Eso es Esperanza.
Historia nº 4: Hacemos grandes planes para mañana a pesar de que no conocemos el futuro. Eso es Seguridad.
Historia nº 5: Vemos el sufrimiento en el mundo y a pesar de eso nos casamos y tenemos hijos. Eso es Amor.
Historia nº 6: Había un anciano con la siguiente leyenda escrita en su camiseta: “No tengo 70 años, tengo 16 con 54 años de experiencia”. Eso es Actitud.

Estas son las seis pequeñas historias, que te regalo hoy, compártelas, medítalas y hazlas tuyas, de esta forma habrás sembrado la semilla del crecimiento personal en tu corazón.

martes, 5 de septiembre de 2017

Yo soy el Dios de tu esperanza

Yo no soy el Dios del pasado,  ni de la nostalgia de tu niñez.
Yo soy el Dios de tu esperanza. Yo soy el desafío permanente. 
Yo soy el riesgo, el Dios de la aventura del hombre, y de su iniciativa.
Quien me busca, me encuentra. 
A quien se pone en marcha, yo le abro mi camino. 
A quien se pone en marcha, el resto se le dará por añadidura.
Yo te doy confianza hasta el punto de haberte hecho libre...
La nube sigue el viento. El riachuelo, la pendiente. El animal, la vida. 
Yo te he hecho más libre que todo. 
Pues tú puedes, incluso, rechazar la libertad. 
La puedes encadenar a tu comodidad, a tus costumbres, 
a tus débiles convicciones.
Yo te he hecho más libre que todo para que puedas escoger amar.
Yo soy el Dios de la sonrisa, que siempre alarga la mano. 
Yo soy el Dios del servicio a los otros. ¡Venga! ¡No tengas miedo! 
El mundo queda por hacer. El hombre, por construir. El amor, por reinventar.

El círculo del odio

Para recordar cuándo te encuentras dentro del círculo, y para que recuerdes que tú decides cuando quieres salir de él.

Un importante empresario, estaba enojado y reprendió al director de uno de sus negocios. 
El director llegó a su casa y gritó a su esposa, acusándola de que estaba gastando demasiado porque había un abundante almuerzo.
La señora, gritó a la empleada, que después de la regañina, rompió un plato y dio una patada al perro porque la hizo tropezar.
El animal salió corriendo y mordió a una señora que pasaba por allí. Cuando ella fue a la farmacia, para hacerse una cura, le gritó al farmacéutico porque le dolió cuando le puso la vacuna. Este hombre, llegó a su casa y le gritó a su madre, porque la comida no era de su agrado.
La señora, manantial de amor y perdón, le acarició la cabeza mientras le retiraba el plato y le decía:
- “Hijo querido, te prometo que mañana haré tu comida favorita. Trabajas mucho, estás cansado y hoy necesitas una buena noche de sueño. Voy a cambiar las sábanas de tu cama por otras bien limpias y perfumadas, para que puedas descansar bien. Mañana te sentirás mejor”
Lo besó y abandonó la habitación, dejándolo solo con sus pensamientos. En ese momento, se interrumpió el círculo del odio, al chocar con la paciencia, la aceptación, la dulzura, el perdón y el amor.
Porque tú siempre puedes decidir terminar una discusión, porque no importa el tamaño de la ofensa, hace más daño continuar la pelea. Somos nosotros quien podemos dar el primer paso, para que el círculo del odio se apague, para que la llama de la ira se extinga. Aceptando que el otro puede tener un mal día y que su actitud no es algo personal contra nosotros.