sábado, 7 de enero de 2017

Carta especial a los Reyes Magos / Padres-hijos

Carta especial a Los Reyes Magos
Queridos Reyes Magos:
Todos los años, cuando llegan estas fechas, mi pensamiento se vuelve hacia vosotros. Y, junto con él, mi corazón me va dictando una serie de deseos que, con vuestra ayuda, quisiera los llevaseis a feliz realidad.
- Dejad en el mundo UNA ESCOBA. Para barrer todo lo que suene a violencia y terrorismo. Que no quede ni un solo rincón en las personas con resquicio de rencor o de odio.
- Traed multitud de bolsas de JABÓN. Para limpiar nuestras personas de aquello que, la sociedad, va imponiendo como normal y lógico.
- Echad, en los ojos de todos los hombres y mujeres, COLIRIUM. Para que los unos a los otros, lejos de vernos como adversarios, sepamos contemplarnos y respetarnos como hermanos.
- Esconded, debajo de las almohadas de los que os esperan, SUEÑOS. Nunca, como hoy, tenemos abundancia de bienes para vivir y, nunca como hoy, hemos perdido los ideales por los que luchar.
- En un rincón del corazón de las personas, derramad toneladas de AZÚCAR. Las prisas, los agobios, los trabajos, el afán de superación, nos está convirtiendo en autómatas. Escasamente nos miramos a los ojos. ¡Necesitamos un poco de dulzura!
- Si en vuestros almacenes existen, solicitamos que nos proporcionéis unas LIMAS. Cada día que pasa, y por diversas circunstancias, los tropiezos, las dificultades, los roces, hacen que nos distanciemos y que se acrecienten las diferencias. ¡Necesitamos suavizar las discrepancias!
- Traednos unas grandes TIJERAS. Para cortar todo aquello que no es positivo en nosotros. Para confeccionar un traje con la etiqueta del amor, con los botones de la esperanza y de la caridad. ¡Ayudadnos, en este Año de Gracia, a saber qué es y qué conlleva el vestir el traje cristiano!
- Que vuestros pajes, aunque piensen que no ocupa nada, que nos transporten un poco de ALEGRÍA. Es un bien muy escaso. Es tan invisible que, en el mundo donde vivimos, no lo percibimos. ¡La necesitamos para volver a sonreír!
- Todos los años, os dejamos en el balcón o en la ventana, nuestro calzado. En el presente año dejadnos unos ZAPATOS CELESTIALES. De tal manera que, al colocarlos en este Año de la Fe, debajo de nuestros pies, caminemos por las sendas de la verdad, de la justicia y del perdón. ¿Tendréis mi número?
- Si además añaden un ABRELATAS para abrir nuestro corazón a Dios y un IMPERMEABLE para protegernos de las tormentas que descargan contra nuestras convicciones religiosas, os quedaré –como si fuera un niño- altamente agradecida.

Padres-hijos
Mis padres pertenecen al Movimiento Familiar Cristiano. Un día les repartieron en la reunión este texto tan bonito:
“Enséñales a tus hijos a creer en los ideales y que aquellas cosas que no se ven también son realidad.
Diles que el amor no se ve, pero se puede sentir; que la música tiene una explicación, pero que las melodías salen del corazón.
Enséñales a tener esperanza, pues todos los días sale el sol, aunque en las jornadas nubosas no se pueda ver. Y no les digas solamente que sale porque existe una ley de gravedad o que el sistema solar se mantiene por una perfecta estabilidad de las fuerzas centrífugas y centrípetas. Enséñales, también, que el sol sale porque Dios nos regala la luz por esa estrella resplandeciente.
Enséñales el respeto y el amor a las personas, los animales, las plantas y las cosas todas.
Enséñales a rezar y a trabajar cada día en un pequeño proyecto.

Enséñales a sonreír y acarícialos siempre, sean como sean tus hijos”

viernes, 6 de enero de 2017

¿Quién fuera Rey este día?

 Javier Leoz

¿Quién fuera Rey este día?
Y ante el Rey de Reyes, alabar y bendecir la grandeza de un Dios,
que sin necesidad de tanto, en el  llano ha caído.
Dejar detrás de mí, palacios e imperios
tronos y vasallos, dominaciones y castillos
para postrarme ante Aquel que sólo tiene el amor como almena
la pequeñez como defensa indefensa
y, como siervos y guardianes a José y María 
que, sólo saben mirar, contemplar y emocionarse ante el Misterio.
Pastores que, sorprendidos por tal mensaje,
dejaron tierras y ganados y marcharon a adorarle.
¡QUIEN FUERA MELCHOR!
Y decirte que, como Rey, mereces ya no sólo el oro,
sino que toda rodilla se doble ante el AMOR.
¡QUIEN FUERA GASPAR!
Para perfumar, con el incienso, al que siendo hombre
es Dios y hombre a la vez
o que, el aroma se desparramase por todos los valles
donde los hombres todavía desconocen la noticia de tu Nacimiento.
¡QUIEN FUERA BALTASAR!
Para ofrendarte, además de cómo Rey y Dios,
la debilidad de lo que somos y que Tú compartes: nuestra humanidad
Te doy gracias, Señor, porque –sin ser rey- he visto una estrella.
Una estrella que, en la noche oscura,
me ha invitado a seguirte, incluso en las horas amargas,
y, sus destellos, han hablado a mi corazón,
despertando mis sentimientos y mi curiosidad.
Una estrella que ha hecho posible el que yo, hombre y débil,
me postre ante Ti con la misma fe y con la misma emoción
de aquellos Reyes Magos.
Haz Señor, que después de haberte contemplado y rezado
Después de haberte ofrecido mi pobreza
vuelva a mi hogar con la firme promesa
de que tu nombre sea conocido, amado y publicado
por todos los confines de la tierra.
¡Gracias, Señor! ¡Gracias, mi Rey! 

Los pajes de los Reyes Magos

Manuel estaba sentado al borde del puente, tratando de captar cada palabra de su abuelo.
- ¿Abuelo?
- Sí, Manuel, dime.
Manuel, titubea, pensando que a su abuelo no iba a contestarle, pero insiste y hace la pregunta:
- ¿Existen los Reyes Magos?
El abuelo, se sorprende, por la pregunta de su nieto, durante un rato, se queda pensativo, para buscar la contestación más apropiada, cuando su nieto Manuel, insiste.
-  Abuelo, los niños del cole, me dicen que son los padres. ¿Es eso verdad? ¿Es verdad abuelo?, pregunta una y otra vez.
El abuelo, mira a los ojos del niño, y le pregunta:
- ¿Y tú qué crees Manuel?
- Yo no sé, contesta: yo creo que si existen, pero mis compañeros, me dicen que no.
El abuelo, entiende, que su nieto ya tiene edad para que conozca la verdad.
- Mira, Manuel, efectivamente: los padres son los que regalan a sus hijos el día de Reyes.
- ¿Entonces es verdad?, dijo el niño con ojos llorosos. ¡Me habéis engañado!
- No, mira, nunca te hemos engañado, si es verdad que existieron los Reyes Magos y la Iglesia Católica festeja el día 6 de Enero, el día de la Epifanía o la Adoración de los Reyes Magos, aunque ahora, en los tiempos que vivimos, se acostumbra a regalar a los niños por Navidad, para que disfrutan durante las vacaciones de estos regalos.
- Entonces, no lo entiendo abuelo.
- Escucha esta historia que te voy a contar, porque ha llegado el momento, de que yo te explique y que tú la puedas comprender.
Ansioso de escuchar cualquier cosa, que le sacase de la duda, pone toda la atención, en lo que le dice su abuelo.
- Los que vivieron en aquella época, cuentan que los tres Reyes Magos, acompañados de todos sus pajes, llegaron a Belén. El Rey Gaspar, dicen que partió de Europa, El Rey Melchor lo hizo de Asia, y el Rey Baltasar de África.
Guiados por una estrella, los condujo a Belén, hasta el establo donde encontraron el pesebre, con el Niño Jesús, el Hijo de Dios. Postrándose ante el Niño que había nacido. Le obsequiaron con regalos en prueba de amor y respeto y cuentan que el Niño se puso muy contento y feliz, motivo por el cual, los Reyes Magos, acordaron que desde aquel día, todos los niños de mundo que nacieran, recibirían regalos, para que estuvieran contentos y felices, como el Niño Jesús, y así conmemorar la Navidad. Dicen que el Rey Gaspar, comentó, a Melchor y Baltasar:
- Yo creo, que hay una dificultad muy grande, para llevar a cabo este evento. ¿Cómo podemos llegar a todos los niños? Con lo grande que es la tierra.
- Pues tenemos que solucionar este problema, dice Melchor.
Después de varios días de pensar los tres Reyes Magos, Baltasar se reúne con Gaspar y Melchor y les comenta que él ya tiene una solución.
- ¿Cuál es?, pregunta Melchor.
- Nombrar “pajes de honor” a los padres de todos los niños y qué mejor que éstos, para conocer los regalos que quieren sus hijos.
- Yo, creo que estás en lo cierto, dice Gaspar, pero yo también quiero poner una condición.
- Venga esa condición, contestan a la vez Melchor y Baltasar.
- Que cuando los niños sean mayores, y conozcan la verdad, sean éstos, los que hagan regalos a sus padres.
- De acuerdo, contestaron Melchor y Baltasar.
- Pues como Reyes Magos que somos, proponemos y ordenamos, a todos los ciudadanos del mundo, que a partir del día de hoy, se cumpla nuestro mandato.
Manuel, que estaba ensimismado, con la historia que le estaba contando su abuelo, le contesta:
- Ahora si lo entiendo abuelo, gracias por habérmelo contado.
El frío de la tarde se hacía más patente, pero a Manuel, eso no le importaba, solo quería estar con su abuelo, él si sabía explicarme bien las cosas.
- ¡Te quiero mucho abuelo!
Eso espero, que me quieras mucho, por lo menos, como yo a ti.
Nada más llegar a casa, sin más explicaciones, sube a su habitación, donde guarda la hucha, en la cual sabe que su abuelo le mete dinero todos los domingos. La coge, baja al salón y delante de todos la rompe, saca el dinero, lo cuenta y dice a sus padres:
- ¿Qué queréis que os regale?
Juan y Merche, no salen de su asombro, miran a su padre y este con un gesto, poniendo el dedo sobre sus labios, para que no dijeran nada. Manuel, dice a sus padres.
-  Me ha dicho el abuelo que ya soy mayor y estas Navidades tengo que haceros un regalo.
Y una vez más, le dice a su abuelo:
- ¡Abuelo! ¡Te quiero mucho!
Salió del salón corriendo y el abuelo aprovecha esta salida, para comentar a sus hijos, la conversación que había mantenido con él, y ese, y no otro, ha sido el motivo de romper la hucha.
Juan, le dice a su padre:
- Mira que tienes paciencia, pero me gusta que seas tú, el que le cuentes a tu nieto estas cosas y que se lo hayas contado de esta forma y no se entere por los niños del colegio.

martes, 3 de enero de 2017

En el comienzo del año. Sólo por hoy

San Juan XXIII

1. Sólo por hoy trataré de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver el problema de mi vida en un momento.
2. Sólo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto: cortés en las maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé mejorar a nadie sino a mí mismo.
3. Sólo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no sólo en el otro mundo, sino en éste también.
4. Sólo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que las circunstancias se adapten a mis deseos.
5. Sólo por hoy dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura; recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria par la vida del alma.
6. Sólo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie.
7. Sólo por hoy haré por lo menos una cosa que no deseo hacer, y si me sintiera ofendido en mis sentimientos procuraré que nadie se entere.
8. Sólo por hoy me haré un programa detallado; quizá no lo cumpliré detalladamente, pero lo redactaré. Y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.
9. Sólo por hoy creeré firmemente -aunque las circunstancias demuestren lo contrario- que la buena providencia de Dios se ocupa de mí como si nadie existiera en el mundo.
10. Sólo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo de gozar de lo que es bello y de creer en la bondad.

Terapia contra la avaricia

Era un monarca sumamente ambicioso y rapaz. Un día estaba paseando por los descomunales jardines de su fastuoso palacio y de súbito se dio cuenta de que ante él aparecía un mendigo. El rey percibió en seguida que el hombre no era peligroso e incluso exhalaba una atmósfera de quietud, por lo que se dirigió a él y le preguntó:
— ¿Qué haces aquí?
El pordiosero presentó lo que parecía una escudilla ante el monarca y le dijo:
— Tú eres uno de los hombres más ricos del mundo, pero siempre quieres más. Si puedes llenar mi escudilla con monedas de oro, te diré cómo conseguir un fabuloso tesoro.
El rey pensó que nada tenía que perder y su avidez le dijo que por qué no probar. Llamó a uno de sus asistentes y le ordenó que trajera una bolsa de monedas de oro. Una vez la tuvo en sus manos, la abrió y comenzó a echar monedas en la escudilla. Ante su sorpresa, no pudo llenarla. Exigió que le trajeran entonces un saco lleno de ellas y comenzó a verterlas sobre la escudilla, pero ésta seguía vacía. Trajeron varios sacos de monedas de oro y sucedió lo mismo. El monarca ordenó que trajeran todos los tesoros del reino y todos los engulló la escudilla. Desesperado, preguntó:
— ¿Por qué no logro llenar tu miserable escudilla?
El pordiosero se encaró al monarca y le dijo:
— Eres más mendigo que yo, mucho más.
El rey estaba estupefacto. Entonces el mendigo dio la vuelta a su escudilla y resultó que ésta, por el otro lado, era un cráneo humano.
— ¿Te das cuenta, señor? Así es el ser humano. Por mucho que le des, nunca está satisfecho y continúa sintiéndose interiormente vacío. Nada puede saciar su voracidad; nada puede llenar su vacío interior.
— ¡Eres un mago! –vociferó el monarca–. Te haré ahorcar.
— Te equivocas, señor. No soy más que un pobre ermitaño, sólo eso, pero este cráneo-escudilla sí es mágico, porque fue el cráneo de un gran santo. Él refleja perfectamente cómo es la cabeza del llamado ser humano: siempre pidiendo más, ansiando más, esperando más. ¿De qué sirve ser un monarca si tu mente es mucho más pobre que la de un mendigo?
Entonces el rey tuvo un destello de comprensión profunda. Efectivamente, él había sido siempre el más mendigo de los mendigos.

domingo, 1 de enero de 2017

Oración en el Año Nuevo

Señor, Dios nuestro, Tú comienzas este Nuevo Año bendiciéndonos.
Yo quisiera comenzarlo recibiendo tu bendición.
Yo quisiera comenzarlo siendo bendición para todos.
Quisiera, a lo largo de este año, ser bendición:
Para los que me bendicen y los que no me bendicen.
Para los que me acompañarán en el camino
y para los que me abandonarán el camino.
Para los que me aman y para los que no me requieren o les caigo mal.
Para los que quitarán las piedras de mi camino
y para los que me pondrán piedras para que tropiece.
Para los que me sonrían y para los que me pongan cara seria.
Para los que me tiendan la mano y para los que me la nieguen.
Yo sé, Señor, que al comienzo, todos soñamos mucho.
Sé que tampoco este año será fácil, y habrá muchos cansancios,
habrá muchas desilusiones, habrá muchos que se echen atrás.
Para todos ellos permíteme citarles aquel poema de aliento y esperanza:
“No te rindas, aún estás a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, liberar el lastre, retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso, continuar el viaje, perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo, correr los escombros y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme, aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda, y se calle el viento,
aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo,
porque lo has querido y porque te quiero.
Porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
Abrir las puertas, quitar los cerrojos,
abandonar las murallas que te protegieron.
vivir la vida y aceptar el reto, recuperar la risa, ensayar el canto,
bajar la guardia y extender las manos, desplegar las alas e intentar de nuevo,
celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas, por favor, no cedas,
Aunque el frío queme, aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el viento,
aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños
Porque cada día es un comienzo nuevo.
Porque ésta es la hora y el mejor momento.
Porque no estás solo. Porque yo te quiero. (Mario Benedetti)

Las dos vasijas

Cuenta una leyenda que había en la India un cargador de agua que tenía dos grandes vasijas, que colgaban en los extremos de un palo, que llevaba encima de los hombros. Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua hasta el final del largo camino a pie, desde el arroyo hasta la casa de su patrón; pero, cuando llegaba la vasija rota, sólo tenía la mitad del agua.
Durante dos años completos esto fue así diariamente. Desde luego, la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable, porque sólo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación. Después de dos años, la vasija quebrada le habló al aguador diciéndole:
- Estoy avergonzada y me quiero disculpar; porque, debido a mis grietas, sólo puedes entregar la mitad de mi carga.
Pero el aguador le dijo:
- Cuando regresemos a casa, quiero que te fijes en las bellísimas flores que crecen junto al camino.
Así lo hizo la vasija y, en efecto, vio muchísimas flores hermosas a lo largo del camino. Entonces, el aguador le dijo:
- ¿Te diste cuenta de las flores tan hermosas? Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a lo largo del camino, por donde vas todos los días, regándolas. Estos dos años, yo he podido recoger estas bellas flores para alegrar la casa de mi familia. Si no fueras exactamente como eres, incluidos tus defectos, no hubiera sido posible crear esta maravilla. El haberte comprendido y aceptado como eres ha hecho posible tanta belleza.