sábado, 14 de septiembre de 2024

Ante la Cruz

Hoy es la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz

        Óscar Cala SJ

Cuando huyas de la cruz, recuerda:
que la entrega, llevó a la cruz,
que el amor, se expresó en la cruz,
que la fidelidad, se demostró en la cruz,
que la amistad, se probó en la cruz,
que la verdad, se reveló en la cruz,
que la incredulidad, cayó ante la cruz,
que la fe, se fortaleció en la cruz,
que las heridas, las abrazó la cruz,
y que el pecado, se redimió en la cruz.
Por eso la vida, mi vida, tu vida
que entiende de entrega y de amor,
que se apoya en amigos fieles,
que aspira a la verdad, la confianza y la fe,
que sufre por las heridas y llora el pecado,
no puede huir de la cruz,
sino al contrario: mirarla y amarla,
porque en ella la Vida, mira, ama y sana la vida.
Mi vida y tu vida.

"Kintsugi"

Dice la leyenda que el arte del kintsugi nació durante el s. XV cuando el shogun japonés Ashikaga Yoshimasa envió su taza de té rota hacia China para que la repararan. Cuando la devolvieron, el shogun se disgustó al ver que la pieza había sido enmendada con unas grapas de metal mediocres. Esto motivó en los artesanos de la época a buscar una forma de reparación alternativa que fuera agradable a la vista.
De aquí se creó el arte tradicional de reparar las piezas rotas de cerámica o porcelana con un esmalte especial hecho con polvo de oro, plata o platino. El resultado son esas costuras doradas y bonitas que hacen brillar las grietas de la pieza, dándole un aspecto único.
En japonés kintsugi quiere decir “reparar con oro”. Un método de reparación que celebra la historia de cada objeto haciendo énfasis en sus fracturas en lugar de ocultarlas o disimularlas. El kintsugi da una nueva vida a la pieza transformándola en un objeto incluso más bello y valioso que el original.
Según el kintsugi, además de la importancia de la recuperación del objeto, su valor más grande radica en que las roturas y las reparaciones forman parte de esta historia y tienen que ser mostradas en lugar de esconderlas. Las grietas se realzan y se han convertido en una muestra de la imperfección y la fragilidad. De este modo, la reparación es una forma de revalorizar el objeto a partir de su historia única y de celebrar sus defectos.
Ahora, la taza tiene valor por lo que fue y por lo que es, poniendo de manifiesto su transformación. Ha dejado de ser una taza convencional para convertirse en algo más. Tiene un valor añadido que da un significado nuevo y esencial a la taza reparada.

El kintsugi nos permite expresar que todo aquello que ha sido dañado tiene una historia digna de ser narrada. Estas porcelanas rotas y agrietadas, con fisuras y heridas, son como un espejo donde nos podemos ver. Somos como el objeto roto, que es más bello por haberse recuperado y reparado. Hemos dejado de ser algo convencional para convertirnos en algo con un valor añadido. Las cicatrices doradas son la prueba de la imperfección y la fragilidad, pero a la vez de la capacidad de recuperarse, dignas de ser alabadas.
Así pues, tal y como una pieza de porcelana hecha añicos reencuentra su utilidad y al mismo tiempo incrementa su belleza y valor resaltando con oro la unión de cada fisura, las personas también podemos aplicar el kintsugi en nuestras vidas. 
Y recuerda: "Todos estamos rotos, pero hasta la parte más rota de una tiza sigue pintando".

viernes, 13 de septiembre de 2024

Amas a los que cumplen tus mandamientos

"Quien hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ese es mi hermano y mi hermana." (Mt 12, 49-50)

Tu Voluntad es que cumpla tus mandamientos.
Se dice fácil, pero en las circunstancias concretas de la vida,
no es tan sencillo y no siempre sé cuál es tu voluntad.
Cuando tengo delante el bien y el mal, es fácil distinguir,
pero a veces tengo que elegir entre dos bienes.
Por eso ahora, como Jesús en Getsemaní,
me abandono en tus brazos con absoluta confianza
y te digo: “No se haga mi voluntad sino la tuya" (Lc 22,42)
Que se haga tu voluntad en mí.
Me guste o no me guste,
sé que obedecerte será lo mejor para mí.
Padre Santo, hágase tu voluntad.
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
"Que en la tierra reine la paz como en el cielo." (San Ambrosio)
¡Bendecid al Señor, todos sus ángeles,
que cumplen sus órdenes apenas oyen tu voz!
¡Bendecid al Señor, todos sus ejércitos, sus servidores,
los que cumplen su voluntad! (Sal 102,20-21)
Padre Nuestro, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

El juego de las tazas de té

Mariana se puso feliz porque le habían regalado un juego de té. Julia, su amiga, vino temprano a invitarla a jugar.

Mariana, tenía que salir con su madre aquella mañana Julia le pidió a Mariana que le prestara su juego de té para ella poder jugar sola en el jardín. Ella no quería prestar su regalo, pero ante la insistencia de su amiga decidió hacer dejárselo haciendo hincapié en que cuidara aquel juguete tan especial
Al volver del paseo, Mariana se quedó pasmada al ver su juego de té: faltaban algunas tazas y la bandeja estaba rota. Llorando muy dolida, Mariana se desahogó con su mamá
- ¿Ves, mama, le presté mi juguete y ella lo descuidó, lo dejó tirado por el suelo?
Mariana quería ir a casa de Julia a pedir explicaciones, pero su madre le dijo:
- Hijita, ¿te acuerdas de aquel día cuándo saliste con tu vestido nuevo y un coche que pasaba te salpicó tu ropa? Al llegar a casa querías lavar el vestido, pero tu abuelita no te dejó, ¿Recuerdas lo que dijo tu abuela? Que había que dejar que el barro se secara, porque después sería más fácil quitar la mancha. Con la ira es lo mismo, deja la ira calmarse, después es más fácil resolver todo.
Mariana no entendía, pero decidió seguir el consejo de su madre y fue a ver la televisión. Un rato después sonó el timbre de la puerta. Era Julia, con una caja y sin más preámbulo ella dijo:
- Mariana, ¿recuerdas al niño malcriado de la otra calle, el que nos molesta siempre? Vino para jugar conmigo y no lo dejé porque creí que no cuidaría tu juego de té, se enfadó y rompió tu regalo, Cuándo le conté a mi madre ella preocupada me llevó a comprar otro igual, Espero que no estés enfadada conmigo. ¡No fue mi culpa!
- ¡No hay problema!, dijo Mariana, ¡mi ira ya pasó!, y la llevó a su cuarto para contarle la historia del vestido nuevo que se había ensuciado de lodo

Nunca reacciones mientras sientas ira. La ira nos ciega e impide que veamos las cosas como realmente son. No cometas injusticias y ganarás el respeto de los demás por tu posición

lunes, 9 de septiembre de 2024

Me hiciste libre para elegir

                 P. Evaristo Sada, L.C. http://www.la-oracion.com

Padre Bueno, Tú siempre buscas mi bien y sólo mi bien.
Tú quieres mi salvación eterna.
Me hiciste para vivir en intimidad contigo en el tiempo y en la eternidad.
¡Qué más puedo desear! ¡Gracias, Padre!
No me impones un destino, me hiciste libre y quieres que yo elija.
Pero a veces preferiría no tener que elegir; temo equivocarme.
Tú conoces mi debilidad, tú sabes cómo a veces me confundo,
se me nubla la mente y no sé qué camino tomar.
No siempre es fácil saber qué es lo que tú quieres,
qué es lo que más me conviene.
No quiero ponerte triste, no quiero hacer daño a las personas.
Sólo quiero agradarte, hacer el bien y alcanzar la vida eterna.
Quiero obedecerte porque quiero agradarte.
Quiero lo que Tú quieras porque te quiero.
Y si hago lo que tú quieres me irá siempre bien.
Quien hace tu Voluntad se salva.
Padre Nuestro, hágase tu voluntad.

El café ‘pendiente’

Entramos en un pequeño café, pedimos y nos sentamos en una mesa. Luego entran dos personas:
— Cinco cafés. Dos son para nosotros y tres “pendientes”.
Pagan los cinco cafés, beben sus dos cafés y se van. Pregunto:
— ¿Cuáles son esos “cafés pendientes”?
— Espera y verás -me dicen-.
Luego vienen otras personas. Dos chicas piden dos cafés y pagan normalmente. Al poco tiempo, vienen tres abogados y piden siete cafés:
— Tres son para nosotros, y cuatro “pendientes”.
Pagan por siete, se toman los tres y se marchan. Después, un joven pide dos cafés, bebe solo uno, pero paga los dos. Estamos sentados, hablamos y miramos a través de la puerta abierta la plaza iluminada por el sol delante de la cafetería. De pronto aparece un hombre vestido muy pobre y pregunta en voz baja:
— ¿Tienen algún “café pendiente”?

(Este tipo de caridad, por primera vez, apareció en Nápoles. La gente paga anticipadamente el café a alguien que no puede permitirse el lujo de una taza de café caliente. Allí dejaban en los establecimientos de esta manera no solo el café, sino también comida. Esa costumbre ya ha saltado las fronteras de Italia y se ha extendido a muchas ciudades de todo el mundo).