viernes, 19 de marzo de 2021

Oración a san José

                        (Papa Francisco)

“Glorioso patriarca san José, cuyo poder
sabe hacer posibles las cosas imposibles,
ven en mi ayuda en estos momentos de angustia y dificultad.
Toma bajo tu protección
las situaciones tan graves y difíciles que te confío,
para que tengan una buena solución.
Mi amado Padre y Protector,
toda mi confianza está puesta en ti.
Que no se diga que te haya invocado en vano
y, como puedes hacer todo con Jesús y María,
muéstrame que tu bondad es tan grande como tu poder.”

La escalera de San José

La Capilla de Loreto en Santa Fe, Nuevo México guarda en su interior una misteriosa escalera “caracol” de 33 escalones y que se balancea como un muelle cuya construcción es atribuida, según una antigua devoción popular, a San José, el esposo de la Virgen María.
En 1852, por orden del obispo de Santa Fe (Nuevo México), Jean Baptiste Lamy, se construyó la Capilla de Nuestra Señora de la Luz (inspirada en la Santa-Capilla de París), que estaría al cuidado de las Hermanas de Loreto, quienes llegaron al lugar desde Kentucky para fundar allí una escuela para niñas.
Cuando la capilla estuvo lista, los constructores se encontraron con un problema inesperado: No pudieron poner una escalera que llevase desde la nave principal hasta el coro. Se trataba de un error de diseño del arquitecto del edificio, Antonio Mouly, quien murió antes de poder solucionarlo.
Cuando las monjas intentaron construir una, los constructores les dijeron que sería imposible, y que una escalera normal ocuparía demasiado espacio, por lo que se les recomendó, más bien, derribar el coro.
Fue entonces cuando las monjas decidieron rezar una novena a San José, patrono de los carpinteros, pidiéndole una solución.
Al terminar la novena, según testimonios que han pasado de generación en generación desde mediados del siglo XIX, apareció un hombre a la puerta de la capilla, afirmando que él podría construir la escalera, con una sola condición: que se respetara su anonimato y durante su trabajo nadie entrara en la Capilla. La madre superiora aceptó la oferta pues entendió que se trataba de una respuesta divina a sus oraciones.
Así, el extraño se encerró en la capilla durante tres meses, con una sierra, una escuadra y unas pocas herramientas.
Cuando la escalera fue terminada el carpintero desapareció sin cobrar nada por su trabajo. Por esa razón los fieles de dicha región dedujeron que se trataba de un milagro y que el carpintero era San José, a quien las hermanas pedían durante la novena.

miércoles, 17 de marzo de 2021

Gracias, Señor Dios

Gracias, Señor, por tu Palabra
que cae como la lluvia y pone sentido y destino en nuestro camino.
Gracias por el amor, poderoso como un torrente,
invencible hasta más allá de la muerte,
que nos eleva y nos llena el corazón de nombres y motivos.
Gracias por tu justicia, que se alza como un grito,
como una exigencia, como una llamada
y como el último atisbo de esperanza para quienes sufren lo injusto.
Gracias por hacernos tan de barro,
y al tiempo poner tu luz en nuestras grietas.
Gracias por la libertad de quien aprende a caminar sin cadenas
ni más ataduras que la pasión por tu Reino.
Gracias por el pan de cada día, y por poner en nuestra entraña
la convicción de que no podemos estar tranquilos
hasta que ese pan llegue a todas las mesas.
Gracias, en fin, por Jesús, camino, verdad y vida.

El Problema

Un gran maestro y un guardián compartían la administración de un monasterio zen.
Cierto día el guardián murió, y había que sustituirlo. El gran maestro reunió a todos sus discípulos, para escoger a quien tendría ese honor.
- Voy a presentarles un problema -dijo- el primero que lo resuelva será el nuevo guardián del templo.
Trajo al centro de la sala un banco, puso sobre este un enorme y hermoso florero de porcelana con una hermosa rosa roja y señaló:
- Este es el problema.
Los discípulos contemplaban perplejos lo que veían: los diseños sofisticados y raros de la porcelana, la frescura y elegancia de la flor… ¿Qué representaba aquello? ¿Qué hacer? ¿Cuál era el enigma? Todos estaban paralizados.
Después de algunos minutos, un alumno se levantó, miró al maestro y a los demás discípulos, caminó hacia el vaso con determinación, lo retiró del banco y lo puso en el suelo.
- Usted es el nuevo guardián -le dijo el gran maestro, y explicó-: Yo fui muy claro, les dije que estaban delante de un problema. No importa lo bellos y fascinantes que sean, los problemas tienen que ser resueltos. Puede tratarse de un vaso de porcelana muy raro, un bello amor que ya no tiene sentido, un camino que debemos abandonar, pero que insistimos en recorrer porque nos trae comodidades. Sólo existe una forma de lidiar con los problemas: afrontarlos. En esos momentos no podemos tener piedad, ni dejarnos tentar por el lado fascinante que cualquier conflicto lleva consigo.

lunes, 15 de marzo de 2021

Intercambios con Dios

Hoy, Señor, intercambio:
Mis preocupaciones por tu fortaleza.
Mis debilidades por tus soluciones.
Mis cargas por tu libertad
Mis frustraciones por tu paz.
Mi confusión por tu calma.
Mis esperanzas por tus promesas.
Mis aflicciones por tu consuelo.
Mis preguntas por tus respuestas.
Mi duda por tu afirmación.
Lo temporal por lo eterno.
Li imposible por lo posible.
A ti, mi Dios, te entrego mi voluntad.
¡Te amo, Señor Dios!

Ni tú ni yo somos los mismos

El Buda fue el hombre más despierto de su época. Nadie como él comprendió el sufrimiento humano, así es como desarrolló la benevolencia y la compasión.
Entre sus primos, se encontraba el perverso Desvadatta, siempre celoso del maestro y empeñado en desacreditarlo e incluso dispuesto a matarlo. Cierto día que el Buda estaba paseando tranquilamente, Desvadatta, a su paso, le arrojó una pesada roca desde la cima de una colina, con la intención de acabar con su vida. Sin embargo, la roca sólo cayó al lado del Buda y Desvadatta no pudo conseguir su objetivo. El Buda se dio cuenta de lo sucedido y permaneció impasible, sin perder la sonrisa de los labios.
Días después, el Buda se cruzó con su primo y lo saludó afectuosamente. Muy sorprendido, Desdavatta preguntó:
- ¿No estás enfadado, señor?
- No, claro que no.
Sin salir de su asombro, inquirió:
- ¿Por qué?
Y el Buda dijo:
- Porque ni tú eres ya el que arrojó la roca, ni yo soy ya el que estaba allí cuando me fue arrojada.

domingo, 14 de marzo de 2021

Mirando la Cruz

En mi vida, a menudo, ciertas sombras ocultan tu luz.
Tú lo sabes bien, Señor, porque me conoces.
Intento mirar más allá, pero no me resulta fácil.
Me desanimo.
Ayúdame a levantar la mirada
y enséñame a contemplarte en lo alto de esa cruz
que esconde misteriosamente tu gran amor hacia mí.
Hoy quiero quedarme un rato sentado ante esa cruz
y acoger su luz, en silencio.
No hay discursos. No hay palabras.
Solo miradas.
La tuya cargada de amor, la mía miope quizá,
que solo percibe apariencias, sombras.
Que se haga tu luz en mí.
Conviérteme en luz para los que están a mi lado.

El asno con la piel de león

En Benarés, pueblo de la India, había un viejo mercader que viajaba de pueblo en pueblo, llevando sus mercancías a lomos de un asno. Este mercader se valía de un ingenioso ardid para alimentar a su burro. Tan pronto como llegaba a un pueblo, lo descargaba y lo cubría enseguida con una piel de león; luego lo soltaba en un campo de arroz o alfalfa. El asno comía hasta hincharse y los dueños de los campos no se atrevían a echarle, ya que creían que se trataba de un león verdadero.
Un día el mercader llegó a un pueblo, y como había hecho en los otros, soltó al asno en un campo de verde alfalfa. El dueño, al ver lo que él suponía un león huyó, aterrorizado, al pueblo, y contó a sus convecinos lo que estaba ocurriendo. Sin vacilar un momento, todos se armaron hasta los dientes y corrieron al encuentro del falso león.
Este, al ver acercarse a tanta gente lanzó un sonoro rebuzno que descubrió a los campesinos su disfraz, y que tuvo además por consecuencia irritarlos mucho más. En un momento cayeron todos sobre él y lo molieron a palos de tal manera, que cuando al fin el mercader logró rescatarlo, estaba moribundo.
El hombre se tiró de los pelos al ver que por su avaricia había perdido a un compañero fiel y útil, y mientras el pollino moría, el viejo iba diciendo:
– No es la piel lo que hace temible al león.