sábado, 4 de enero de 2020

Niño Dios, muéstranos tu estrella

Jesús, los Reyes Magos, buscando entre las estrellas,
descubrieron la tuya y la siguieron.
Haznos descubrir tu presencia en medio del ruido
y de nuestros ajetreos cotidianos.
Jesús, muéstranos tu estrella,
danos fuerza y valor para seguirla.
Jesús, ayúdanos a ser pequeñas y alegres estrellas
para guiar y conducir a otros hasta ti.

Penas y alegrías, sufrimiento y gozo


Un ángel del cielo quería ayudar a los hombres a ser felices y pensó que Dios no estaba llevando las cosas bien. Por eso, le pidió que le dejara durante un año el gobierno del mundo para poder modificar las cosas y hacer un mundo feliz. Los otros ángeles estaban consternados por tanta audacia, pero Dios, que es humilde y paciente, le concedió lo que pedía.
Como sólo tenía un año de tiempo, comenzó rápidamente a poner las cosas en orden. Quería que fuera un año de mucha alegría y tranquilidad para todos. Y consiguió que no se oyeran lamentos. Nunca en la historia del mundo había habido tanta abundancia de todo. Los campos estaban llenos de frutos y cosechas. Parecía un paraíso terrenal y el ángel estaba orgulloso de su trabajo.
Al terminar el año previsto, regresó al cielo, contándoles a todos lo bien que había hecho todo y que todos estaban felices en la tierra.
Pero, al comenzar el nuevo año, comenzaron los lamentos y la desesperación de la gente. El ángel pensó que debería seguir gobernando al mundo, pues empezó a creer que era indispensable. Pero se preguntó: ¿Por qué las cosas ahora no funcionan? Y, vestido de peregrino, bajó a la tierra, viajando de un lugar a otro para ver qué pasaba. El grano que usaban para la harina y el pan que comían no tenía sustancia, no se podía comer y era amargo. La gente se moría de hambre y estaba desesperada, pensando que Dios les había dado un año de falsas bendiciones.
El ángel fue a quejarse ante Dios, pero Dios le dijo:
- Mi querido aprendiz, debes aprender una verdad demasiado profunda para que puedas comprenderla fácilmente. La tierra debe ser azotada por los vientos y las tempestades para que las plantas se hagan fuertes y tengan la suficiente agua para crecer. Pero tú quisiste un año sin nubes y con buen tiempo todos los días y eso hizo que las cosechas fueran abundantes, pero con frutos sin sustancia y sin sabor. Hacían falta las tempestades para que cayera la lluvia y los campos se fertilizaran.
Pues bien, eso mismo hace falta en la vida de los hombres. El dolor y los problemas de la vida son necesarios para fortalecer el alma. Una persona, que nunca ha sufrido, no sabe lo que es el verdadero amor, pues amar es dar la vida por los demás, amar es servir y ayudar, es compartir y agradecer. Amar, en una palabra, es vivir para los demás, superando los vicios y las tentaciones como una planta que es zarandeada por el viento y regada por la lluvia de la tempestad.

Hijo mío, aprende a luchar y a trabajar, porque sin esfuerzo ni sacrificio, no hay nada grande en la vida. Acepta a los demás como son y trata de hacerlos felices en todo momento.

viernes, 3 de enero de 2020

Lógica de Dios

           Benjamín G. Buelta sj

Donde acaba la ciudad y empieza el miedo,
donde terminan los caminos y empiezan las preguntas,
cerca de los pastores y lejos de los dueños,
en el calor de María y en el frío del invierno,
viniendo de la eternidad y gestándose en el tiempo,
salvación poderosa para todos en una fragilidad recién nacida,
liberador de todos los yugos, atado a un edicto del imperio,
rebajado hasta un pesebre de animales
el que a todos nos sube hasta los cielos,
nació el Hijo del Padre, Jesús, el hijo de María.
Sólo abajo está el Señor del mundo
que nosotros soñamos en lo alto.
Aquí se ve la grandeza de Dios
contemplando la humildad de este pequeño.
Aquí está la lógica de Dios,
rompiendo el discurso de los sabios.
Aquí ya está toda la salvación de Dios
que llenará todos los pueblos y los siglos.

Dromi el camellito del Rey Melchor


           Antonio Martínez Lorente

Dromi es un camellito, que nació en la primavera de un año cualquiera. Su mamá se llamaba Shana y su papá era Astro; el majestuoso camello del rey Melchor.
Desde muy chico, Dromi quería ser como su papá; un gran camello que llevara juguetes a todos los niños del mundo en la mágica noche del 5 de Enero.
¡Algún día seré tan grande y fuerte como mi papá -se decía- y tendré las jorobas más grandes del mundo para llevar miles y miles de juguetes…! Y así, día tras día, crecía para poder realizar su gran sueño crecía con ilusión
Pasó el verano, el otoño; y el invierno llegó al oasis del desierto donde vivía el pequeño camello; y con el invierno se acercaba, al fin, la Navidad. En el oasis de Dromi había una gran agitación; pajes de aquí para allá, montañas y montañas de juguetes se amontonaban por todas partes, los grandes camellos revisaban sus pezuñas y bebían mucha agua para el largo viaje.
Dromi, se acercó a su padre muy contento y le dijo:
- ¡Qué bien, qué bien! ¿Cuando nos vamos, papá?, ¿cuando nos vamos?.
- ¡Eres, todavía, muy pequeño, Dromi, -dijo su papá con una tierna sonrisa– cuando seas mayor podrás venir con todos nosotros !
– ¡Pero papá, -repuso el camellito- ya soy mayor. Soy muy fuerte y puedo llevar, en mis jorobitas, uno o dos paquetes !
El rey Melchor, que escuchó la conversación, se acercó a nuestro protagonista y le habló así:
– ¿De verdad que eres tan fuerte…? Dime, ¿cuántos paquetes crees que podrías llevar?
Ante las sonrisas de los allí presentes, Dromi, sin pensarlo dos veces, se metió debajo de un montón de regalos y a duras penas se pudo poner en pie. Las patas le temblaban como flanes, su carita se enrojeció por el esfuerzo y tras unos heroicos segundos, se desplomó contra el suelo quedando su orgullo sepultado por los paquetes.
– ¡Debes esperar a crecer un poquito más! -dijo el rey Melchor- mientras ayudaban a Dromi a salir del lío de paquetes.
Días más tarde, la Caravana Real estaba ya preparada. Se veía en el cielo una estrella muy brillante que guiaría a su papá, que iba al frente de todos junto al Rey Melchor.
– ¿Qué es eso tan brillante que hay en el cielo, mamá? -preguntó Dromi-
– ¡Esa es la estrella de Belén! -le contó Shana; su mamá- ¡Es la que muestra el camino a papá y a los Reyes Magos para que vayan a adorar al Niño Jesús !
– ¿Quién es el Niño Jesús, mamá? -interrogó Dromí- ¿lo conozco?
Shana sonrió ante la inocencia de su hijo y le explicó:
– ¡El Niño Jesús es el Hijo de Dios, que se hizo hombre para salvar a todos del pecado. Nació un 25 de Diciembre, la primera Navidad, que significa nacimiento; el nacimiento del Salvador. Por esto, todos los 5 de Enero, de cada año, los Reyes Magos van a adorarlo en el Portal de Belén!
– ¡Adelante, -gritó el Rey Melchor- tenemos que encontrarnos con Gaspar y Baltasar !
La comitiva se puso en marcha y nuestro amiguito contemplaba con tristeza como se alejaba por las arenas del desierto.
Astro, su papá volvió la cabeza y le dijo:
– ¡Volveré pronto, Dromi, obedece a mamá!
Dromi se echó a llorar y corrió a refugiarse en el palmeral de su oasis. Se recostó bajo la palmera más grande y anciana de todas.
– ¿Por qué lloras, camellito? -se escuchó una voz que él no sabía de donde procedía.
– ¿Quién ha dicho eso? -exclamó Dromi con extrañeza.
– ¡Aquí! -dijo la voz- ¡Si miras para arriba sabrás quién te habla! Levantó la vista y contempló una majestuosa palmera que lo miraba con ternura.
¿Una palmera que habla? -pensó Dromi en voz alta- ¡qué raro!
– ¡Tan raro como que hable un camello; ¿no crees? -contestó la anciana palmera-. Todos los seres vivos hablamos, lo que ocurre es que no nos paramos a escucharnos los unos a otros. ¿Qué te ocurre?; ¿por qué estás tan triste?
– ¡Porque no me han dejado ir con la Caravana! -refunfuñó Dromi con el ceño fruncido- ¡Dicen que soy demasiado pequeño!
La gran palmera sonrió y acariciándolo con una hoja de palma, le dijo:
– ¡Dentro de poco, muy poco, serás un gran camello y podrás ir con ellos. En cambio yo… -prosiguió, ahora con tristeza- nunca podré ir. Son, ya, cientos de años que los veo partir y siempre he deseado ir a Belén a llevarle al Niño Jesús una de mis hojas, que guarda el calor del desierto, para que le abrigue en su cuna de paja!
– ¡Yo te llevaré! -exclamó Dromi con energía- ¡Te cargaré sobre mis jorobas y tu misma se la podrás dar! La palmera sonrió ante la bondad y la gran inocencia del pequeño camello.
– ¡Agradezco tu intención, pero es imposible, tengo bien atados los pies a la tierra y soy muy vieja -dijo la palmera- pronto me secaré!
– ¡Como que me llamo Dromi, que algún día te llevaré! -repuso el camellito con heroicidad- ¡Por cierto, ¿cómo te llamas?
– ¡Palmira!; original, ¿no crees? ¡De palmera, Palmira!
Desde ese día Palmira y Dromi se hicieron grandes amigos. Pasaban mucho rato hablando y jugando en el palmeral del oasis. Pasó el tiempo y se aproximaba una nueva Navidad; una Navidad en que ocurrió algo realmente insólito. Ocurrió que Astro y los demás camellos del Rey Melchor enfermaron con gripe camellar.
El Rey Mago estaba preocupadísimo. Si no hay camellos, no habrá regalos; y por tanto no habrá Navidad -se decía a sí mismo el anciano monarca-.
Dromi, que lo había escuchado, corrió a buscar a sus amigos y les contó lo sucedido. Se presentaron ante el Rey y Dromi le dijo:
- ¡Rey Melchor, nosotros podemos llevar los regalos; somos jóvenes pero fuertes!
El anciano Mago asintió; no había otra alternativa. El primer pensamiento de Dromi fue ir a contárselo a su amiga Palmira.
– ¡Palmira, Palmira! -gritaba loco de alegría- voy a Belén, voy a Belén, pero nadie contestó. Su gran amiga, se había secado y partido el tronco en dos. Tan sólo una hoja, de su compañera, estaba en el suelo. Dromi la recogió con su boca y dijo:
– ¡Palmira, amiga mía, te prometí que te llevaría a Belén, y así lo haré. ¡Le llevaré el Niño Jesús tu hoja de palma para que el calor del desierto, que ha guardado durante cientos de años, caliente las pajas de su cuna. Espero que estés en el cielo de las palmeras. Adiós amiga; nunca te olvidaré !
– ¡Adelante! -gritó, como ya era tradicional, el anciano Rey- ¡Tenemos que encontrarnos con Gaspar y Baltasar!
Dromi partió hacia Belén con la alegría de ver cumplido su sueño y con la tristeza de haber perdido a su fiel camarada. Él iba delante, junto al Rey Melchor, igual que lo hacía su papá, Astro y en la boca llevaba la hoja de Palmira.
Cuando llegaron a Belén, los tres Magos, ofrecieron al Niño oro, incienso y mirra. Dromi corrió a darle al Recién Nacido el regalo de su amiga. Tan deprisa iba, que tropezó y la hoja se le escapó de la boca y volando, fue a parar a la mano abierta del Niño.
El Niño Jesús sonrió al joven camello. Dromi volvió la mirada al cielo y pensó: ¡Palmira, nuestro sueño se ha hecho realidad!
Dromi volvió muchas veces a Belén, cada 5 de Enero y cuando llegaba al pesebre, siempre veía la verde hoja de palma, de su amiga, entre la amarilla paja de la cuna del Salvador.

jueves, 2 de enero de 2020

Sólo por hoy San Juan XXIII

1. Sólo por hoy trataré de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver el problema de mi vida en un momento.
2. Sólo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto: cortés en las maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé mejorar a nadie sino a mí mismo.
3. Sólo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no sólo en el otro mundo, sino en éste también. 
4. Sólo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que las circunstancias se adapten a mis deseos.
5. Sólo por hoy dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura; recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria par la vida del alma.
6. Sólo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie. 
7. Sólo por hoy haré por lo menos una cosa que no deseo hacer, y si me sintiera ofendido en mis sentimientos procuraré que nadie se entere. 
8. Sólo por hoy me haré un programa detallado; quizá no lo cumpliré detalladamente, pero lo redactaré. Y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión. 
9. Sólo por hoy creeré firmemente -aunque las circunstancias demuestren lo contrario- que la buena providencia de Dios se ocupa de mí como si nadie existiera en el mundo. 
10. Sólo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo de gozar de lo que es bello y de creer en la bondad.

Las dos vasijas


Cuenta una leyenda que había en la India un cargador de agua que tenía dos grandes vasijas, que colgaban en los extremos de un palo, que llevaba encima de los hombros. Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua hasta el final del largo camino a pie, desde el arroyo hasta la casa de su patrón; pero, cuando llegaba la vasija rota, sólo tenía la mitad del agua.
Durante dos años completos esto fue así diariamente. Desde luego, la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable, porque sólo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación. Después de ese tiempo, la vasija quebrada le habló al aguador diciéndole:
- Estoy avergonzada y me quiero disculpar; porque, debido a mis grietas, sólo puedes entregar la mitad de mi carga.
Pero el aguador le dijo:
- Cuando regresemos a casa, quiero que te fijes en las bellísimas flores que crecen junto al camino.
Así lo hizo la vasija y, en efecto, vio muchísimas flores hermosas a lo largo del camino. Entonces, el aguador le dijo:
- ¿Te diste cuenta de las flores tan hermosas? Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a lo largo del camino, por donde vas todos los días, regándolas. Estos dos años, yo he podido recoger estas bellas flores para alegrar la casa de mi familia. Si no fueras exactamente como eres, incluidos tus defectos, no hubiera sido posible crear esta maravilla. El haberte comprendido y aceptado como eres ha hecho posible tanta belleza.

martes, 31 de diciembre de 2019

Oración Fin de Año

Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro.
Al terminar este año quiero darte gracias por todo aquello que recibí de TI.
Gracias por la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor,
por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser.
Te ofrezco cuanto hice en este año, el trabajo que pude realizar
y las cosas que pasaron por mis manos y lo que con ellas pude construir.
Te presento a las personas que a lo largo de estos meses amé,
las amistades nuevas y los antiguos amores, los más cercanos a mí y los que estén más lejos,
los que me dieron su mano y aquellos a los que pude ayudar,
con los que compartí la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.
Pero también, Señor hoy quiero pedirte perdón, perdón por el tiempo perdido,
por el dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado.
Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho, y perdón por vivir sin entusiasmo.
También por la oración que poco a poco fui aplazando y que hasta ahora vengo a presentarte.
Por todos mis olvidos, descuidos y silencios nuevamente te pido perdón.
Mañana iniciaremos un nuevo año y detengo mi vida ante el nuevo calendario aún sin estrenar
y te presento estos días que sólo TÚ sabes si llegaré a vivirlos.
Hoy te pido para mí y los míos la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría.
Quiero vivir cada día con optimismo y bondad
llevando a todas partes un corazón lleno de comprensión y paz.
Cierra Tú mis oídos a toda falsedad
y mis labios a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes.
Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno,
que mi espíritu se llene sólo de bendiciones y las derrame a mi paso.
Cólmame de bondad y de alegría para que,
cuantos conviven conmigo o se acerquen a mí encuentren en mi vida un poquito de TI.
Danos un año feliz y enséñanos a repartir felicidad . Amén

Decir la verdad


En cierta tribu, para llegar a ser adultos, los jóvenes debían pasar diferentes pruebas. A uno de ellos, el día señalado, los ancianos le pidieron que fuera a la selva él solo, sin alimentos ni agua ni armas, y encontrara a cuatro animales: una serpiente pitón, un rinoceronte, un león y un elefante. Le dijeron:
- Tienes que mirarlos de frente a los ojos, quedarte quieto y cerciorarte de que ellos te ven. Después vuelves y nos informas.
Partió el jovencito y fue en busca de los leones, pues sabía dónde se encontraban. Vio a un león a cierta distancia y, a pesar de sudar de miedo, esperó. El león descubrió al joven, se miraron el uno al otro y, finalmente, el león bajó la cabeza y se fue lentamente. Había superado la primera prueba.
Después se fue en busca del rinoceronte, que son animales peligrosos, sobre todo, cuando se asustan. El chico sabía donde abrevaban y se fue a esperarlos. Se subió a un árbol a esperar. Un rinoceronte se acercó a beber, lo vio y se lanzó dos veces contra el árbol, pero el árbol aguantó. Se miraron mutuamente y sólo tuvo que esperar a que bebiera agua y se marchara.
Después se encaminó a la parte más espesa de la jungla y encontró una serpiente pitón enrollada en un árbol. Él la miró y la gran serpiente comenzó a desenroncarse del árbol. Una vez que estuvo en el suelo, la serpiente miró al muchacho y el muchacho salió disparado corriendo, pero contento de haber superado la tercera prueba.
Sólo faltaba el ver a los elefantes, que son animales pacíficos y que no atacan a los humanos, a menos que no sean amenazados. Llegó a donde sabía que se encontraban, siguió la pista, pero no pudo encontrar ninguno. ¿Dónde podrían estar? Estaba cansado, sediento y hambriento después de dos días y hasta se sentía mareado de debilidad; quería beber agua de la fuente, pero se reprimió y no lo hizo. Después de caminar varias horas, ya no pudo más y se rindió. Empezó a llorar y retornó al pueblo. Informó a los ancianos que no había comido ni bebido y que había superado bien las tres primeras pruebas, pero que había fracasado, porque no había encontrado a los elefantes. Entonces, un anciano lo tomó del brazo, lo abrazó y le dijo:
- No has fracasado. No pudiste encontrar al elefante, porque nosotros los hicimos huir en estampida la mañana que partiste. La prueba no consistía simplemente en ver y ser visto por los animales salvajes, sino en saber si dirías o no la verdad. Tú lo has hecho. Bienvenido a casa. Ahora eres un hijo de la tribu.

lunes, 30 de diciembre de 2019

Bendición de la familia

¡Dios mío!, bendice mi casa, para que sea el hogar del amor y la paz.
Bendice, la puerta abierta como dos brazos extendidos
que dan la bienvenida a mis invitados.
Bendice, las ventanas que dejan entrar el sol a raudales cada mañana,
y por donde se asoman las estrellas del firmamento,
que son luces de esperanza para la humanidad.
Bendice, los muros que nos defienden del viento, del frío, del calor,
y que son nuestros amigos en las horas que pasamos en la casa.
Bendice, nuestra mesa, y los sitios de trabajo diario para que nos ayudes,
y el lugar de reposo para que nos guardes del peligro.
Bendice, el techo que cobija los afanes de hoy,
y los sueños de mañana, y que guarda para siempre entre los vivos,
la memoria sagrada de los que se han ido al cielo.
Bendice, la luz de la casa, la madre, la fuerza, y el aliento.....
el padre, y que sean benditos los hijos,
luz de esperanza, y de sueños futuros.
Bendice, los sentimientos, las ternuras, el amor,
los anhelos que florecerán en nuestras vidas cotidianas.
Bendice, nuestros pensamientos para que siempre sean puros,
y las palabras para que sean rectas,
y que nuestros actos en la tierra nos conduzcan a TÍ.
Bendice nuestras horas de paz y de silencio,
para que fortalezcamos juntos nuestro espíritu,
y este nos lleve puros hacia TÍ.
Bendice, nuestros dolores más profundos,
y nuestras alegrías porque son el corazón de la familia.
¡SEÑOR!, QUÉDATE SIEMPRE CON NOSOTROS...
EN TU MORADA... EN NUESTRA CASA!

La leyenda de las arañas de Navidad


Hubo una vez hace mucho, mucho tiempo, un hogar alemán en el que la madre se afanaba en limpiar la casa para celebrar el día más maravilloso del año.
Era el día en el que nacía Jesús, el día de la Navidad. Ella limpiaba y limpiaba para que todo estuviera impecable y reluciente. Incluso limpió esos rincones donde en muchas ocasiones al hacer mucho tiempo que no se limpia suelen aparecer minúsculas telas de araña. Las pequeñas arañas, viendo sus telas destruidas, huyeron y subieron a algún rincón del ático.
En esa casa colocaron y decoraron con mucho detalle y alegría el árbol, y la madre se quedó junto a la chimenea, esperando que sus hijos bajaran de sus habitaciones. Sin embargo, las arañas, que habían sido desterradas tras la ardua limpieza de la madre, estaban desesperadas porque no iban a poder estar presentes en la mañana de Navidad. La araña más vieja y sabia sugirió que podían ver la escena a través de una pequeña rendija en el vestíbulo.
Silenciosamente, salieron del ático, bajaron las escaleras y se escondieron en la pequeña grieta que había en el vestíbulo. De repente la puerta se abrió y las arañas asustadas corrieron por toda la habitación. Se escondieron en el árbol de Navidad y se arrastraron de rama en rama, subiendo y bajando, buscando esconderse en las decoraciones más bonitas.
Cuando Santa Claus bajó por la chimenea aquella noche y se acercó al árbol, se dio cuenta con espanto que estaba lleno de arañas. Santa Claus sintió lástima de las pequeñas arañas, porque son criaturas de Dios, sin embargo pensó que la dueña de la casa no pensaría lo mismo que él.
De inmediato, con un toque de magia, golpeó un poco el árbol y convirtió a las arañas en largas tiras brillantes y luminosas.
Desde entonces, en Alemania, todos los años, los abuelos les cuentan a sus nietos la leyenda de las Arañas de Navidad, y colocan con ellos las guirnaldas brillantes de colores en el árbol.
Y cuenta la tradición que siempre hay que incluir una araña en medio de cada decoración.