sábado, 18 de enero de 2025

En el centro de mi vida

                  José Mª Rodríguez Olaizola S.J.

Si acaparo el centro de mi vida
solo habrá música en clave de Mi
Mis anhelos y dudas, mis problemas,
mis tristezas y miedos, mi alegría.
Mis batallas de dentro, mis heridas de fuera.
Hay un ego insaciable reclamando atención.
¿Qué exigencia me mueve? ¿Qué necesito ahora?
¿Qué me duele? ¿Qué falta? ¿Qué me llena?
Siempre hay algo que añadir
a esa lista infinita de desvelos.
Un constante reclamo de mejoras.
Una sordera crónica ante lo ajeno.
Hasta a Ti, Señor, te intento controlar
para apresarte en mis esquemas.
Si Tú estás en el centro de mi vida,
todo encuentra su sitio.
El prójimo aparece en el paisaje.
El amor es historia y no trinchera.
Las tristezas y dichas se comparten.
La fe es la luz que rasga las tinieblas
y descubre horizontes diferentes.
El yo es solo un pronombre entre otros muchos.
La mirada se nutre en la belleza
que se oculta a los ojos de Narciso.
La amistad es regalo y no cadena.
Solo hay que descentrarse
y devolverte a Ti el centro de la vida.

Una hermosa historia

Él tiene más de ochenta años e insiste en llevar de la mano a su esposa dondequiera que va. Cuando le pregunté por qué su mujer caminaba como distraída, como si estuviera en otro mundo, él me respondió con ternura:
— Porque tiene Alzheimer.
— ¿No te preocupa que se angustie si la sueltas, o simplemente si te cansas de llevarla? le pregunté intrigado.
Él me miró y, con una sonrisa serena, me dijo:
— Ella no se preocupa… Hace años que ya no sabe quién soy. Ya no me reconoce.
Sorprendido, le dije:
— ¡Qué increíble! Aun así sigues acompañándola, cada día, a pesar de que ella no te reconoce.
El hombre, con una expresión llena de amor y paciencia, me miró directamente a los ojos y respondió:
— Ella no sabe quién soy yo, pero yo sí sé quién es ella. ¡Es el amor de mi vida!

jueves, 16 de enero de 2025

Te doy gracias, Señor, Dios mío

Te doy gracias de todo corazón, Señor, Dios mío,
te diré siempre que tú eres amigo fiel.
Me has salvado del abismo profundo,
y he experimentado tu misericordia.
Me has librado de los lazos de la tentación,
y he experimentado tu misericordia.
Me has hecho revivir, volver al camino,
y he experimentado tu misericordia.
Has curado la fiebre que me impide servir a los hermanos.
Has abierto mis ojos y mis oídos 
para ver y escuchar a quién me necesita.
Sigue protegiendo mi vida. Sálvame. Confío en ti.
Señor, yo me alegro, porque eres un Dios compasivo.
Me alegro porque eres piadoso y paciente.
Me alegro porque eres misericordioso y fiel.
Señor, mírame. Ten compasión de mí. Dame fuerza.
Protege mi vida. Sálvame. Confío en ti.
Tú, Señor, siempre estás pronto a ayudarme
y a animar mi corazón cuando decae.
Tú, Señor, toma mi corazón de barro
y moldéalo según la grandeza de tu misericordia.
Protege mi vida. Sálvame. Confío en ti.

Las notas musicales

Por curiosidad, sin pretender ser exhaustivo y exacto

Las notas musicales surgieron en la antigua Grecia, donde Pitágoras descubrió que los sonidos se generan según proporciones matemáticas en cuerdas vibrantes.
En el año 650 d. C., San Isidoro desarrolló un nuevo sistema de escritura musical, utilizando una notación llamada "neumas". Los cantos vocales, que eran la música popular de la época, se escribían en pergamino con el texto, sobre el cual se escribían los neumas, que indicaban el contorno de la melodía. 350 años después, alrededor del año 1000 d.C., el teórico musical italiano Guido D'Arezzo vio que la gente tenía dificultades para aprender cantos a partir de "neumas" y pensó que debía existir un sistema de notación más preciso. Creó un sistema de cuatro líneas (una versión temprana de los de cinco líneas que utilizamos hoy) y organizó las notas en grupos llamados "hexacordios", utilizando las sílabas Ut, Re, Mi, Fa, Sol, La, basadas en un himno religioso. Más tarde, “Ut” fue reemplazado por “Do” por ser más fácil de pronunciar, y se añadió “Si” para completar la escala. Este sistema evolucionó hasta la notación moderna, incluyendo el pentagrama y el temperamento igual, que dividió la octava en 12 partes iguales.

lunes, 13 de enero de 2025

Mirada limpia

      Himno de Laudes

Mis ojos, mis pobres ojos
que acaban de despertar
los hiciste para ver,
no sólo para llorar.
Haz que sepa adivinar
entre las sombras la luz,
que nunca me ciegue el mal
ni olvide que existes tú.
Que, cuando llegue el dolor,
que yo sé que llegará,
no se me enturbie el amor,
ni se me nuble la paz.
Sostén ahora mi fe,
pues, cuando llegue a tu hogar,
con mis ojos te veré
y mi llanto cesará. Amén.

Decide ser feliz

La menuda anciana de 92 años, perfumada y orgullosa, bien vestida cada mañana para las 8 en punto, con su pelo arreglado a la moda y perfectamente maquillada, se traslada hoy a un asilo. Su esposo de 90 años murió recientemente, lo que motivó el traslado. Después de esperar mucho tiempo pacientemente en el recibidor del asilo, sonrió dulcemente cuando le dijeron que su habitación estaba preparada.
Mientras se desplazaba con su andador hacia el ascensor, la asistenta le dio una descripción detallada de su pequeña habitación, incluyendo las cortinas que colgaban de la ventana. Me encanta" afirmó con el entusiasmo de una niña de 8 años a la que le acaban de entregar una nueva mascota.
- "Sra. Jones, no ha visto la habitación... espere!"
- "Eso no importa, respondió, la felicidad es algo que decides con el tiempo. Si me gusta o no mi cuarto no depende de cómo estén arreglados los muebles o las cortinas, depende de cómo arregle mi mente. Ya he decidido que me gusta... Es una decisión que hago cada mañana cuando me levanto. Puedo elegir pasar el día en la cama repasando las dificultades que tengo con las partes de mi cuerpo que no funcionan, o levantarme de la cama y estar agradecida por las partes que sí funcionan. Cada día es un regalo, y mientras se abran mis ojos, me dedicaré al nuevo día y a los recuerdos felices que he almacenado... sólo por esta vez en mi vida.

Moraleja: La vejez es como una cuenta de banco: tu retiras de ella lo que has depositado. Así que mi consejo sería que deposites una gran cantidad de felicidad en la cuenta de tu memoria. Y recuerda las 5 simples reglas para ser feliz: 
        Libera tu corazón del odio. 
        Libera tu mente de preocupaciones. 
        Vive sencillamente. 
        Da más. 
        Espera menos.

domingo, 12 de enero de 2025

Himno en la fiesta del Bautismo del Señor

A la orilla del Jordán,
descalza el alma y los pies,
bajan buscando pureza
doce tribus de Israel.
Piensan que a la puerta está
el Mesías del Señor
y que, para recibirlo,
gran limpieza es menester.
Bajan hombres y mujeres,
pobres y ricos también,
y Juan sobre todos ellos
derrama el agua y la fe.
Mas ¿por qué se ha de lavar
el Autor de la limpieza?
Porque el bautismo hoy empieza,
y él lo quiere inaugurar. Amén.

El árbol verdinegro

             mi voz es tu voz

Cuentan, que había una vez un árbol que tenía la extraña peculiaridad de que cada vez que le brotaba una hoja verde y llena de vida, al mismo tiempo y en dirección opuesta le brotaba otra negra y sin fuerza.
Y así crecía muy lento, gastaba demasiada energía para rechazar sus hojas negras.
Como los árboles vecinos no tenían hojas negras, él se lamentaba por ser tan diferente. Siempre tenía la esperanza de que un día empezarían a caerse las hojas negras y ese era su único deseo.
Pero las hojas negras nunca se caían. Al principio creyó morir y sufrió como nunca. Aquel sufrimiento le hizo darse cuenta de que tiene más sentido procurar aceptar, que tratar de entender.
Y eligió cambiar, decidió relacionarse con todas sus hojas de otra manera. Al fin y al cabo, acababa de darse cuenta de que las hojas verdes que tenía eran preciosas y cuanto más apreciaba y agradecía a las hojas verdes, más crecían y más vigorosas crecían junto a otra hoja negra, como siempre, pero ahora éstas ya no le molestaban tanto como antes.
Y así empezó a crecer como nunca, parecía que más que el sol y el agua, era su apreciación lo que lo hacía crecer, y empezó a echar ramas enormes que se abrían al cielo y se llenaban de más y más hojas verdes y negras. El árbol estaba que se salía de su copa, amaba tanto a sus hojas verdes y había conseguido aceptar tanto a sus hojas negras, que creció como ninguno, y ya centenario y sabiendo que la vida ya no le regalaría muchas más hojas, ni tiempo, tomó otra gran decisión; de alguna forma había empezado a tenerles cariño a sus hojas negras y decidió intentar amarlas.
No sabía cómo empezar, nunca se había fijado en ellas, nunca las había mirado de verdad como a las verdes. Pero se había propuesto amarse completamente tal y como era y las miró como nunca antes lo había hecho.
Y al hacerlo así, se dio cuenta de que ¡¡no tenía hojas negras!! Que lo que hasta ahora le habían parecido hojas negras en realidad no era otra cosa que la sombra que proyectaban las verdes.
Fue entonces cuando descubrió que no solo necesitaba las hojas para sobrevivir, sino que la sombra de éstas refrescaba las ramas y el tronco. Y su amor y agradecimiento por tanta comprensión fue tan grande que ahora podía comprender más. Comprendió que necesitó creer en que eran hojas negras para aprender a aceptar lo que no podía comprender. Y amó como nunca antes lo había hecho a sus hojas verdes, a las negras, a la sombra y a la luz. A todas las realidades presentes y a sus ilusiones pasadas.
Y la fuerza de ese amor obró el milagro: Cada hoja negra que antaño rechazaba, ahora se transformaba en esferas de colores, y las sombras en luces de comprensión y brillo.
Y así permanece desde entonces. Lleno de hojas, de luz y colores y con la estrella de la comprensión en su copa como una eterna sonrisa.
Cuentan que cada año por Navidad, el espíritu del árbol se cuela en tu hogar para darte de nuevo la oportunidad de elegir, de agradecer lo que aprecias, de aceptar lo que rechazas y quien sabe si, como ese árbol, llegar a transformarte para siempre en luz y colores.
Lo opuesto al miedo es el amor, sin embargo aquello que todo lo contiene no puede tener opuestos.
Mas allá del “bien” y del “mal” está el AMOR que acoge a los opuestos.