jueves, 24 de marzo de 2022

Salmo 94 (en singular)

    (Adaptación Rezando voy)

Ven, aclama al Señor, que sostiene tu vida,
que te salva del sinsentido, de la indiferencia,
de vivir una vida a medias.
Ven, aclama al Señor, la roca sobre la que puedes caminar
y construir tu vida.
Entra en su presencia allá donde estés,
y sé consciente de la desproporción.
Su grandeza, tu necesidad.
Él te ha creado, te ha dado la vida.
Tú eres parte de su creación.
Él te muestra un camino, y tú puedes recorrerlo.
Pero ni impone, ni anula.
Bendice al Señor, porque él es tu Dios, tu fortaleza.
Ojalá escuches hoy su voz.
No endurezcas tu corazón, que es una tentación universal.
Prescindir de él, comprar otras lógicas, otros discursos,
otras maneras de ser. Tentarle, exigiéndole pruebas…
No caigas en ello. Escúchale, y respóndele.



Sembrando mangos

Un anciano pobre se dedicaba a sembrar árboles de mango. Un día se encontró con un joven que le dijo:
- ¿Cómo es que a su edad se dedica a plantar mangos? ¡Tenga por seguro que no vivirá lo suficiente para comer sus frutos!
El anciano respondió apaciblemente:
- Toda mi vida he comido mangos de árboles plantados por otros. ¡Que los que yo planto rindan frutos para quienes me sobrevivan!
Continuando con su explicación, el sembrador sentenció:
- Habitamos en un universo en el que todo y todos tienen algo que ofrecer: los árboles dan, los ríos dan, la tierra, el sol, la luna y las estrellas dan. ¿De dónde, pues, esa ansiedad por tomar, recibir, amasar, juntar, acumular sin dar nada a cambio?
Todos podemos dar algo, por pobres que seamos. Podemos ofrecer pensamientos agradables, dulces palabras, sonrisas radiantes, conmovedoras canciones, una mano firme y tantas otras cosas que alivien a un corazón herido. Yo he decidido dar mangos, para que otros, que vengan después que yo, los disfruten.
Y tú jovencito, preguntó el anciano, ¿has pensado en lo que quieres dar?”

martes, 22 de marzo de 2022

Oración por mis amigos

            Fray Armando ofm

Padre, te pido que bendigas a mis amigos,
revélales de nuevo tu amor y tu poder.
Te pido que seas la guía para su alma.
Si tienen dolor, dales tu paz y tu consuelo.
Si tienen dudas, renueva en ellos la confianza.
Si tienen cansancio, dales la fuerza para seguir adelante.
Si se sienten estancados,
revélales tu cercanía para recomenzar la fe.
Si tienen miedo, revélales tu amor y trasmíteles tu fuerza.
Donde hay pecado, bloqueando su vida,
haz que busquen la reconciliación y perdónalos.
Bendícelos, concédeles que te vean más y mejor,
que tengan el apoyo de amigos para darles fuerza y valentía.
Concédeles a cada uno la luz
para poder distinguir las fuerzas del mal que puedan afectarles
y revélales el poder que tiene en Ti para superarlo. Amén

Tormentas

Cuentan que un día un campesino le pidió a Dios le permitiera mandar sobre la Naturaleza para que -según él- sus cosechas fueran mejores.
¡Y Dios se lo concedió!
Cuando el campesino quería lluvia ligera, así sucedía; cuando pedía sol, éste brillaba en su esplendor; si necesitaba más agua, llovía más regularmente; etc.
Pero cuando llegó el tiempo de la cosecha, su sorpresa y estupor fueron grandes porque resultó un total fracaso. Desconcertado y muy molesto le preguntó a Dios por qué salió así la cosa, si él había puesto los climas que creyó más convenientes.
Pero Dios le contestó
– “Tú pediste lo que quisiste, pero no lo que de verdad convenía. Nunca pediste tormentas, y éstas son necesarias para limpiar la siembra, ahuyentar aves y animales que la consuman, y purificarla de plagas que la destruyan…”-

Así nos pasa: queremos que nuestra vida sea puro amor y dulzura, nada de problemas.
El optimista no es aquel que no ve las dificultades, sino aquel que no se asusta ante ellas, no se echa para atrás. Por eso podemos afirmar que las dificultades son ventajas, las dificultades maduran a las personas, las hacen crecer.
Por eso, de vez en cuando, hace falta una tormenta en la vida de una persona, para hacerla comprender cuánto se ha preocupado por tonterías, por chubascos pasajeros.

domingo, 20 de marzo de 2022

Oración por el Seminario

Oh, Señor, que guiaste a tu pueblo
por el desierto a la tierra prometida;
tú llamaste a los discípulos y caminaste con ellos
anunciando el Evangelio y los condujiste a Jerusalén,
para que, a través de tu pasión y muerte,
conocieran la gloria de tu resurrección.
Ahora, que acompañas a tu Iglesia,
peregrina en el mundo, te pedimos
que envíes sacerdotes que caminen hoy
junto a aquellos que convocas en tu Iglesia;
que nos fortalezcan y consuelen con la unción del Espíritu Santo;
que nos animen e iluminen con la predicación de tu Palabra;
que nos alimenten y sostengan con la celebración de la eucaristía
y la entrega de su propia vida. Amén.

El árbol de la mentira

La Verdad y la Mentira se pusieron a vivir juntas una vez y, pasado cierto tiempo, la Mentira, que es muy inquieta, le propuso a la Verdad plantar un árbol para que les diese fruta y poder disfrutar de su sombra en los días más calurosos. La Verdad, que no tiene doblez y se conforma con poco, aceptó la propuesta.
Cuando el árbol estuvo plantado y empezó a crecer frondoso, la Mentira propuso a la Verdad que se lo repartieran entre las dos, cosa que agradó a la Verdad. La Mentira, dándole a entender con razonamientos bien construidos que la raíz mantiene al árbol, le da vida y, por ello, es la mejor parte y la de mayor provecho, aconsejó a la Verdad que se quedara con las raíces, que viven bajo tierra, En tanto, ella se contentaría con las ramitas que aún habían de salir y vivir por encima de la tierra, lo que sería un gran peligro, pues estarían a merced de los hombres, que podrían cortarlas o pisarlas, algo que también podrían hacer los animales y las aves. Además, le dijo que los grandes calores podrían secarlas, y quemarlas los grandes fríos; por el contrario, las raíces no estarían expuestas a estos peligros.
Al oír la Verdad todas estas razones, como es bastante crédula, confiada y no tiene malicia alguna, se dejó convencer por la Mentira; creyó que era cierto lo que le decía.
La Verdad se metió bajo tierra para vivir, pues allí estaban las raíces, que ella había elegido, y la Mentira permaneció encima de la tierra, con los hombres y los demás seres vivos.
Y como la Mentira es muy zalamera, en poco tiempo se ganó la admiración de la gente, porque su árbol comenzó a crecer y a echar grandes ramas y hojas que daban fresca sombra; también nacieron en el árbol flores muy hermosas, de muchos colores.
Al ver un árbol tan hermoso, muchas personas empezaron a reunirse junto a él muy contentas; gozaban de su sombra y de sus flores; la mayoría de la gente permanecía allí, e incluso quienes vivían lejos recomendaban el árbol de la Mentira por su alegría, sosiego y sombra fresca.
Así, la Mentira se sentía muy honrada y era muy considerada por quienes buscaban siempre su compañía; al que menos se acercaba a ella y menos sabía de sus artes, todos lo despreciaban, e incluso él mismo se descalificaba.
Mientras esto le ocurría a la Mentira, que se sentía muy feliz, la triste y despreciada Verdad estaba escondida bajo la tierra, sin que nadie supiera de ella ni quisiera para ir a buscarla. Viendo la Verdad que no tenía con qué alimentarse, sino con las raíces de aquel árbol que la Mentira le aconsejó tomar como suyas, y a falta de otro alimento, se puso a roer y a cortar para su sustento las raíces del árbol de la Mentira. Aunque el árbol tenía ramas gruesas y hojas que daban mucha sombra, no llegaron a dar fruto, pues fueron cortadas todas sus raíces para alimentarse la Verdad.
La Mentira estaba a la sombra de su árbol con todas las personas que aprendían sus artimañas, de pronto, se levantó viento y movió el árbol que, como no tenía raíces cayó derribado sobre la Mentira, a la que hirió y rompió varios huesos, sus acompañantes, también resultaron malheridos.
Entonces, por el agujero que había dejado el tronco, salió la Verdad, que estaba escondida, y cuando llegó a la superficie vio que la Mentira y todos los que la acompañaban estaban maltrechos. Habían recibido gran daño por haber seguido el consejo de la Mentira.

La Mentira tiene ramas muy grandes y sus flores, que son sus palabras, pensamientos o halagos son muy agradables y gustan mucho, pero son efímeros y nunca llegan a dar buenos frutos.
Aunque muchas veces en nuestros tiempos la verdad sea menospreciada, abrázate a ella. La verdad siempre te hará libre.