viernes, 23 de julio de 2021

Tu rostro en cada esquina

               José Mª Rodríguez Olaizola S.J.

"Señor, que vea...
Que vea tu rostro en cada esquina.
Que vea reír al desheredado, con risa alegre y renacida.
Que vea encenderse la ilusión en los ojos apagados
de quien un día olvidó soñar y creer.
Que vea los brazos que, ocultos, pero infatigables,
construyen milagros de amor, de paz y de futuro.
Que vea oportunidad y llamada donde a veces sólo hay bruma.
Que vea cómo la dignidad recuperada cierra los infiernos del mundo.
Que en el otro vea a mi hermano,
en el espejo, un apóstol y en mi interior te vislumbre.
Porque no quiero andar ciego, perdido de tu presencia,
distraído por la nada, equivocando mis pasos hacia lugares sin Ti.
Señor, que vea...
que vea tu rostro en cada esquina".

Un consejo para vencer al demonio

                      Padre Lucas Prado

Un día estaba un joven en su casa y alguien llamó a la puerta. Al abrir se encontró al mismo diablo, que lo agarró del pelo, lo golpeó y luego se fue.
Se preguntó el muchacho:
— ¿Qué debo hacer si el diablo vuelve a venir?
De pronto, vio pasar a Jesús y pensó:
— Si Él está en mi casa el diablo no entrará.
Entonces lo invitó a pasar, le mostró la casa y le preguntó:
— ¿Puedes venir mañana antes que el diablo pase por aquí?
Al día siguiente el diablo volvió a llamar a la puerta; Jesús ya estaba dentro de la casa… El muchacho muy tranquilo abrió la puerta y el diablo volvió a darle una tremenda paliza.
El muchacho muy molesto le reclamó a Jesús y le dijo:
— ¿Por qué no hiciste nada para defenderme?
Y Jesús le respondió:
— No hice nada porque no estoy en mi casa. Yo sólo estoy de visita.
El muchacho pensó un poco y lo invitó a vivir en su casa. Le mostró a Jesús su cuarto y le dijo:
— Si te parece bien, este será tu cuarto de ahora en adelante. A lo que Jesús respondió con un sí.
Como era ya costumbre, al día siguiente el demonio llamó nuevamente a la puerta. Entonces el joven, creyendo que ya no le podía pasar nada malo abrió la puerta, y el diablo nuevamente le dio otra paliza. El joven, molesto fue donde Jesús y le dijo:
— Ya vives en mi casa. ¿Qué tengo que hacer más para que me defiendas?
Y Jesús le contestó:
— Yo sólo vivo en un cuarto de tu casa, pero nunca salgo a las otras habitaciones. Mientras no entres en mi cuarto no te puedo defender.
Entonces el joven reflexionó un poco y dijo:
— Bien. De hoy en adelante ésta es tu casa. Yo estaré aquí sólo como un invitado, si te parece bien…
Al día siguiente llamaron nuevamente a la puerta; pero esta vez no fue el joven quien abrió la puerta, sino Jesús, el nuevo «dueño». Al abrir Jesús la puerta, el diablo dijo:
— Usted perdone. Me equivoqué de casa. Y se fue.

jueves, 22 de julio de 2021

Si quieres...

Si quieres, puedes hacerme sentir querido.
Si quieres, puedes incendiarme por dentro 
con pasión y evangelio.
Si quieres, puedes abrir la puerta de mis jaulas de oro
y empujarme hasta que salga a la intemperie, 
turbulenta e impredecible.
Si quieres, puedes convertir 
mi mirada en esperanza y mi paso en vuelo.
La pregunta es si yo quiero.
Si no elijo la isla, el hielo, la celda, la niebla o el suelo,
por miedo a tomarte en serio.

Afilar el hacha

En cierta ocasión, un joven llegó a un campo de leñadores con el propósito de obtener trabajo. Habló con el responsable y éste, al ver el aspecto y la fortaleza de aquel joven, lo aceptó sin pensárselo y le dijo que podía empezar al día siguiente.
Durante su primer día en la montaña trabajó duramente y cortó muchos árboles.
El segundo día trabajó tanto como el primero, pero su producción fue escasamente la mitad del primer día.
El tercer día se propuso mejorar su producción. Desde el primer momento golpeaba el hacha con toda su furia contra los árboles. Aun así, los resultados fueron nulos.
Cuando el leñador jefe se dio cuenta del escaso rendimiento del joven leñador, le preguntó:
- ¿Cuándo fue la última vez que afilaste tu hacha?
El joven respondió:
- Realmente, no he tenido tiempo… He estado demasiado ocupado cortando árboles…

lunes, 19 de julio de 2021

«Haz de mí»

                        por Flavia Carpio

Haz de mí Jesús.
Haz de mí un corazón sencillo que te quiera amar.
Haz de mí tu casa donde todos puedan entrar.
Haz de mí tu faro que ilumine la vida de los demás.
Haz de mí tus manos para dársela a los demás.
Haz de mí tus ojos para enseñar a otros a mirar más allá.
Haz de mí tus pies para mostrar tu camino.
Haz de mi tus redes para ser pescador de hombres.
Haz de mí tu barco que nada en tempestad y muestra la calma
Haz de mí tu sonrisa para que otros recuperen la fe
Haz de mí tu sangre para calmar la sed de otros.
Haz de mí tus llagas para enseñar a otros a creer
Haz de mí tus llamas ara encender corazones de amor por ti.
Haz de mí tu voz para gritarle al mundo tu amor
Haz que viva cada día a tu lado para vivir
para reconocer mis pecados, para quedarme en tu corazón.

Ni tú ni yo somos los mismos

Buda fue el hombre más despierto de su época. Nadie como él comprendió el sufrimiento humano, así es como desarrolló la benevolencia y la compasión.
Entre sus primos, se encontraba el perverso Desvadatta, siempre celoso del maestro y empeñado en desacreditarlo e incluso dispuesto a matarlo.
Cierto día que Buda estaba paseando tranquilamente, Desvadatta, a su paso, le arrojó una pesada roca desde la cima de una colina, con la intención de acabar con su vida. Sin embargo, la roca cayó al lado de Buda y Desvadatta no pudo conseguir su objetivo. Buda se dio cuenta de lo sucedido y permaneció impasible, sin perder la sonrisa de los labios.
Días después, Buda se cruzó con su primo y lo saludó afectuosamente. Muy sorprendido, Desdavatta preguntó:
- ¿No estás enfadado, señor?
- No, claro que no.
Sin salir de su asombro, inquirió:
- ¿Por qué?
Y Buda dijo:
- Porque ni tú eres ya el que arrojó la roca, ni yo soy ya el que estaba allí cuando me fue arrojada.