jueves, 10 de agosto de 2017

Por la gente que nos rodea

Señor Dios, Padre nuestro, te damos gracias y te glorificamos,
porque nos has amado tanto en tu Hijo Jesucristo.
Porque en Él nos has hecho tus hijos adoptivos.
Gracias Padre Santo, porque nos mandas amarnos unos a otros,
y al amarnos, te amamos a Ti y te reconocemos como Padre.
En Ti, Señor, fuente de la vida y del Amor,
reconocemos a los hombres como hermanos,
creados a tu imagen y semejanza. 
Nos mandas que nos amemos unos a otros como Tú nos amas,
ya que al amar a nuestros semejantes
maduramos y crecemos como personas.
Ayúdanos, Padre de bondad, a amarnos unos a otros,
pues solo así manifestamos al mundo que somos tus hijos,
y muchos otros creerán en ti, Dios de bondad y de Paz.
Bendito, seas Señor, fuente de amor entrañable,
Dios de la vida y de la esperanza, 
por habernos creado capaces de amar a Dios 
y a los seres humanos, que son nuestro prójimo. Amén.

El joven ciego

Una pareja de jóvenes estaban muy enamorados y se iban a casar. Unos meses antes de la boda, la novia tuvo un accidente y quedó con el rostro totalmente desfigurado…
“No puedo casarme contigo”, le comunicó en una carta a su novio, “quedé marcada y muy fea para siempre, búscate a otra joven hermosa como tú te mereces, yo no soy digna de ti”.
A los pocos días la muchacha recibió esta respuesta de su novio: “El verdadero indigno soy yo, tengo que comunicarte que he enfermado de la vista y el médico me dijo que voy a quedar ciego… Si aún así estás dispuesta a aceptarme, yo sigo deseando casarme contigo”
Y se casaron, y cuando lo hicieron, el novio estaba ya totalmente ciego. Vivieron 20 años de amor, felicidad y comprensión, ella fue su lazarillo, se convirtió en sus ojos, en su luz, el amor los fue guiando por ese túnel de tinieblas. Un día ella enfermó gravemente y cuando agonizaba, se lamentaba por dejarlo solo entre esas tinieblas.
El día que ella murió, él abrió sus ojos ante el desconcierto de todos…
- “No estaba ciego –dijo- fingí serlo para que mi mujer no se afligiera al pensar que la veía con el rostro desfigurado, ahora mi amor descansa en ella”.

miércoles, 9 de agosto de 2017

Querer lo que Dios quiere

Señor, es tan infinitamente difícil reconocer el bien y el mal.
Cada día nos esforzamos.
Y nos hace sufrir por no poder distinguir al culpable del inocente.
No siempre es malo el hombre acusado,
Ni siempre es bueno el inocente.
¿Quién conoce tu voluntad?
¿Quién nos ayudará a distinguir entre tu voluntad y la nuestra?
¿Señor, qué es tu voluntad?
Obra Tú por nosotros, Señor.
Sólo Tú sabes lo que es bueno en la confusión de este mundo
y en nuestro corazón desorientado.
Hablamos de libertad, y continuamos atados.
Vendemos nuestra libertad a cambio de sutilezas legalistas.
Continuamos pensando en nuestros pecados y no nos apartamos de ellos.
Cavamos en nuestro pasado y aumenta nuestra confusión.
Señor, no nos hemos buscado este peso. Tú nos lo has cargado.
Pero has dicho: “Venid a mí quienes estéis cansados y agobiados”.
Y has dicho también: “El que viene a mí, Yo no lo echaré fuera”.
Señor, no nos juzgues. Acéptanos.

La moda verde

En la fila del supermercado, el cajero le dice a una señora mayor que debería traer su propia bolsa, ya que las bolsas de plástico no son buenas para el medio ambiente.
La señora pide disculpas y explica:
- “Es que no había esta moda verde en mis tiempos.”
El empleado le contestó:
- “Ese es ahora nuestro problema. Su generación no puso suficiente cuidado en conservar el medio ambiente.”
- Tiene razón: nuestra generación no tenía esa moda verde de estos tiempos: En aquel entonces, las botellas de leche, las botellas de gaseosa y las de cerveza se devolvían a la tienda. La tienda las enviaba de nuevo a la fábrica para ser lavadas y esterilizadas antes de llenarlas de nuevo, de manera que se podían usar las mismas botellas una y otra vez. Así, realmente las reciclaban. Pero lleva razón, no teníamos esta moda verde en nuestros tiempos.
Subíamos las escaleras, porque no había escaleras mecánicas en cada comercio ni oficina. Íbamos andando a las tiendas en lugar de ir en coche cada vez que necesitábamos recorrer 200 metros. Pero tiene Vd. toda la razón. No teníamos la moda verde en nuestros días.
Por entonces, lavábamos los pañales de los bebés porque no había desechables. Secábamos la ropa en tendederos, no en secadoras que funcionan con 220 voltios. La energía solar y la eólica secaban verdaderamente nuestra ropa. Los chicos usaban la ropa de sus hermanos mayores, no siempre exigían modelitos nuevos. Pero está en lo cierto: no teníamos una moda verde en nuestros días.
Entonces teníamos una televisión, o radio, en casa, no un televisor en cada habitación. Y la TV tenía una pantallita del tamaño de un pañuelo, no una pantalla enorme. En la cocina, molíamos y batíamos a mano, porque no había máquinas eléctricas que lo hiciesen por nosotros. Cuando empaquetábamos algo frágil para enviarlo por correo, usábamos periódicos arrugados para protegerlo, no cartones preformados o bolitas de plástico. 
En esos tiempos no arrancábamos un motor y quemábamos gasolina sólo para cortar el césped; usábamos una podadora que funcionaba a músculo. Hacíamos ejercicio trabajando, así que no necesitábamos ir al gimnasio para correr sobre cintas mecánicas que funcionan con electricidad. Claro que está Vd. en lo cierto: no había en esos tiempos una moda verde.
Bebíamos del grifo cuando teníamos sed, en lugar de usar vasitos o botellas de plástico cada vez que teníamos que beber agua. Recargábamos las estilográficas con tinta, en lugar de comprar una nueva. Pero, eso sí, no teníamos una moda verde por entonces.
En aquellos tiempos, la gente usaba el tranvía o el autobús y los chicos iban en sus bicicletas a la escuela o andando, en lugar de tener a su mamá como taxista las 24 horas. Teníamos un enchufe en cada habitación, no una regleta de enchufes para alimentar una docena de aparatos. Y no necesitábamos un aparato electrónico para recibir señales desde satélites situados a miles de kilómetros de distancia en el espacio para encontrar la pizzería más próxima.
Así que me parece lógico que la actual generación se queje continuamente de lo irresponsables que éramos los que ahora somos mayores por no tener esta maravillosa “moda verde” en nuestros tiempos.

lunes, 7 de agosto de 2017

Siente la presencia de Dios

 Florentino Ulibarri 

Cuando te has olvidado de ti mismo,
cuando te has agotado en el servicio a los últimos,
cuando has vencido la tentación de cualquier apego,
cuando has aceptado el sufrimiento como compañero,
cuando has sabido perder,
cuando ya no pretendes ganar,
cuando has compartido lo que tú necesitabas,
cuando te has arriesgado por el pobre,
cuando has enjugado las lágrimas del inocente,
cuando has rescatado a alguien de su infierno,
cuando te has introducido en el corazón del mundo,
cuando has puesto tu voluntad en las manos de Dios,
cuando te has purificado de tu orgullo,
cuando te has vaciado de tanto acopio superfluo,
cuando te sientes herido...
brilla en ti, gratis, la luz de Dios,
sientes su presencia irradiando frescura matinal,
y su perfume te envuelve y reanima.
Ya no necesitas otros tesoros.
Dios te acompaña, te habla, te protege.
Te sientes esponjado en un mar de dicha...
Y si no estás en las nubes,
es un Tabor que se te ofrece gratis,
para que disfrutes ya lo presente
y camines firme y sin temor. 

Los tres filtros

En la antigua Grecia Sócrates tenía una gran reputación de sabiduría. Un discípulo llegó muy nervioso a casa de Sócrates y empezó a hablar de esta manera:
- “¡Maestro! Quiero contarte cómo un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia...”
Sócrates lo interrumpió diciendo: 
-“¡Espera! ¿Ya hiciste pasar a través de los Tres Filtros lo que me vas a decir?
-“¿Los Tres Filtros...?”
-“Sí” -replicó Sócrates-. El primer filtro es la VERDAD. ¿Ya examinaste cuidadosamente si lo que me quieres decir es verdadero en todos sus puntos?”
-“No... se lo he oído decir a unos vecinos...”
-“Pero al menos lo habrás hecho pasar por el segundo Filtro, que es la BONDAD: ¿Lo que me quieres decir es por lo menos bueno?”
-“No, en realidad no..., al contrario...”
-“¡Ah!” -interrumpió Sócrates- entonces vamos al último Filtro. ¿Es NECESARIO que me cuentes eso?”
- “Para ser sincero, no... Necesario no es.”
- “Entonces -sonrió el sabio- si no es verdadero, ni bueno, ni necesario... sepultémoslo en el olvido...”
¿Tienes algo que decir a otra persona?... Recuerda pasarlo por la VERDAD, la BONDAD y la NECESIDAD antes de decirlo.

domingo, 6 de agosto de 2017

Ilumínanos y transfigúranos, Señor

Señor, te damos gracias porque nos miras con amor,
conoces nuestras debilidades y malos momentos,
y nos ofreces siempre la luz de la esperanza.
Ilumina, Señor, nuestras tinieblas,
Tú, que, antes de entregarte a la pasión,
quisiste manifestar en tu cuerpo transfigurado
la gloria de la resurrección futura.
Te pedimos por los cristianos que sufren:
para que, en medio de las dificultades del mundo,
vivan transfigurados por la esperanza de tu victoria.
Te pedimos por todas las personas que sufren,
para que a nadie le falte, Señor, la luz de la esperanza.
Gracias, Señor, por todas las personas,
por todos los momentos y lugares,
por todas las oraciones y celebraciones
que transfiguran nuestro corazón y nuestro rostro,
que nos devuelven la esperanza y la paz,
que dificultades y pecados nos quitan.
Señor, que también nosotros estemos atentos
para descubrir a todas las personas desanimadas,
para compartir con ellas el amor y la esperanza
que cada día Tú nos ofreces a manos llenas. Amén.

El Muro

Las apariencias engañan, tengamos siempre confianza en Dios.
Dicen que una vez un hombre era perseguido por varios malhechores que querían matarlo. El hombre entró en una cueva. Los malhechores empezaron a buscarlo por las cuevas anteriores de la que él se encontraba. Desesperado dirigió una plegaria a Dios de la siguiente manera:
"Dios todopoderoso, haz que dos ángeles bajen y tapen la entrada para que no entren a matarme". 
En ese momento escuchó a los hombres acercándose a la cueva en la que él se encontraba, y vio que apareció una arañita. La arañita empezó a tejer una telaraña en la entrada. El hombre volvió a elevar otra plegaria, esta vez más angustiado:
"Señor, te pedí ángeles, no una araña." Y continuó: "Señor, por favor, con tu mano poderosa coloca un muro fuerte en la entrada para que los hombres no puedan entrar a matarme". 
Abrió los ojos esperando ver el muro tapando la entrada, y observó a la arañita tejiendo la telaraña. Estaban ya los malhechores entrando en la cueva en la que se encontraba el hombre y éste quedó esperando su muerte. Cuando los malhechores se disponían entrar a la cueva la arañita ya había tapado toda la entrada, entonces se escuchó esta conversación entre dos malhechores:
- "Vamos, entremos a esta cueva." 
- "No. ¿No ves que hasta hay telarañas?, nadie ha entrado en ésta hace mucho tiempo."