viernes, 23 de marzo de 2018

Virgen de los Dolores

María, Madre del redentor, implora para nosotros
el don de la paz de Cristo.
Tú diste a luz al Salvador del mundo,
enviado a anunciar la paz a los cercanos y lejanos
y a reunir a los hombres de toda raza y estirpe en una sola familia.
Escucha las súplicas de tus hijos, por los pueblos que sufren,
haz que pronto claree para ellos el alba de la paz y de la vida nueva.
Virgen de los Dolores,
acuérdate de cuantos son víctimas de la guerra,
haz que se unan a los sufrimientos de Cristo, tu Hijo,
ayúdales a seguirlo por el camino del Calvario,
para descubrir en la Cruz el secreto de una vida nueva.
Habla a los corazones de los dirigentes de los pueblos,
para que trabajen por una paz duradera y benéfica.
Virgen gloriosa, Reina de la paz, reaviva en todos los hombres
la esperanza del encuentro feliz con Dios,
Señor de la paz y de la vida, Padre de todos. Amén

El hombre y la piedra

En cierta ocasión, un maestro de sabiduría dijo:
Los seres humanos son como aquellas piedras que van en la corriente de un río tratando de llegar al océano grande; comienzan su andar desde el punto en que se inicia la corriente, cuando empiezan son toscas, tienen picos, son deformes, nadie les encuentra belleza alguna. Sin embargo, al ir en la corriente, el movimiento y la fuerza del agua las va limando, las va puliendo, hasta que finalmente llegan a donde la corriente es tranquila y suave, entonces las piedras toscas ya se pulieron, están redonditas y brillantes y todos las quieren coleccionar. Sin embargo aun no están acabadas, siguen siendo piedras y algún día mostrarán toda la belleza que guardan.
Así es la persona. En la corriente de la vida, se encuentra con seres humanos que con sus picos, con sus defectos aparentemente lastimará al que va al lado de él en la corriente. Sin embargo ese aparente roce doloroso, solo es una manera de pulir aquel pico que sobresale y el rozamiento solo es el medio para que cuando lleguemos donde la corriente es serena, mostremos la belleza que guardamos. Sin embargo aún seguimos siendo seres humanos y algún día mostraremos la verdadera belleza que cada quien lleva.
Porque solo cuando aprendemos a mirarnos así, encontramos que Dios nos mira igual a todos como piedras que necesitan ser pulidas y en esa necesidad de ser limados, nos involucra todos.

jueves, 22 de marzo de 2018

Ayúdame a mirar como Tú, Señor

A no dejarme llevar por mis juicios, interesados, duros y excesivamente crueles.
A observar, no tanto los aspectos negativos, cuanto la bondad y lo noble de los que me rodean.
Ayúdame a mirar como Tú, Señor.
A no conspirar ni levantar castillos en las ruinas sufrientes de tantos hermanos.
A no señalar defectos e historias pasadas que, sólo sirven para causar sensación o daño.
Ayúdame a mirar como Tú, Señor.
A ver el lado bueno de las personas. A no recrearme con el sufrimiento ajeno.
A no ser altavoz de calumnias y mentiras. A ser humano y no jugar a ser juez.
Ayúdame a mirar como Tú, Señor.
A no manipular ni airear las cruces de las personas que las soportan.
A no enjuiciar ni condenar los defectos de tantos próximos a mi vida.
A no hacer estandarte ni burla de los que están hundidos en sus miserias.
Ayúdame a mirar como Tú, Señor
Para que, frente a la mentira, reine la verdad.
Para que, frente a la condena, brille tu misericordia.
Para que, frente a la burla, salga la comprensión.
Para que, frente a la humillación, despunte la bondad.

La historia del lápiz

         Paulo Coelho

El niño miraba al abuelo escribir una carta. En un momento dado, le preguntó:
– ¿Estás escribiendo una historia que nos pasó a los dos? ¿Es, quizá, una historia sobre mí?
El abuelo dejó de escribir, sonrió y dijo al nieto:
– Estoy escribiendo sobre ti, es cierto. Sin embargo, más importante que las palabras es el lápiz que estoy usando. Me gustaría que tú fueses como él cuando crezcas.
El niño miró el lápiz, intrigado, y no vio nada de especial.
– ¡Pero si es igual a todos los lápices que tengo en el estuche! 
– Todo depende del modo con que mires las cosas. Hay en él cinco cualidades que, si consigues mantenerlas, harán de ti una persona por siempre en paz con el mundo.
Primera cualidad: puedes hacer grandes cosas, pero no olvides nunca que existe una mano que guía tus pasos. A esta mano nosotros la llamamos Dios, y Él siempre te conducirá en dirección a su voluntad.
Segunda: de vez en cuando necesito dejar de escribir y usar el sacapuntas. Eso hace que el lápiz sufra un poco, pero al final está más afilado y escribe mejor. Por lo tanto, debes ser capaz de soportar algunos dolores, porque te harán mejor persona.
Tercera: el lápiz siempre permite que usemos una goma para borrar aquello que está mal. Entiende que corregir algo que hemos hecho no es necesariamente algo malo, sino algo importante para mantenernos en el camino de la justicia. 
Cuarta: lo que realmente importa en el lápiz no es la madera ni su forma exterior, sino el grafito que hay dentro. Por lo tanto, cuida siempre de lo que sucede en tu interior. 
Finalmente, la quinta cualidad del lápiz: siempre deja una marca. De la misma manera, has de saber que todo lo que hagas en la vida dejará trazos, e intenta ser consciente de cada acción.

miércoles, 21 de marzo de 2018

Está es la oración que te dirijo

  R. Tagore 

Esta es la oración que te dirijo, Señor:
Sacude, sacude las desdichadas raíces de mi corazón.
Dame fuerza para llevar con garbo mis alegrías y mis tristezas.
Dame fuerza para que mis amores fructifiquen en servicio.
Dame fuerza para no abandonar al pobre
y para no doblar mi rodilla ante ningún poder insolente.
Dame fuerza para elevar mi mente
por encima de las trivialidades de cada día.
Y dame fuerza para rendir mi fuerza a tu voluntad, con amor.

El árbol que no sabía quién era

Había una vez, algún lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo, un hermoso jardín, con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfechos.
Todo era alegría en el jardín, excepto por un árbol profundamente triste. El pobre tenía un problema: "No sabía quién era."
- Lo que te falta es concentración, le decía el manzano, si realmente lo intentas, podrás tener sabrosas manzanas. ¿Ves que fácil es?
- No lo escuches, exigía el rosal. Es más sencillo tener rosas y ¿Ves que bellas son?
Y el árbol desesperado, intentaba todo lo que le sugerían, y como no lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado. Un día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol, exclamó:
- No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos seres sobre la tierra. Yo te daré la solución. No dediques tu vida a ser como los demás quieran que seas. Sé tu mismo, conócete, y para lograrlo, escucha tu voz interior.
Y dicho esto, el búho desapareció.
- ¿Mi voz interior...? ¿Ser yo mismo...? ¿Conocerme...?, se preguntaba el árbol desesperado, cuándo de pronto, comprendió. Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar su voz interior diciéndole:
- Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera porque no eres un rosal. Eres un roble, y tu destino es crecer grande y majestuoso. Dar cobijo alas aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje... Tienes una misión "Cúmplela". Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba destinado.
Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos.
Y sólo entonces el jardín fue completamente feliz.

Y tú... ¿dejas crecer el roble que hay en ti? En la vida, todos tienen un propósito que cumplir, un espacio que llenar. No permitas que nada ni nadie te impida conocer y compartir la maravillosa esencia de tu ser.
Pero sobre todo recuerda, jamás podrás conocer el propósito de tu vida si no rindes tu corazón a aquel quién te creo. Conocer a Dios es encontrar el propósito de Dios para nuestra vida.

lunes, 19 de marzo de 2018

Oración por el padre. Oración a san José

Señor, te agradezco por el padre que me has dado y que tanto admiro.
Haz que siempre lo ame más y que él se sienta amado.
Auméntale las alegrías y no permitas que yo, para él, me convierta en un peso.
Ayúdame a aliviar sus horas de cansancio y preocupaciones.
No dejes, Señor, que los desengaños le hagan decaer o que el desánimo le domine.
Ayúdale a afrontar, con renovado coraje, sus responsabilidades
 y a actuar frente a ellas de la mejor manera posible.
Que él sea firme y severo cuando sea necesario, sin dejar de ser bueno.
Que no se pierda en la impaciencia, sino que sepa perdonar mis flaquezas.
Que yo no repare en sus defectos, Señor, sino en sus cualidades
y que sepa no sólo admirar sus buenos ejemplos,
sino también imitarlo, especialmente cuando a mi vez tenga mis propios hijos.
Consérvalo, Señor, en tu amor
y que nuestra familia, viviendo ahora unida bajo tus cuidados y bendiciones,
pueda también vivir unida en el cielo, para cantar tu nombre. Amén.

ORACIÓN DE HUMILDAD A SAN JOSÉ
Enséñanos José
Cómo se es “no protagonista”.
Cómo se avanza sin pisotear.
Cómo se colabora sin imponerse.
Cómo se ama sin reclamar.
Dinos; José
Cómo se vive siendo ‘número dos’.
Cómo se hacen cosas fenomenales
desde un segundo puesto.
Explícanos
Cómo se es grande sin exhibirse.
Cómo se lucha sin aplauso.
Cómo se avanza sin publicidad.
Cómo se persevera y se muere uno
sin haber hecho nada más y nada menos
que cumplir la voluntad de Dios.

Cuando Dios creó a los padres...


Cuando Dios creó a los padres, comenzó con una talla grande. Un ángel se le acercó y le dijo:
- "¿Qué clase de padre es ese? ¿Si estás haciendo niños tan pequeños, por qué pones al padre tan alto? No podrá jugar a las canicas sin arrodillarse, arropar a un niño en cama sin torcerse la espalda, o besar a un niño sin encorvarse."
Dios sonrió y dijo:
- "Sí, pero si le hago del tamaño de un niño, ¿Cómo tendrían que crecer los niños?"
Cuando Dios hizo las manos del padre, éstas eran grandes. El ángel agitó su cabeza y dijo:
- "Las manos grandes no pueden sujetar un pañal, abrochar botones pequeños, poner una tirita, o quitar astillas después de haber jugado en el campo."
De nuevo Dios sonrió y dijo:
- "Lo sé, pero son lo suficientemente grandes para sostener todo lo que un muchacho pequeño vacía de sus bolsillos, y bastante pequeñas para acariciar la cara de un niño con una sola de ellas."
Entonces Dios modeló las piernas largas delgadas y los hombros anchos.
- "¿Te has dado cuenta que has hecho un padre sin regazo?," le dijo el ángel susurrando. A lo que Dios dijo:
- "Una madre requiere un regazo. Un padre necesita hombros fuertes para empujar un trineo, ayudar a un muchacho en una bicicleta, o sostener una cabeza soñolienta de un pequeño como un malabarista."
Cuando Dios estaba en medio de la creación se vieron los pies más grandes vistos hasta entonces. El ángel no pudo contenerse más:
- "Esto no es posible. ¿Crees que esos pies van a llegar rápido a la cama del bebé cuando llore por la noche, o andar en una fiesta de cumpleaños sin pisar a los pequeños invitados?"
Y Dios dijo:
- "Trabajarán. Ya lo verás. Soportarán y tendrán la fuerza para pedalear con un niño pequeño en bicicleta por la montaña o asustarán ratones en la cabaña de verano, y mostrarán al pequeño el desafío de llenar esos zapatos."
Dios trabajó toda la noche, dio al padre pocas palabras, pero una voz firme para mostrar autoridad; ojos que ven todo, pero con calma y tolerancia. Lo dotó también de una gran sabiduría para educar a sus hijos y tomar las decisiones correctas
Finalmente, agregó lágrimas. Entonces volvió al ángel y Dios le dijo:
- "¿Ahora estás satisfecho? ¡Puede amar intensamente como lo hace una madre!"
El ángel no dijo más.

domingo, 18 de marzo de 2018

Por los seminaristas

Señor, Jesucristo, Pastor bueno,
tú que conoces a todas tus ovejas
y sabes cómo llegar al corazón del hombre,
abre la mente y el corazón de los que buscan y esperan
una palabra de verdad para su vida;
hazles sentir que sólo en ti
pueden encontrar plena luz;
da valor a los que saben dónde encontrar la verdad,
pero temen que tu llamada sea demasiado exigente;
sacude el alma de los que quieran seguirte
en el ministerio sacerdotal,
pero no saben vencer las dudas y los miedos,
y acaban por escuchar otras voces.
Tú que eres la Palabra que ilumina
y sostiene los corazones,
suscita en aquellos a quienes llamas
valor para dar la respuesta de amor:
"¡Heme aquí, envíame!"

De exámenes

En vísperas de exámenes se presentó en casa de don Miguel de Unamuno uno de sus alumnos de griego, quien le dijo:
- “Vengo a pedirle un gran favor. Mañana me examinaré y no sé una palabra. Pero es que viene mi padre a Salamanca exclusivamente para presenciar mis exámenes porque el pobre cree que soy un chico muy inteligente. Me duele defraudarle, y por eso me atrevo a suplicarle que me pregunte usted una lección convenida, que yo me aprenderé esta noche lo mejor que pueda. Después usted me hace otras preguntas, yo no las contesto, y usted me suspende. Pero mi padre se irá contento”.
Le hizo gracia a don Miguel de Unamuno lo que le había pedido, y convino en preguntarle la lección diecisiete.
Al día siguiente, con todos los profesores presentes en el tribunal, ordenó el catedrático:
- “Dígame usted la lección diecisiete”.
Para su mayúscula sorpresa, dijo el alumno:
- “No la sé”.
Intrigado susurró Unamuno:
- “¿Es que no era la lección diecisiete?”
Y dijo el examinado:
- “Sí, pero es que no ha venido mi padre.”